CAPÍTULO 19
30 de enero, 2023
Kiara
Nunca he dormido con alguien, nunca he despertado junto a un chico luego de acostarnos y nadie nunca me advirtió el peligro que correría al sentir caricias en mi cuero cabelludo y besos sobre mi frente. Mi alarma suena, pero no me muevo, Simon la apaga y continúa con sus mimos. Debo retener mi suspiro.
—¿Qué haré contigo, Harmony? —pregunta en un susurro.
—Puedes follarme otra vez, si quieres —respondo alzando los ojos para mirarlo.
Simon sonríe.
—¿No vas a echarme, entonces?
Niego.
—Es tu cama, tú deberías echarme.
Él se mueve, posicionando su cuerpo sobre el mío y rodeándome con ambos brazos. Yo sonrío cuando dirige sus labios a mi cuello para besarlo.
—Te retendría aquí durante un mes, si pudiera —confiesa contra mi piel, me estremezco.
—¿Un mes?
—Un año, tal vez.
Me rio.
—¿Y para qué?
—Creo que sabes bien para qué —responde tomando una porción de piel entre sus dientes.
Siento un bulto contra mi pierna, creo que no somos los únicos despiertos. Mi mano vaga entre nuestros cuerpos para llegar a la erección que agito con confianza, le doy un apretón ganándome un gruñido por parte de Simon. Mi humedad ya está ahí, tenemos una ecuación perfecta.
—No tenemos un año, Davis, ¿te parecen bien diez minutos?
Lo siento sonreír.
—No voy a consentirte como anoche, pero creo que obtendremos lo suficiente para soportar el día.
Cumple su promesa y me da más de lo que espero. Mi cuerpo recibe encantado cada caricia y embestida, cada beso húmedo y hambriento, cada mirada coqueta y cada sonrisa esbozada contra mis labios. Sus brazos me abrazan cuando termina dentro de mí y en medio de mis delirios consigo recordar un detalle que anoche y, hasta hace unos minutos, se me pasó, se nos pasó.
—Mierda —me levanto de golpe y Simon se arrodilla confundido en el colchón.
—Ahora que cable se te...
—¡El condón! —me paso las manos por la cara—. ¡Joder! ¿Cómo se nos olvidó? Mierda, mierda, mierda. Tenemos que ir a comprar la pastilla, Davis, muévete, muévete.
Toma mi rostro entre sus manos.
—Respira.
—Pero no nos hemos cuidado y yo no quiero tener un bebé ahora mismo, no sé en que fase de mi periodo estoy...
—Kiara —vuelve a pedir y, no sé por qué, pero acabo relajándome en cuanto deja un corto beso sobre mis labios—. Tengo el anticonceptivo, tranquila. No vas a quedar embarazada y no hay necesidad de ninguna pastilla. Estoy limpio, así que eso tampoco debe preocuparte.
Le doy un empujón.
—¿Por qué no lo dijiste? Joder, que feo susto.
Se ríe y, a pesar de que sigo empujándolo, me envuelve en sus brazos hasta que cedo y me dejo mimar. Sus besos son dispersados por todo mi rostro hasta que consigue hacerme reír también.
—Te ves preciosa cuando ríes, Kia —deja salir, besando la comisura de mis labios, llevándose con él una parte de mi risa.
¿Me dijo "Kia"? Simon nunca me ha llamado así.
» Ya te pusiste tensa, joder.
—No es nada —le resto importancia.
—Todos te llaman Kia —alega.
—Tú no eres todos —explico—. Nunca lo has hecho.
Bufa.
—¿No puedo hacerlo, entonces?
—No seas idiota, claro que puedes, es solo que es raro. No acostumbras tratarme bien.
Suelta una risa cargada de ironía.
—No me imagino qué dirías si te tratara mal —se queja.
Vale, eso fue tonto de mi parte. Es él quien se aleja esta vez, recostándose sobre su espacio de la cama, me acurruco a su lado y no es capaz de hacerme a un costado, su brazo incluso me rodea en cuanto ocupo ese lugar.
—A esto me refería cuando te dije que no funcionaríamos —le digo.
—Quieres olvidarlo, ¿entonces?
Acaricio su pecho con la uña de mi dedo índice, Simon retiene mi mano, entrelazando nuestros dedos. Un cosquilleo se instala en mi estómago.
—¿Quieres olvidarlo, tú?
Suelta una risa seca.
—Creo que he dejado bastante claro que no, y ni aunque quisiera podría olvidarlo.
Suspiro.
—¿Y si nos precipitamos? —indago.
Lo veo tragar.
—¿Qué es lo que quieres, Kiara? —pregunta.
—Que todo siga como antes —respondo—. No quiero que nada sea raro entre nosotros, no quiero que te alejes, quiero seguir disfrutando de tu compañía sin pensar en otra cosa.
—Así será, entonces —establece, alejándose.
Me indica que irá a ducharse y me obligo a levantarme también para sacar la ropa que me pondré hoy. Dejo todo listo para solo vestirme. Simon sale y yo entro, no tardo demasiado. Para cuando vuelvo, ambos estamos desnudos y no somos discretos cuando recorremos el cuerpo del otro con la mirada, camina despacio hacia mí y noto como mi piel reacciona al acercamiento.
Sus dedos acarician mi cuello y sonríe.
—Creo que tiré muy fuerte de tu piel —me dice—. Lo siento.
Me aferro a su muñeca.
—No esperes que me disculpe por lo de tu espalda, porque no lo haré.
—No solo fue mi espalda —indica, escondiendo una sonrisa.
Me pego a su cuerpo, ansiando el contacto otra vez, él parece debatirse, pero finalmente me lo permite.
—¿Puedo besarte otra vez?
Se ríe, pero es una risa bastante oscura a comparación de las otras que suele dejar salir.
—Pensé que querías que todo siguiera como antes, antes no pedias permiso para besarme, Harmony.
—Ya... sí, lo sé, perdona.
Deja mi cuello y baja a rodear mi cintura. Pega su frente a la mía.
—Uno más —me dice en voz baja—. Uno más y volvemos a ser como antes.
¿Solo uno? Simon y yo no vamos a funcionar, al menos no en el ámbito de una relación, pero la tensión y química que existe y que hemos descubierto no va a ser sencilla de ignorar. ¿Cómo convivo con él sabiendo lo bien que se siente tenerlo encima?
—Nuestra estadía aquí —le digo.
—¿Qué?
—Disfrutemos mientras estamos aquí —propongo—. En cuanto volvamos a Nueva York volveremos a ser solo amigos.
Sonríe.
—Ya veo que no soy el único adicto aquí.
Le doy un empujón en el pecho.
—¿Aceptas?
—Me estás ofreciendo tenerte desnuda por un par de días más, claro que acepto.
Subo las manos hasta su cuello y lo atraigo a mí, su nariz roza la mía en un gesto tierno.
—Entonces, Simon, ¿puedo besarte?
En lugar de responderme, deja que sus labios encuentren los míos, yo suspiro de alivio y le correspondo con el mismo desespero, como si mi cuerpo fuese consciente, al igual que mi mente, de que tengo los besos contados, de que cada contacto me acerca al final. Es mi otra alarma la que nos obliga a separarnos.
—¿Cuántas alarmas pones? —indaga hastiado, besando de manera cariñosa mi cuello, justo donde dejó la marca anoche.
—Las necesarias para evitar hacerme tarde, ya nos quedan solo treinta minutos, deberíamos cambiarnos.
—¿Puedo besarte en público? —pregunta.
Me rio.
» ¿Qué?
—¿Acaso no confías en tus manos?
—No confío en mi cuerpo cuando estás cerca, se supone que no volveríamos a tocarnos para que todo volviese a la normalidad y mira, ya cambiamos el trato.
—¿Quieres besarme en público?
Asiente, como un niño pequeño, robándome un corto roce en los labios que me hace sonreír como tonta.
—¿Para qué?
Se encoge de hombros, acariciando mi cintura.
—Solo quiero saber si puedo, así, si es que tengo ganas, sabré que puedo besarte o si tendré que aguantarme hasta que estemos solos.
Sus ojos suben de mi boca a mis ojos otra vez y me sonríe.
» ¿Entonces? ¿Puedo?
—Sí, no hay problema.
—Listo, trato hecho, ahora si alistémonos antes de que las ganas de disfrutarnos sean más grandes que las de ir a las ponencias.
Suelto una risita y le doy un beso suave para luego dejarlo ir a ponerse ese traje que me alborota las hormonas. Elijo otro conjunto, esta vez de color azul y Simon repite la misma acción de ayer con los tacones. Me encargué de maquillar la marca de mi cuello para que pasara desapercibida y hago lo mismo con la que tiene Davis en la barbilla cuando lo mordí anoche.
—Esto lo haces más por ti que por mí —canturrea.
Está sentado como niño obediente sobre la cama, aguardando por que acabe con mi tarea.
—¿Cómo es eso?
—No quieres que sepan que eres una salvaje.
Mis mejillas se sonrojan, es probable que sea cierto lo que dice, muy probable. Le doy una palmadita en el rostro cuando termino y él se pone de pie, recordándome que es muchísimo más alto que yo, incluso con los tacones.
Tomo mi mochila pequeña y él esta vez me ofrece su mano para entrelazarla con la mía. Si va a besarme en público no veo por qué no podría tomarme de la mano. El taxi nos deja a tiempo en el local y esta vez no hace falta hacer fila para ingresar, obtenemos buenos asientos y, cuando llega la hora de socializar, lo hacemos juntos. Han abierto una especie de feria en la parte trasera, junto a los bocaditos y hay libros por montones. Tiro de Simon para poder mirar y él camina detrás de mí, aguarda a mi lado mientras yo miro los libros de romance y le doy para que sostenga los que compraré.
—Este se ve bueno —alega revisando la sinopsis del último en la pila.
—A ti no te gustan los libros de romance —le recuerdo.
—Ya sí, pero este parece que tiene buena trama —se encoge de hombros—. ¿Pagamos estos y nos pasamos al área de fantasía?
—De acuerdo.
No hay mucha gente en la fila y Simon me sorprende sacando su tarjeta al momento de pagar. No le digo nada, solo aguardo a su lado, empaquetan los libros y los ponen en una bolsita que él recibe.
—Deja de mirarme así.
Sacudo la cabeza, quitándome el ensimismamiento.
—¿Así como? —pregunto.
Me entrega la bolsa en respuesta, yo la recibo.
» Sabes que puedo comprar mis libros, ¿verdad?
Sonríe, soltando mi mano para pasar a rodear mi cintura.
—Sé que puedes, pero quise regalártelos.
Mi rostro arde y él lo nota, porque sonríe y me abraza, dejándome esconder el sonrojo hundiendo la cara en su pecho. Huele delicioso.
—Tengo que decir gracias, supongo, ¿no?
Acaricia mi espalda.
—Sí, eso se suele decir en forma de agradecimiento.
Apoyo el mentón en su pecho y agradezco, él me da un beso corto en los labios que me tiene derritiéndome contra su cuerpo.
—¿Kiara?
Y por supuesto que las secuelas de la estúpida decisión que tomé basándome en los celos tenían que llegar en algún momento. Cierro los ojos con fuerza, como si eso fuese a hacer que Charles se esfume, no funciona. La mano de Simon se presiona en mi cintura, abarcándola con posesividad, siento la tensión en su cuerpo.
» Pensé que solo iban a hablar —insiste el chico, e imagino que le habla a Simon porque yo aún no he volteado.
Pueden llamarme cobarde.
—Sí, la conversación se prolongó y no tenía caso que vuelva contigo —responde con frialdad.
—¿Kiara? —vuelve a llamarme y esta vez sí volteo.
—Lamento lo de anoche.
—Descuida —me sonríe—. ¿Salimos hoy?
Davis se ríe y quiero golpearlo por el descaro.
—No puedo —respondo—. Debo dormir temprano si quiero llegar a tiempo mañana.
Charles mira de Simon a mí, y repite la acción un par de veces para después asentir.
—Lo entiendo, no te preocupes. Diviértanse.
—Adiós —le dice el muy imbécil.
El muchacho desaparece y miro mal a Simon.
—Eso último estuvo de más —lo regaño.
Se encoge de hombros y me besa otra vez. Olvido mi reclamo, después de todo, no había futuro con Charles, espero que no me guarde rencor. Caminamos juntos hacia el puesto de fantasía y Simon escoge un par de libros y se acerca a pagar. Me entrega uno.
—¿Para mí?
Asiente.
—Creo que podría gustarte. Ya me dices.
—Me van a explotar las mejillas por tu culpa —lo acuso.
Él se encoge de hombros y me da otro beso. Hemos de parecer una de esas parejas melosas que no pueden soltarse ni por un segundo. Volvemos a nuestros asientos cuando anuncian que la siguiente ponencia está a punto de iniciar. La mano de Simon no abandona mi pierna, se entretiene dejando suaves caricias que, por ratos, me distraen de lo que escribo en mi cuaderno. Lo regaño con la mirada un par de veces y él solo sonríe sin detener la acción que, muy en el fondo, me gusta. Cuando todo termina y debemos volver, su brazo se enrosca en mi cintura, conduciéndome a la habitación donde no hablamos, si es que debo ser precisa.
Alimentamos la adicción con más roces, más besos y más de toda la intensidad que desatamos juntos. Probamos posiciones que no creí que fuera capaz de soportar, pero Simon pone a prueba la flexibilidad que adquirí cuando me metí a ballet de pequeña solo para usar la misma ropa que mi hermana. Sus susurros de placer me alimentan el ego y cada apretón en mis caderas cuando embiste mi centro me vuelve consciente de lo inolvidable que será esto y de los problemas que podría acarrearme.
Para cuando terminamos, ambos estamos tendidos sobre mi cama, mis piernas aún tiemblan cuando él toma una para rodearse y abrazarme.
—No creo que pueda cansarme de esto —suspira, besando mi frente.
Yo tampoco lo creo, la química es innegable y me encanta que no se vuelva monótono, que me siga sorprendiendo con algo nuevo, que me disfrute y me haga disfrutar, adoro la obsesión que tiene con besarme el cuello, me fascina el hambre de sus toques, la ferocidad de su mirada cuando me recorre entera y la certeza de sus movimientos.
» Kia —me llama, yo lo miro—. Eres perfecta, ¿te lo había dicho?
Sonrío y juego con mis uñas sobre su pecho.
—Si consideramos que perfecta es sinónimo de engreída, puede que lo hayas hecho en más de una ocasión —lo molesto.
Suelta una risa.
—De acuerdo, lo capto.
—Da igual, no existe la perfección —susurro.
Se acomoda para dejarme sobre su pecho, apoyo el mentón en mis manos de modo que puedo mirarlo.
—¿Eres irreal entonces? —pregunta.
Ruedo los ojos.
—Esos son piropos bastante gastados, Davis, esfuérzate un poquito más si vas a coquetear conmigo.
—¿Quieres que coquetee contigo?
Sonrío, él se levanta un poquito para alcanzar mi boca y robarme un beso.
—Creo que hicimos las cosas al revés, te metiste en mis bragas antes de coquetearme.
—Puedo empezar a coquetear contigo ahora mismo.
Me intimida su mirada así que la evado recostando la mejilla en su pecho, lo que me permite sentir el constante latido de su corazón. Sus manos van a mi cintura y acaricia mi espalda baja, como adormeciéndome para que pueda conciliar el sueño. Esto se acaba mañana y siento que aún no lo he disfrutado lo suficiente, ¿Cómo le digo adiós a algo que apenas ha empezado?
REEE TARDE , una disculpita
Siento que este cap es un pequeño extracto de lo que esos dos serían como pareja, una probadita para dejarnos con ganas por los capítulos que vienen jajajajaja
Nos estamos leyendo el lunes, las amo<3
Felices lecturasss<3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro