Capítulo 13
La tan esperada llamada había llegado. Eldrid ya había salido del trabajo y estaba esperándolo en la entrada de la biblioteca.
—¿Por qué te has puesto tan guapo? ¿A dónde vamos? —preguntó Eldrid alzándose de puntillas para besar la mejilla del chico.
—He reservado en un restaurante que he visto no muy lejos de la zona. —informó mientras le abría la puerta del coche gentilmente.
—Pero yo no puedo ir con estas pintas. —se apresuró, mirando su ropa. —¿Podemos pasar antes por casa? No tardaré.
—Pero si estás preciosa. —sonrió una vez se subió al asiento del conductor. —No tienes que preocuparte por la ropa.
—Claro que sí, mírate. —se quejó mientras lo miraba. Una camisa blanca de botones arremangada y un pantalón negro no muy ancho, de traje dejaría encantada a cualquiera. —Prometo no tardar. —cruzó los dedos delante de su cara.
—Está bien. —rió poniendo en marcha el coche.
Una vez que llegaron al destino, Eldrid se apuró en bajar, invitándolo a pasar.
—Puedes ponerte cómodo, ya vuelvo. —avisó con una sonrisa en el salón antes de perderse por el pasillo.
Aless aprovechó a dar un rápido vistazo, todo bien ordenado y había un olor ligeramente dulce, era agradable estar allí. Se sentó en el sofá para esperarla, escuchando de fondo como Eldrid maldecía en voz baja por tropezar al vestirse tan rápido. En la mesita que había al lado del sofá había un cuadro con una foto donde salían dos personas y ella de pequeña. Supuso que eran sus padres. Su madre tenía el mismo cabello que ella, se veían muy delicadas. Su padre se veía un hombre serio pero con un toque de simpatía en sus ojos. Eldrid de pequeña tenía una sonrisita dulce que achinaban ligeramente sus dos ojos azules, algo que enterneció a Aless. Se veían una familia unida y feliz.
—Ya estoy. —avisó volviendo al salón minutos después, ya lista. —Podemos irnos.
—Estás preciosa con lo que te pongas, no me cabe la menor duda. —sonrió levantándose, dejando que ella pasara primero hacia la puerta.
Al llegar al restaurante, los ojos de Eldrid se abrieron como platos, era uno de los restaurantes que no se podía permitir pisar, era bastante caro. Miró a Alessando y este le dedicó una sonrisa antes de extender su brazo para que pasara.
—Aless, pero este sitio es carísimo.
—No te preocupes por eso, solo disfruta de la velada.
—Pero Aless...
—Buenas noches, ¿tenían reserva? —preguntó un hombre cortando las palabras de la chica.
—Sí, una mesa para dos a nombre de Alessandro. —respondió el alto con una mano metida en el bolsillo delantero, viendo al señor mirando el libro que tenía delante.
—Correcto, acompañadme si sois tan amables, por favor.
La mesa ya estaba preparada con los dos platos, cubiertos y ambas copas. El lugar por dentro era precioso. Un ambiente cálido y tranquilo, donde apenas se escuchaban las palabras de las personas allí dentro. Una ligera música de piano podía ser escuchada de fondo, sin apenas molestar.
Para Eldrid aquel lugar era de gente bastante adinerada, lo suponía solamente con ver a la gente que entraba y salía cuando ella pasaba por delante. Gente demasiado sofisticada con un toque de arrogancia que no le agradaba del todo, gente que miraba por encima del hombro al resto de gente que pasaba por su lado como si fueran escoria. Eldrid repudiaba esa actitud, pues esos “sofisticados” acababan siendo los peores.
—¿Te gusta el sitio? —preguntó Aless mirando a la ojiazul, quien observaba cada detalle del restaurante.
—Es precioso, pero no tenías que haberte molestado tanto. —su tono dulce acariciaba el rostro de Alessandro con cada palabra.
—Créeme que no es molestia, nunca viene mal permitirse ciertos lujos. —sonrió antes de ver como les traían las cartas del menú.
Ambos habían pedido vino tinto para la velada, acompañando a los platos exquisitos pero ligeros para el gusto de Eldrid. Entre ellos había conversación de sobra, pues entre risas y anécdotas pasaron la cena.
—Podemos pasear por aquí antes de irnos. —sugirió Eldrid una vez que salieron del restaurante, señalando la calle que seguía recto desde el restaurante. —No quiero irme aún a casa.
Alessandro no lo vio mala idea. La noche no era fría, era perfecta para poder salir sin abrigo, sin prisas, sin molestias. Mientras paseaban y Eldrid le enseñaba algunas cosas a su alrededor, el pelinegro notaba como sus dedos rozaban, pero ninguno tuvo el valor de decir nada. El último roce bastó para que Eldrid bajara la mirada a sus manos y las juntara, entrelazando sus dedos con los del alto. Cuando Aless la miró, pudo notar un ligero rubor en sus mejillas que le pareció encantador. El silencio entre ellos era bastante cómodo, el ambiente era perfecto.
—¿Mañana tienes un día duro de trabajo? —preguntó Alessandro, acariciando con su pulgar los nudillos de Eldrid sin soltarla.
—Toca taller de pintura, mi favorito. —contestó con una sonrisa. —La gente es muy creativa cuando viene, ¿por qué no pasas a verlo?
—No sé dibujar muy bien. —rió de manera tímida. —Siempre he sido más de lectura que de dibujo.
—Es agradable estar allí, verás que te gustará. —insistió mirándolo con entusiasmo. —Me pondré contigo y te ayudaré.
—Bueno, podría intentarlo, la gente que he visto allí parece bastante simpática. —acabó asintiendo, viendo a la bajita mostrar su sonrisa más feliz. —Pero luego iremos al spa, ¿qué te parece?
—Me parece perfecto, creo que solo he ido dos veces en mi vida a un spa. —asintió con su cabeza, haciendo una pequeña mueca seguida de sus palabras. —Me duele un poco el tobillo, estos tacones... —maldijo en un murmuro.
—Siéntate anda, descansa un rato. —rió antes de dirigirse a un banco, poniéndose a su lado.
—Es que son nuevos. —explicó sacándose el tacón y enseñándoselo. —Aún no me acostumbro a esta barbaridad. —suspiró aliviada masajeándose el tobillo.
—¿Mejor? —preguntó con un toque de gracia mientras la miraba.
—Mucho mejor. —sonrió devolviéndole la mirada. —Me ha encantado volver a tenerte aquí Aless, y pasar tiempo contigo.
—No podía simplemente irme y no volver. —sonrió pasando el pelo de Eldrid por detrás de su oreja, el cual cubría ligeramente su ojo. —Era el momento de regresar.
—Pues me alegro de que lo hicieras, eres una sorpresa muy bonita. —rió ligeramente.
Alessandro sentía el impulso de besarla, lo deseaba. Sus miradas se intercambiaban sentimientos; sentimientos mutuos que no quería destrozar.
Eldrid lo miraba tímida pero segura. Sus dedos jugaban entre sí sobre sus piernas mostrando cierto nerviosismo, pero lo necesitaba, así lo sentía. Pasó su mirada por su rostro, analizando sus facciones, era demasiado atractivo. Paró en sus labios. Más nervios. Se sentía inmóvil ante el momento.
Ante la mirada de la pelirroja, Aless alzó la comisura de sus labios enseñando una coqueta sonrisa y se acercó ligeramente a la cara de la chica, quedando a escasos centímetros, buscaba su aprobación. Al ver que esta se quedaba quieta, siguió avanzando, provocando que sus labios se unieran por primera vez. Su mano se posaba en la mejilla de la chica mientras ella dejaba caer con cuidado la suya sobre la pierna de Aless. Fue un beso delicado pero intenso. El primer beso.
Alessandro se apartó lentamente, con su mirada puesta en los labios de Eldrid para luego mirar sus ojos.
—Creo que he estado esperando esto por mucho tiempo. —pensó en voz alta Eldrid, sonrojándose.
Aless carcajeó.
—Lo bueno es que no me llevé ningún golpe. —bromeó humedeciendo sus labios.
—No digas tonterías. —rió esta vez ella, volviendo a ponerse el tacón para levantarse. —Ya estoy mejor.
El pelinegro sonrió antes de repetir su acción, volviendo a coger la mano de Eldrid para emprender el camino al coche, esta vez con una felicidad que no le cabía en el pecho. Ambos se veían bastante contentos. Al llegar a la casa de Eldrid, aparcó para acompañarla hasta la entrada.
—¿Te veré mañana entonces? —preguntó Eldrid con una pequeña sonrisa.
—Allí estaré. —asintió con su cabeza como un niño acatando las órdenes de su madre.
—Sobre las diez puedes ir, a esa hora empieza a llegar la gente.
Esta vez fue ella quien, con un pequeño impulso para ponerse de puntillas, besaba a Aless en los labios, dejando su mano en el pecho de este. Aless correspondió pasando su mano por la cintura de la chica para atraerla hacia sí mismo. Pero este beso fue más largo que el primero, fue un beso donde ambos se decían lo que deseaban llegar a ese momento. Al separarse, Eldrid dejó otro pequeño y fugaz beso sobre sus labios, sonriendo cuando lo miró.
—Espero que vengas bien descansado, te veo mañana. —se despidió con una ilusión como si fuera adolescente.
Aless volvió al coche cuando se cercioró de que Eldrid llegaba bien a su casa, y puso rumbo al hotel, donde nada más llegar llamó a Dante. Hoy estaba feliz, y Dante lo estaba por él. Una vez informado de que todo iba bien en Italia, se cambió para poder tumbarse en aquella cama fría, sin quitarse de la cabeza el suave tacto de los labios de Eldrid.
《Esta vez todo va a salir bien》
Eldrid al llegar a su casa, soltó un grito de emoción no muy alto por la hora que era. No se creía que se habían besado. A pesar de que antes había tenido novio, con Alessandro se sentía una niña en una nube, como si el italiano fuera su lugar seguro. Se quitó los tacones y envió un mensaje a Emilie informándole de que Aless iba a asistir mañana a su taller, y no faltaron las preguntas de la rubia al saber que se habían visto. Después de una larga conversación con su amiga, se preparó para irse a la cama, junto a un suspiro de felicidad antes de cerrar sus ojos.
Hoy no existieron problemas.
≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪
Nota recordatoria:
Si te ha gustado, no olvides dejar tu voto y, si quieres, un comentario también sirve de mucho. ¡Muchas gracias por el apoyo! ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro