Capítulo 83
Su rostro estaba cubierto con la misma máscara que había diseñado para él. Sus ojos turquesas eran casi iguales a los míos, la única diferencia era que los suyos irradiaban sed de venganza, una emoción que esperaba y no estuvieran presentes en los míos.
Parecía un adicto con delirio de poder y fuerza, hambre de guerra y justica pero no en una buena forma. No era nadie en comparación al ideal de héroe en el que había pensado cuando lo dibujé por primera vez.
En resumen, no reconocía la figura que se alzaba frente a mí.
— ¿Qué te ocurre? Pareces... perdido —siseó en mi oído, caminando de regreso a la nada.
— ¿Qué quieres de mí? —pregunté desviando el tema. Seguí sus pasos.
— ¿Por qué pensaste que serías tan importante como para querer algo de ti?
—Por algo estoy aquí y dudo que sea para una insignificante conversación.
—Tienes razón, pero no te creas el necesario. Nadie es indispensable.
—Auch... decirte eso a ti mismo debe doler.
—Escúchame, Nathaniel. Yo no soy tú —sentenció deteniendo su caminata—, y aún menos, tú eres yo. Que eso te quede claro.
Continuó caminando y mis pies siguieron los suyos. Durante unos largos minutos, nadie dijo nada, ni un suspiro, ni una mirada, nada, el silencio reinó por sobre nosotros.
— ¿A dónde vamos? —cuestioné una vez que se detuvo en seco.
—Tú me estás siguiendo, genio.
Demoilustrador se sentó al borde de un abismo, que era hasta donde habíamos caminado —o lo había seguido—, y con unas palmaditas a la superficie, me invitó a acompañarlo en su vista a la nada.
— ¿Qué quieres?
—Un trato.
—De ninguna manera —negué al instante.
—Está bien, entonces un contrato con una pizca de chantaje. Al final los dos queremos lo mismo.
—Lo dudo mucho —suspiré y por el rabillo del ojo vi una especie de mueca en el rostro de Demoilustrador.
—Proteger a Piper —dijo haciendo que el peso del cielo colapsara sobre mis hombros.
Al contrario de Atlas, yo no tenía la fuerza de un Titán para soportarlo.
—Digamos... digamos que confío en ti —expuse balaceando mis pies en la bruma que se comenzaba a espesar bajo nosotros—. ¿Qué ganarías tú con eso?
—Nada —musitó—, lo mismo que tú ganarías si continúas apartándola de tu lado, presentándola en bandeja de plata a Couffaine.
Una risa entrecortada escapó de mis labios al notar lo similar que su deducción había resultado a la mía. Después de todo no éramos tan diferentes.
—Si... si acepto el "contrato" —dibujé comillas en el aire—, me prometes que no lastimarás a Piper —dije más como si le preguntara la condición y extendí mi mano para cerrar el pacto.
—Como las cosas están ahora, no haría demasiada diferencia si interviniera o no —levantó los hombros con indiferencia y juntó nuestras manos.
La sensación de miles de pequeñas agujas se clavándose una tras otra en mi piel fue lo único que me mantuvo anclado a la extraña realidad en la que estaba atrapado, o al menos eso pensé hasta que me vi a mí mismo colgando del borde del abismo, con sólo la fuerza de la mano púrpura de Demoilustrador para soportar mi peso bajo la negrura que tomaba más consistencia y territorio conforme los segundos pasaban.
—Te prometo dejarle un recuerdo inolvidable —garantizó como sus últimas palabras y me soltó.
.
.
Luego de unos minutos en que la tensión no había hecho nada más que crecer, llegamos al hotel. Cuando el motor dejó de crujir, Luka bajó del auto y abrió la puerta trasera para sacar al pelirrojo, que yacía inconsciente, y llevarlo a mi habitación, o en su caso lanzarlo como muñeco de trapo sobre el sofá de la sala.
Una vez dentro, intenté lo más que pude ignorar la obvia incomodidad de Luka y su necesidad por hablar, pero esa acción sólo logró poner la espada más cerca de la pared.
Por otra parte, Nath no se veía dispuesto ni en condición de despertar en un largo tiempo, y no lo iba a negar, pero tenía miedo y la leve sospecha de que el golpe que le había dado, lo había dejado mucho peor que sólo inconsciente.
Decidí preparar unos paños húmedos para colocárselos sobre la frente en un vano intento por disminuir el inexplicable aumento de temperatura que empezó a experimentar cuando Luka lo dejó en el sofá.
Durante unos minutos Luka no se dignó en pronunciar ni una sola oración que no incluyera: sí, no y tal vez. Por lo que pensé que "tal vez" debíamos hablar, pero por más extraño que pareciera no fui yo quién inició esa conversación.
—Lo lamento —dijo con un hilo de voz sin levantar la mirada de sus agujetas que de un momento a otro se habían convertido en lo más interesante de la habitación—. No... no debí.
—No lo sientas. Yo tengo toda la culpa en este embrollo —solté sin medir lo que aquella frase podía provocar.
Pasé nuevamente la toalla húmeda sobre la frente de Nath.
A pesar de que Luka se encontraba sentado al otro extremo de la habitación, estaba segura que el sollozo que recorrió la habitación era de él, y aunque su mirada se encontraba en las profundidades del mar, reconocí algunas lágrimas deslizándose por sus mejillas.
—Yo...
Intenté hablar y brindarle una cálida sonrisa que le diera a entender que todo estaría bien, luego de pensarlo unos segundos concluí que quizá no era lo más adecuado. Trixx tendría una mejor forma para sobrellevar la situación, Trixx sería capaz de dar un consejo que en realidad funcionara...
Trixx.
En ese momento las imágenes de mi anterior batalla pasaron frente a mis ojos, una detrás de otra, recordándome los errores que cometí y los que pude evitar, al mismo tiempo que pude explicar como era perder la gravedad por unos segundos. La sangre descendió a mis pies y mis manos se tornaron blancas seguramente de la misma forma en que mi rostro se encontraba.
Cubrí mi boca con mi mano, escondiendo de Luka la reacción que mis recuerdos habían provocado. Aquello no funcionó demasiado, Luka me conocía más de lo que quería aceptar.
Él pareció notar el drástico cambio en el ambiente. Me miró con sus gélidos ojos y se levantó desde donde estaba, tomando de mis manos la toalla que se había quedado descansando sobre la frente de Nath.
—¿Por qué estabas sola y herida, en medio de la noche?
Con la mano aún sobre mi boca farfullé—: Tiene a Trixx. Tiene a Trixx. ¡Tiene a Trixx! —repetí su nombre cada vez con más fuerza y velocidad.
Las lágrimas no tardaron en aparecer.
—¡Ella tiene a Trixx! ¡La tiene! ¡Soy una incompetente! ¡Una estúpida! ¡Estaba segura que no merecía el miraculous! ¡Lo estaba! ¡Lo estaba! —grité sin controlarme y dejé que la desesperación me dominara. La bomba había explotado.
—Volps... Volps. Piper, cálmate. Piper. ¡Piper! —me agarró de los brazos en un vano intento por restaurar mis sentidos.
Asentí deliberadas veces, aunque en realidad no entendía ni la mitad de las palabras de calma que salían de su boca, que eran reemplazadas por un zumbido constante que rebotaba en mis oídos y mi voz elevada unas octavas más de lo normal.
—¡¿Cómo pude ser tan TONTA para caer en su trampa?! ¡Ni siquiera sé que hago aquí! ¡Tiene a Trixx y no puedo hacer nada! —sostuve mi cabeza entre mis manos— ¡¿Entiendes que no puedo hacer nada?! ¡Nada! ¡No puedo hacer nada para salvarla! ¡No puedo hacer nada para evitar que el Armagedón se suelte mañana! ¡No pue...! —mis gritos fueron silenciados por una suave y dulce textura de unos labios posándose contra los míos.
Abrí los ojos en desconcierto al sentir el toque de su mano ascender por mi cuello y respiré agitada una vez que él se separó y dejó a la intemperie sus reflejos azules que estaban dilatados.
—Eso... eso no fue apropiado —tartamudeé señalando la sonrisa socarrona que se empezaba a dibujar en su engreída cara—. Eso... eso... ¡Luka deja de reírte! —vociferé nuevamente.
—Si no guardas silencio y te calmas, me veré obligado a hacer "eso" de nuevo y dudo que a tu "amigo" le agrade el hecho de encontrarte besándome —susurró demasiado cerca, depositando un corto beso en la punta de mi nariz.
—Yo no te besé —fue lo único que pude decir en el rango de coherencia, antes de verlo alejarse y hacer de buen samaritano colocando una nueva ronda de toallas en la frente de Nath.
—¿Te emboscaron, no? —preguntó exprimiendo la tela en el cuenco, ignorando mi reacción.
—Volpina, Le paon y... —señalé el cuerpo que restaba en el sillón— Demoilustrador.
—Este no parece querer despertar en un largo rato. ¿Algo que haya favorecido a esa condición?
—Puede ser, o no, que lo haya noqueado.
—Auch. No me imagino cuanto debe doler un golpe tuyo —bromeó quitándole un poco de tensión al ambiente.
—En serio, Luka. Necesito a Trixx. Ando preocupada y... —Luka levantó una de sus cejas respondiendo mis dudas.
—La recuperarás. Estoy seguro —afirmó mientras yo me volvía a sentar a un lado de Nath y pasaba mis dedos por sus mechones rojos.
Unos segundos de silencio bastaron para que mi respiración regresara a su normalidad. En eso, mi celular vibró, alertándome de una llamada entrante. Me acerqué a la mesa y leí el remitente, apresurándome a contestar.
—¡Piper! ¿Qué ocurre? —cuestionó del otro lado de la línea.
Se escuchaba agitado, tal vez venía corriendo.
—Adrien... —susurré avisándole a Luka quien era el remitente, al mismo tiempo que el limpiaba la suciedad y los rayones del cuerpo de Nath— es mejor que te lo cuente mañana.
—¿Segura? —preguntó, permitiéndome escuchar un rebote en su extremo de la llamada—. Estoy en la ronda nocturna, tal vez podría ayudar o tal vez tú podrías hacerlo —rio.
—Te dejo la diversión para ti. Nos vemos mañana donde el Maestro Fu.
—¿Te dejo la diversión para ti? —gesticuló imitando mi expresión.
Respiré aguantando las ganas de estallar en una sonora carcajada.
—¿Estás segura? ¿Piper? ¿Piper? —repitió Chat noir al notar que no le prestaba atención.
—¿Sí? ¿Mande?
—¿Piper estás con alguien?
—No —respondí con rapidez y colgué.
Fue ahí que sentí el verdadero dolor y cansancio que toda la adrenalina había estado bloqueando. Me dejé caer en el mueble frente al de Nath.
—Puedes dormir en tu habitación. No me iré a ningún lado.
—¿Y correr el riesgo de que ustedes dos se maten? Paso —reí buscando una posición más adecuada para pasar la noche.
—Siendo así... ¿puedo dormir ahí?
—¿Estás mal de la cabeza? No —negué y señalé el estante a un lado de la nevera—. Ahí abajo hay un saco de dormir, es lo máximo que puedo ofrecerte.
—¿Y qué te parece otro...? —esquivó uno de mis ataques con zapatos voladores al deducir como terminaría esa pregunta.
—Duerme, Couffaine —ordené recostándome en el mueble y cerrando los ojos.
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Sorpresa!!!! Voy a dejar esto por aquí y me iré lentamente. Eso sí ¿dónde piensan que está Nathaniel? ¿Luka dormirá en el sofá? ¿Qué rayos le dirá el Maestro Fu a Piper cuando se entere? (Si se entera jajaja)
Mañana es el juramento a la bandera en mi país por lo que como fui abanderada el año pasado tengo que volver a ponerme el uniforme e ir a entregar la bandera (ja genial...). Esa es una de las razones por las que les traigo el capítulo hasta hoy.
La otra la tendrán que adivinar a cambio de un spoiler: ¿Dónde pasé el capítulo? Y para que vean que soy buena les daré opciones.
A. En el hospital.
B. En el colegio.
C. En la peluquería.
D. Ninguna de las anteriores (comenta el lugar muajajaja).
Sin más que decir me despido y les deseo dulces sueños.
Los amo,
Nos leemos en el 84,
Un abrazo enorme,
Chao, The Writer ;D
P.D.: ¡¿Vieron Sandboy?! Lo amé.
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