Capítulo dieciocho
CAPÍTULO DIECIOCHO
3 de Octubre de 2018
12:04 am
— Ya estamos llegando, hoy va a ser una noche larga. — Añade Jasper sin apenas una mueca de sonrisa en su cara.
Yo me limité a estar en silencio durante la mayor parte del viaje, todo estaba oscuro. Tan sólo se veía una pequeña parte de la carretera alumbrada por las luces del coche. Recorrimos una gran carretera rodeada de un intenso bosque. Apenas nos cruzamos con nadie.
Giro mi cara y enfoco mis ojos en él. Es tan jodidamente atractivo. Su cara es sinónimo de perversión al mismo tiempo que dulzura. Sé que no es precisamente el novio que mi madre querría para mí, y más si descubre que es un asesino, pero yo me siento bien a su lado.
Aunque a decir verdad, Jasper y yo no somos una buena combinación, si dos personas de pensamientos oscuros se juntan, el resultado puede ser horrible, aunque aún no he tenido tiempo de comprobarlo. De momento solo sé que me protege, y que nunca se separaría de mi lado.
— ¿Por qué me echaste de tu casa la otra noche? — No pude contenerme más. — ¿Piensas que se me ha olvidado? — Dije reprochándole.
— Estaba enfadado. — Dijo sin apenas mirarme.
— ¿Con quién? — Pregunté extrañada.
— ¿Con quién va a ser? — Ya habíamos llegado y estaba aparcando frente al hostal. — Contigo. — Gira la llave del coche, se quita el cinturón, abre la puerta y se baja.
Me quedé unos segundos intentando entender el por qué, hasta que me desabroché y salí deprisa detrás de él.
— ¿Conmigo? ¡¿Qué te he hecho yo?! — Pregunto sin recibir respuesta alguna.
Jasper camina hacia la puerta del hostal y la abre. Yo entro mosqueada detrás de él y le tiro de la chaqueta para que me preste atención.
— ¿Quieres contestarme? — Me quedo boquiabierta cuando observo el lugar.
Jasper me mira y sonríe.
¿Cómo me puede conocer tan bien y tan rápido? El sitio era espectacular si hablamos de mis gustos. Era un lugar viejo y siniestro. Pero me daba tranquilidad al mismo tiempo. La decoración parecía de otra época y frente a nosotros había una señora mayor, en la recepción. Parecía la mítica escena de película donde dos enamorados pasaban la noche en una de las habitaciones y acababan ambos muertos.
— Vamos. — Comienza a caminar dirección a la señora.
Le sigo mientras observo el lugar. Obviamente allí no había ni un alma. Al menos en la entrada.
— ¿Cómo estás Jasper? Cuánto tiempo sin verte por aquí. — Miré hacia Jasper cuando escuché que ya se conocían.
— Sí. — Ríe. — Hoy traigo acompañante.
— Ya lo veo. — La señora me mira. — Jack y Rhonda se alegrarán de verte. — Se da la vuelta y abre un pequeño armario de dónde saca unas llaves. — Ahora no están aquí, vendrán en un rato.
— Gracias Sra. Coleman. — Le entrega las llaves.
Jasper me indica con la cabeza la dirección y comienzo a caminar.
— ¿La conoces? — Pregunté interesada.
— Es una vieja amiga. — Doblamos una esquina donde hay unas escaleras.
— ¿Y quiénes son ese tal Jack y esa tal Rhonda? — Subía las escaleras mientras que agarraba el brazo de Jasper.
— Sus nietos. Luego los conocerás. — Se inclina a besarme la cabeza.
Giramos a la izquierda cuando terminamos todos los escalones y Jasper se quedó frente a una puerta.
— ¿Hay mucha gente? — Pregunté.
— Lo dudo. — Abre la puerta. — No suele haber más de tres o cuatro habitaciones ocupadas. Sin contar que ellos viven aquí.
— ¿Viven en el hostal?
— Sí. ¿Por qué no? Solo son tres, y es el negocio familiar.
Puse cara de indiferencia. No me importaba en absoluto. Observé la habitación que era bastante menos llamativa que la entrada. Todo era viejo y no muy bien cuidado, que digamos. Había una cama, varios muebles, una mesa redonda con dos sillas y un pequeño servicio, y telarañas en cada esquina de las paredes.
Me senté en la cama tras quitarle un poco de polvo con la mano. Y me encogí de hombros.
— Pues aquí estamos. — Dije mientras miraba alrededor.
Jasper que estaba frente a mí observándome observar, caminó frente a mí y me desplomó sobre la cama, quitándome la chaqueta y la camisa en cuestión de quince segundos, rodeé su cuerpo con mis piernas y comencé a quitarle la ropa. Lamía mi cuello mientras sujetaba mi cabeza y mi pelo fuertemente.
— Métemela ya, por favor. No me aguanto más. — Dije tras intentar poder disfrutar de los preliminares, pero me era imposible, llevaba días sin sentirle dentro de mí.
Jasper se quedó parado durante dos segundos mientras me miraba fijamente.
— Hecho. — Dijo al mismo tiempo que bajó sus calzoncillos, se agarró su miembro y miraba hacia bajo para comprobar que lo iba a meter en el lugar correcto.
Gemí de placer mientras le agarraba fuertemente y lo pegaba a mí. Jasper jadeaba de placer y respiraba muy fuerte, sin perder el contacto visual conmigo ni un solo momento. Se quitó de encima de mí y me cogió para colocarme en cuatro patas. Me coloqué y miré hacia atrás para poder observar cómo me la metía, cuando sonó la puerta. Ambos miramos rápidamente hacia ella.
Jasper caminaba de rodillas hacia atrás hasta llegar al borde de la cama y se puso en pie. Yo me dejé caer en la cama boca abajo y me retiraba el pelo para un lado mientras apoyaba mi cara sobre mi brazo.
— ¿Nos abres ya o qué? — Se escuchaban murmullos al otro lado.
Jasper se detuvo y miró hacia mí.
— Son ellos, vístete.
Resoplé y me puse la ropa rápidamente. Jasper seguía en calzoncillos.
Abrió la puerta.
— ¡Qué pasa, macho! — Ese tal Jack se abalanzó sobre él mientras que yo hice contacto visual con Rhonda durante una décima de segundo.
— ¿Así que vienes acompañado? — Caminaba Rhonda hacia mí.
— Hola. — Dije tímidamente. — Soy Paige. — Sonreí a ambos.
Jasper cerró la puerta con ellos ya dentro.
— Es... Bueno, ya sabéis. — Rascaba su cabeza. — Mi novia.
— ¿Qué tan fuerte es eso, hermana? — Exclamaba Jack mientras que me miraba de arriba a abajo. — Soy Jack, su mejor amigo, y esta es mi hermana Rhonda.
Sonreí.
— Son...Dos personas muy especiales. — Dijo Jasper mirándome.
Jack golpeó la espalda de Jasper con fuerza.
— Más que eso, tío.
— Bueno, creo que los hemos pillado en un mal momento, Jack. — Dice Rhonda dándose media vuelta rápidamente. — Os vemos luego, en la entrada.
Ambos caminan hacia la puerta.
— ¿Le has contado eso ya? — Se gira Jack.
— ¡No! — Jasper mira desafiante a Jack. — Iba a hacerlo ahora.
— Ah... Perdón, tío. Hasta ahora. — Vuelve a girarse mientras que Rhonda le dedica una sonrisa forzada a Jasper como disculpándose por la cagada de su hermano.
Cierran la puerta.
— ¿Y bien? ¿Qué tal te caen? — Dice incómodo. — ¡Tengo amigos! No soy tan raro como creías.
Ahora la que le mira desafiante soy yo.
— ¿Qué me tienes que contar? — Dije.
— Si... Eso... Eh... — Evita mirarme.
— ¡Venga, Jasper! Déjate de tonterías. No saldremos de esta habitación hasta que no me lo cuentes todo.
Jasper suspira y se enciende un cigarro. Se acerca a la ventana y baja las persianas, echándole un ojo rápido al exterior antes de hacerlo.
— Entonces tenemos para rato. — Dice mientras se sienta en una de las sillas al mismo tiempo que se acerca el cenicero que había encima de la mesa.
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