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2

Jungkook se encontraba peinando el largo cabello ondulado de su pequeña mientras repasaban para una lección.

— Existen dos tipos de mezclas: homogéneas y heterogéneas, no lo olvides — repetía una y otra vez el padre a su hija y esta sonreía asintiendo.

— Ya me lo aprendí papá — respondió con emoción la menor. — homegenias y heterogamias.

— Ho-mo-gé-ne-as, Yumi y he-te-ro-gé-ne-as — corrigió el padre queriendo aguantarse la risa.

— Papi, me gustaría de grande ser pastelera.

— ¿Ya no quieres ser veterinaria?

— ¿Puedo ser las dos cosas? Es que hoy tendremos una clase de pastelería y nos enseñarán a preparar galletas.

— Tú puedes ser lo que tú quieras, Yumi. Papá estará apoyando tus sueños, mi amor. Y me alegro mucho. Espero te diviertas y no te comas todas las galletas para que compartas con papá y la abuela.

El hombre terminó su labor y bajaron como todas las mañanas a desayunar rápidamente. Esta vez se habían demorado tanto que no les quedó de otra llevar las bebidas para tomar en el camino.

— Yumi, toma tu leche ahora que está tibia — advertía con cariño mientras conducía rumbo a la escuela, la niña no dejaba de hablar como todas las mañanas. Jungkook no sabe de dónde le salen tantas palabras, no puede evitar abrumarse de vez en cuando, pues la pequeña habla sin cesar de muchas cosas a la vez.

Llegaron por fin, después de un corto tiempo en el que el tráfico se volvió pesado y como todos los días, el padre muy caballeroso le abría la puerta a su niña para tomarla en brazos y bajarla con un beso grande y sonoro en la mejilla.

— Papi ya — se quejaba avergonzada y riendo porque el hombre la besaba y le hacía cosquillas al mismo tiempo.

— Te amo mi vida, ten un excelente día.

La pequeña asintió y tomó su mochila y le hizo un ademán en forma de despedida, Jungkook se quedó de pie mirándola hasta que desapareció por la puerta con una amplia sonrisa, sintiéndose orgulloso del trabajo que estaba realizando como papá, su hija era tan preciosa, tanto que pensó que todo había valido la pena.

El hombre se retiraba del sitio, del apuro no se había peinado correctamente, así que se acomodó el cabello con la mano y sintió que lo observaban varias madres de familia. El rió.

Sumido en sus pensamientos no se fijó que una madre de familia corría rápidamente para dejar a su hijo y tropezaron. Jungkook se disculpó por el choque y la mujer en lugar de molestarse o algo, le sonrió coqueta.

Ya en el auto, fue rumbo a su lugar de trabajo, canturreaba una canción que salía de su reproductor como si fuera un gran cantante, su pequeño concierto se acabó en el momento en que llegó por fin a la empresa.

Namjoon como jefe de producción, se encarga de corroborar que cada producto salga en perfectas condiciones. Así como también es de gran apoyo en el área de ventas y marketing. Podría decirse que es la mente maestra gracias a su excelente imaginación, creatividad y compromiso en cada labor que realiza.

— Bien, equipo... ¿Estamos listos? — preguntó a sus subordinados y estos comenzaron cada uno a ubicarse en sus puestos.

Puede pasar horas sumido en su mundo, mientras realiza pruebas de control de calidad, camina de un lado a otro, va a la oficina de ventas y vuelve a la planta. Así es su día a día y le fascina.

Una llamada poco común lo sacó de su concentración, al ver el número en la pantalla miró con un poco de sorpresa y esperaba que no se tratara de algo malo.

— ¿Hola?

Buen día señor Jeon, le hablamos de la oficina del director, solicitamos su presencia hoy de carácter urgente. Suscitó un inconveniente con Yumi.

Estaré ahí lo más pronto posible.

El hombre colgó el teléfono y rápidamente se movilizó a la escuela, no sin antes explicar al jefe lo que estaba ocurriendo, condujo lo más rápido que pudo, esquivando los autos y con un sentimiento angustiante en su pecho. Jamás había tenido una llamada de atención por parte de su hija. Nunca.

Llegó a la escuela y corrió directo a la oficina y se llevó una gran sorpresa al encontrar a su hija llorando, un niño notoriamente enojado y a una pequeña que la consolaba.

— Señor Jeon, estamos muy apenados por llamarlo, seguramente estaba en su trabajo, pero hoy por primera vez Yumi peleó en clase.

El padre se acercó y se agachó al nivel de su hija y le limpió su carita llena de lágrimas y mocos, la rodeó en brazos y la pequeña era un mar de llanto. No entendía por qué.

— Mi amor, ¿Vas a decirle a papá lo que pasó? — preguntó con dulzura el hombre.

— Pa-pa-pi, Toni dijo q-que nadie me quiere porque no tengo mamá — hablaba entre hipidos sin dejar de llorar, al hombre le partió el corazón el dolor que sentía su hija y pensó como los niños pueden llegar a ser tan crueles entre ellos.

— Cariño mírame, eres importante, ¿Lo sabes verdad?. Yo te amo tanto y eres mi vida entera, papi te ama y papi no te abandona jamás. — Señor director, me parece que mi hija solo se defendió del abuso de su compañero, creo que debe considerar la sanción, es cierto, no soy partidario de solucionar las cosas con violencia, pero esta institución siempre ha sido muy intolerante con el abuso. No es ella quien debe ser sancionada — habló con notable molestia.

— Papá de Yumi, Toni siempre trata mal a los demás, por eso yo la defendí — interrumpió la otra pequeña con mucha valentía. — ¿No va a castigarla verdad?

Jungkook negó con la cabeza, se agachó y miró a la niña con dulzura, la pequeña tenía ganas de llorar y le habló: — Fuiste muy valiente, corazón, te agradezco que no hayas dejado sola a mi Yumi — La niña le sonrió y el hombre se puso de pie y volvió a mirar al hombre detrás del escritorio, se quitó los anteojos y habló.

— Señor Jeon, vamos a ver qué podemos hacer.

— ¡Perdón la demora! — interrumpió una voz, Jungkook se giró y una figura  se encontraba en la puerta de aquella oficina, entrecerró los ojos al ver a un muchacho que le pareció familiar. Entró realizando una reverencia rápida y la amiguita de Yumi lo abrazó.

— ¿Qué hiciste ahora Mini? — preguntó y miró a los dos adultos frente a él.

— Señor Park. ¿Los padres de MinJi otra vez no pudieron estar aquí?

— Lo siento mucho, se encuentran de viaje por lo que yo la represento.

El hombre soltó un suspiro pesado y habló sobre lo ocurrido. Jungkook no podía evitar mirar de reojo al joven junto a él, que escuchaba todo lo que el director les contaba.

— Señor Park, debe hablar con sus padres acerca de Minji, golpeó al hijo del presidente Kang.

— Entonces, ¿usted dice que por ser hijo de un hombre con poder, mi hermanita no pudo defenderse, siendo el mocoso un abusador?

— No es lo que quise decir, solo que este tipo de acciones pueden traer problemas a nuestra institución.

— Solo le interesa que no pierda las donaciones generosas del presidente, claro...

— Oye, es suficiente... — susurró Jungkook, el chico lo miró con molestia y por fin se calló.

Salieron los dos adultos y las dos niñas de aquella oficina hablando con mucha confianza y los más grandes apenas se miraban. El padre tomó aire y quiso romper el hielo al iniciar la conversación.

— Tu cara se me hace familiar. ¿No eres tú el chico que me vendió unos brownies la otra noche?

— Ah, sí, fui yo.

— Déjame decirte que son los mejores que he probado.

— ¿De verdad?

— Por favor, uno de estos días pasa por casa. Necesito comprar varios de ellos, toma — imploró el hombre sacando un par de billetes y se los extendió al chico que los tomó con mucho sorpresa.

— Vaya, de haberlo sabido antes, le vendía todo.

— Soy Jungkook. ¿Y tú eres?

— Soy Jimin — dijo el muchacho mientras doblaba el dinero y lo metía en su bolsillo — No tengo cambio, ¿te molesta si te lo doy después?

— Guárdalo, no hay problema, pero no te olvides de mis brownies — pidió con una sonrisa y el joven sonrió.

— Papi, papi, ¿Podemos invitar a MinJi a casa algún fin de semana?

Ambos adultos se miraron nuevamente y Jungkook sonrió. — Claro amor, pero primero debe pedir permiso a sus papás. Todo depende de ellos.

— Creo que si podríamos, ¿verdad MinJi? — Le habló a la niña mientras acariciaba su cabello.

— ¡Muy bien señor hermano de Mini! Jugaremos en la piscina — gritaba la niña con entusiasmo para abrazar y dar salidos de alegría con su amiguita.

— Niños, tienen más vida social que los padres — comentó Jungkook y Jimin sonrió.

Se despidieron y el hombre se quedó con su pequeña a solas por fin.

— ¿Te sientes mejor? Podemos hablar en casa cuando papá llegue. ¿Ok?

— Sí papi.

— Bien cariño, papá ha estado mucho tiempo fuera del trabajo y debe volver, recuerda lo mucho que te amo, eres lo más importante para mí. Hablaremos en casa y comeremos helado.

La pequeña abrazó a su padre con fuerza y el corazón se le estrujó en el pecho del hombre, pues se sintió inútil al no poder evitarle el dolor a su pequeña.

— Te amo papi.

— Yo también te amo mi amor.

Jungkook regresaba al trabajo, por un lado sorprendido de lo directo que fue ese chico en la oficina del director y por otro lado con el corazón hecho pedazos al saber que su pequeña sufrió gracias a aquellas crueles palabras. Pensaba que en realidad los niños no tienen la culpa, son los adultos quienes los crían y ellos solo son pequeñas esponjas que aprenden todo lo bueno y lo malo. Recordó como si hubiera sido ayer, cuando sostuvo a Yumi en sus brazos, la ilusión en su corazón era tan grande, saber que era su niña, parte de él, era demasiado hermoso. Estaba tan feliz de poderla cuidar y se prometió hacerlo con suma responsabilidad y criarla con muchísimo amor. Al final no todo resultó como él imaginó pero sabe que su esfuerzo valió la pena cada segundo.

Al caer la tarde, Jungkook pasó por el supermercado para comprar el helado prometido a su niña y unas otras cosas más que hacían falta en su hogar. Pareciera que estaba más emocionado de lo normal, piensa mucho en Yumi, quiere asegurarse de hacerla feliz. Se dirige a la caja para cancelar su pedido y rápidamente lleva las compras al auto, quiere llegar pronto a casa. Conduce con cuidado, respetando las señales de tránsito, hoy la noche está fresca y se siente un buen ambiente en el aire a pesar de todo.

Llega por fin y la reciben aquellos ojos negros y esa mirada dulce, el hombre extiende sus brazos para que la niña se cuelgue de su cuello.

— ¡Papi te extrañé! — gritó la niña.

El hombre besa su frente y la pequeña se ofrece a llevar una pequeña y poco pesada funda del supermercado. Entraron a la casa y la abuela como todas las tardes miraba la escena con cariño.

— Yumi me contó todo.

— Ay, madre...

La mujer terminó la merienda y el hombre pudo asearse y ponerse ropa cómoda. Había lavado su cabello y este estaba todo revuelto en su rostro, lo secó con cuidado y se colocó una camiseta sin mangas. Se sentaron por fin a comer juntos y platicaron entre los tres.

— Yumi me contó que invitó a una amiguita a casa, está muy emocionada.

— Oh sí, papi dejó que Mini y el señor Jimin vengan.

— Así es, mi vida. Solo debemos organizar bien el día y cuando sepamos, hay que comprar muchas cosas. ¿Te parece?

— ¡Sí papá, sí!

La abuela los miró y rodó los ojos, sabe que su hijo es muy consentidor. Terminaron de comer y la mujer sirvió helado para todos.

La niña pudo decirle a papá lo que había sucedido en aquella pelea y Jungkook la abrazó muy fuerte para brindarle apoyo, cómo le encantaría poder guardarla en una cajita de cristal para que nadie la lastime.

— ... Y entonces yo le pisé el pie — hablaba la niña con orgullo, el padre quería aplaudirla pero mantuvo la compostura.

— No es correcto lo que hizo tu amigo pero tampoco hay que actuar de la misma forma. Siempre hay otra solución. La violencia nunca será lo mejor — culminó  y la niña asintió, terminaron de comer cambiando el tema y conversaron de trivialidades.

—¿Cómo estuvo la clase de pastelería?

— Papi, hicimos galletas con chispas y ¡yo puse las chispas! Pero me las comí todas, papi, lo siento mucho.

—Mi vida, no te preocupes, pronto podremos hacer más, pero recuerda que mucho azúcar te daña los dientes, corazón. Muy deliciosa la cena madre, voy a lavar los platos. Yumi, ve a lavarte los dientes por favor.

— ¡Sí papi! Gracias abu, estuvo rico todo.

La niña obedeció y subió junto a su abuela par alistarse para dormir y Jungkook lavó los platos para ir tras su niña.

Cuando estaba en la cama, ya cubierta con la sábana, Jungkook le contó un cuento y supuso que por todo lo que hicieron hoy, se durmió más rápido que otros días. Se estiró despacio sobre la cama y salió para servirse una taza de café, ya su madre se había ido y esta vez si tenía un poco de trabajo pendiente. Se quitó la camiseta y se sentó en su escritorio, frente a su computadora de diseño y comenzó a corregir unos bocetos que se le habían entregado. 

Mientras Jungkook está sumido en sus pensamientos, observando con detalles los diseños que está realizando, escucha la puerta que está siendo golpeada con mucha suavidad. Se levantó de un salto para abrir.

— Buenas noches, se...

— Jimin, hola.

— ¿Señor?

Jungkook miró con curiosidad al chico que estaba totalmente sonrojado, esta vez no se notaba fastidiado. Lo vio en extremo tierno pero notó que el chico no miraba sino al suelo, entendió todo después de recordar que había salido sin camisa.

— Dios, ¡lo siento! — se disculpó Jungkook y al parecer el muchacho no sabía dónde meterse.

— S-sus brownies señor — Jimin habló casi en un susurro, estirándole una pequeña bolsita de papel con el producto dentro.

— Que rico — respondió con una sonrisa, el chico lo miró por unos segundos y quiso desviar la mirada.

Jungkook sacó uno de los cuadrados de chocolate y en un par de bocados se lo comió ante la mirada de sorpresa del chico frente a él. Nunca había visto a alguien disfrutar de uno de sus postres como este hombre.

— Mmmh, Qué delicia, esto es mágico — gimoteaba de placer al morder el último trozo de postre, Jimin lo miraba y se sonrojó aún más, aquel hombre frente a él se veía demasiado sexy comiendo. — Quiero más. ¿Puedes hacer más para mí?

— Sí, señor.

— Dime Jungkook por favor. Me siento demasiado viejo si me sigues diciendo señor.

Jimin asintió y por primera vez esbozó una leve sonrisa que hizo reír a Jungkook.

— Te veo el sábado, Jimin.

— Si señ... Jungkook.

Jimin realmente pensó que el hombre frente a él... ¿Le estaba coqueteando?

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