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Capítulo 96

—¡¿Piper?!

La oscuridad cubrió cada rincón del lugar, era como si de un momento a otro hubiera regresado a la dimensión del poder absoluto y créanme cuando les digo que no tenía ni la mínima intención de volver a ese lugar por mi cuenta, era una aventura de una sola vez.  Aun así, los recuerdos de ahí no se rendían y se empeñaban en estrellarse contra mí, una y otra y otra vez, esperando el momento adecuado para cobrar la deuda. Pero aún no era la hora. Todavía tenía tiempo.

"No llegues tarde. Desakumatiza a Yaoguai".

Tik.

Tock.

Tik.

Tock.

El zumbido se intensificaba con cada paso que daba. Uno más fuerte que otro y el siguiente más insoportable que el anterior. En eso, una mano se posó en mi hombro, y antes de que desapareciera, me volteé. Podría reconocer esos ojos en medio de cualquier multitud. Era Luka.

—¿Qué haces aquí? —pregunté deslizando mi mano en la suya.

—Lila. Cuando ella me implantó el akuma, rompió una esfera —dijo sin razón de por medio.

Coloqué una mano debajo de su mentón, levantándolo y obligándolo a mirarme mientras hablábamos.

—Luka ¿qué haces aquí? ¿Quién te liberó? —demandé dando un paso hacia adelante, eliminando el espacio que quedaba entre nosotros.

Fue ahí que me miró. Nunca lo había visto tan vulnerable y preocupado como lo hacía ahora. Quizá después de todo lo que habíamos pasado al fin lograba valorarlo como un igual. Tal vez, nuestra relación era más profunda de lo que aceptaba... Pero qué estaba pensando. Ya no había un futuro para nosotros, no luego de la decisión que había tomado. Lo mejor era dejarlo ir.

Me rendí.

Solté su mano, pero él me mantuvo cerca y continuó hablando.

—No queda mucho tiempo. Rescata a Nathaniel.

—¿Nino está bien? —decidí cambiar de tema y canalizar mi preocupación en otra persona, a pesar de lo único que quería era lanzarme a sus brazos y romperme, porque estaba segura de que, si lo hacía, él estaría esperando para atraparme.

—No es el momento —susurró colocando su índice sobre mis labios.

—Al menos dime que estás bien.

—Lo estoy... —giró su rostro— no te preocupes.

—Sólo no mueras —finalmente flaqueé y me abalancé sobre él, envolviéndolo con fuerza y manteniéndolo suficientemente cerca como para escuchar sus latidos.

Pude tenerlo todo.

—Soy un sobreviviente —bromeó, pero a diferencia de Luka, esta voz no era suya.

Al instante, aparté mi mejilla de su pecho y confirmé mis sospechas. Así como podría reconocer los ojos de Luka en medio de una multitud, así podría hacerlo con los mechones rojos que caían sobre la frente de Nathaniel.

Me separé de él y me crucé de brazos.

—Puedes irte.

—Piper... —rogó.

Creí que, porque habían pasado semanas, me sería sencillo ver a Nathaniel a los ojos y no querer lanzarlo a la primera calle para que fuera atropellado. Pero obviamente me había equivocado. No importaba cuantas veces me repetía que él había hecho lo que había hecho, sin control alguno en sus acciones, los gritos de auxilio de mi familia aún estaban en su conciencia.

A pesar de aquello, él sabía que la herida aún continuaba abierta y que se necesitaría de tiempo y paciencia para que sanara, por lo que, en lugar de presionar el dedo sobre la llaga, retrocedió y respetó la distancia que existía entre nosotros.

—Tienes razón, puedo hacerlo. Aunque no ahora y mucho menos donde estoy.

—¿Qué quieres? —espeté cruzando mis brazos sobre mi pecho, en un instintivo mecanismo de defensa.

—Entender.

Después de todo, Luka y Nathaniel no eran tan parecidos como en un inicio creía. En el momento en que le pedí a Luka responder a mis preguntas, él solo las esquivó como si fueran balas, pero Nathaniel por alguna razón se empeñaba en responderlas, en explicarse, en encontrar una justificación a su conducta sin sentido.

Respiré profundo e intenté entender.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero creer. Me niego a olvidarlo, me niego a aparentar que...

—¿Qué? —presioné al no escuchar una continuación de su parte.

—Que lo que tuvimos no fue real. ¿Fuimos amigos, no?

Sonreí ante el pensamiento. Sin importar cuantas veces mi confianza había sido aventada por los suelos, sin importar las ocasiones en las que nos enfrentamos como dos enemigos, esa verdad era eso, la verdad.

—Sí, lo fuimos.

—Me olvidaba de algo, Piper —dijo volviendo a tomar distancia—. Yo también tenía una esfera.

—¿Una esfera?

—Sí. Lila y yo, ambos las utilizábamos para transformarnos sin la necesidad de que Hawk moth enviara un akuma, claro que dentro de la esfera había uno.

—¿Quieres decir que se puede almacenar energía oscura en una bombilla? ¿Crees que también se podrá hacer lo mismo con la pura?

—En teoría, ambas son energía y poder.

Sin creerlo, Nath me había dado la solución al problema principal, lo único que faltaba era poner el plan en marcha y que este de hecho funcionara. Sin embargo, llevábamos un mayor progreso que en el inicio y eso lo consideraba como desarrollo. De la misma forma, ambos habíamos cambiado, ya fuera para bien o para mal, a pesar de eso, cuando levantaba la mirada y me concentraba profundamente en sus ojos cercetas, sabía que aún quedaba parte del amigo que recordaba. Y si ya había firmado mi sentencia, no sería correcto guardarle rencor a Nathaniel por las cuestionables decisiones que había tomado.

Deshice mi agarre alrededor de mi cuerpo y di un paso hacia él.

—Tuve miedo. Tuve miedo de perderte —busqué sus manos y las apreté entre las mías—, por eso no quise contarte sobre esto, por eso me negaba a perdonarte. Temía que si te perdonaba, olvidaría que alguna vez fuimos amigos o enemigos, temía que si daba ese paso volverías a traicionarme, y lo hiciste, y no te voy a mentir diciéndote que confío nuevamente en ti porque no lo hago, pero puedo intentarlo. Seguramente has de pensar, "Piper has perdido todos los tornillos que te quedaban", y seguramente te responderé como lo hice una vez, "sé que me faltan tornillos pero aún tengo los suficientes para permanecer cuerda". No sabes lo duro que fue estar sin ti, no lo sabes. No sabes el dolor y enojo que sentí, porque sentí enojo —enfaticé fundiéndome en su mirada—, al verte cambiarme por Lila y aunque nuestra amistad no es de años, así se sintió.

—Sé que cometí muchos errores y si no me quieres dar otra oportunidad no te culpo.

—¿No me entiendes, no?

—Es complicado seguirte el paso.

—No puedo cambiar lo que pasó o lo que dije, pero puedo intentar crear un mejor futuro. ¿Estás dispuesto a intentarlo?

Ni siquiera tuve que parpadear para esperar la respuesta de Nath, en segundos, sentí sus brazos rodándome en un fuerte abrazo y su cabeza recostada contra mi hombro. Fue como siempre debió ser, fue como regresar a nuestro hogar.

—No sabes cuanto esperé para que digas eso.

—Créeme lo sé, fue el mismo tiempo que yo esperé para decirlo.

Me incliné lentamente hacia atrás para ver sus ojos y confirmar que aquello, en realidad, estaba pasando y no sólo era producto de mi desvariada cordura. Afortunadamente, ahí estaba Nath devolviéndome la sonrisa, pero con una pizca de una emoción, que no lograba descifrar, detrás de sus pupilas.

—Salva a Luka. Él se lo merece más que yo.

—Pero...

—Nada de peros. Seré el amigo que mereces —una mueca de amargura cruzó su rostro, poco a poco su figura se volvía cada vez más transparente, al parecer nos estábamos quedando sin tiempo. Sin embargo, antes de que yo pudiera replicar y él desaparecer, confesó algo que no sabía si clasificar como buena o mala noticia—. No te preocupes demasiado, Gabriel Agreste está conmigo. 

Ahora cada pieza estaba empezando a encajar en el rompecabezas.

Entonces, cuando pensé que los contactos entre las personas, a las que directa o indirectamente les había fallado, habían terminado una nueva voz se expandió en la oscuridad. Más lejana que las anteriores, pero al mismo tiempo, igual de reconocible como la última vez que la escuché.

—¡Piper! ¡Oye! ¡Piper! ¡Por acá!

Tan desesperante como la recordaba, el último fantasma que me atormentaba por las noches, hizo que el invisible peso de mis hombros se levantara.

—¿Hanna? ¿Cómo lograste dar conmigo? —di vueltas en varias direcciones intentando ver a la persona que hablaba, lamentablemente parecía que sólo era su voz.

—Varios intentos fallidos y muchas horas esperando —explicó, soltando un suspiro, hablando tan casual como si en lugar de estar en unos túneles, estábamos conversando en un centro comercial.

Sin embargo, en ese momento un sentimiento de duda me invadió, haciéndome imaginar lo peor.

—Espera, al menos dime que no usaste ningún akuma.

—¡¿Qué?! ¡No! ¿Estás loca? No tocaría una de esas cosas ni por un millón de dólares.

—¿Y si Ladybug y Chat noir te desakumatizaran?

—Ahí cambia la cosa. Es cuestión de perspectiva.

—Una digna miraculer —sonreí y cerré mis ojos.

Recordé la primera vez que hablamos en el Grand Paris, ella intentando explicarme por qué no me había dicho donde estábamos hospedándonos y yo reclamándole por las servilletas. Regresé a cuando los tiempos eran más simples, a cuando aún tenía la capacidad de decidir si entrar en el juego o dejar pasar la mano.

Parpadeé unas cuantas veces, eliminando el rastro de las lágrimas que había empezado a caer.

—¿Está mamá contigo? —logré preguntar.

—Sí, también los padres de Nathaniel.

—¿Qué hacen sus padres ahí?

—No lo sé, pero es Miraculous así que no me sorprende. Aquí lo extraño es lo normal de todos los días.

—Tienes razón, ni siquiera me molestaré en buscarle la quinta pata al gato.

—¿Detecto un chiste de gato por ahí? Veo que pasas demasiado tiempo con Adrien.

—Demasiado es poco, prácticamente vivo con él.

Me detuve y esperé a que respondiera, sin embargo, un extraño silencio reemplazó la voz de mi hermana y al cabo de unos segundos, ella volvió a hablar.

—Disculpa, las cosas no están muy normales, si es que se le puede llamar normal a esto. La mamá de Nathaniel insiste en contarle a la nuestra de él y su padre no para de cantar Don't stop believin'.

—¿Adecuado para la ocasión, no?

—Piper —dijo sonando más cansada que divertida—, intenté encontrar una forma de hablar contigo por semanas. Dime al menos que intentaste buscarnos.

—Yo... —musité sin saber muy bien qué responder.

Había sido una hermana horrible, casi de la misma magnitud mientras fui Volpina. Durante meses, las cosas parecían mejorar, Adrien y Marinette finalmente estaban juntos, había conocido a Jeremy y a Thomas, e incluso encontré a Luka mucho antes de lo pensado, pero como toda montaña rusa, llega un momento en que la caída es inminente y sólo el imperceptible ascenso te puede preparar para la velocidad en la que todo se vendrá abajo. Por supuesto que me había preocupado por ellas, juré encontrarlas sanas y salvas, pero cuánto en realidad había cumplido en mi juramento.

Si mi mamá fuera la que estuviera hablando conmigo, seguramente ella diría algo que me convencería de que no fue mi culpa. Pero a quién quería engañar. Claro que lo era. Lo fue en el momento en que decidí no revolcarme en mi autocompasión y continuar con la misión que me habían asignado. Fue cuando "luché por ellas" hasta que el asunto entre Luka y Nath ocupó más de mi concentración en comparación de las verdaderas víctimas.

Además de haber sido una terrible hermana, también lo había sido como heroína.

—Genial —bufó ocultando sus sollozos en una risa amarga—. Sabes que no te culpo, no podría hacerlo.

—Gracias —fue lo único que logró salir de mis labios.

En ese momento, no tenía otra palabra que significara lo mucho que amaba a mi hermana.

—No, no las des. No sé qué podrías agradecer. ¿El que al fin damos señales de vida? Bueno ese es un punto a favor, pero de ahí nada. No sé donde estamos, ni como ayudarte a encontrarnos, por lo que esto más que ser un grito de auxilio, es una especie de despe...

—¡Te prohíbo terminar esa frase, Hanna!

—¡¿Qué quieres que haga, Piper?! ¿Quieres que tenga la vaga esperanza de que tal vez, algún día, nos sacarás de aquí?

—¡Sí! —grité convenciéndome más a mí que a ella.

Nuevamente un silencio sepulcral se extendió en los túneles, pero a diferencia del anterior, este parecía ser voluntario, y temía preguntar la razón.

—Está bien.

El oxígeno regresó a mis pulmones y mis manos dejaron de temblar.

—¿Lo harás?

—Sí —parecía contener las lágrimas—. Al inico estuvimos en una habitación completamente blanca, días después, amanecimos en una especie de cuarto, más como sótano con ventanas, con la vista de frente a un jardín en la parte de arriba. Piper, prométeme que nos encontrarás, por favor.

—Lo hago, lo prometo.

No me di cuenta cuando, pero las lágrimas comenzaron a caer y a manchar mis mejillas, retrocedí varios pasos, sabiendo por el silencio a mi alrededor, que nuestra conversación había llegado a su fin.

Ahora lo único que deseaba era que las palabras, que había dicho frente a Spatium y Tempus, valieran la pena.

—¡Piper! —Ladybug corrió hacia mí y chasqueó sus dedos frente a mis ojos— ¿Qué pasó ahí? ¿Estás bien?

—Debemos irnos —sentencié llevándome a Adrien conmigo por el túnel— ¿Aún tienes la bombilla?

—Aún está transformada —señaló Adrien soltándose de mi agarre—. ¿Estás segura que no pasó nada ahí?

—Sí. Adrien hablé con mi hermana, Luka y Nathaniel —aclaré—. Sólo necesito procesarlo, estaré bien.

—Lo entendemos y recuerda que somos un equipo, siempre estaremos para ti —Ladybug sonrió colocando su mano sobre mi hombro, relajándome de inmediato.

—Nunca lo dudes, niña —dijo Plagg recostado en la rubia cabellera de Adrien—. Una vez que estos dos te cogen cariño, no hay nada que los aleje de ti, ni siquiera el olor de mi queso y eso es mucho.

—Saben aún hay algo que no entiendo —dijo Adrien antes de que pudiera continuarle el juego a Plagg. No obstante, eran claros los movimientos de los engranajes dentro de su cabeza, por lo que no lo interrumpí—. ¿Por qué hacerlo hoy? ¿Por qué en el baile?

Él nos miró esperando que al menos una respuesta, sin importar lo lógica o absurda que fuera, despejara su duda. Sin embargo, Ladybug y yo éramos incapaces de darle la solución a la ecuación.

O eso creía.

—Porque es tan narcisista que necesitaba una audiencia, un público en primera fila listo para ver su espectáculo. Deseaba ser el centro de atención de todo París —Ladybug explicó dibujando los contornos de la bombilla con sus dedos—. ¿Por qué? Aún no estoy segura pero lo que son cientos de vidas y pérdidas para nosotros, sólo es un juego para él.

—¿Pero cuál?

—Creo que puedo responder eso.

Desde el inicio sabía que habíamos sido parte de un espectáculo mucho más grande, una exposición de nuestras debilidades frente a una audiencia masiva. Lila revelando mi identidad en video a todos los parisinos, mi arrebato de ira en la Torre Eiffel televisado y por supuesto, el evento patrocinado por la familia Bourgeois, el baile. Yaoguai quería atención, un solo foco puesto en él y las personas en sus asientos esperando al acto final. Él quería dejar en claro quien era la estrella, quien era la víctima y de quién era el desempeño. Y siempre había utilizado la misma fórmula.
Tres.

—Tres en raya —susurré levantando tres de mis dedos en el aire—. Sólo piénsenlo por un minuto. Él trabajaba de tres, en diferentes escenarios, con diferentes combinaciones, pero siempre fueron tres.

—Mi lady, tú y yo —mencionó Adrien despejando la primera incógnita.

Asentí en su dirección, concentrándome en descubrir el siguiente patrón. Había sido así todo el tiempo y estábamos tan cerca de descubrir su siguiente movimiento, de estar un paso al frente en su estrategia.

—Volpina, Demoilustrador y Hawk Moth. Y luego de que Hawk Moth le dejó de servir lo desechó, reemplazándolo con Le Paon —deduje.

—¿Segura? Le Paon parecía no estar incluida en eso —dijo Adrien, frotando la parte posterior de su cuello—. Recuerda que fue ella quien nos cubrió.

—Tal vez ella no estaba al tanto, pero todos fuimos peones, ya sea como civiles o héroes —explicó Ladybug llevándose la mano al mentón—. Así fue con Luka, Nath y Piper.

—E... exacto —afirmé sintiendo como el rojo coloreaba mis mejillas—. Ese —tosí, aclarándome la garganta—, ese debió ser tú triángulo amoroso, no el mío.

A tiempo, Plagg se dio cuenta de mi error, al incluir el triángulo/polígono amoroso en el tablero y la posibilidad de haber movido una que otra pieza a su favor, por lo que intervino, salvando mi pellejo una vez más.

—Señoritos, enfóquense. ¿Cuál es la siguiente combinación?

Los tres nos miramos como si de alguna forma compartiéramos información telepáticamente, los segundos pasaban y la profundidad de nuestros sueños fruncidos no hacía más que aumentar. Hasta que una demente combinación pasó volando por mis pensamientos, dejando una estela de preguntas a su paso.

—El Maestro Fu.

—Él —añadió Ladybug.

—Y Chat noir —completó una voz que salió entre las sombras del túnel, seguida por una melena canosa que nunca más creí ver.

—¡No está muerto! —exclamé, volteando mi rostro para observar lo que mis oídos no podían creer.

Ladybug y Adrien siguieron mi ejemplo, terminando con las mandíbulas en el aire al reconocer la familiar figura de quien había dado el integrante faltante a nuestra extraña combinación.

Sin dudarlo, dejé que mis pies me guiaran y me abalancé sobre él, rodeando su pequeño cuerpo en mis brazos. Luego me encargaría de las preguntas, ahora lo que más quería era continuar respirando el mismo aire que el Gran Guardián.

—¿Cómo que no está muerto? —Ladybug preguntó. Al parecer tendría que lidiar con su interrogatorio mucho antes de lo que pensaba.

—Sí. ¿Y por qué soy la tercera equis? —añadió Adrien, inclinándose sobre mi hombro para hablar con el Maestro Fu.

—Eres más como un círculo, chico.

Rindiéndome ante la expectativa de mantener nuestro momento un poco más, lo solté y sacudí el polvo inexistente en su camisa hawaiana. El nerviosismo y la cantidad de hechos que debía explicar, hizo que en mis labios se formara una línea recta, negándome inconscientemente a regresar por el sendero de los recuerdos.

A pesar de aquello, decidí girarme y enfrentar las miradas curiosas de mis compañeros de batalla.

—No tú —señaló al rubio y buscando entre la poca luz que el túnel nos ofrecía, extendió su mano y nombró al implicado en cuestión—: Plagg.

—¿Podemos regresar a la parte de por qué no está muerto, de lo que estoy muy agradecida, si vi su cuerpo en su despacho? —presioné esperando una respuesta un poco más específica.

—Tienes suerte, Le Paon nunca quiso hacerme daño, sólo me paralizó.

—Suficiente —sentenció la heroína con motas—, después nos cuenta los detalles. Ahora lo que importa es descubrir cómo usar esa información para estar un paso delante de...

—Yaoguai —completó el Maestro Fu.

Al momento de decir su nombre fue como si cada año de vida del Maestro Fu se sumó a su apariencia, podía jurar que su canas se tornaron más claras y las ojeras, que antes ni siquiera existían, se pronunciaron debajo de sus párpados. Sabía que tenía que ser un tema delicado para el Gran Guardián y no estaba segura de querer escucharlo.
Era como si su cuerpo había sido capturado por los grilletes de un pasado sin solucionar, de la misma forma que los de Tempus.

—Él culpa a Plagg por haberme salvado la vida cuando éramos niños. Cuando el templo explotó, ambos debimos desvanecernos, pero el anillo del gato negro me protegió, él murió o al menos eso creí, hasta que se metió en la cabeza de Hawk moth.

—Y como yo tengo a Plagg —Adrien jugeteó con su anillo, girándolo repetidas veces en su dedo anular, al ritmo que iban sus pensamientos—, me quiere muerto. ¿Es por eso que decidió ir por mi padre en primer lugar?

—Ir por tu padre fue sólo una coincidencia, no fue su culpa que el miraculous de Moth tenga esa particular cualidad de ser fácilmente influenciado.

—Siento pena por Nooroo.

Conocía lo que era ser controlado y no tener la capacidad de hacer frente a quien estuviera detrás de las cuerdas del títere, sin importar las acciones que Gabriel Agreste había tomado, él continuaba siendo un ser humano. Era completamente angustiante ver tus acciones desarrollarse en piloto automático, era como estar en un callejón sin salida en el que no podías decidir si embestir contra quien te estuviera acorralando o saltar por la baranda, si no ser sólo el espectador de tu propia ejecución. Servir de un peón más en el tablero de alguien que conoce cada una de las jugadas y que únicamente sirvas y seas utilizado como sacrifico.

Ser necesariamente innecesario.

Desechable.

El Maestro Fu nos explicó su relación con Yaoguai, como ambos se habían conocido en el templo y eran prácticamente inseparables, de la forma en que sólo la envidia logró romper su amistad.

—¿Quiere decir que lo está culpando por algo en lo que ni siquiera quería participar? ¿Dónde está el sentido en eso? —Ladybug entrecerró sus ojos, buscando al menos una pizca de sentido en los actos de Yaoguai.

Parecía que en lugar de avanzar, habíamos retrocedido varios pasos.

—Algunas personas son así...

—Piensan que al cometer un error —interrumpí al Maestro Fu, dejándome guiar por la pequeña bombilla que se había encendido dentro de mi cabeza—, la mejor solución es culpar a otros.

Y esa fue la campanada que necesitaba para entender que no fue casualidad la forma en que Tempus y Spatium me hablaron, como si antes ya habían tenido esa conversación con alguien más.

Me detuve unos segundos para armarme de valor y finalmente solté la realización que tanto temía admitir.

—Esas personas piensan que las consecuencias las tiene que pagar otro y huyen de estas. Yaoguai y yo somos más parecidos de lo que creen.

—Eso no es verdad, PIper —Ladybug cerró sus ojos y evadió mi mirada en un vano intento por reducir la importancia del problema—. Por lo que el Maestro Fu nos está contando, Yaoguai no mide el daño de sus acciones y utiliza cualquier medio para lograr su objetivo.

Levanté una ceja y reprimí una carcajada, que más de ser de alegría, estaba cargada de sarcasmo e ironía. Sin darse cuenta que lo que había dicho me describía a la perfección, Ladybug continuó negando con su cabeza. Si tan solo les contara cada una de las cosas que hice para llegar hasta aquí, ellos me mirarían de la misma forma. Desde el inicio, no medí obstáculos para unir a Marinette y Adrien en el menor tiempo posible. Inventé excusas, tuve secretos, omití acciones, puse en peligro a mi propia familia, con tal de que el final de la película llegara. Lo arriesgué todo por completos extraños, que ni siquiera estaban enterados de cuanto estaba en juego.

Las palabras de Gabriel Agreste durante nuestra primera conversación en las que mostramos nuestras cartas sobre la mesa, no dejaban de repetirse en mi cabeza como un disco rayado.

"Quiero ver hasta donde llegas, hasta donde eres capaz de apostar y perder con tal de salir victoriosa en tu partida."

—Lo hice. Hice lo mismo —confesé recordando cual había sido mi plan inicial, parecían años de diferencia entre mi llegada a París y mis palabras que habían quedado flotando en medio de las miradas de incredulidad de mis compañeros.

Recordaba haber abordado mi vuelo y hacer fichas completas de sus vidas, recordaba ver a mi hermana dormida en el asiento de lado, absorta en sus sueños de lo que yo hacía por mi cuenta. Era claro como el agua, había cavado mi tumba desde ese día. Mi lápida me estaba esperando por haber hecho cada una de las acciones que hice por mis intereses y no por su bienestar.

Adrien, Marinette, el Maestro Fu y Plagg, tenían una expresión indescifrable en sus rostros, podía ver la completa intención de ellos por entender y encontrar una explicación a lo que había dicho, sin embargo no existía una respuesta corta o sencilla para la cadena de acontecimientos que nos había traído a donde estábamos.

—Vine a París con una sola meta, unirlos a ustedes —el primer paso era la aceptación y si quería dejar atrás mi pasado, debía hacer esto por ellos. Señalé con mi mano a Adrien y Ladybug, y rápidamente me apresuré a cubrir, con mi puño, mis labios en un vano intento por la parte cuerda de mi cerebro que trataba de averiguar la razón detrás de las palabras que salían de mi boca—. Sí, lo hice. Por eso hablé contigo el primer día, Adrien. Por eso me importaba tan poco mi identidad, porque no era yo quien me ponía en jaque, eran ustedes. Y fue muy tarde cuando me di cuenta de mi error. El día en que Jeremy y Thomas aparecieron supuse que no había vuelta atrás y no me equivocaba. Me había involucrado demasiado.

Levanté mis manos en el aire y me sostuve la cabeza. A pesar de poder parecer una demente, ese movimiento era el único que me impedía golpearla contra el pilar más cercano, para cerrar mi boca de una vez por todas.

—Sólo... sólo continué sin medir las consecuencias. ¿Y saben que fue lo peor? —resoplé aguantando las ganas que tenía de romperme— Nunca asumí la responsabilidad, mi responsabilidad frente a todo lo que estaba pasando. Sí, tuve un flechazo que no llevó a nada de Nath. Sí, luego apareció Luka. Pero ya era muy tarde para retroceder, mi familia había sido secuestrada y ustedes habían empezado a salir. No tuve el valor de interrumpir su felicidad, no se lo merecían, por eso tenía cerrar la caja de Pandora por mi cuenta —me encogí de hombros lo suficiente como para sentir la fría pared a mis espaldas, sin dudarlo me recosté contra ella y dejé vencer mi peso sobre mis piernas, refugiándome entre mis rodillas para finalmente expulsar las frustraciones que venía almacenando con el pasar de los días. 

La sensación estremecedora en el túnel era agobiante y por más que mi confesión había expuesto la mayoría de mis inseguridades, aún quedaban algunas en forma de escalofríos que recorrían mi piel con cada sollozo atrapado en mi pecho. Todo lo que podía ver era la tela negra de mi vestido rasgado, irónicamente siendo un vil reflejo de lo que esta noche terminó siendo. Las esperanzas de que mis amigos me perdonaran y entendieran mis acciones eran nulas, quién en su sano juicio sentiría empatía por alguien que había jugado cartas con tu vida. Eso fue hasta que sentí un par de brazos rodeándome por ambos lados, palabras de consuelo y ánimo me fueron susurradas, sin duda la vieja Piper no los merecía como amigos, pero quizá la nueva sí.

—Gracias —musité limpiando mis lágrimas con las yemas de mis dedos.

No pude evitar reír cuando vi la cara de Adrien llena de sorpresa, probablemente por la cara de miedo que debía de tener debido a que el maquillaje que se había corrido por completo. Nuevamente, pasé mis dedos debajo de mis ojos, intentando escurrir los restos de la sombra, sin embargo, el cambio en el rostro de Ladybug me aseguró que no había ayudado en mucho.

En ese momento, el sonido de una carcajada colectiva estalló entre nosotros, a la vez que Plagg me pasaba un pedazo de papel para limpiarme la cara. Agradecí al kwami con mi mejor sonrisa torcida y rodeé a los chicos con mis brazos, fundiéndonos en un cálido abrazo, con el inicio de una leve sonrisa en los labios del Maestro Fu como testigo.

Ese fue el minuto más valioso de mi existencia y no lo cambiaría por nada.

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Hola, chicos! Primero quiero agradecerles a las nuevas dos betas LittleMiraculer_2710 y adrinette_forever_ , ellas son las dos almas bondadosas que me ayudaron en los errores técnicos de este capítulo. Muchas gracias chicas.

Dios, no saben que tan largo es el capítulo hasta que lo leen por completo. Y ni siquiera saben cómo lo pasé. Conecté el teclado de la computadora de escritorio a un adaptador y me puse a escribir en el celular. ¿Loco, no?

Una vez más les agradezco por tener tiempo para leer las locuras que sólo ocurren en mi cabeza.

Ahora las preguntas que tanto extrañaba. ¿Cómo Luka se contactó con Piper? ¿Alguna idea de cómo van a llegar a la guarida? Ahora sí, decisivamente ¿Lukiper o Nathiper?

Los amo,

Un abrazo enorme,

Nos leemos en el 97,

Chao, The Writer ;D

P.D: dejen sus teorías ;D

P.D2: no sé que pasa con los guiones largos, disculpen por eso, parece que Wattpad anda medio raro.

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