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Capítulo 1

Mientras más caminaba, menos sabia en donde estaba parada.

-¡Mamá! ¡Papá! -grité pero nadie contestó- ¿Dónde están? No me dejen, por favor... -sollocé.

Me abracé a mí misma en un mal intento de buscar consuelo, pero solo quería sentarme y llorar. La niebla a mi alrededor no dejaba ver ni mis propios pies, era tan espesa que no vi la raíz del árbol con el que había chocado y terminé cayendo por la bajada que le seguía. Rodé, golpeándome aún más hasta terminar más abajo en esta interminable montaña.

-¡Au! -solté sujetando mi pierna-. D..Duele... Mamá, ayúdame por favor.

Nadie aparecía y estaba comenzando a tener mucho más miedo que antes. Intenté levantarme pero mi pie se sentía horriblemente doloroso cuando pisaba, sollocé más fuerte. Abracé mis rodillas y escondí mi rostro entre estas. Quería a mis padres, pero no podía ni siquiera escuchar nada. ¿Y si aparece un animal salvaje? Tengo miedo...

-Oye...

Me sobresalté al escuchar una voz junto a mí, me arrastré hacia atrás cuando vi a un niño extraño a mi lado, pero al moverme solté otro quejido por el dolor en mi pie y él pareció extrañamente preocupado.

-Espera, no te muevas -se agacha hasta mi altura, como si quisiera acercarse sin que lo viera como una amenaza- ¿Estás bien? ¿Qué te duele?

No respondi al instante por la desconfianza, pero... se veía como alguien amigable.

-El pie... -respondí finalmente y él se acercó un poco más.

Presionó dos dedos alrededor de mi tobillo y yo hice muecas de dolor. Él se alejó un poco y me miró con lástima.

-Puede estar muy herido, debes hacer que te revisen eso, ¿dónde están tus padres?

-Yo... no lo sé -respondí y todo el miedo a que me hayan dejado regresó-. Vinimos aquí y me he perdido, no sé dónde están.

Volví a sollozar y cubrir mi rostro con mis manos. Escuché al chico tratando de calmarme y entonces sentí su mano en mi hombro, no dejé de hacerlo hasta que sentí algo suave cubrirme por completo, al abrir los ojos vi que estaba rodeada por plumas negras y hermosas... tan suaves y cálidas. Levanté la cabeza y él se separó de mí, me quedé mirando asombrada las alas que aquel niño cargaba en su espalda. Tan hermosas que no podía apartar la vista de ellas, jamás había visto a nadie con alas.

-¿Eres un ángel? -pregunté creyendo que así era.

Las únicas personas con alas eran ellos, los ángeles, nunca había visto uno pero mamá siempre le habla de ellos, pero siempre cuenta que sus alas eran blancas por la pureza... ¿por qué entonces las suyas eran negras? El chico niega con la cabeza mientras sonríe con diversión.

-No soy un ángel, soy un cuervo.

-¿Un cuervo? -ladeé la cabeza extrañada y él me imitó.

-Sí, lo soy.

-Genial -sonreí ampliamente.

Crei que era algo normal, era nueva en esta ciudad y nunca había visto a un niño cuervo, quizás hayan muchos por aquí. ¡Que emoción! Miré sus alas con adoración y tentación ya que se sintieron muy suaves... Él parece darse cuenta por lo que extendió una de sus alas hacia mí.

-Puedes tocarla, no me molesta.

-¿En serio? -asiente.

Acerqué mi mano un poco dudosa pero al tener contacto con las plumas mi sonrisa volvió a hacerse más grande. Usé ambas manos para acariciarla pero tratando de no ser tan brusca, no sabía que tan sensibles eran.

-¡Esto es genial! Son muy suaves -comenté-. Nunca vi a nadie con alas, ¿todos las tienen por aquí?

-Todos en esta montaña sí, pero en la ciudad humana no.

-¿Eh? ¿No eres un humano? Pero si te pareces -estaba confundida, pero eso al parecer le causó gracia.

-No soy completamente un humano, te lo dije, soy un cuervo de monte. Vivo con mi clan allí en la cima, los humanos no saben de nosotros y es mejor así.

-¿Por qué?

-Pues no lo sé, me dijeron que nunca me acercara a ellos y menos si llevan armas.

-¿Armas?

-Ahá. Por cierto, no me he presentado. Me llamo Ryder.

-Soy Evett.

Me sonríe luego de decir mi nombre. Quería seguir preguntando y saber más sobre él pero miré a todos lados y recordé que aún no había encontrado a mis padres. Ryder ladea la cabeza al verme desanimada otra vez.

-¿Qué tienes?

-Yo... no sé como encontrar a mis padres, tengo que volver con ellos.

-Puedo ayudarte -me sonríe.

-¿Sí? -asiente en respuesta.

Él se levanta y luego se agacha mientras me da la espalda, supe que quería que me subiera. Dudé un segundo pero lo intenté, me hice espacio entre sus alas, con cuidado de no aplastarlas y él me cargó con facilidad, sujetando mis piernas en sus costados.

-¿Estás bien? -preguntó.

-S..Sí.

-Bien, sujétate fuerte.

Eso hice. Me aferré a él tanto como se me fue posible cuando extendió sus alas y nos elevó por el cielo. Solté un jadeo de la sorpresa al estar volando, pero pronto el miedo se volvió emoción cuando vi todo desde arriba. El paisaje era tan hermoso que no podía contener mi felicidad, sentir el viento frío golpeando mi rostro y sacudiendo mi cabello, me sentía en una película de fantasía.

-Esto es increíble -comenté.

Perdí el equilibrio por un instante y sentí que iba a caer, Ryder no lo permitió y me sujetó mejor.

-Cuidado... Tranquila, Evett, no vas a caer.

-Lo siento.

-No pasa nada. Ahora... ¿recuerdas por dónde has venido?

Empezó a volar por encima del bosque y yo miraba por todos lados tratando de recordar, creí que era un caso perdido hasta que escuché a alguien gritando.

-¡Evett!

Miramos por todos lados.

-¡Hija! ¡¿Dónde estás?!

-Allí -apunté abajo.

Allí estaban mis padres gritando desesperados mi nombre y buscándome por todos lados. Ryder bajó, asegurándose de que no lo vieran por el momento y me dejó en el suelo.

-Lo siento, no se me tiene permitido mostrarme ante los humanos.

-¿Y qué hay de mí? -pregunté.

-Bueno... necesitabas ayuda... -respondió agachando la mirada avergonzado.

Suspiré profundo, aún podía escuchar los gritos de mis padres allí cerca. Ryder me hizo apoyarme en él para caminar un poco más cerca hasta dejarme tras unos arbustos.

-Esto es todo lo que puedo acercarte, lo siento -susurra.

-Está bien, gracias por todo, Ryder.

Me sonríe y se va a esconderse en los árboles. Yo suspiré y me apoyé de lo que fuera para salir de entre los arbustos.

-¡Evett! -sigue llamando mi madre.

-Mamá -la llamé haciendo que se volteara rápido junto a mi padre-. Papá...

-¡Evett!

Ambos corren hacia mí y me abrazan con desesperación y alivio de volver a verme. Me escondí en el pecho de mi madre mientras sollozaba porque también me sentía aliviada de volver a verla.

-Dios mío, hija... nos has asustado tanto. ¿En donde te habías metido? -pregunta mamá quitándose las lágrimas.

-Lo siento, cuando nos rodeó la niebla me perdí... no sabía dónde estaba o como volver. Tenía miedo...

-Oh cariño -ella me abraza más fuerte.

-Lo bueno es que ya estás aquí -papá me sonríe igualmente-. Será mejor irnos a casa.

-¿Te has lastimado, cariño?

-Me duele mucho el pie -respondí.

Papá me carga mientras le dice a mamá que primero iremos al hospital. Ambos me llevaron para salir del monte, pero al mirar hacia un árbol pude ver a Ryder, sentado en una de las ramas de este. Sonriendo por verme con mis padres. Me despedí de él con la mano, y él me respondió de la misma forma.

No sabía si iba a volver a ver a ese chico que se veía como unos cuantos años mayor que yo, pero esperaba que sí. Quería volver a verlo.

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