Capítulo 76
Luka le dio unas palmaditas al suelo invitándome a acompañarlo. Acepté sin pensarlo, y con una sonrisa depositada en mis labios, deslicé mis botas hasta él.
Lentamente me senté y aguardé a que mi compañero moviera sus dedos atrapando las cuerdas del instrumento en una tarea de crear la melodía en la que estaba trabajando. Pero antes de arrancar el espectáculo, decidió explicarme el motivo por el que una guitarra reposaba en su regazo.
—Adrien me pidió un favor —explicó pasando sus dedos por las notas—, me dijo que lo ayudara.
— ¿Y la guitarra tiene algo que ver con esto? —pregunté incrédula.
¿Adrien pidiéndole un favor a Luka? No tardó mucho para que la risa inminente, que tenía como prisionera de mis labios, estallara, provocando una pequeña réplica en el azabache.
—Sí —rio levantando sus cejas como si fuera obvio—, pero te advierto, acostumbro a tocar guitarra eléctrica, no acústica.
— ¿No es lo mismo?
—Para alguien que toca la flauta, tal vez —bromeó y comenzó a afinar el instrumento.
—Oye, tampoco es para tanto, sé diferenciar entre un clarinete y una flauta.
—Quizás, aunque tal vez por eso tienen nombres diferentes.
—La rosa no dejará de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo —cité a Shakespeare y me fijé en sus pupilas. Desde que había confirmado que eran lentes de contacto ese brillo imaginario ya no existía y en parte tenía razón, sólo era una fachada, una ilusión.
—Romeo y Julieta —respondió entendiendo la referencia, a la vez que me dedicaba una sonrisa ladeada y terminaba de afinar su guitarra.
— ¿Por qué no te quitas los...? —señalé sus ojos con mi índice y medio—. Ya sabes.
—Es de noche —rasgó las cuerdas provocando que un par de ardillas terrestres corrieran por mi espalda— y no se ve nada.
—Creo que se te vería mejor sin ellos.
—Si intentas sacármelos, te demandaré por infectarme el ojo —mencionó defendiéndose.
—Está bien —acepté rindiéndome, pero el tema no quedaría ahí así que antes de caer en el arrepentimiento, le pregunté—: ¿de qué color son?
—Azul hielo.
—Frío como tu corazón —bromeé moviendo mis dedos al son de una mueca espectral que se poseyó de mi rostro.
— ¡Mi corazón no es frío! —se quejó torturando el Mi sostenido— Sólo soy reservado.
—Bien, dejémoslo ahí que sino nunca me mostrarás que tienes en común con Adrien y una guitarra.
—Más de lo que te imaginas —manifestó acomodando sus piernas para que quedaran cruzadas.
—Ajá —musité sin creérmelo.
—Él quiere dedicarle una canción a Marinette...
— ¿Otra? —intervine confundiendo al chico.
—Vaya —dijo desganado—, si ya es la segunda vez. Nope, nunca tuve oportunidad. Adrien la ama con locura —expuso llevándose la mano al cuello, sobando este, al evaluar las probabilidades nulas que tenía con la azabache.
—Te lo dije, ¿pero para qué necesita tu ayuda?
— ¿Quién lo ayudó con el instrumental la primera vez?
Dudé en decírselo, ya que eso implicaba entregarle una pista en bandeja de plata para que Luka descubriera la identidad del rubio. No, definitivamente no llevaría a más personas a este lado de la historia.
—Un amigo —mentí, pero sólo un poco. Aunque hasta yo me sorprendí lo convincente que me escuché, especialmente porque no pestañé al decirlo.
—Pues esta vez necesitó de alguien experto en la materia, duh. Con tal que me dio parte de la letra, y de tanto practicarla y sacar notas ya hasta me la aprendí y... —volvió a colocar sus dedos sobre las cuerdas— quería saber qué te parecía.
—Bien —respondí con sinceridad y me acomodé lista para escucharlo—. Sorpréndeme.
En el instante en que el eco de mi voz desapareció, uno nuevo intervino provocado por las cuerdas de su guitarra que reproducía unas notas lentas como la brisa que corría en esta noche, movió sus dedos una vez más y abrió sus labios para emitir los primeros versos.
—Yo sé que tú y yo nos conocemos —cantó sorprendiéndome ya que, de hecho, llegó perfectamente al tono en que se había proyectado—. Yo sé que nuestro amor no es pasajero. Yo sé que tú y yo somos extraños —continuó deslizando sus yemas por sobre el nylon flexible que mantenía en tensión, presionándolas y formando acordes—, y en cada camino nos esquivamos.
Terminó levantando su mirada, se podía ver su sonrisa reflejada en sus ojos y no pude evitar mostrar una igual. Este era el Luka oculto bajo el plástico.
— ¿Entonces qué te pareció? —preguntó colocando la guitarra a un lado.
Levanté mis cejas aún embelesada por su melodiosa voz y la facilidad con la que había llegado a las notas. Pero al ver su rostro expectante, no lo torturé más e intenté expresarle lo genial que había sido.
—Wow, ¿eso lo escribió Adrien o tú?
—Adrien. Todavía me falta sacar mi parte.
— ¿Tú parte? ¿Por eso no continuaste? —estiré mi brazo y lo golpeé en el suyo— ¡Hubieras improvisado!
—No, quiero hacerlo bien esta vez —respondió sobándose el extremo en que había recibido el golpe.
—No discuto esa decisión —reí levantándome.
—Creo que ya te tienes que ir.
—Sí, yo también. Es tarde y mañana tengo que entregar el trabajo de mitología de la Srta. Bustier, "Ares y Afrodita" —dramaticé extendiendo mi mano e imaginando una gran cartelera en Broadway con sus nombres, continué—: ¿Cuáles te tocó?
—Volps... —dijo como si fuera obvio y sus ojos de cachorro me devolvieron a la realidad—, recuerda que ya no estoy en tu curso.
—Cierto, culpa mía —afirmé haciendo nuevamente el recorrido hacia la barandilla.
—Pero eso no quiere decir que no esté ocupado —e intentando liquidar a la tensión, se lanzó a preguntar—: ¿Sabías que nos mudaremos?
— ¿En serio? ¿A dónde?
—Si te lo digo creerás que mi mamá está loca —explicó levantándose.
—No más que yo.
—A un barco —farfulló lo suficientemente alto como para entenderle las tres palabras.
Créanme cuando les digo que lo intenté con todas mis fuerzas, pero era tanta la locura que me fue imposible aguantarme y disimular la carcajada, que escapó de mis labios, una vez que procesé sus palabras.
— ¡Lo siento! —exclamé tapando mi boca con mis manos lo más rápido posible.
En ese instante lo único que deseaba era que la tierra me tragara y me botara al otro lado del país, no podía estar más avergonzada.
—Sabía que te reirías —confesó rascando su nuca mientras caminaba al barandal—, pero es la verdad. Papá va a hacer un viaje de negocios, a un congreso o algo parecido y ella le dijo que sólo lo dejaría irse si le cumplía un deseo. Y qué crees, barco a la orden.
—Al menos será más fácil mudarte la próxima vez. Sólo tienes que gritar: ¡eleven anclas!
—Si lo ves así, no hay forma que me moleste contigo —manifestó, empujándome hacia un lado al apoyar sus brazos en el barandal—. ¿Puedes creer que los tabloides piensan que estamos saliendo?
— ¿Tú y yo? Espera... ¿Lees esas revistas? —reí con ganas y sin arrepentirme.
Imaginarme a Luka en esas tiendas, cuchicheando como esas comadres y criticando a Zac Efron por no ir con Zendaya, era una imagen que nunca se borraría de mi cerebro.
—Ahora sí nunca te volveré a ver igual.
—No, yo no. Pero... Rose sí —se defendió pero nada arrancaría la imagen mental, ninguno de sus vanos intentos lo lograrían.
—Ella nunca me dijo eso.
—Pasa más tiempo en mi casa que en el colegio, es lógico que lo supiera antes —justificó sin mirarme a la cara.
— ¿Y tú que piensas al respeto?
Fue ahí que pude ver el dolor plasmado en su rostro como una sombra del pasado que lo venía persiguiendo, pero de la que ya tenía experiencia sobrellevando y soportando, me sentí mal por él e intenté imaginarme una vida así, sin poder ser quien en realidad deseaba ser, inventar una carcasa para que el mundo se tragara el cuento, aunque por dentro te estuvieras muriendo.
—Pienso... que apresuramos demasiado las cosas, que quizás y corrígeme si me equivoco, deberíamos ser sólo amigos —suspiró soltando todo el oxígeno extra que había almacenado en sus pulmones para decir aquello, y llevándose la mano al mentón, añadió con rapidez para ocultar lo duro que había sido—, por el momento.
— ¿Amigos que se besaron? —pregunté intentando creer en la posibilidad.
— ¿Toda buena relación empieza así, no? —levantó sus cejas, pero sus ojos no brillaban—. A menos que quieras algo más —bromeó como sospechaba y era su mecanismo de defensa y en complemento hizo que sus dedos caminaran en la carretera de mi hombro.
—Si te soy sincera —bufé. No quería herirlo, pero tampoco quería complicarme la vida en la búsqueda infinita de la reina de corazones si un as valía lo mismo— no tengo ni la más mínima idea de lo que quiero. Es difícil centrarse en un asunto cuando los problemas se reproducen como conejos.
—Soy Luka Couffaine, toco la guitarra y vivo en un barco. No soy perfecto y tampoco pido serlo. Y entiendo, este mundo puede llegar a ser confuso, para mí lo es y no sé por qué le cuento todo esto si señorita yo no la conozco.
Reí, recordando que Nath había hecho algo parecido, hasta en eso me confundían. A pesar de eso, le seguí el juego y extendí mi mano.
—Soy Volpina...
—No, eso no. La verdadera tú.
—Me llamo Piper Smith, tengo una madre y una hermana que viví... —Luka me miró como si me impulsara a creer en un perfecto futuro y me corregí— que viven conmigo, un padre y un hermano que están en... asuntos. Puedo llegar a confiar y desconfiar de una persona en extremo, a veces me confundo con facilidad, otras veces deduzco muy rápido. Y tengo miedo de defraudar a la gente cuando soy Volpina —me regaló una sonrisa de lado y estrechó su mano con la mía.
—Esa es la Piper que levanté la primera vez que nos vimos —susurró abrazándome.
—Estás loco.
—Las mejores personas lo están.
—Entendí la referencia.
— ¿En dónde estábamos hace unos minutos?
—Mmm... déjame pensar —dije haciéndolo girar sobre sus pies.
Quedamos frente a frente y aprovechó para tomarme de la cintura, balanceándonos juntos de un lado a otro creando una especie de baile que no tenía melodía alguna. Dos bailes en una noche, nuevo record, Piper.
—Oh, ya recordé. Estábamos en que me iba a al hotel porque mañana debía entregar un trabajo.
—Cierto... aunque no me importaría permanecer bailando aquí, contigo.
—Sólo aprovechas que estoy aquí y que Lila irá contigo al baile —sonreí recostada en su hombro.
Al escuchar su nombre el vaivén se detuvo, igual que cuando el Titanic chocó contra el iceberg, el ambiente se tornó frío y él susurró en mi oído.
—Mejor vete, no me gusta como se está poniendo la noche.
Yo sabía que no era la noche, sino el miedo que sentía en su interior y se negaba a expresarlo, pero para dejarlo tranquilo me separé de él y como última advertencia le dije:
—La próxima vez que te vea quiero que sea sin esas cosas.
—Entendido, capitana —afirmó y besó mi mejilla despidiéndose indefinidamente de mí.
Entonces y antes de que la tibia sensación desapareciera de mi pómulo, salté hacia la calle y sin mirar atrás me bañé de la noche parisina.
.
Era otro día y el ruido inusual del despertador era el que me recibía. Recordaba haber puesto una de mis canciones favoritas en el vano intento de despertar con el mejor ánimo, aunque eso sólo había complicado las cosas, al hacer que después de unos meses terminara odiando la melodía.
Por lo que al escuchar las primeras notas de este, estiré mi mano para aniquilar el sonido de la raíz, lástima que el esfuerzo no funcionó y tuve que desarroparme y levantarme de la cama.
— ¿Por qué eres así conmigo? —le reclamé al celular bostezando en el proceso, ese que se esfumó al instante en que mis ojos chocaron con la hora— ¡Cinco minutos! No. No. No. No. ¡Trixx!
Como alma que lleva el diablo me alisté para ir al colegio. Pantalones, camisa, zapatos, abrigo, mochila y Trixx, en menos de tres minutos ya estaba en el living del hotel a punto de salir corriendo hacia el colegio y lo hice. Corrí lo más rápido que pude, ignorando las miradas curiosas de las personas por las ojeras que seguramente me hacían parecer como una calavera de una tienda de disfraces. Ya había descuidado el estudio lo suficiente como para tener un cargo de conciencia constante que me visitaba todas las noches. No podía lanzar todo por la borda y menos por ser Volpina.
Una gota de sudor resbaló por mi rostro al alcanzar las escaleras del edificio. Sí, justo hoy se dignaba a salir el sol, de la misma forma que a la cabellera roja que me saludó.
—Dime que tienes el trabajo —dijimos al unísono.
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Hola, chicos! Como les dije ayer, disculpen por no actualizar pero estaba agotada. Bien, qué les pareció el capítulo. ¿Luka evoluciona como un pokemón? ¿Piper hace bien al pensar lo que ocurre con estos dos? ¿Tienen el trabajo? Esta semana ha sido un poco dura y la siguiente también, pero espero que todavía les esté gustando la historia.
Los amo demasiado,
Nos leemos en el 77,
Un abrazo enorme,
Chao, The Writer ;D
P.D: mañana se estrena la segunda temporada!!! ¿Quién más está emocionado?
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