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CAPÍTULO 30

30 de mayo, 2029

Simon

He intentado establecer cierta distancia entre Kiara y yo, si bien me veo obligado a verla todas las noches, rutina que me juega en contra, si soy sincero, mi contacto cero se ve limitado a las clases en la universidad. Me hace daño sentarme junto a ella y no poder bromear como hacíamos antes, no poder tocarla con libertad, ni mirarla sin sentir el aguijón que me indica que no podré tenerla otra vez. Así que elegí verla solo de lejos, duele menos, supongo. La confianza que he adquirido con Sophie me ha posibilitado el sentarme a su lado, no está mal, después de todo, creo que puedo empezar a considerarla como una amiga, pero no me concentro, no consigo hacerlo porque mi mirada viaja a la cabellera rubia que se encuentra tres filas delante de mí.

—Tu asiento sigue libre ahí adelante —me susurra Sophie, acercándose, yo giro a verla—. ¿Qué? Le estás desgastando la espalda a la pobre.

—No puedo ir.

—¿Por qué no?

—No me ayuda.

—Aquí no te concentras, Simon. Quieres estar cerca de ella y se entiende.

—¿Y si ella no me quiere cerca?

Rueda los ojos.

—¿Davis y Williams? —pregunta el docente, se ha percatado de nuestra cercanía.

—Mierda —murmura ella.

Todos voltean a vernos, incluida Kiara, cuya mirada parece colmada de una emoción que, si bien no reconozco, me desagrada. El profesor hace una pregunta que Sophie responde y que me brinda una idea de lo que debo decir en mi respuesta también. Kia es la última en dejar de mirarnos, de mirarme, porque sus ojos se encuentran con los míos y siento la necesidad de explicarme, de ir con ella, pero no debo, ¿por qué lo haría?

La clase termina, me levanto para ir a comer algo, veo a Kiara subir, no sé si para hablar conmigo, pero Sophie me da un empujoncito para salir.

—Vamos, me apetece un helado.

La sola mención al postre parece golpear de manera invisible a la rubia porque se detiene y me mira con una intensidad abrumadora.

» Oye, avanza —insiste mi amiga, que no es consciente de lo que sucede alrededor—. Ay, sabes qué, voy yo, tú quédate.

Pasa por delante de mí y se va, Kiara avanza también, la tomo de la muñeca para que no vaya más allá, pero se sacude con una fuerza que no espero y que me toma desprevenido.

—Harmony —la llamo.

Ella no voltea, solo camina sin dar rumbo atrás.

—Si tienes algo que decirle, ve —me habla Ayla—. Ha de estar en el baño, últimamente es su refugio, uno bastante raro si me lo preguntas, pero refugio al final.

La miro, ella se encoge de hombros.

Lo que debo o no debo hacer deja de cobrar relevancia y mis pies me llevan a donde ella se encuentra. Está frente a un lavabo, mojándose el rostro, no se percata de que he ingresado hasta que estoy cerca de ella. No me mira.

—Es el baño de mujeres.

—Si me he dado cuenta, ¿podemos hablar?

Niega, un par de lágrimas se le escapan y cuando se vuelve consciente de ello decide esconderse en un cubículo, al cual la sigo sin pensarlo demasiado. El ambiente me recuerda a nosotros dos, unos meses antes, en un contexto totalmente diferente.

Suspira cuando cierro la puerta, encerrándonos.

—Si estás saliendo con Sophie, no me lo digas, no quiero saberlo.

Frunzo el ceño.

—No estoy saliendo con ella, ¿es eso lo que te tiene así?

Dudo que ella tenga la intención de seguir llorando, sé que no le gusta hacerlo, pero parece una catarata sin poder parar la caída de sus lágrimas, no tardo mucho en comprobar su molestia ante la falta de control que tiene sobre sí misma en ese sentido.

—Esto es ridículo, déjame sola, por favor.

Me cruzo de brazos y me apoyo en una de las paredes, niego con la cabeza.

—Estás llorando, Harmony, no puedo dejarte sola.

Duele verla así, con la nariz roja, las mejillas húmedas y los ojos derramando lágrimas sin cesar. Quiero abrazarla, sin embargo, no creo que sea correcto hacerlo. Se queda callada, yo tampoco digo nada, solo nos miramos a través del velo llorosos que cubre sus ojos.

—Vas a enamorarte de ella —me dice con la voz rota tras un rato.

—¿De qué hablas?

Ella avanza y echa la cabeza hacia atrás para seguir mirándome.

—Vas a hacerlo, Sophie es preciosa, divertida... vas a enamorarte de ella, Simon.

Otro par de lágrimas se le escapan, imposibilitándome el seguir quieto, me aparto de la pared para acercarme a ella.

—No voy a hacerlo —le aseguro.

Tomo su rostro entre mis manos, limpiando sus mejillas. Ella deja ir un suspiro casi imperceptible antes de volver a hablar.

—Pero es perfecta, ¿le viste los ojos azules? Son alucinantes.

Niego. Sus ojos grises me miran expectantes, como deseando que diga algo y lo hago, aunque no sé si era eso lo que ella quería escuchar.

—Harmony, no puedo enamorarme de Sophie, ni aunque quisiera, no podría hacerlo porque ella no eres tú, tú no eres Sophie Williams, dime, ¿Cómo se supone que me enamore de alguien que no seas tú si no puedo sacarte de mi cabeza?

Sus lágrimas mojan mis pulgares, un puchero se forma con sus labios y las ganas de besarla aparecen, quiero eliminar ese dolor que la come por dentro y no sé cómo hacerlo si ella no me deja.

» Necesito que me digas algo, Harmony.

Ella solo llora y yo me siento incapaz de seguir aceptando lo poco que puede darme, la quiero entera, inclusive con los miedos que no comprendo, pero no dice nada.

—Simon...

—Sabes lo que debes decirme para terminar todo esto.

—Yo...

Niego y la suelto.

—¿No quieres que me enamore de Sophie, pero tampoco dejas que me enamore de ti?

Hace el intento de abrazarme y, por más que siento mi corazón hacerse trizas, doy un paso hacia atrás.

» Te quiero, joder, te quiero y tú no me dejas quererte. Ya no puedo seguir así, Harmony, de verdad. Dime, ¿qué demonios quieres de mí?

Deja salir un pequeño sollozo que termina por romperme.

—Simon...

—Dime.

—Yo...

—¿Tú qué, Harmony? Completa la oración, estoy aquí para escucharla, pero, si aún no puedes, entonces... No sé cuánto más aguarde, espero que consigas tejer las palabras antes de que sea demasiado tarde.

Los pies me pesan cuando decido salir, no me doy cuenta de que también lloro hasta que me meto al baño de varones y me veo en el espejo. La verdad es que mi aspecto no ha sido el mejor desde que esta tontería inició, he intentado disimular, justificaba mis ojeras en el estudio cuando la verdadera razón tiene un par de orbes grises que me persigue hasta en sueños.

Mojo mi rostro, intentando parar la caída de las lágrimas, no funciona. Me encierro solo en un cubículo y dejo salir todo, me duele el pecho, me duele el haberla visto así, me duele saber que ella quiere esto y que no es capaz de decirlo. Me carcome por dentro que no confíe lo suficiente en mí como para decirme que es lo que la preocupa tanto.

8 de junio, 2029

Kiara

Lo irónico de mi situación es que la culpa es mía, soy culpable de mis lágrimas, de mis noches sin dormir, de cada palabra que Simon me ha dicho, de la incertidumbre de no saber cuando me atreveré a hablar. También soy responsable de sus lágrimas, de su pesar. Esta semana ha sido complicada, no hemos escrito, después de todo, tenemos avanzado lo suficiente como para darnos el lujo de descansar. El tema es que ha sido semana de exámenes y cometí el error de acostumbrarme a estudiar con él, a nuestra dinámica de preguntas y respuestas, a hornear galletas en medio de la madrugada y, sobre todo, a su compañía que me generaba seguridad.

Ha sido un infierno sobrevivir estos últimos días, estudiaba una hoja y lloraba sobre la siguiente, ni siquiera mi competitividad ha podido ser más fuerte que mi tristeza. ¿Por qué no le doy fin? No tengo una respuesta, como tampoco la tengo para Simon.

Mojo mi rostro y aplico más corrector del que suelo utilizar en mis ojeras; sin embargo, no hay modo de ocultar la rojez de mis ojos. Intento lucir lo mejor posible, incluso cuando no me siento así. Si soy sincera, me apetece ponerme un buzo y una polera gigante, o, mejor aún, solo tirarme a la cama y abrazar el abrigo de Simon que nunca le devolví. Desgraciadamente, una nota depende de mí, así que elijo una falda corta y una blusa, me calzo las botas y me pongo la mochila, no me alcanza el tiempo para desayunar así que solo llevo una de mis barritas para sobrevivir.

Ayla no está, ha de haber pasado la noche con Dylan, así que conduzco sola hasta el campus. Soy un zombi que camina sin rumbo, sin encontrarle sentido a los rostros felices que veo a mi alrededor. Mi amiga sale de algún lado, se cuelga a mi brazo y me sonríe con tristeza.

—Estás preciosa, ¿me regalas una sonrisa?

Hago el intento.

» No hay modo en que pueda convencerte de hablar con él, ¿verdad? Anoche estuve ahí y no está mejor que tú.

Ella no lo sabe, pero de algún modo me reconforma que no haya compartido ninguna de sus noches de estudio con Sophie, ella estuvo aquí casi toda la semana porque tenía que escribir con Ayla, estudiaron juntas mientras yo me encerré en mi habitación, digamos que ya estoy en ese punto en el cual fingir que no me incomoda tenerla cerca resulta imposible. No es que la odie, pero verla supone pensar en lo que comparte con Simon, en sus risas, sus chistes privados... Desde el domingo me la he pasado sonriendo de mala gana cuando llegaba, luego saludaba y entraba directo a mi habitación. Cuando ninguna llegó ayer, me dio ansiedad el solo pensamiento de imaginar a Simon compartiendo sus técnicas de estudio con ella, haciéndola reír mientras realizaba las preguntas... No fue una noche fácil.

No respondo a la pregunta de Ayla, ojalá fuese tan fácil, no sé que carajos espero para ir y hablar con él. Mi amiga juega con el brazalete que cuelga de mi muñeca, mi ansiedad está siendo silenciosa, ni siquiera le dije nada a Ayla, mi cerebro se ha divido a pensar en Simon y, a la vez, en los exámenes que no estoy rindiendo con el ánimo que debería. Todo da vueltas en mi cabeza y ese jodido brazalete con el aroma a lavanda hacen un esfuerzo por intentar mitigar ello.

Llegamos al salón, no hace falta que busque porque está sentado en el que, ahora, es su sitio habitual. Sophie también está a su lado, están conversando más cerca de lo que me gustaría, bajo junto a Ayla los escalones hasta nuestro asiento, es la ojiazul quien nos nota primero, alza la mano para saludarnos y Simon me recorre entera, deteniéndose en mis ojos, desvío la mirada y bajo sola a mi asiento, dejando, de manera estúpida, el de mi derecha libre.

Ayla no tarda demasiado en sentarse a mi izquierda.

—¿Le viste los ojitos?

Niego.

—Quiero rendir este examen e irme a casa a dormir un poco.

—¿No tienes que ir a la editorial hoy?

—Sí, pero quiero dormir antes de ir, no pude descansar en la noche.

Ella asiente y toma mi mano, la sostiene hasta que nos entregan la prueba. Mi mente se nubla, pocos recuerdos de lo que estudié llegan. Concluyo que este es el peor examen de la semana, pienso en ello cuando lo entrego antes de que termine la hora, no tiene caso seguir sentada cuando sé que no voy a conseguirlo. Subo las gradas hacia la salida y noto a Simon mirándome, mis pensamientos cambian de dirección, centrándose en él y en el hecho de que lo estoy perdiendo.

No espero por Ayla, imagino que Dylan vendrá a recogerla, incluso cuando ya terminó, sigo cruzándomelo por aquí de vez en cuando, sigue haciendo papeleo, supongo. Camino hacia mi auto, lo enciendo, pongo música y conduzco, pretendo que la voz de Ed Sheeran aplaque mi voz interna, pero no lo consigo.

Reboto en mi cama cuando llego, tiro del abrigo de Simon que se encuentra a un costado y me quedo dormida abrazándolo, engañando a mi mente con la idea de que él está aquí.

Es Ayla quien me despierta pocos minutos después. Gruño.

—¿Qué sucede?

—¿Llegaste a casa?

—Ajá.

—Alguien estaba preocupado, porque salió poco después que tú y no te vio —me dice en voz baja.

—Voy a dormir.

—Vale, cariño, intenta descansar.

Escucho la voz de Simon de fondo, como si Ayla volviera a donde él está. No cuelgo, ella tampoco lo hace.

—¿Llegó bien?

—Sí, va a dormir un poco.

—Vale, gracias, Ayla.

Es mi amiga quien cuelga, cierro los ojos otra vez, pero una notificación llega.

Ayls: No todo está perdido, por favor, no tardes más. 

Buenasssssss y les prometo que ya prontito si serán buenas de verdad jajajaja 

El lunes seremos felices. 

¿Podemos hablar de Simon diciendole a Kia que no puede sacarla de su cabeza? Es que lo amo mucho <33333

Nos vemos el lunes, programaré el capítulo porque ya empiezan mis examenes y, cuando eso sucede, dejo de tener vida, deseenme suerte :')

Que tengan bonito finde y felices lecturas <3

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