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Capítulo seis - ¿Dónde está Marc?


25 de Septiembre de 2018

La luz se colaba intensamente entre las cortinas de mi habitación, y no tuve más remedio que finalmente abrir los ojos. He dormido fatal. Deseaba poder quedarme en la cama, al menos unas cuántas horas más, pero la Universidad no me lo permitía. La imagen de Elliott persistía en mi cabeza.

Necesito que todo vuelva a ser como antes, antes de que mis ojos se clavasen profundamente en Jasper. ¿Quién es ese misterioso chico que consigue llevarme siempre a su terreno y hace que me vea como un perrito suplicando una mísera caricia?

La situación con mi madre parece mejorar, aunque quizá tan sólo sea mi esperanza por que nuestra relación mejore. Estos últimos días ha sido menos arisca, menos distante. Me sorprende que, sea capaz de guardar silencio respecto a lo que Jasper le contó en la sesión, a sabiendas de que él podría ser perjudicial para mí. Tal vez sea mejor profesional de lo que pensaba, y ahora, empiezo a entender porque es la psicóloga más solicitada de BrookVille.
Llevo días con una inquietud muy grande. Quiero confiar en ella. Necesito saber más sobre mi padre. He dejado pasar este tema durante mucho tiempo, pero soy creyente de que todo pasa y todo llega en el momento indicado. Y es ahora, cuando no puedo sacarlo de mí cabeza. Sólo quiero saber la verdad, y sólo así podré aceptarla.

Tras ducharme y tratar de distraer mi mente con algo de música a todo volumen en mis audífonos, me preparo para afrontar, que en menos de una hora me cruzaré tanto con Elliott como con Jasper, y aún no tengo ni la más mínima idea de cómo voy a reaccionar. Llevo varios días sin cruzar palabras con ambos. Todo está demasiado tranquilo, y eso me resulta sospechoso.

Creo que voy a omitir el hecho de que lamentablemente mi corazón está empezando a dividirse. A medida de que Jasper se acerca más y más a mí, yo cada vez me alejo un poco más de Elliott. Es triste, pero es cierto.
A veces las personas llegan así, sin previo aviso. Y rompen todo a su paso. En este caso, Jasper ha destrozado todo un año de relación. ¿Lo peor de todo? Qué la culpable también soy yo.
No quiero que Elliott desaparezca de mi vida bajo ningún concepto, pero al mismo tiempo, soy incapaz de no dejarme llevar con Jasper. No puedo evitar acercarme a él, y él parece tener claro que quiere estar cerca de mí. Algo de él me atrae. Me acerca hacia su cuerpo como un imán. Visualizo su cuerpo, alto e imponente, frente a mí. Es una fantasía que revolotea por mi cabeza continuamente. Su olor se cuela entre mis fosas nasales y se activa un instinto sexual que ni yo misma sabía que tenía. No puedo evitarlo.
Quiero más de él. Quiero saber más de él.


Entré a la cocina y me senté junto a mí madre, que mágicamente había preparado cuatro tostadas con mermelada y dos vasos de cristal con zumo de naranja recién exprimido, por lo que rápidamente asimilé que iba a ser un desayuno conjunto. No recuerdo la última vez que compartíamos un espacio-tiempo por más de cinco minutos.

— Mamá. — Me atreví a decir tras unos minutos hablando sobre la cubertería que coleccionaba en una vitrina del salón y que tanta ilusión le hacía renovar. — Hay algo que me gustaría saber.
— Dime, hija.
— Me gustaría que fueras sincera. — Arqueé mi ceja izquierda. — Porque ya no soy una niña. —Quise remarcar estas últimas palabras, para que le quedaran bien claras. — ¿Lo sabes, verdad?
— Oh, claro. — Se sorprendió. — Sé que eres una casi adulta muy responsable, cariño.
— Entonces, ¿puedes contarme qué le pasó a papá? — Rápidamente desvió su mirada al suelo. — ¿¡Por qué siempre evitas este tema!? ¿No te das cuenta de lo egoísta que eres? — Me levanté indignada. — Yo también tengo derecho a saber la verdad.
— Hija. — Finalmente se dirigió a mí. Acarició mi mejilla suavemente y, queriendo evitarlo, su preocupación invadía toda su expresión facial. Rápidamente supe, que fuera lo que fuera que iba a decir, iba a ser una mentira. — No es un buen momento. Deberías irte a clase, vas a llegar tarde.
— Vale, mamá. — Dije en un tono malsonante. — Lo que tú quieras. Pero si no me lo cuentas tú, lo descubriré yo misma. — Amenacé.


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La vida en solitario no está tan mal. Caminaba tranquilamente hacía la Universidad sin ningún tipo de preocupación. Iba contando los pájaros que me encontraba por el camino, o las ardillas que trepaban por los árboles después de haber robado un trozo de comida de cualquier cocina con la ventana abierta.
La Universidad se mostró imponente ante mis ojos. La verdad es que el edificio era antiguo y podía considerarse una reliquia de BrookVille.
Cuando me acerqué a la puerta, Jasper estaba apoyado junto al muro que rodeaba todo el terreno, fumando un cigarrillo. Sus ojos se posaron en mí y poco a poco, me situé frente a él.

— ¿Me invitas a uno? — Sin decir nada, alcanzó su cajetilla del bolsillo trasero de su pantalón y me la acercó.
— ¿Cómo has dormido? — Se interesa. Yo intento disimular mis ganas toser a causa del humo, y lo expulso con mi cabeza apuntando al cielo.
— Se podría decir que he tenido noches mejores. — Ambos hicimos un amago de sonrisa. Jasper paseaba sus ojos por todo mi cuerpo, deteniéndose algo más de tiempo en mi escote, y levantando rápidamente la vista de nuevo hacia mí cuando yo me daba cuenta.
— ¿Sabes que puedes contar conmigo, verdad?
— Gracias. — Sonreí levemente. Las clases estaban a punto de comenzar, y me alejé a tirar la colilla de mi cigarrillo a la papelera más cercana, al contrario de Jasper, que la estrelló maleducadamente contra el suelo. — Oye. — Dije de nuevo, cuando estaba a su lado. — Me gustaría hacerte unas preguntas, si es posible.
Arqueó su ceja.
— Claro. — Sonó amable. — Podemos irnos a otro lugar para hablar más tranquilos. — Esperó por una respuesta, convencido de que yo accediera a su petición.
— No. No voy a faltar de nuevo. — Jasper hizo una mueca burlesca, acompañada de una risa vacilante que quiso disimular.
— Entonces las preguntas tendrán que esperar. Yo me voy.
— ¿No vas a entrar de nuevo? ¿Para qué vienes hasta aquí, entonces? — Me extrañé. Llevábamos una semana de clase, lo que vienen siendo unas treinta horas de materia lectiva, y él sólo había estado en dos.
— ¿Tu por qué crees que vengo? — Sonó intimidante. Mantuvo su mirada clavada en mí por unos cinco segundos. No pronunció nada más antes de mirar su reloj, agarrar un cigarrillo que tenía colgado tras su oreja, y dirigirse hacía su coche, dejándome pensativa con su insinuación.

No le había entendido. ¿Quería decir en cierta manera que venía expresamente a verme a mí?

Mis pensamientos y suposiciones sobre esa frase pasaron a un segundo plano cuando observé a Elliott y a Tessa caminando hacía la puerta, justo en mi dirección.
Ambos iban hablando y claramente disimulando que ya me habían visto hace un buen cacho.
Me duele. Me duele mucho lo mala amiga que Tessa está siendo conmigo. Nada de esto tiene que ver con ella, y sin embargo, no ha dudado ni un segundo sobre que lado posicionarse. Ha dejado de hablarme, de mirarme, como si yo fuera una completa sombra frente a su figura.

— Hola. — Elliott alza la vista tímidamente y me saluda cordialmente mientras sigue caminando junto a la que yo pensaba que era mi mejor amiga.

¿Y Marc? ¿Donde está Marc? ¿Qué le parecería a él que su novia y su mejor amigo estuvieran acercándose tanto? Llevo varios días sin verle.
En ese preciso momento, se me ocurrió que sería una buena idea hablarle para saber como estaba.

[Hola Marc. Soy Paige. ¿Por qué no has venido a clase estos días? ¿Podríamos quedar para hablar? No sé si sabes que he terminado con Elliott y Tessa no me habla. Espero tu mensaje. Cuídate.]

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Acabada la primera jornada del día, camino hacia la cafetería de la Universidad. Esta se encuentra en la primera planta, y une todas las aulas con el exterior en uno de los muchos bloques de estudio. Justo en frente hay una extensa plaza con una fuente en el centro de esta. La gente suele sentarse alrededor, concretamente en la estructura de piedra, o bien en el césped o en diversos bancos que hay esparcidos por todo el recinto.
Nuestro tutor, un hombre bastante agradable a primera vista, nos ha encargado una lista de libros que tendremos que comprar a lo largo de estos días.

No puedo evitar revisar el móvil cada cierto tiempo a la espera de un mensaje. ¿De Elliott? ¿de Jasper? ¿de Marc? De quién sea. Pero sigo sin recibir ninguno.

Disfruto de un café con leche acompañado de uña magdalena, cortesía de la camarera. Y he de añadir, que los precios son bastante más asequibles que en cualquier otra cafetería de BrookVille, o de los pueblos cercanos. Supongo que se tratará de una pequeña ayuda económica para los estudiantes.

Elliott entra por la puerta acompañado de Tessa y otras tres chicas más. Parecen estar teniendo una conversación agradable. Sonríen, y Tessa entra justo tras él.
Elliott me mira, soltando la puerta suavemente y indicándole a Tessa que le espere un poco mas allá.
Se acerca a mí, y se sienta en la silla que tengo justo en frente. La mesa es circular, y bastante débil. Se tambalea haciéndome apoyar los codos sobre esta para mantenerla inmóvil.

— ¿Necesitas algo? — Pregunté. — ¿Sabes algo de Marc?
— Tessa me ha dicho que han roto. Hace días que no hablo con él. — Se limitó a contestar.

Traté de mantener la calma, pero mi estómago ardía. Me producía mucha ansiedad pensar en lo que seguramente estaba pasando: Tessa quería tener la vía libre. Ahora, que yo ya no era un impedimento, sólo le quedaba librarse de su novio.

— Qué ingenuo eres. — Vacilé.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿No te das cuenta? — Reí sarcásticamente. — Tessa quiere estar contigo. — La miré de reojo. Ella parecía distraída, pero sabía con exactitud que en cuánto yo me despistara, rápidamente iba a volver a mirarnos fijamente. — Se muere por qué le pidas salir.
— No seas infantil.
— ¿Por qué te has sentado aquí?
— Sólo quería saber cómo estabas. — Dijo fríamente. — Aunque bueno, ¿porque te iba a importar el hecho de que yo le gustara, si tú estás encantada con tu nuevo amigo?
— ¡No son así las cosas! — Alcé la voz. Tessa y compañía clavaron sus miradas en nosotros. Toda la cafetería, ahora estaba en silencio. A Elliott no pareció importarle.
— Esta situación la has elegido tú. — Me señaló. — Ya no te reconozco, Paige. — Se levantó y se unió a los demás. Tras esto, desaparecí cómo la pólvora, recogiendo mi mochila rápidamente del suelo y cargándola sobre mi espalda y cerrando la puerta de la cafetería lo más fuerte que pude.

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No sé si Elliott está realmente ciego, o es él mismo quién decide colocarse una venda sobre sus ojos. Elliott confía demasiado en las personas, especialmente en Tessa, que ha sido au amiga desde hace muchos años. Sé que algo se está cociendo dentro de esa cabeza cubierta por una melena rubia.
Me siento algo estafada, pero peor aún, ¿cómo he podido dudar de Marc? Seguramente esté deprimido en su casa, tratando de entender porque su novia le deja de un día para otro, cuando estaban estupendamente.

Así que tras estar toda la mañana pensándolo, me voy de la Universidad para hacerle una visita.
Sé dónde vive porque he estado un par de veces allí. Vive solo en un apartamento pequeño y asequible para estudiantes pero visita todos los días a su madre y a su hermano que viven en Forreston, un pueblo cerca de Brookville.

Se podría decir que no vive en el mejor barrio. Todos sus vecinos, son familias desestructuradas, que escasean para llegar a fin de mes y están en constantes peleas domésticas que alertan a los pocos vecinos algo más estables. También esnuna zona llena de adictos a la heroína, por lo que no es raro encontrarte a alguno en pleno colocón merondeando las calles, o incluso la basura.
Pese a esto, hay bastantes jóvenes que han decidido alquilar una pequeña choza justo en el lado "oscuro" de BrookVille, por sus bajos precios.

Cuando llego al destino, cierro la puerta del taxi después de pagar amablemente. La ruta del autobús no llega a meterse en estas zonas tan estrechas y tan poco pobladas. Me acerco hasta la puerta siguiendo un pequeño camino de piedra que separada dos pequeños cuadriláteros de césped, y subo unas escaleras de tres escalones hasta llegar a la entrada.

Llamo a la puerta con normalidad, pero tras no recibir respuesta, decido aumentar la fuerza y las repeticiones de los golpes. Nadie me contesta.

— ¡Marc, ábreme! ¡Soy Paige! — Me inclino hacia una pequeña ventana y trato de observar el interior. Pero todo lo que veo son pilas de ropa sobre sillas, zapatos por el suelo, y un cenicero lleno de colillas en la mesa del salón. — Puedo imaginar cómo estás ahora mismo. — Intenté empatizar. — Yo también he roto con Elliott. — No oigo absolutamente nada. Ni siquiera su respiración tras la puerta.

Negándome a llegar hasta este punto, corrí hacia la parte de atrás de la parcela, completamente segura de que la ventana de la cocina estaría abierta, ya que Marc siempre tiene la casa ventilando por su persistencia olor a porro.

Cerré la puerta abierta de su congelador. Me parecía algo extraño. Había latas de cerveza y carne de cerdo en unos envases de plástico. Caminé por el salón y apagué el televisor. Marc tenía que estar en su cuarto, no había otra opción.
Un olor desagradable e intenso fue aumentando a medida que me acercaba al dormitorio, y era tan sumamente fuerte que se coló por mis conductos nasales obligándome a taparme la nariz y la boca con la mano. Ahí supe que algo no iba bien.

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