10
Jungkook no puede dormir. Ha descubierto nuevas emociones que jamás había sentido.
Da vueltas en la cama pensando y pensando en aquellas palabras que soltó sin pensar y que realmente no sabe por qué las dijo.
Pero es lo que sentía.
Jimin lo hace sentir como si estuviera en su hogar, con él parece que el tiempo corre más despacio. Desde que llegó a su vida y a su pequeña familia no ha sido más que feliz.
Pero...
¿Cómo dar el siguiente paso?
¿Qué hacer?
¿Qué decir?
¿Cómo actuar?
La ansiedad crece en su interior nublando sus pensamientos y trayéndole angustia. Ya no quiere sentir eso.
"Un día a la vez", recordó. Cuando hablaba de sus más profundos miedos con su terapeuta y él, con toda la experiencia y paciencia, le hizo entender que pensar mucho sobre el futuro también es malo. Desgasta la mente y te vuelve preso de la zozobra.
Así que Jungkook tiene que tomar una decisión: ser preso del miedo o enfrentarlos como un adulto.
En la oscuridad de la noche, en aquel cuarto de hotel, aquel hombre se dio cuenta de que se enamoró.
Sin querer. No lo vio venir. Pero le gusta.
♡
- Tío Jimin...
- Dime corazón.
- ¿Y si le hacemos una sorpresa a papá?
- Mmm... ¿Un pastel?
- ¡De chocolate! Sí, sí, sí.
La hermosa Yumi daba saltos de felicidad al saber que haría con sus propias manos un pastel para su papi.
Jimin con mucha paciencia le indicaba paso a paso como realizar el procedimiento y entre juegos y risas se pasaron la tarde horneando.
- Debemos dejar enfriar los bizcochos para poderlos decorar. Ayúdame a hacer la crema de chocolate, ¿Si? - le dijo a la niña y ella asintió gustosa.
Y mientras prepara el relleno, sonríe pues hacer este pastel en especial, se siente diferente.
- Tío Jimin, ¿Por qué estás tan rojo? - preguntó muy curiosa Yumi.
- Estaba pensando en algo.
- ¡Adivinaré! Pensabas en papi.
Jimin se sorprendió un poco por la respuesta y sonrió sin decir nada, pero su expresión lo delataba.
Cuando terminaron de preparar todo, mientras el pastel reposaba en la refrigeradora, Yumi y Jimin limpiaron todo y ordenaron la cocina.
Después se acostaron agotados sobre el gran sofá. La pequeña había puesto uno de sus programas favoritos en la televisión.
Yumi se distrajo en las caricaturas y Jimin miraba la televisión sin realmente prestarle atención. Movia sus piernas de un lado a otro y de repente aterrizó en la realidad.
No puede dejar de pensar en Jungkook. Mira todo su alrededor y hay fotos, dibujos, cuadros y más. Todo tiene algo de él. Mira aquellos hermosos ojos de la pequeña que observa encantada su programa y puede verlo a través de ella.
El latido de su corazón no deja de retumbar en sus oídos. Siente un cosquilleo en su interior y su sonrisa no ha desaparecido.
Irremediablemente está perdido.
Y como si lo hubiera llamado con el pensamiento, recibió un mensaje del hombre que le ha robado el pensamiento.
¿Cómo va todo? Ya estamos empacando. En una hora volamos a casa. Jimin... ¿podemos hablar cuando llegue? Tengo algo que decirte.
Creo que yo también, Kook. Pero antes de todo, ten cuidado al venir. Te estamos esperando con una sorpresa.
No veo la hora de llegar, me hicieron mucha falta.
También te extrañamos.
¿Tú a mí?
Tengo que admitir que sí. Vuelve pronto.
Eso haré.
El corazón se le quería salir del pecho. Se siente como un adolescente en su primera ilusión, apenas puede sostener el celular sin ponerse a gritar. Yumi lo observa y sonríe con inocencia pues no comprende aquellas cosas del corazón.
Llegó rápidamente la noche y habían terminado de comer. Yumi ya tenía puesta su pijama de flores y le leía un cuento en voz alta a Jimin, cuando por fin por la puerta su padre entró.
- ¡Papi!
Corrió hacia él sin pensarlo y se abalanzó a sus brazos y el hombre la apretó sin hacerle daño para darle vueltas y llenarla de besos.
Jimin miraba aquella escena tan hermosa e íntima y su cuerpo se llenó de profunda ternura.
En el abrazo, Jungkook dirigió su mirada en dirección al chico y lo confirmó: Jimin es todo lo que necesita su corazón.
- Mi princesa, ¿Te portaste bien?
- Si papi, ven, ven, te tenemos una sorpresa.
- Ah, sí.
- ¡Jimin descubrió tu sabor de pastel favorito y lo hicimos papá, yo hice un pastel!
- ¿Es decir que Jimin es un hada mágica que lee pensamientos?
- ¡Sí, papá, sí! Jimin es un hada. ¿Puede vivir con nosotros?
Por poco se atraganta con su propia saliva, los colores se le subieron al rostro y Jimin se cubrió la boca para evitar soltar una carcajada.
Jungkook parecía un niño pequeño, no sabía que decirle a su niña, tan solo sonrió avergonzado y antes de que dijera algo, Jimin intervino queriendo ayudar.
- Mi amor. ¿Dónde dormiría? No tengo una cama y tú y tu papá necesitan su espacio.
- Tío Jimin, puedes dormir con papi y usar su ropa, después llevamos un carro a tu casa y traemos todas tus cosas. ¡Es fácil!
Ambos adultos rieron. Ninguno de los dos supo qué responder.
- ¿Q-quieres ver la sorpresa? - preguntó Jimin y Jungkook asintió.
Un pastel de chocolate decorado con estrellas de colores salía de la refrigeradora. Jungkook abrió la boca grande en señal de sorpresa y Yumi era la niña más orgullosa por el trabajo que realizó.
- ¿Tú lo decoraste princesa?
- Si papi, le puse muchas estrellitas.
- Mi amor, qué hermoso y delicioso pastel.
Jimin cortó un gran trozo y se lo entregó al hombre que esperaba con ansias probarlo.
Una vez más tocó el cielo con las manos al comer aquel pastel.
No era el pastel perfecto. Siendo decorado por una pequeña niña, visualmente no era muy apetecible, tenía formas graciosas y crema por todos lados.
Pero Jungkook no había probado algo más delicioso en toda su vida. Todo se sentía especial y distinto. De unos cuantos bocados, se lo terminó todo.
- T-tienes chocolate en la cara - comentó Jimin sumamente nervioso. Y sin pensarlo un segundo, acercó su dedo y limpió la suciedad del rostro. Jungkook lo miró y lo supo.
El sentimiento era real.
Luego de que Yumi le contara a papá todo lo que habían hecho en su ausencia, se quedó dormid y su padre salió muy despacio de la habitación.
Jimin terminaba de limpiar la mesa y luego se sentó sobre el sofá mirando hacia la ventana cuando sintió la compañía del hombre.
Ninguno de los dos estaba dispuesto a decir nada.
Eran dos chiquillos nerviosos y risueños. Jungkook rompió el silencio e intentó decir algo.
- Yo... te agradezco mucho que hayas cuidado de mi Yumi. Es muy valioso para mí... Y yo, Jimin, verás... Yo he estado p-pensando...
Suave.
Cálido.
Mágico.
Todo sucedió de repente y como tenía que pasar. Sus torpes palabras fueron interrumpidas por un beso. Era un beso tímido y delicado y a su vez, tan lleno de sentimientos.
Jungkook llevó su mano hacia el rostro de Jimin y sonrió entre el beso. El chico se acercó aún más y acortaron toda la distancia que pudieron y se fundieron en aquel mágico roce de labios.
Cuando se separaron por fin, las palabras eran innecesarias ahora. Tan solo el brillo de sus ojos podía iluminar toda una ciudad entera.
Jungkook experimentó lo que era el amor correspondido. Y fue mucho más de lo que imaginó.
Se volvieron a besar, sus bocas encajaban a la perfección, no había rastros de lujuria en él, solo era amor, amor y amor que desbordaba por cada caricia y por cada poro de sus pieles.
Se separaron una segunda vez y ahora con más dificultad, pues sus labios querían ser uno solo y sus almas se habían entrelazado.
Se sentía como el hogar, donde quieres estar y nunca más salir de ahí. Donde puedes acudir cuantas veces quisieras, donde solo existe paz.
Ambos descubrieron que sus labios eran el mejor sitio donde podían abandonarse. Donde pertenecían, donde podían solo estar.
Jimin llegó a la vida de Jungkook de repente, como nieve en el verano, en el momento justo, sin quererlo pero anhelado y necesitado.
- ¿Qué fue esto?
- No te callabas anciano.
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