Cap. 1 EL SALTO
Antes que la alarma sonara, Clara tubo un sueño, donde ella se encontraba con un vestido blanco, observando el océano.
Luego unos brazos la rodearon con ternura por detrás. Ella sonrió alegremente.
Al voltear vió a un joven, alto y apuesto, quien le acarició la mejilla mientras le decía.
—Siempre serás mi mundo.
En ese momento la alarma sonó, Clara abrió los ojos, y una lágrima de profunda tristeza rodó por su rostro. Se sentó un segundo en la cama, y contempló la fotografía junto a su lámpara de noche.
Se trataba de una foto en la cual estaban ella y su novio Dilan, quien no hace mucho, había fallecido.
Clara aún no se recuperaba del todo. Ella creía que su vida tenía una especie de maldición, ya que todos los que una vez amó fallecieron de alguna forma.
Primero fueron sus padres, a quienes los perdió en un accidente de auto cuando iban camino a visitarla un día que ella estaba enferma.
De esa forma solo quedó Dilan a su lado, quien la llevó a vivir con él luego de lo sucedido. Y por tres años fueron sumamente felices. Dilan fue su apollo incondicional, sanó las heridas que ella tenía, dándole esperanzas de un futuro prometedor.
Y fue en un fatídico día que Dilan salió del trabajo y se detuvo en una tienda para comprar el helado que Clara minutos antes le había pedido por teléfono. Pero al salir de la tienda fue sorprendido por unos ladrones, quienes sin misericordia le dispararon para robarle el auto, dejándolo mal herido en la calle. Cuando la ambulancia llegó ya era demasiado tarde, fue imposible salvarlo.
A partir de ahí Clara solo podía ver oscuridad en la tierra. Ya nada tenía sentido. Vagaba sin rumbo de un lado a otro, incluso varias veces durmió en la calle porque no quería volver al departamento vacío.
La alarma sonaba siempre a las seis en punto de la mañana. Era el horario en que Dilan se levantaba para trabajar, así que Clara jamás la desconectó. Cada vez que la alarma sonaba, ella se levantaba a comenzar de alguna forma su día. El cual consistía en deambular por las calles hasta largas horas de la noche.
Luego de ducharse, se vistió con ropa holgada que cubría por completo su delgado cuerpo.
Su cabello corto y obscuro apenas era peinado por sus dedos.
Ella se detuvo frente a la puerta de entrada y se agachó para ponerse los zapatos deportivos, los cuales estaban junto a muchas cartas de pagos atrasados. Incluso una notificación del dueño del edificio, advirtiendo que la desalojaría si no se ponía al día con los pagos.
Pero Clara no le daba importancia, solo abrió la puerta, bajó por las escaleras y salió del edificio.
A partir de ahí caminó unas calles y entró en una tienda de comestibles. Tomó una botella de agua y un sándwich de uno de los anaqueles. Luego se dirigió a la caja para pagar, pero había tres personas delante de ella.
Mientras esperaba en la fila, prestó atención a las noticias que pasaban en un pequeño televisor que había en el lugar.
En ella hablaban de un joven esquizofrénico que acababa de escapar de un centro psiquiátrico, y los medios daban a conocer la identidad del joven.
Se trataba de Thomas Cópola, un muchacho de veintitrés años que luego de ser llamado un genio prodigio en su universidad, terminó obsesionado con raras y alocadas teorías científicas. Que a la larga terminaron volviéndolo un completo desquiciado, así que por su propia seguridad su familia decidió que permaneciera internado para recibir tratamiento. Eso fue hace varias semanas atrás.
Ahora las autoridades recomendaban tener precaución, ya que era un joven prófugo y sumamente peligroso. Incluso difundieron su fotografía en todas las televisoras para que cualquiera que lo viera llamara a la policía.
Clara miró a detalle la foto del sujeto, quedando plasmados sus rasgos faciales en la mente de ella. Una vez que llegó su turno, pagó los alimentos y salió del lugar.
Caminó un par de calles hasta un parque, dónde se sentó en una banca y comió su sandwich.
Mientras bebía el agua, ella contemplaba a las parejas que caminaban juntas, sonrientes tomadas de las manos.
Clara solo podía bajar la mirada al suelo y presionar con fuerza la botella.
Estuvo ahí sentada por una hora, luego se propuso a caminar varias calles hasta llegar a la estación de tren, en dónde esperó a que llegara.
Una vez arribado el primer tren, ella subió para viajar por un par de horas hasta llegar al final del recorrido.
Su plan era ir al lugar donde habían sepultado a Dilan. Los padres de él vivían en aquella zona, fue por eso que decidieron que su lugar de reposo fuera en el cementerio más cercano para ellos.
Sin embargo, Clara debía hacer ese largo viaje para poder visitar su tumba.
Una vez llegado al final del recorrido, Clara descendió de aquel vagón y caminó por las calles hasta llegar al cementerio local.
Estando por fin en el lugar, cruzó a lado de muchas lápidas hasta llegar a la correcta, dónde yacía descansando Dilan Brahice.
Ella se sentó en el suelo frente a la tumba, recostando su espalda sobre un pequeño árbol que habían plantado en honor al fallecido. Y allí permaneció ella el resto de la tarde.
No le aterraba el cementerio, ahora lo consideraba un lugar cotidiano y familia, ya que allí era donde descansaba su amor.
Cuando comenzó a anochecer y el frío se intensificó, Clara se puso de pie, se acercó a la lápida de Dilan y luego de inclinarse y besarla, dijo.
—Me siento perdida sin tí. Tienes que ayudarme... Por favor, guíame para poder encontrar un nuevo comienzo, tal como lo hiciste antes.
Con tristeza y derramando lágrimas, Clara se cubrió la cabeza con la capucha de su abrigo y emprendió camino devuelta a casa.
Al llegar a la estación, tomó nuevamente el último tren que salía y pasadas las horas llegó a su parada de origen, dónde descendió, notando que ya era muy de noche.
Caminó por las calles, contemplando el esplendor de la gran ciudad, sus luces y el sonido del tráfico.
Estaba cruzando por el parque el cual se encontraba vacío, cuando algo llamó su atención. Unas pequeñas chispas comenzaron a aparecer entre los árboles.
Al principio eran solo algunas, las cuales chispeaban suspendidas en el aire, pero que luego comenzaron a intensificarce.
De pronto eran muchas, luego un gran círculo de luz tomó forma, fue cuando Clara se asustó e intentó salir corriendo. Sin embargo aquel portal empezó a absorberla.
Ella sintió que su cuerpo se elevaba en el aire y una fuerza extraña la empujaba hacia aquella masa de luz.
Apenas puedo dar un grito antes que su cuerpo total entrara en aquel portal.
Luego de que esa cosa la tragara, simplemente se desvaneció sin dejar rastro.
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