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Narra link:
Había llegado la hora de poder demostrarles a todos que soy digno de un rango alto, pero no esperaba ver a sogg en la arena de batalla, ¿Se supone que debo luchar con el?, Esto no iba a terminar para nada bien.
Al escuchar la orden de mi padre de comenzar la lucha y la regla de esta solo apreté los dientes...¡Cómo se supone que le debo quitar la cáscara si él es el mejor secuaz que tiene el clan!, Gruñi antes de poder atacar, por la Diosa este tipo hará que retrasé mi ida a la región zora, dije corriendo a un extremo de la arena de batalla, vi de reojo que sogg iba a lazar un ataque a distancia por lo cual simplemente esquive dando un salto hacia atrás, saque mi arco doble y aproveché la oportunidad para atacar, así estuvimos por casi una hora hasta que por fin termino el combate.
Narrador:
Ambos yigas se estaban apuntando con sus armas, el mayor se encontraba en el suelo pues este había sido lastimado de las piernas por culpa de las flechas del menor, mientras tanto, link tenía uno de sus pies sobre el abdomen de sogg pues este estaba dispuesto a quitarle su máscara, se acercó de a poco para tomar aquella máscara el cuál alzo mostrando que había logrado el cometido, todo el clan festejaba por aquello, pensaban que el chico moriría por culpa de sogg pero fue todo lo contrario, no esperaban que tuviera demasiada fuerza como para defenderse así, link al haber perdido algo de sangre se estaba debilitando un poco, este se alejo de sogg para después desplomarse en el suelo, quedando desmayado por aquella perdida de sangre.
Tanto sogg como el clan fueron a ver si el rubio se encontraba con vida, sabían que se habían excedido con el combate pero era parte de las reglas del clan hacer este tipo de cosas, llevaron a link a su habitación para poder curarlo y dejarlo descansar, afuera de aquella habitación estaba el maestro kogg que estaba muy orgulloso de su pequeño racimo de plátanos, mando a algunos del clan a traerle su traje nuevo de yiga y lo dejarán en la mesita de noche que estaba en la habitación, aquel traje era el característico de los yiga samurai, si, link paso de ser un arquero a ser un samurai por aquella prueba que tuvo.
-¡Sabía que podía hacerlo, el chico no nos desepciono!- todo el clan yiga celebró por las palabras dichas por un integrante, todos estaban festejando por el pequeño mientras esté descansaba, sogg se veía molesto pero en el fondo también sentía orgullo por el chico, y como no sentirlo si lo criaron para ser el mejor de la región, tenían que poner en alto que los yiga sabian cuidar de niños.
Mientras el pequeño pelirubio descansaba, cosas sorprendentes pasaban en la región zora, el rey Sidon estaba haciendo unos arreglos para la región, adaptando está para que sea comoda para viajeros eh incluso para el mismo link, dentro de todas esas modificaciones al reino, sidon se tomó un pequeño descanso y fue a buscar cosas que podría darle a link como forma de cortejo, sabía que sería difícil pues no conocía realmente que se les daba a los de su clan a parte de plátanos y rupias.
Después de su larga búsqueda a lo que le podría gustar al hylian, este llevaba entre sus manos unas flores y uno que otro pescado de la región, los guardias lo miraron con una sonrisa pues estaban presenciando a su rey tratando de ser romántico aún que no supiera bien como se comportaría su amado.
-mi señor, ¿Cree que eso le gusta al chico?- hablo una de las guardias algo apenada pues no estaba segura de como iba a reaccionar su mayor.
-pues, eh estado hablando con viajeros de otras apartes de hyrule y dicen que este tipo de cosas le gustan a los hylianos, así que digamos que si, ¡Verás que lograre mi objetivo y enamorare a ese rubio!- mostró su gran sonrisa a aquella guardia, está estaba segura que Sidon no se rendiría ante nada lo cual le tranquilizaba por aquel entusiasmo que tanto le caracterizaba.
El Zora prosigio y llevo las cosas a su habitación, estaba esperando a que link apareciera pero está espera estaba resultando más tardada de lo que pensaba, así pudo ir a conseguir más cosas por si las flores y pescados no funcionaban.
Así estuvo por dos días hasta que una carta inesperada hizo que pausara la búsqueda de regalos.
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