Capítulo 89
Marinette y Adrien habían llegado unos minutos después de que el remix de Sia y Ed Sheeran empezara, y Alya y yo estuviéramos lo suficientemente ocupadas en medio de la pista de baile como para notar su presencia.
Pero estaba segura de que en el instante en que Adrien abrió su boca y confesó, delante de todos nuestros compañeros, su infinito amor por su lady, toda la atención se centró en él y el azabache que lo acompañaba con el rasgueo de su guitarra.
Yo sé que tú y yo nos conocemos.
Yo sé que nuestro amor no es pasajero.
Yo sé que tú y yo somos extraños,
y en cada camino nos separamos.
Adrien cantó con el micrófono entre sus manos. Él clavó su mirada en Marinette de manera que la habitación podía estar llena de adolescentes intrigados pero él sólo tenía ojos para ella. La única forma que ambos podían mirarse. Porque Marinette también participaba en ese su juego de miradas que no debía tener ningún particular ganador. Debajo del antifaz rojo, sus ojos azules brillaban con cada contacto visual que intercambiaba con Adrien, a la vez que una suave sonrisa se deslizaba por sus labios.
Indiferentemente del resultado y los daños colaterales, había cumplido mi objetivo.
La vida y la muerte se pelean.
Cada uno cierra la puerta.
Las miradas se atacan.
Volteamos nuestras caras.
Los caminos se separan.
Clavas una estaca.
En eso una nueva voz acompañó a Adrien en la melodía. Era Luka.
La música revistió sus dedos con cada nota que estos provocaban contra las cuerdas. Intercaló acordes conforme las palabras salían de su boca. Era como si necesitara decirlas, prefiriendo que estas se supieran antes de que cualquier cosa ocurriera. Pero sus ojos, a diferencia de los de Adrien, no participaban en el espectáculo, evadiendo mis ojos en cada momento que por error miraba hacia mi dirección. Y no lo culpaba del todo.
Nathaniel entrelazó nuestros dedos y Luka desvió su mirada, de nuevo.
Mueres, vives, una y otra vez.
Caminas sin rumbo, estás al revés.
Lo que conocías cambia.
La confianza acaba.
Y al final de la vida, esta se separa.
Adrien levantó una ceja a Luka como parte de la actuación, asimismo como sus hombros. Los chicos rieron y continuaron con la canción con ambos alternando entre los versos, llegando a una increíble armonía que sólo era posible luego de tanta práctica y su gran química sobre el escenario.
Y aunque creas que lo tienes controlado.
Nada queda en el pasado.
Un verso que daña.
Una frase que agota.
El amor sobrevive a pesar de las notas...
El calor de la mano de Nathaniel sobre la mía había desaparecido, al igual que la música se detuvo al instante cuando un fuerte viento interrumpió la repetición del estribillo. Busqué con la mirada al pelirrojo pero lo único que encontré fue el susto de unas estelas azules —mejor conocidas como plumas— perforando la cabina del DJ donde estaba Nino. Por suerte, él había salido al instante en que la primera había impactado el vidrio y ahora estaba gateando por el suelo, para evitar terminar como una aceituna.
La oscuridad cubrió por completo el cielo y las nubes se amontonaron una sobre otra, parecían tan densas que si hubiera tenido un cuchillo en ese momento seguramente las habría atravesado una a una. Copiando el comportamiento de la conglomeración de gas en el cielo, el temor y desesperación de los estudiantes tomó control de la velada.
Una nueva ráfaga barrió con los parlantes que acabaron estrellados contra la mesa de bocadillos, provocando una nueva oleada de gritos de aquellos quienes no habían alcanzado encontrar un escondite en el colegio.
De repente, otra horda de plumas rasgó el aire y pasó por encima de mi hombro, lo siguiente que supe fue que las espadas sai habían perforado su existencia y sus restos estaban en el suelo junto a un pedazo de papel
Una nota.
—Más te vale venir a nuestro Jerusalén, donde los caminos se cruzan y de dónde sólo uno saldrá. Tienes diez minutos —leí lo que logré entender, mientras corría y buscaba a Adrinette en medio de los cuerpos que chocaban y las personas que corrían, casi como los primeros días.
Una melodía familiar que recorrió el patio, fue lo único que me dejó estática por unos segundos, reventando y deshaciéndose de cada pedazo de vidrio que había sobrevivido al primer ataque.
Todos los que aún contaban con la capacidad de escuchar cayeron al suelo, incluyéndome, cubriéndose las orejas en un vano intento por contrarrestar el súbito aumento de decibeles que nadie en su sano juicio estaba acostumbrado a escuchar.
Un borrón naranja fue lo último que vi antes que la luz y brillo de unos rayos nos cegara, por unos segundos, que fueron los suficientes para localizar a Adrien y Marinette.
— ¡¿No deberían estar transformados?! —grité lo más alto que pude, intentando separar mi voz del viento que silbaba en mis oídos.
— ¡¿QUÉ?! —ambos gritaron confundidos.
Supe en ese momento, que teniendo mesas volando, relámpagos y rayos dividiendo el cielo y personas sin control alguno sobre sus acciones corriendo por el patio, les sería imposible responderme a cualquier oración de una forma lógica, por lo que me salté el paso de reclamarles y rápidamente les entregué la nota que había encontrado.
—Diez minutos —leí los labios de Adrien, al mismo tiempo que la máscara de Marinette se mezclaba con las otras cosas que volaban por los aires.
Asentí y una corriente subió por mi columna, alertando cada uno de mis sentidos, me abalancé sobre ellos evitando ser aplastada por uno de los candelabros que colgaban en lo alto del techo. Este se estrelló con facilidad contra el suelo, pequeños pedazos de vidrio salieron disparados hacia todas las direcciones posibles, y el estruendo se mezcló con facilidad con el de las mesas y ventanas que estaban hechas añicos.
Aullidos de miedo le siguieron casi de inmediato.
— ¡Hay que intentar salir de aquí! —sentencié, y sin esperar una respuesta, agarré con firmeza la mano de Marinette, obligándola a seguirme.
Convencida de que Adrien me seguiría a cualquier lugar al que llevara conmigo a Marinette, los arrastré por las paredes hasta las puertas del instituto y una vez fuera todo cobró sentido, o al menos el ruido dejó de ser insoportable.
Adrien señaló sobre el edificio al gran nubarrón que parecía estar sólo concentrado en este. Más objetos estrellándose contra el suelo y el viento que no se detenía ni un segundo, fue lo que me forzó a alejarlos del lugar y llevarlos al callejón más cercano.
En el transcurso de cruzar la calle, los pies de Adrien se enredaron entre sí, provocando que casi cayera de bruces en la acera, con agilidad Marinette lo sostuvo del brazo, pero mi atención no estaba en eso, sino en la estela naranja que volvió a colorear una sección del firmamento, señal que hubiera quedado inadvertida de no ser por la torpeza del rubio.
—Cuidado con la acera, Chaton —Marinette dijo ayudando a Adrien a levantarse.
Ella sacudió el polvo inexistente de su saco y le sonrió, ignorando que yo había escuchado el tierno apodo que le había dado. Adrien le devolvió el gesto y se perdió por enésima ocasión en su mirada, de una forma que un meteorito podía caer sobre la Paris —o en nuestro caso la locura de Le Paon— y a ellos no les podía importar menos porque estaban juntos.
Lástima que la nota no era falsa.
—Ustedes son tan tiernos —susurré ahogando un gritito de emoción.
Nuevamente, tomé la mano de Marinette y caminamos hasta el callejón. Una vez ahí, logramos tener una mejor vista del desastre que se cernía en el Colegio Françoise Dupont.
Las nubes se habían arremolinado en lo alto, evitando que la luz del ocaso penetrara el interior del lugar, haciendo más tétricas a las ventanas rotas y telas que colgaban como decoración y que se movían en consecuencia a las ráfagas de viento que danzaban entre estas.
De repente, un rayo impactó la estructura, deshaciendo cualquier esperanza que a alguien le quedara dentro, para lograr escapar de un invierno parisino que no había salido como se lo había planeado.
El estruendo causado fue seguido de un leve temblor dejando en claro que algo había colapsado en el interior del edificio. Los tres saltamos de miedo y volteamos nuestros rostros cuando un nuevo rayo iluminó los cielos. Definitivamente así no imaginábamos el final de la velada.
— ¿Piper qué está pasando? —preguntó Marinette descansando sus manos en los hombros de Adrien.
El viento había alborotado su cabello azabache y a pesar de sus anteriores intentos, este no había mejorado. Aun así, nunca se había visto más seria y enfocada. Pero el miedo ya había sido soltado de la caja de Pandora e iba a ser un dolor de cabeza volver a atraparlo.
—Una mini burbuja de caos, al parecer —tanteé entrecerrando mis ojos cuando una especie de neblina comenzó a salir por debajo de la puerta del colegio.
En realidad no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo pero tampoco quería alimentar una falsa esperanza.
— ¿Tiene que ser una ilusión, no?
—No lo sé, Adrien. Lila con un miraculous puede ser más o menos peligrosa de lo que pensamos.
— ¿Cómo que Lila con un miraculous? —Marinette retiró sus manos de los hombros de Adrien y llevó su mano derecha a su cabeza, mientras que la otra se cerraba en su cintura. Si sus ojos podían ser navajas claramente estábamos muertos.
Ella apretó con fuerza, hasta que su mano se tornó blanca, la manga del saco de Adrien, pero rápidamente él cubrió su mano en un gesto de apoyo, y quizá también para que aflojara el agarre, ya que tal vez le estaba cortando la circulación. Marinette no se lo tomó muy bien y lo miró fijamente, amenazándolo en silencio. En seguida, Adrien retiró su jugada.
—Larga historia, corto tiempo —expliqué interponiendo mis manos entre nosotras para evitar ser despedazada en el acto.
— ¡Marinette! —intervino Tikki—. Es hora de transformarte. Piénsalo, si París se cae en pedazos, no quedará ciudad por la que reclamarle a Piper.
—Mi terroncito tiene razón, Adrien —dijo Plagg.
Adrien le lanzó una mirada llena de curiosidad al escuchar el apodo, pero poco a poco la intención desapareció al darse cuenta del verdadero motivo detrás de este. Entonces ambos se transformaron y sus reales máscaras cubrieron sus rostros.
—Listo. ¿Ahora somos más útiles? —siseó Ladybug levantando una de sus cejas.
El vestido rojo de Marinette había sido reemplazado por el clásico traje ceñido con motas negras. Su cabello suelto ondeaba contra su cara, dándole un toque de misterio a sus ojos que claramente aún continuaban enojados conmigo y Adrien. Yo más que el rubio.
Contario a Adrien quien con una sonrisa gatuna nos deleitaba con su nueva apariencia. Su saco y pantalón negro había desaparecido y en su lugar vestía el traje de tela ceñida, botas del mismo color y puntas plateadas, y el cascabel que tomaba el lugar en donde antes se encontraba su corbata escarlata. Sus mechones dorados caían salvajemente sobre sus ojos y en su mano balanceaba la vara que no había visto desde hace mucho.
— ¿Qué decía la nota? —inquirí girando con nerviosismo uno de los anillos que había vuelto a su forma original.
— ¿No la leíste?
—En mi defensa, no tengo mi miraculous con el que puedo leer y entender cualquier cosa que salga de sus bocas, lástima que retener el francés no es tan sencillo como parece. Aunque si mal no me equivoco decía algo sobre nuestro Jerusalén. ¿Tienes idea de qué significa eso?
Ladybug miró los orbes verdes de Chat noir, esperando que él tuviera la respuesta al intrigante acertijo que en lugar de ser entregado en bandeja de plata como decía el dicho, había sido clavado en el patio del colegio.
—Tanto como sé que los gatos odian el agua. Vamos al Sena.
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Hola, chicos! He regresado, viernes capítulo y tras eso temprano. Como ven las cosas se están complicando en París, sin contar que mañana ya se estrena la tercera temporada. Me disculpo de antemano por no dejarles un video de la canción como siempre lo hago cuando pongo una de las mías en la historia, pero estuve un poco mal de la garganta. Ahora ¿Dónde se metió Nathaniel? ¿Lila es peligrosa con un miraculous? ¿Qué puede hacer Piper con unas espadas sai que apenas logra controlar? ¿Le Paon a declarado la guerra?
Para aquellos que no sepan, sí una vez que termine la historia la voy a editar, cambiando algunos nombres por los canon, como Mayura o el de la mamá de Luka que ahora no recuerdo.
Me despido hasta el próximo viernes, espero que le haya gustado el capítulo y me voy corriendo a ver Lucifer (la serie está buenísima y muy dolorosa).
Nos vemos en el 90,
Un abrazo enorme,
Los amo un montón,
Chao, The Writer ;D
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