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El taller de Jimin huele a pan, canela y chocolate. Todos los días.

El aroma del pan recién horneado en las mañanas es tan exquisito que a cualquiera le abre el apetito. Los panes que hace Jimin son los mejores de la ciudad.

Park Jimin cocina desde que tiene memoria, recuerda pasar horas enteras con sus padres, aprendiendo un sin fin de recetas de todo tipo y disfrutarlas junto a ellos.

Sus días de infancia fueron los mejores gracias a su amor por la cocina. Sus padres murieron pero le dejaron un gran legado. El chico no puede estar más feliz por seguir sus pasos.

Cubierto por un delantal negro, lleno de harina, crema de chocolate y azúcar, se pasa todas las mañanas elaborando los deliciosos panes que luego serían distribuidos en algunas panaderías de la ciudad. Jimin es tan modesto, pero le causa un placer infinito cuando está tomando café y alguien prueba sus panes en ciertas cafetería y terminan pidiendo más.

Su fuerte es la repostería, aunque la panadería se le da bien y es lo que paga la mayoría de cuentas, su pasión es endulzar los paladares de la gente. Encuentra terapéutico disfrutar de una buena porción de pastel de chocolate con fresas y crema. Jimin cree fielmente que el comer postre cura corazones rotos y hace feliz a la gente.

Jimin sueña fervientemente con abrir su propia pastelería, en donde lleguen cientos de clientes a deleitarse con sus postres y llenarse el corazón de felicidad. Pero por el momento se conforma con venderlos en porciones, casa por casa.

Así conoció a MinJi. Recuerda como si fuera ayer haber visto a la pequeña mirando por la ventana de su taller, hambrienta y triste. Jimin le dio un pan recién horneado y una taza de leche tibia y no entiende aún como se llegó a ganar su corazón. La adora con la vida y siente que tiene la responsabilidad de cuidarla y protegerla, ya que sus padres no pasan mucho tiempo en casa.

Por eso Jimin trabaja muy duro, por él, por su futura pastelería y por MinJi, a quien quiere como una hermana menor.

- ¡Buenos días tío Jimin! - saluda la pequeña con una bella sonrisa dibujada en su rostro al verlo salir de su taller.

- MinJi, buen día - responde el chico con cariño. - ¿Ya desayunaste?

La menor asiente con la cabeza pero quiere decir algo y no se atreve, Jimin la mira y le lee el pensamiento.

- Ya sé lo que quieres - el chico entró a su taller y salió con una bolsita de papel y se lo extendió a la niña. - Son muffins de queso, llévalos a la escuela, te van a gustar mucho.

La pequeña MinJi lo abrazó y se fue corriendo a su casa con mucha alegría. Jimin siente caliente su corazón por la dulzura que emana la niña, pero no puede evitar sentirse mal, prácticamente pasa sola en su casa y sus padres muy poco le prestan atención.

Entró de vuelta al taller, hoy espera entregar un centenar de rollos de canela y debe cambiarse para seguir trabajando.

Hoy espera tener un gran día.

La semana pasó rápido y por fin llegó el sábado.

Jungkook no sabe quién está más emocionado, si su pequeña Yumi o él mismo. Después de tanto tiempo y desde que nació su princesa, no ha tenido mucha vida social.

La idea de compartir con alguien más, adulto, le suena realmente genial.

La noche anterior se habían encargado de llenar la alacena de snacks y golosinas, pero también se cercioró de comprar proteína y vegetales para cocinarles sano.

Jungkook quiere mantener el equilibrio, pero su corazón de azúcar es muy débil ante los ojitos de su niña.

Se dirije a paso lento hacia el dormitorio de su hija, y esta ya se encontraba lista. Con su traje de baño, boyas, gafas y una salida de baño súper colorida.

- Estoy lista, papi - mencionó la niña, dando una vuelta en su propio sitio. Jungkook la miró y se sentó en su cama.

- Luces preciosa mi vida. Ven para peinarte - demandó con amor y la niña se sentó muy delicadamente sobre su regazo y su padre comenzó a cepillarle el cabello con sumo cuidado.

- ¿Estás emocionada por hoy?

- Si papi, podremos jugar todo el día con MinJi. Papi, ¿podemos invitarla a dormir?

- Mi amor, aún no empieza el día. No seas tan impaciente. Disfrútalo y veremos luego, ¿sí? Mira que preciosa te ves.

La pequeña se miró al espejo y su sonrisa se ensanchó, su padre le había colocado una vincha rosa que mostraba su rostro y Yumi besó a su padre en la mejilla.

- Vamos, Yumi. Vanos a desayunar.

Ambos como todos los días, desayunaron con alegría, conversando de todo lo que había hecho la pequeña. Jungkook adora escucharla y verla tan feliz. Quisiera guardar todos estos momentos y recordarlos por siempre.

Luego de que ambos lavaron los platos y limpiaron los mesones, Jungkook se encontraba leyendo un poco sobre un proyecto que tendría la semana siguiente, Yumi miraba su serie favorita en la televisión.

Por fin MinJi y Jimin se encontraban tocando la puerta.

Jimin sostenía una bandeja en sus manos, se veía notablemente nervioso y cuando Yumi abrió la puerta, una sonrisa se dibujó en el rostro.

- ¡Llegaron! Hola MinJi, hola hermano de MinJi.

Ambas niñas se abrazaron y corrieron entrando a la casa. Jimin se quedó parado observando un poco todo el lugar. Y Jungkook realmente es malo cuando se trata de entablar una conversación.

- Bienvenidos, Yumi está muy emocionada.

- Se nota, MinJi igual, no sabía la hora en venir. B-bueno, traje rollos de chocolate, espero sea se su agrado.

- ¿En serio? No te hubieras molestado. ¿Puedo probar?

Indudablemente Jungkook es amante al chocolate y no pudo evitar comer.

Jimin lo miraba con una gran expectativa, Jungkook tan solo masticaba en silencio, pero su expresión era muy notoria, estaba llena de placer.

El ambiente comenzó a sentirse un poco incómodo cuando Jungkook tomó un segundo pan y frunció el ceño y emitía sonidos que más parecían pequeños gemidos, Jimin no pudo evitar ruborizarse.

- Esto - está - espectacular - decía Jungkook entre mordiscos. Al final se comió cuatro panes y Jimin realmente estaba sorprendido.

- Nunca había visto comer a alguien con tanto... gusto.

- Jimin, ¿por qué no te abres una panadería? Esto es como tocar el cielo. Es increíble.

El chico sonrió.

- Aún no reúno lo suficiente para comprar el local. Pero ya me estoy acercando. Mientras tanto, les distribuyo a varias pastelerías de la ciudad.

- Esto es magnífico. Ten por seguro que desde ya, seré tu cliente fiel.

Jimin sonrió y se ruborizó, Jungkook sonrió de vuelta conteniendo las ganas de comer más.

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