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Capítulo diecisiete

CAPÍTULO DIECISIETE

Elliott: ¿Puedes Venir a comisaría?

Suspiro cuando leo el mensaje de Elliott y me levanto de la cama para vestirme. Bajo las escaleras sin ni siquiera avisar a mi madre y cierro la puerta evitando hacer mucho ruido.

Camino en dirección a comisaría. Seré clara. No tienen pruebas de que yo haya robado esa llave. Siento que soy una mala persona y me contengo fuertemente para no caer en llanto. Estoy completamente enamorada de un asesino y haría cualquier cosa para salvarle. ¿En qué momento he llegado a esta situación?

Me quedo unos segundos parada en la puerta de la comisaría a punto de adentrarme en lo que viene siendo mi ruina si las cosas salen mal.

Abro la puerta y encuentro a Elliott en frente de mí. Está serio. Apenas se mueve.

— Mi padre te está esperando en la sala de interrogatorios. — Me señala el camino que debo seguir. — Me alegra que accedas a esto por voluntad propia. — Mira al suelo.

— ¿Por qué no iba a acceder? Yo no tengo nada que ocultar.

Camino hacia la sala cuando veo a Jasper sentado en una de las celdas provisionales. Le dedico una leve sonrisa. ¿Le han interrogado ya o aún no? Apenas he tenido tiempo de hablar con él y no estoy segura de que es lo que ha dicho.

Me siento en frente del señor Ronson, que se levanta a cerrar la puerta y enciende una grabadora.

Me mira fijamente.

— ¿Qué relación compartes con Jasper Barbrow? — Levanta su mirada hacia mí.

— Amistad. — Respondo.

— No se comenta eso por ahí. ¿Es posible que hayas sido infiel a tu pareja con este chico?

— Señor Ronson, yo... — Me interrumpe.

— Limítate a contestar, Paige.

— Eso es algo entre Elliott y yo.

— No te olvides de que es mi hijo. — Me desafía con la mirada.

— ¿Puedes ir al grano?

— ¿Dónde fuiste ayer después de estar aquí? No estabas en casa.

— Ya dije que venía de la universidad.

— Es curioso que nadie te viese por allí.

— Fui a buscar a Elliott, no le encontré y di la vuelta. — Contestaba sin quitarle la mirada.

— ¿Estuviste en la fiesta de la Universidad con Jasper?

— No. Sólo le vi de lejos. Y estaba solo.

— Los demandantes aseguran que la última vez que vieron a su amigo, fue con él.

— ¿Tienes pruebas? — Desafié.

— ¿Tienes pruebas tú de lo contrario?

— No. Pero estamos en las mismas. ¿Ellos estuvieron después que yo en tu despacho, verdad?

— Yo hago las preguntas. — Me mira muy seriamente.

— Pues intenta hacerlas de una manera más coherente. Nos acusas sin razones sólo porque somos diferentes.

— Ese chico tiene problemas. Graves problemas de autoestima.

— ¿Eso lo hace culpable? ¿Te has parado a pensar la clase de personas que podrían ser un grupo de chavales de universidad?

— Bueno ya está bien. Márchate. — Me levanto y me dispongo a salir por la puerta. Como yo ya me esperaba, no tienen absolutamente nada. — Ándate con ojo, Paige. Ni se te ocurra hacerle daño a mi hijo.

No contesté y salí.

— ¿Y bien? — Me pregunta Elliott.

— Debería dejar de perder el tiempo con nosotros y empezar a echarle el ojo a esos chavales. Yo no robé las llaves.

— Me gustaría creerte, Paige. Pero es todo tan extraño. — Mira hacia Jasper, que está detrás de los barrotes mirando serio hacia nosotros. — Es que veo maldad en sus ojos, joder.

— Lo que ves es rabia. Porque tienes miedo a perderme por él. — Elliott se entre muerde la boca.

— Cállate, Paige.

— ¿Qué me calle? ¿Y tú qué? ¡Eres un egoísta! ¡No me apoyas nada! ¡El único que me ha apoyado ha sido él!

— ¿Él? ¡¿Él?! — Lo señala mientras camina en su dirección. Jasper se pone en pie y le mira fijamente. — No sé qué cojones estás haciendo con Paige, pero te vamos a pillar, cabrón. — Se quedan mirándose fijamente.

El padre de Elliott aparece y abre la celda de Jasper.

— Puedes marcharte.

Jasper sale de la celda sin quitarle el ojo a Elliott y camina hacia mí.

— Te espero fuera.

— En seguida voy. — Respondí.

Elliott se queda petrificado.

— ¿Por qué cojones lo sueltas?

— Hijo, no tenemos nada en contra de él. Tengo que interrogar a los chicos.

— ¡Está mintiendo!

— Cálmate, ¿vale? Vete a casa.

— ¡Dos muertes y una desaparición y aquí nadie mueve un puto dedo!

— Que te vayas a casa Elliott, deja de ser un puto niñato.

Su padre se da la vuelta y se mete en su despacho.

Elliott se queda en frente de mí y yo me limito a mirarle por unos segundos y a marcharme hacia la puerta.

Jasper me espera apoyado en su coche.

— Vámonos lejos. — Le dije seria mientras me subí en el coche.

— Eso tenía pensado.

Elliott sale por la puerta de la comisaría y nos mira desde lejos.

Jasper le mantiene la mirada mientras sujeta un cigarro en su boca       

— No sé cómo pierdes el tiempo con ese mongol.

— Déjale en paz. ¿Nos vamos ya? O te juro por dios que me bajo y me voy con él.

Rápidamente abre la puerta y arranca el motor. Elliott nos ve marchar.

Sábado noche, Jasper conduce por la carretera y yo miro el paisaje. Ahora ya estoy más relajada. No hay absolutamente nada en contra de nosotros.

— ¿Qué te han preguntado?

— Lo mismo que a ti. — No quiere mencionar el tema.

— ¿A dónde vamos? — Pregunté.

—  ¿Quieres pasar lo que queda de fin de semana conmigo? — Me mira.

— ¿Qué le diré a mi madre? — Dije preocupada.

— No digas nada, tarde o temprano sabrán que estás conmigo.

No contesté y seguí mirando por la ventana.

— Ahora no hay marcha atrás, ¿no? — Dije sin venir a cuento.

— No. Pero ahora estás preparada para saberlo todo. — Giro mi cabeza y clavo mis ojos en él, extendiendo una mano y posándola sobre sus muslos.

— ¿No tienes miedo a qué te deje tirado? — Sonrío levemente.

— Sé que no lo vas a hacer. — Me mira.

— ¿Cómo lo sabes? — Arqueo una ceja.

— Porque estás tan loca por mí como yo lo estoy por ti. — Me mira fijamente.

— Me muero por besarte, Jasper. No aguanto más. — Dije a punto de lanzarme sobre él.

Tiró del freno de mano, dejando el coche parado en medio de la carretera y se abalanzó sobre mí.

Grito de excitación mientras intento quitarle la camisa con todas mis fuerzas, desabrocho mi cinturón, me coge fuertemente y me levanta hasta posarme encima de sus piernas. El volante en mi espalda me quita mucha movilidad pero no me importa. Agarra mi cintura y mi cuerpo fuertemente. Siento su respiración dentro de mí, mientras aprieto fuertemente su cara y el mi nuca y mi pelo, rodeando con su mano mi cabeza.

— Me tienes completamente loco. — Sonrío mientras sigo besándole. Me muerdo el labio. — Tenemos que seguir.

— ¡No me dejes así! — Grito de rabia mientras me reincorporo en mi asiento poco a poco.

— Pasaremos la noche en uno de mis hostales favoritos. — Me mira, mientras gira la llave para arrancar el coche. Sonrío al mismo tiempo que mis ojos brillan. — Te voy a follar tan fuerte esta noche que mañana no sabrás ni que puto día es. — Arranca y sigue conduciendo.

Sigo respirando fuertemente a causa de la excitación y le cojo un cigarro que tenía en el cajón al lado de las marchas. Lo enciendo y disfruto de la nicotina mientras que ansío por llegar a ese hotel y entregarme a él en cuerpo y alma.

Desbloqueo mi teléfono para echarle un ojo al mensaje que acabo de recibir.

[Mamá: Hija, tenemos que hablar.]

Extiendo mi brazo para enseñarle el mensaje a Jasper y suspiro con un rostro de confusión.

— No contestes. — Me mira Jasper.

— ¡Es mi madre! Debería decirle algo. — Replico.

— Pues hazlo, ¿A mi qué me dices? — Arquea una ceja.

Me dejó igual que como estaba, aunque finalmente decido guardar el móvil en mi cazadora de nuevo, al mismo tiempo que suspiro y vuelvo a apoyar mi cabeza contra el cristal.

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