Capítulo 37
La sorpresa está arriba. Ustedes deciden si escucharla ahora o cuando terminen de leer el capítulo. Que la disfruten ;D
P.D.: son los dos videos (parte uno y dos)
_________________________________________________________________________
Al día siguiente no se imaginan los malabares que tuve que hacer para convencer a la Srta. Marinette de venir conmigo.
—¡Vamos! Hacemos los deberes y luego podemos dar una ronda por la ciudad —expliqué mientras la perseguía.
—No, tengo que ayudar a mis padres —respondió neutral.
—Por favor, sabes que no entiendo lenguaje —supliqué. Un poco más y me arrodillaba en media calle.
—No, Piper. Entiende.
—No, tú entiende. Ya verás donde repruebe será tu culpa —me giré "ofendida" y comencé a contar, al mismo tiempo que caminaba, por alguna razón, de vuelta al colegio.
"Uno, dos, tres, cuatro y... cinco" pensé.
—¡Está bien! Tú ganas pero hay que avisarles a mis padres.
—¡Claro! —respondí volviendo a su lado de lo más normal.
¿Por qué Broadway no me contrataba?
Entre idea e idea llegamos hasta su casa. Igual, como han de saber no estaba muy lejos que digamos.
—¡Mamá! ¡Papá! ¡Ya llegué! —anunció la azabache.
Apenas ingresé a la panadería el olor de dulce invadió mis fosas nasales. Sentía que el olor podía derretirse en mi boca, degustando mis papilas y derritiendo mi cordura. ¿Cómo podían vivir aquí sin sentir deseos de devorarse todo?
—¿Cariño, cómo te fue? —preguntó amablemente la Sra. Cheng notando mi presencia en el acto—. Ah, hola Piper.
—¡Hola! —saludé con cortesía.
—¿Quieres que te sirva algo?
—No, gracias. Sólo veníamos de pasada —aclaré acomodando mi mochila.
—¿Ah? ¿Cómo es eso, Marinette? —replicó interesada.
No se la veía para nada enojada. Al contrario, podía jurar que se divertía cada vez que Marinette daba una explicación.
—Es que... Piper no entiende unas clases y veníamos aquí a decirte que si es posible que vaya a su casa para explicarle —dijo como alma que lleva el viento. Aunque parecía que la Sra. Cheng ya estaba acostumbrada.
—Claro —aceptó más rápido de lo que creía.
—Bueno... entonces, creo que nos vamos —sentencié alargando las palabras y llevándome a Marinette al instante—. ¡Se le agradece Sra. Cheng! —grité ya fuera de la tienda.
—¡No hay de que, Piper!
Nuestros pasos resonaban por las calles de París, necesitaba pensar en cómo iba a llevar a Marinette directo a un tejado.
—Bueno, ya llegamos. Bienvenida a mi... ¿humilde hogar? —presenté.
No se encontraba nadie en casa, lo que facilitaba el trabajo. Marinette ingresó cuidadosamente evitando tocar algo —al menos aceptaba su torpeza—. Finalmente nos sentamos en la mesa mientras ordenaba algo de comida.
—¿Puedes abrir? Creo que es el servicio a la habitación —pedí continuando con los ejercicios de conjugación.
Por más que tuviera la capacidad de entender todos los idiomas, deseaba aprender francés realmente y a simple vista los verbos no eran mi fuerte.
—Está bien.
Una vez que ya teníamos comida todo pasó más rápido. Tanto que sin darnos cuenta eran las seis de la tarde y ni siquiera me había dignado en proponerle lo de la ronda.
—Espero que hayas entendido —bufó Marinette claramente agotada. Mi cerebro estaba igual.
—Te prometo que sí.
—Ya es muy tarde. Debería irme —propuso levantándose y recogiendo sus cosas. Todos mis sentidos se pusieron alerta.
—¿A qué hora era lo de Chat? —balbuceé pensando en voz alta.
—¿Qué dijiste? —reclamó mirándome fijamente.
—Que una ronda no vendía mal —expliqué con rapidez antes de que se diera cuenta de mi mentira.
—¿Por qué actúas tan raro? —cuestionó sin apartar su vista de mí.
—¿Yo? Para nada.
—Piper... —intervino Tikki.
—En serio, yo estoy lo más normal que podría estar.
—Bien, te creo —cedió frustrada.
Nos transformamos y Marinette aún con duda me siguió. Saltamos por los tejados. Ella revisando que no hubiera ningún maleante por la zona y yo buscando un lugar lindo. La tensión debía de bajar.
—No parece haber nada... —dijo Ladybug.
—Correcto, la ciudad parece tranquila, extraño.
El panorama era hermoso y eso era muy bueno, inclusive con la noche cayendo sobre nosotras. Por algo se decía que París era la ciudad de las luces.
De un momento a otro la Torre Eiffel se iluminó solemnemente y Ladybug anonadada no pudo hacer más que sentarse a contemplar esa venus.
Deberían de ser las siete de la noche más o menos, entonces la tonada comenzó. Intenté tocar algo suave pero bello, algo que plasmara mi amor hacia ellos dos, la melodía reflejaba mis sentimientos, hasta los de traición.
La música comenzó a decaer y mis ojos se cristalizaban.
Nath...
—¿Ocurre algo? ¿Estás bien? —inquirió preocupada. ¡No! Tenía que esperar ¿Dónde estaba ese gato cuando lo necesitaba?
—Sí, descansa un poco. Pareces estresada —señalé volviendo a posicionar la flauta en mis labios.
—¿Y la música? ¿Por qué?
—La música siempre ayuda, es un elemento importante —fue mi única respuesta y continué tocando.
Los minutos pasaban y no había rastro de Chat, temía que algo le hubiera pasado. A pesar de todo continué, me correspondía cumplir mi promesa y llegar hasta el final.
En eso y sin previo aviso unos pasos se escucharon, unos pasos tranquilos y continuos.
"Sigue, no pares" pensé.
—Mi lady —saludó y se acercó lentamente.
—¿Chat? —volteó como si de una película se tratara.
—No sé ni cómo iniciar con esto —respiró profundo y la tomó de la mano, levantándola con cuidado—. Sé quién eres —susurró.
—¿Co... cómo que sabes quién soy? —tartamudeó, podía ver como sus manos temblaban al contacto. Aunque, indiscutiblemente, yo estaba más preocupada y nerviosa.
—Sé quién eres —repitió—. Eres una persona increíble, amable, valiente, inteligente y hermosa. La persona que se encuentra debajo del antifaz, poco importa si ella continúa poseyendo esas cualidades. Cualidades que te hacen ser tu misma, cualidades que amo.
—No te entiendo —respondió soltando el aire que había retenido un largo tiempo en sus pulmones.
—Tal vez esto ayude —farfulló, sus ojos brillaban llenos de esperanza—. Escucha —murmuró cerca de su oído.
.
.
El París nocturno acompañaba a los amantes, aquellos que se amaban en secreto y sin saberlo. Aquellos que con una mirada se decían todo, se decían nada. Frente a la Torre Eiffel se encontraban y esta iluminaba sus confidencias, sus suspiros y palabras. Entonces el minino dio el primer paso, la primera oración, la primera rima.
—Quiero confesarte tantas cosas de mí —respiró hondo, su melodiosa voz llenaba el ambiente triste y melancólico transformándolo en amor y sinceridad, unas cualidades difíciles de ganar—, algunas son reales otras ni sé cómo decir —cantaba dudando, pensando y tarareando, sumiendo los pensamientos de su amada en un mar de emociones, un mar azul igual que sus ojos—. Detrás de la máscara un chico artificial que debe de comportarse con los demás —describió en una frase a quien odiaba, su otro yo. A quien ella amaba.
—Chat... —interrumpió el hermoso repertorio, ella no tenía claros sus sentimientos, no aún.
—Pero la única verdad que necesito decir, está aquí, está aquí —cantó como si su vida dependiera de ello. Ignorando los reclamos de su lady y haciéndola ceder a su tonada, dirigiendo la mano de ella a su corazón—. Desde el primer momento, el primer aliento, el beso que te di. Desde la mirada, frase o palabra que te dediqué a ti —el ritmo perduraba a pesar de todo, a pesar de nada y en ese momento una melodía de flauta acompañó a la sinfonía, complementándose una a la otra y siendo una sola—. Uno somos, uno unidos. Eso hasta el fin. La luna es testigo de lo que vivimos, mi lady, yo sé que sí —pronunció otorgándole un nuevo significado a la frase, observando a la luciérnaga gigante digna de admirar, aunque esta por más bella que sea no le llegaba a los talones de su amada—. Este sentimiento perdurará para siempre, no importa lo que pase o a quien me encuentre. Juntos sabemos que nadie nos puede derrotar, detrás de la máscara no hay una chica más —prosiguió tocando con sus dedos el borde de la máscara. Intentando conquistar el mundo, su mundo—. Mis sentimientos a flor de piel te digo, cada vez que te miro me hipnotizo, una chica debajo de un valiente disfraz, pero eso no cataloga quien eres de verdad —entre altos y bajos, agudos y graves. Él se convirtió en el cantante y ella, ella seguía siendo su lady. Ma lady—. Te amo y eso es lo que importa. Nuestra historia no termina ahora. Yo siento que es verdadero y creo en ti, por supuesto —las piernas del héroe flaqueaban, el espacio era su parada... no pudo más... su corazón venció sobre sus fuerzas. Sus rodillas tocaron el techo y él tomó su mano—. Desde el primer momento, el primer aliento, el beso que te di. Desde la mirada, frase o palabra que te dediqué a ti —ya no podía más, la culpa lo carcomía y el peso en sus hombros iba en aumento. Había tomado una decisión, una muy descabellada, como lo era el amor—. En cada victoria, en cada derrota, cada logro que cumplí. Por eso ahora te pido: lo siento. No quiero verte sufrir —él era un monigote y ella controlaba su corazón. Estaba a punto de cumplir con su promesa, a vencer su mayor miedo—. Este sentimiento perdurará para siempre, nada nos separará ni aunque lo intente. Un amor tan grande que no tiene final —llenó sus pulmones de oxígeno, desechando todo el temor y nuevamente dejando hablar a su corazón—. Mírame a los ojos con sinceridad —soltó cerrando los párpados y depositando su tesoro en la mano de la más bella—. Mírame a los ojos con sinceridad —repitió en un susurro únicamente audible para él. El héroe sin máscara.
_______________________________________________________________________________
Bien chicos, si han llegado hasta aquí seguramente escucharon ya mis gallos, jajajaja, me faltaron tantas cosas que decir (pinshe celular) pero más o menos todo se resume ahí, los amo demasiado y no me maten, por favor. Sé que subo esto muy tarde para unos, acá van a ser las diez de la noche. Sin más que decir, gracias por todo.
Los quiero,
Un abrazo,
Chao, The Writer ;D
P.D.: no pongo preguntas pero si quieren pregunten lo que sea. Con confianza ;D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro