
el inicio de todo
Narrador:
Era un día normal en las praderas de hyrule, cuando una pueblerina de aspecto sospechoso corría a toda prisa con algo en brazos, ¿Estará huyendo de algo o simplemente quería llegar a su casa antes de que anocheciera?, No sabían bien que ocurría hasta que vieron que un grupo de monstros producto de la creación de Ganondorf seguían a esta dama, lo que ocasionó que la hyliana se desviará del camino a casa y se dirigiera a los caminos llenos de arena que cubrían el gran desierto donde habitaban las gerudo, aquella dama no soportaba más el echo de que podría morir por culpa de aquellos seres de oscuridad y que su hijo, el cuál era lo que cargaba con seguridad, terminaría siendo devorado, la mujer tomo un suspiro de valor y decidió dejar a su pequeño niño en la entrada de un cañón la cual sabía que en algún momento alguien lo podría encontrar gracias al eco que provocaría por su llanto.
Pasando las horas, el pequeño niño quien estaba envuelto en una sábana amarilla fue encontrado por dos hombres, uno un poco más alto que el otro, estas dos personas tomaron al pequeño en brazos pensando que era un racimo de plátanos por aquella sábana que lo cubría casi por completo, al llegar a su guarida se percataron que aquello que tomaron sin permiso era nada más y nada menos que un pequeño niño rubio el cuál tenía la apariencia de ser hyliano, ambos no supieron que hacer ya que casi nunca se equivocaban en cuestión de robar cosas, pero está ves se habían excedido con eso.
-¿Qué haremos con el?, No podemos tenerlo aquí, ¡No sabemos ni cuidarnos nosotros menos a un niño!- dijo uno de los integrantes de aquel famoso clan yiga el cuál lucia algo asustado por el echo de tener a un hyliano frente suyo.
-encontraremos que hacer con el, pero por mientras el pequeño racimo de plátanos se quedará con nosotros y hasta podría llegar a ser parte del clan- hablo el gran maestro kogg, quien miraba al pequeño de forma curiosa y algo ¿Confuso?, Se preguntaba el por qué habría un escuincle como el por estos lugares, supone que sus padres se deshicieron de el o simplemente se lo quitaron a alguien al momento de confundirlo por plátanos, pero esas dudas se fueron cuando los ojos de aquel niño por fin se abrieron mostrando un hermoso color azul, dejando al maestro kogg hipnotizado por sus ojos, suspiro y tomo al pequeño en brazos llevándolo ante los demás del clan
-este niño, mis queridos secuaces, será parte de nuestro clan a partir de ahora, ¡saluden todos a nuestro racimo de plátanos!, Nombre provisional por cierto hasta que encontremos uno digno para el- dijo con orgullo ante todos los del clan, todos festejaron por la llegada inesperada de un nuevo integrante el cuál tendría mucho por vivir.
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