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CAPÍTULO 13

Simon

18 de diciembre, 2028

Bebo de mi café en la tranquilidad de la cafetería en la cual me encontraré con Kiara dentro de unos minutos, el frío impide que sigamos escribiendo en el parque así que elegí este lugar para mantenernos abrigados, más que nada por ella que parece un chihuahua cada vez que la temperatura llega a su pico más bajo.

Escucho las conversaciones casuales a mi alrededor, al menos lo hago hasta que mi teléfono rompe mi concentración, es Chloe.

—Hermanito —canturrea.

—¿Qué tal está Washington?

—Hermoso, aunque extraño estar allá, no sé cuánto más tarde este caso, me programaron audiencia para dentro de dos días y no quiero estar viajando otra vez.

—Sería agotador —le doy la razón.

—¿Estás ocupado?

—Ahora mismo no, ¿por qué?

—Necesito que vayas a un lugar a recoger un documento —dice rápido.

—¿Ah?

—Hay un caso que estoy llevando de manera particular, no puedo enviar a nadie de la oficina a recogerlo, ¿puedes ir tú?

Suspiro.

—De acuerdo, pero después de las seis, tengo una reunión dentro de poco y no quiero llegar tarde.

—Vale, vale, te enviaré la dirección, solo diles que vas de parte mía.

—Está bien, ¿no es nada turbio?

Se ríe.

—No me meto en asuntos turbios, Simon, lo sabes.

—Confío en ti.

Veo llegar a Kiara, me busca con la mirada y alzo la mano para que me ubique más rápido.

» Debo colgar, te aviso en cuanto tenga el documento.

—Vale, te amo, hermanito.

La rubia va quitándose el gorrito, los guantes, la bufanda y el abrigo conforme llega a nuestra mesa, la calefacción impide que sienta frío aquí dentro, todas sus capas de ropa son innecesarias.

—Joder, está helando afuera —se sacude—. ¿Ya almorzaste?

Asiento.

» Vale, yo voy a pedirme algo porque no me alcanzó el tiempo.

Ruedo los ojos.

—No puedes solo no comer, Harmony —le digo.

—Tenía que ir a la biblioteca —se excusa.

—La biblioteca no iba a irse caminando —insisto.

Me mira mal.

—Mira, lo que haga con mi estómago no es que deba incumbirte.

—Si te da gastritis no estarás en condiciones de seguir escribiendo —replico.

—Hasta donde sé, escribo con las manos, no con el estómago.

—Eres terca, no tienes remedio.

—Si, pues no soy la única —me saca la lengua y se va a pedir algo para comer.

Que mala manía tiene de dejar de lado sus necesidades básicas por andar haciendo otras cosas, me irrita.

Enciendo mi laptop mientras la espero, cuando vuelve intento no renegar por lo que para ella es un "almuerzo". Me regaña por mirar su comida y simplemente me limito a hablar sobre la escena en la que nos quedamos antes de cerrar el documento hace dos días. Se atraganta con el muffin mientras me escucha hablar, ella asiente y sigue comiendo, como no se llena, pide otro y otro. Que tonta. Escribimos durante las tres horas que destinamos y luego cada uno se pone de pie para irse. Vuelve a envolverse con todas sus capas de ropa y sale para ir en dirección contraria a donde yo me dirijo, imagino que va a la oficina de su cuñado para fingir que trabaja.

Llego a mi auto y reviso la dirección que me dio Chloe, la pongo en el GPS y conduzco guiándome por las indicaciones que me da el aparato. Al llegar compruebo que es un edificio lo suficientemente alto para hacerme echar la cabeza hacia atrás, me pregunto en que andará metida mi hermana antes de ingresar al vestíbulo.

Pregunto en la recepción y me envían a tomar el ascensor hacia el piso trece, supongo que dividen esto por materias o no sé. Lo primero que veo al llegar es a una rubia andando de un lado para otro con las manos ocupadas por expedientes, una rubia que se me hace extrañamente familiar. Entonces sí que trabajaba. La veo darle una indicación a un chico que no se molesta en ayudarla con la pila de folders que por poco acabarán tumbándola. Me acerco y ella no me ve, pero el chico que habla con ella sí.

—Cada día me sorprendes más —se sobresalta y pongo mi mano en los expedientes para evitar que caigan.

—Joder —se queja.

—¿Eso es todo, Kia? —le pregunta el muchacho.

—Dile a Lois que en un rato le llevo el informe que pidió —indica—. Ahora sí, es todo.

Voltea a mirarme.

» ¿Tú que haces aquí?

Me encojo de hombros y le quito un poco de folders para aliviarle el peso.

—Mi hermana me envió por un documento. ¿A dónde llevarás esto?

—Por aquí —camina y la sigo—. ¿Tu hermana dijiste? Oh... Davis, tu hermana es Chloe Davis, claro.

—¿La conoces, entonces?

Asiente y se detiene en una oficina, deja dentro los folders y viene para tomar los que traía yo.

Suspira.

—Ha venido en un par de ocasiones, me dijeron que vendría su hermano a recoger el expediente, pero no pensé que podrías ser tú.

—Pues lo soy —sonrío.

—Espera aquí, voy por el archivo.

Me deja en medio del pasillo y la veo desaparecer en otra de las oficinas, pero no tarda en volver a salir con una mueca.

—Voy a necesitar que lo saques tú, se llevaron la escalera y no alcanzo —se cruza de brazos.

—¿No tienen consideración con tu tamaño bolsillo? —la molesto.

Entrecierra los ojos al mirarme.

—¿Vas a ayudarme? Puedo llamar a alguien más.

—Vale, vale —ingreso a donde ella estuvo—, ¿Cuál es?

Me señala un folder con el lomo azul y lo tomo sin problemas, es pesado, pobre de mi hermana que tendrá que leer todo esto. Le pregunto a Kiara si es que eso es todo, ella asiente.

—Supongo que el resto lo conversará con Lois.

—¿Conmigo qué? —giro a la voz masculina que pregunta.

—Ah, él es el hermano de Chloe —me señala Kiara.

El ceño fruncido del tal Lois se relaja y me ofrece la mano que estrecho.

—Chloe mencionó que vendrías por ese caso, ¿sigue en Washington?

Asiento.

» ¿También estudias derecho?

Miro a Kiara, sus mejillas se encienden, Lois también lo nota.

—Estudia conmigo, es mi compañero de clase —señala.

—Ah —sonríe—. Que pequeño es el mundo.

—Sí...

—Bueno, ¿Cuál era tu nombre?

—Simon —respondo.

—De acuerdo, Simon, un placer conocerte, ya hablaré yo con tu hermana para coordinar lo referente a ese expediente, cuídalo bien, por favor. Te dejo en buenas manos.

Le remueve el cabello a Kiara, despeinándola un poco, ella le saca la lengua y él se aleja carcajeándose.

—¿Le has hablado de mí? —pregunto.

Sus mejillas se ponen más rojas, si es que eso es posible.

—No —niega rotunda.

No le creo.

—Tu cuerpo está traicionándote, en caso de que no lo hayas notado.

—He hablado un poco mal de ti —confiesa—. Por eso me dio vergüenza, Lois no es tonto, debe haber atado cabos.

Sonrío, el rojo de sus mejillas no parece querer desaparecer.

—Ya no me siento tan mal de haber hablado de ti entonces —me mira mal—. ¿Qué? No tienes derecho a indignarte cuando has hecho lo mismo.

—No me agradas —se cruza de brazos y se apoya en la pared que se encuentra frente a mí.

—Es mutuo.

—¿Necesitas algo más?

Niego.

—Solo me enviaron por esto, ¿a qué hora sales? ¿quieres ir por un helado?

—¿Me invitarás? —sonríe.

—Por algo estoy preguntando —ruedo los ojos.

—Me guardo la invitación, tengo turno hasta las diez —hace una mueca—. Eres cruel por haberme hecho provocar.

Me rio.

—Vale y disculpa. Ya me voy, tengo trabajo que hacer.

—Te acompaño al ascensor —se despega de la pared y camina a mi lado—. Saluda a Chloe de mi parte, creo que a ella si le agrado.

—Sí, le falla un poco la percepción —la molesto.

Me da un empujoncito con el hombro que más que moverme, me causa gracia.

—Quien la tiene fallada eres tú —replica.

Subo al ascensor y ella me saca la lengua.

—Cuida el expediente.

—Mandona.

—Idiota —se encoge de hombros y gira antes de que se cierren las puertas. Sus caderas moviéndose conforme camina son lo último que veo.

Probablemente no debería, pero lo de evitar invocar su imagen en la fiesta de halloween resulta cada vez más difícil. Subo a mi auto y dejo el expediente antes de volver a salir e ir a buscar una heladería. Consigo el helado de lúcuma con fresa y vuelvo al buffet. No doy con Kiara a primeras y encargo el paquete con el chico que estuvo hablando con ella cuando llegué. Le dejo una nota:

"Leí una vez que no es bueno quedarse con antojos, espero que te endulce el día y dejes de mirar mal a la gente (Aunque tengo la ligera sospecha de que las malas miradas están reservadas para mí)"

¿Por qué lo hice? Desconozco el motivo y, en cuanto enciendo el motor de mi auto, decido dejar el tema atrás y no sobre pensar al respecto.

Kiara

22 de diciembre, 2028

Nuestra sesión de escritura ha consistido en más discusión que progreso, me preocuparía, pero de igual modo ya teníamos escrito más de lo suficiente para el avance de esta semana. Simon puede ser bastante idiota cuando quiere y, en cuanto adopta esa posición, yo adopto la de terca que no quiere dar su brazo a torcer.

Nos miramos mal antes de irnos y creo que esta vez sí fue en serio, se siente raro cuando hace tiempo que cerrábamos cada sesión de manera, quizá no amistosa, pero tampoco con tanta tensión en medio.

Sacudo la cabeza y empiezo a conducir en dirección al campus, necesito ir a la biblioteca, no he avanzado el producto del ciclo desde hace una semana, me he enfrascado en la novela y lo he dejado un poquito de lado. Ayla ha estado igual, pero anoche, antes de dormir, acordamos avanzar hoy, por lo menos con la parte de investigación.

Los ojos verdes de Davis me persiguen incluso cuando bajo del auto y empiezo a caminar a la biblioteca. Sé que no fui la del error así que por ningún motivo voy a ser quien rompa esto. Es idiota, realmente lo es, quería frustrar una escena de romance solo porque no quería que Selene mostrara debilidad por Harland, entiendo que es su heroína, pero, joder, la muchacha siente también y es natural que le falle el autocontrol un poco. Y digo un poco porque Selene no se puso de rodillas a rogarle que no la deje, únicamente le tembló el pulso cuando él se acercó demasiado. Es una mujer, no un robot, Simon no quiso comprender eso.

Dejo mis cosas sobre una de las mesas antes de irme a buscar los títulos que tenía en mente, me regaño internamente para concentrarme en mi tarea actual y dejar las estupideces para otro momento. Lleno mis brazos de libros y vuelvo a mi mesa donde ya está Ayla con Dylan.

—Hola, rubia —me saluda.

Le sonrío.

—Hola.

—¿Discutiste con Simon?

Frunzo el ceño, Ayla lo mira mal.

—Señor sutileza, mejor ve a tu clase —lo regaña.

—Pero...

—Que tu amigo sea un idiota no es culpa mía, así que lo que sea que te haya dicho, pídele que te cuente la versión completa.

—Es que no me dijo nada —forma un puchero—. Fui a verlo para coordinar lo de la mudanza y estaba con un humor de perros, solo me dijo que venía de escribir contigo y até cabos, ¿entonces si discutieron?

—¿Me has sacado el chisme de forma indirecta?

Sonríe orgulloso.

—Creo que sí.

—Ya vete, amor, no sulfures a mi amiga.

—¿Pero por qué discutieron? —insiste.

—Dylan...

—Vale, vale, me voy.

Le da un beso a Ayla antes de salir de nuestro campo visual.

—Lamento eso.

—Su instinto chismoso no es algo que puedas controlar. Siempre dicen que nosotras somos las chismosas, pero ellos tienen una chispa que no puede esconderse.

Se ríe.

—¿Pero por qué fue que discutieron? —repite la pregunta de su novio.

Son tan parecidos que asusta.

Le cuento en resumen y adopta una posición neutra para ser objetiva, aunque al final me da la razón.

—Simon tiene miedo de que conviertas su historia en una novela de romance y tú temes que carezca de ello. Supongo que deben equilibrarlo, aunque, como dices, Selene no es un robot y esos deslices son necesarios para transmitirlo.

—Te amo más cuando te pones diplomática —le beso la mejilla.

Ella sonríe y pronto dejamos el tema de lado para empezar con lo que teníamos programado: avanzar el bendito producto. Revisamos cada uno de los libros para descartar los que no van a servirnos y los tomamos prestados. Tendremos que continuar en casa porque la hora libre se nos escapó y nuestra clase está a nada de empezar.

Cuando llegamos al salón, Simon ya está ahí y no me habla, solo se mueve para dejarnos pasar y, en cuanto me siento, deja un paquete sobre mi carpeta. Lo miro, pero él no lo hace, solo empuja el paquete hacia mí. Me trago la sonrisa y abro el lazo para descubrir otro helado dentro. ¿Esta es su forma de pedir disculpas?

¿Podemos dejarlo pasar? Tenías razón, pero no lo diré en voz alta.

—¿Tenía qué? No entiendo tu letra —le pregunto.

Lo veo tragar. Joder, como disfruto molestarlo.

» No estoy entendiendo el mensaje, Davis.

—Harmony... —masculla entre dientes.

—¿Qué? Quiero entender.

—Vete al demonio.

—Oh, vale —me rio.

Ya toqué fibra sensible, suficiente para mí, voy a comer mi helado. Disfruto mi helado mientras escucho la clase y tomo apuntes, no le hablo a Simon, pero en algún momento noto su mirada encima, volteo a verlo.

—Tenías razón —habla bajo—. ¿Era eso lo que querías escuchar?

Sonrío y asiento.

—Sí, gracias.

Niega suavemente y rueda los ojos, se gira queriendo ocultar la sonrisa que igual veo. Cuando termina la clase salgo detrás de él, seguida por Ayla que me confirma que no viajará a ver a sus padres por fiestas.

—Puedes venir con nosotros, Ada alquiló una casa y hay habitaciones de sobra.

—Gracias, Kia, pero ya quedé con Dylan, pasaré fiestas con su familia —sonríe ilusionada y no insisto porque me encanta verla así —. ¿Dónde pasarás fiestas, Simon?

Él se gira a observarla.

—Con mi familia a las afueras de la ciudad.

—Qué lindo.

—¿Lichi...? —le pregunto en voz baja mientras Ayla conversa con Emma que pasa junto a nosotros.

—La llevaré conmigo, descuida, no la dejaría pasar sola bajo ninguna circunstancia.

Asiento, eso no lo dudaba, si soy sincera. Estoy por decirle algo más, pero mi teléfono vibra en mi bolsillo. Tengo la mano ocupada por el paquete del helado que ya comí, así que se lo doy para poder tomar mi celular. Es mamá.

—¿Mami?

—Hola, cariño, ¿estás en clase?

—No, acabo de salir, ¿Qué sucede?

Davis me hace una seña diciendo que ya vuelve, asiento.

—Nada, solo te llamaba para avisar que estoy por tomar el avión y... ya sabes, te amo mucho.

Sonrío, mamá le tiene miedo a los aviones, si por ella fuera, vendría en auto desde Miami.

—Yo también te amo, ma, todo estará bien. Iré a recogerte con Lois, ¿de acuerdo?

—Ya...

—Mami, esa agencia no ha tenido ningún problema y el clima es favorable, ¿tomaste la pastilla?

—Ahora lo haré.

—Vale, intenta estar tranquila y respirar, por favor.

—Está bien, llamaré a tu hermana.

—De acuerdo, te amo mucho.

La llamada finaliza. Simon ya está otra vez junto a mí y Ayla no tarda en acercarse.

—¿Sarah ya está viajando?

—A punto de tomar el avión, sabes que no se le dan muy bien.

Davis frunce el ceño apenas.

—Les tiene miedo —explico.

Él asiente y yo vuelvo a caminar, en el estacionamiento nos dividimos, Ayla va con él porque Dylan irá luego a su departamento y quedaron en encontrarse allí. Yo subo a mi auto porque debo ir al trabajo, necesito urgente las vacaciones por fiestas, mi cerebro quiere ese descanso. Lo único que va a continuar constante son las sesiones de escritura que, de algún modo, han dejado de resultar pesadas, me empecé a acostumbrar a Simon y, he de decir que me gusta su forma de pedir disculpas cuando es idiota.

Yo tambien quiero que Simon me compre helado :(

btw, fotito del último paquete de Simon

Esa Kia la muerte, la letra es recontra legible, pero Simon igual le dio el gusto jajajajaja

Ahora, LOIS CONOCIENDO A SIMON wi <3

Amo mucho a Loisssssss

El proximo cap es navidad, nos vemos lueguito <3 las amo, felices lecturasss 


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