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CAPÍTULO 10

Simon

15 de noviembre, 2028

Dejo la mancuerna a un costado cuando mi música se interrumpe por la llegada de un mensaje, odio eso. Me acerco a donde dejé el celular para revisar y ruedo los ojos cuando veo el nombre de Kiara. Hoy es uno de esos días en los que puedo venir al gimnasio sin muchas preocupaciones encima y Kiara Harmony rompe mi burbuja para consultar si nuestra reunión, que, se supone, ya está establecida, se llevará a cabo.

Es una mala costumbre que espero se le quite pronto, todos los días pregunta lo mismo, nuestro chat se resume a sus tontas preguntas y a mis "sí" o "¿por qué se cancelaría?". Vuelvo a responder con un sí y silencio sus notificaciones por un par de horas en las cuales obtengo la paz que necesitaba.

Aún tengo una hora para llegar al parque en el cual nos reuniremos, me ducho con tranquilidad y me cambio de ropa para la clase que tendremos al terminar de escribir hoy. Llego antes que ella y escojo un banco en el lugar más tranquilo del jardín. Hay enchufes cerca, eso es lo que adoro de este sitio, podemos cargar nuestros portátiles si es necesario. Faltando cinco minutos, Kiara me llama.

—¿Dónde demonios estás?

Alzo la mirada y no me es difícil encontrarla.

—Mira más allá de tu jodida nariz, desde aquí puedo ver el rosa chillón de tu suéter.

La escucho respirar y sigue dando vueltas como tarada. Alzo la mano que no sostiene el teléfono y sus ojos me encuentran.

—Imbécil —gruñe antes de colgar.

Camina con premura hacia donde estoy, está un poco despeinada, pero eso no parece interesarle. Conforme se acerca compruebo que no es rosa chillón, pero sí un rosa que sobresale entre la ropa neutra del resto de personas que se encuentran rodeándonos. Es un conjunto formal, así que imagino que viene de la firma de su cuñado.

—Lamento la demora, debía entregarle un documento a Kallie y...

—No has llegado tarde, Harmony —la corto.

Suspira y asiente antes de sentarse a mi lado. Respira aún agitada mientras rebusca en su mochila.

» Oye.

Alza la mirada.

—¿Qué?

—So.

Frunce el ceño por un par de segundos y me lanza una mala mirada que pretende esconder el atisbo de una sonrisa.

—Eres idiota.

—Un poco, pero date unos instantes para respirar siquiera, llegaste casi corriendo y sigues apurada. Tenemos tres horas.

Suspira y se toma el tiempo para recuperar el aliento, una vez que se calma, el rosa de sus mejillas va extinguiéndose hasta quedar una ligera capa, a la cual ya me he adaptado porque parece estar siempre presente. Saca su laptop y conversamos un poco sobre los avances que hemos tenido esta semana de modo que es más fácil continuar con lo que se viene.

—Iniciamos a tu modo —señala y yo sonrío, me mira mal—. Tienes más experiencia que yo en este ámbito, Davis, que te superara hubiese sido un poco vergonzoso para ti.

Habla del primer capítulo que ambos escribimos, nos decidimos por el mío; en realidad, fue Kiara quien lo eligió y señaló todos los puntos fuertes que tenía el inicio. Mentiría si digo que no alzó mi ego.

—Igual fui yo quien te superó.

—Veremos cómo te las arreglas para escribir las escenas románticas, si me guío por cómo te expresas me apuesto un helado a que tienes la sensibilidad de una roca.

—¿Una roca?

Asiente, tajante.

—En fin, Selene debe embarcarse en esa misión, ¿A dónde era?

—Destino desconocido, se supone que debe rastrear el origen de la magia de Harland.

Divagamos respecto a ello y Kiara anota todo lo que se nos ocurre en la libreta lila que carga a todos lados. Acabamos teniendo una idea primaria sobre el destino que va a tomar la historia, hemos decidido ser brújulas con un poco de participación de planificación. Sabemos que tenemos que hacer que se conozcan, el "cómo" se determinará mientras escribimos, así que nos ponemos a ello.

Hablamos mucho, incluso me sorprende la manera en cómo mis frases y las suyas se complementan conforme avanzamos. Si yo verbalizo una oración, Harmony encuentra el modo de alinearse para continuar, en ocasiones no fluye tanto y nos detenemos en algún punto para elegir que palabra suena mejor o cual encaja mejor en el contexto que tenemos.

—Otear no puede usarse en ese contexto —señala.

—¿Cómo qué no?

—Tienes que ver el contexto, Davis —me reprocha —. No utilices palabras desconocidas si no sabes en qué contexto ubicarlas, se ve mal.

—Pero otear es mirar —replico.

—Lo es, pero esa palabra le suma una intensidad o una característica —insiste.

—No seas tonta.

—El tonto eres tú, googlea la palabra y, si tengo razón, vas a comprarme un helado. Estas discusiones estúpidas me colman la paciencia.

Se cruza de brazos y yo voy a googlear, un helado no me vendría nada mal. Sin embargo, me doy contra el muro porque la rubia engreída tiene razón. Debe captar mi gesto porque sonríe, engreída.

—Voy a querer mi helado de fresa con lúcuma, por favor.

—Pero...

—Lee lo que encontraste en Google, Davis —me sonríe con falsa gentileza.

Joder.

No quiero darle la razón.

» Venga, no seas mal perdedor.

—Esto no es una competencia —señalo.

—No lo es, pero igual fui yo quien te superó.

Entrecierro los ojos, ha usado mi frase en mi contra.

—Te daré lo que vale el estúpido helado.

Se ríe.

—Oh, no, tú vas a comprármelo, ese era el trato.

Resoplo y asiento.

—Vale, como quieras y elige la palabra que consideres adecuada.

—Genial —sonríe y teclea—. No está mal utilizar palabras normales.

Ni isti mil itilizir pilibris nirmilis.

Avanzamos un par de páginas más antes de guardar nuestras cosas y caminar hacia donde Kiara dejó su auto. Me despido con la mano cuando ella se sube.

—¿Y tú? —pregunta.

—Iré a casa por mi auto, me quedaba cerca el parque así que vine caminando.

—Te llevo, no te alcanzará el tiempo para ir y venir.

—¿Te estás ofreciendo a hacerme un favor?

—Solo lo hago porque debes comprarme el helado —señala encendiendo el auto—. Puedo llevarte a casa cuando terminen las clases, en agradecimiento por el helado.

Me rio y subo al asiento de copiloto.

—Era una especie de apuesta, no agradeces el pago si fuiste tú quien ganó —indico mientras me abrocho el cinturón de seguridad.

—Lo haces si tienes un mínimo índice de educación —responde ella, quita el freno de mano y avanza.

Enciende la radio y no me sorprende que Taylor Swift empiece a sonar a través de los parlantes, ese día en la fiesta ignoró que la mojé con tal de seguir bailando una de sus canciones. Kiara tararea mientras conduce y yo bajo la mirada a mi teléfono para confirmarle a Rose que iré a ver a mi abuela saliendo de clase.

Alzo la vista cuando la canción cambia y es Ed Sheeran quien canta.

—¿Te gusta Ed? —indaga.

—Mucho.

Suelta una risita.

—Juraba que no eras de ese tipo.

—¿Ese tipo?

Frena en el semáforo.

—Ya sabes, expresaste claramente tu aberración por el romance, Ed es bastante romántico, no creí que te gustase.

—No siento aberración por el romance, solo no me parece un género espectacular.

—¿Ves que si eres un poco idiota?

Vuelve a avanzar y ya veo aparecer la universidad.

» Yo no escribo fantasía y no por eso desprecio el género, es cuestión de respeto.

—Pero no tiene nada de extraordinario —insisto.

Suspira.

—No tienes remedio, imagino que cambiarás de opinión cuando empecemos con la parte romántica de la novela.

Se estaciona y estira su mano hacia mí, la miro confundido y toco el dorso con uno de mis dedos.

—¿Qué haces? —me pregunta.

—No lo sé, tú dime —indago señalando su mano.

—Iba a abrir la guantera, ¿por qué te ofrecería mi mano?

Siento que esta vez son mis mejillas las que arden y Kiara se carcajea.

» Ese día tenía un par de tragos de más, ahora estoy completamente sobria, Davis.

Abre la guantera y saca una especie de tubito. Ignoro lo último que dijo.

—¿Qué es eso?

—Un auto inyector de epinefrina.

—¿Para qué sirve?

—Soy alérgica a las nueces, reacciono mal si las ingiero, en caso de que sucediera, esto —alza el tubito—, impedirá desastres.

Alzo las cejas.

—¿Así de importante?

Asiente.

—Ahora baja, quiero mi helado.

Mete el tubito en su mochila y baja del auto, hago lo mismo.

No sé dónde demonios es que conseguirá un helado con el clima que hay, desconozco los grados, pero no creo que sean más de diez. Incluso así, Kiara camina decidida y debo seguirla porque soy quién pagará ese helado. Mientras voy tras ella no puedo evitar preguntarme si no tiene frío con la pequeña falda que le llega a la mitad de los muslos, si bien lleva botas hasta las rodillas, yo siento el aire gélido y traigo un pantalón de mezclilla.

—¿Davis?

—¿Uh?

Me regaño internamente porque tengo la mirada puesta en sus piernas y ella es consciente de ello porque me lo hace saber señalándome que su rostro se encuentra en otro lado.

—Lo sé —digo, al final—, pero tengo una duda.

—¿Una duda relacionada con mis piernas?

—Ajá —ella enarca una ceja—. Me preguntaba si no tenías frio.

Suelta una risita.

—Llevo pantis, Davis —pellizca su muslo y estira la tela—. Duda resuelta, ahora sí, ¿pagas mi helado?

Le doy un billete de diez dólares y la veo pedir los sabores que prefiere en una heladería que ni siquiera sabía que existía cerca del campus. Agradece y camina junto a mí de regreso para nuestra clase de Escritura Imaginativa. Seré sincero, cuando vi el nombre de la asignatura imaginé que la disfrutaría, sin embargo, aquí aplica la lógica de que, en ocasiones, el docente tiene mucho que ver con cuanto te gusta el curso. El profesor Harris es déspota y tiene un modo de expresarse que consigue descolocarme por completo, le di un par de semanas de prueba, no las pasó con éxito.

—No quiero llegar —masculla Kiara cuando llegamos al pasillo que nos conducirá al aula.

—¿Tampoco te agrada?

—¿Tampoco? Pensé que al menos ustedes si lograban disfrutar su clase.

—¿A qué te refieres? —indago.

Suspira.

—Sus ataques, por lo general, van contra el género femenino, se la pasa enalteciendo la imaginación masculina y, al igual que tú, siente rechazo por el romance.

—Realmente tienes un concepto erróneo, Harmony.

—¿Es falso lo que digo? —me pregunta antes de comer otro bocado del helado de fresa con lúcuma.

Me pregunto si vale la pena gastar saliva para explicarle en donde radica su error. Acabo suspirando también.

» ¿Y bien?

—Te he dicho lo que pienso del género, Harmony —señalo—. No odio a las mujeres, ahí es donde radica tu error, puede que no me incomode del mismo modo, porque, como dijiste, el ataque no es contra mí, pero no apruebo las frases sarcásticas que dice Harris.

—No te he visto reclamándole nada —se encoge de hombros.

Vale, tiene un punto.

—Ese es error mío, quedarme callado es sinónimo de apoyo, tienes razón y discúlpame.

—No tengo nada que disculparte.

La tomo del brazo para detener su caminata antes de entrar al salón.

—Sí, Kiara, entiendo que ustedes no puedan decirle nada, ello podría atentar contra sus notas; es, de algún modo, responsabilidad de nosotros hablar por ustedes, mero compañerismo. Ya te lo dije, no sucederá otra vez.

Su mirada baja al agarre de mi mano en su brazo, la suelto y me disculpo.

—No pasa nada.

Ingresa y voy tras ella, Ayla ya se encuentra en el asiento que suele ocupar, hay dos libres a su costado, Harmony se sienta al medio y yo ocupo el de su derecha. Harris llega cinco minutos después, para sorpresa mía no hace comentarios desatinados, se limita a dar su clase. Cuando termina, menciona algo respecto a una tarea para dentro de unas semanas, un cuento que debemos escribir con ciertas pautas que veo a Kiara tomar nota junto a mí, sus dedos se mueven agiles sobre el teclado capturando todo. Luego pierde el hilo y se abstrae para escribir algo que no tiene nada que ver con la clase, pero sí con las indicaciones dadas por el profesor.

La curiosidad me vence y acabo leyendo cada palabra que plasma en la pantalla, Harris fue claro cuando dijo que no quería nada de romance y Harmony se lo tomó en serio, es un cuento de misterio, por lo que logro entender del inicio que ya estableció. Su concentración se esfuma al escuchar el bullicio que hacen todos al ponerse de pie por el término de la clase, debemos ir a otro salón. La veo guardar el documento y cerrar la laptop con prisa.

—Apresúrate si quieres obtener un buen asiento —me reclama, necesita que me mueva para que pueda salir.

—Engreída —murmuro mientras guardo mis cosas, de algún modo es culpable de mi demora.

—Idiota —me responde ella, dejando en claro que me escuchó.

—Qué bueno que su relación ha mejorado —interviene Ayla con sarcasmo.

Sí, qué bueno.

Kiara

20 de noviembre, 2028

Apilo los últimos folios del expediente que Kallie me encargó ordenar, reviso que el orden de los anexos vaya acorde a lo establecido en el escrito inicial antes de llevar conmigo el paquete, me apiado de mi cuñado que debe leer con mayor ahínco todas estas hojas.

Tarareo mientras camino a la oficina de Lois, el pasillo, por el contrario de horas anteriores, se encuentra desierto. La mayoría de los trabajadores se ha ido, quedamos unos pocos que aún seguimos dando vueltas por aquí, llevando documentos y demás. Admito que me gusta más este lugar de noche que de día.

—Toc, toc.

—Pasa, Kia.

Dejo el pesado expediente sobre su escritorio, mi cuñado se quita los lentes de descanso y me mira.

—Kallie dijo que este caso era tuyo —me encojo de hombros.

—Lo es —suspira—, ¿lo revisaste?

Sonrío culpable.

—Le di una ojeada mientras ordenaba, sé que no debería, pero fue imposible no leer un poquito.

—Mientras no comentes lo que leíste, no hay problema, es confidencial, recuérdalo.

Asiento, eso lo tengo claro.

» Vale, entonces... ¿vienes conmigo a casa? A Ada le alegrará verte.

—¿No te quedarás más rato?

—Probablemente debería, pero estoy cansado y una ventaja de ser tu propio jefe es que puedes darte permiso de salir temprano —sonríe—. Anda, vamos.

No emito quejas, ya hice todo lo que Kallie me encargó así que puedo irme sin sentir culpa. Voy por mis cosas y lo espero lista en el pasillo mientras él anuncia que ya todos pueden irse a descansar. Esperamos a que todos salgan para retirarnos también. Cada uno va en su auto, llego tres minutos después que él y saludo a los guardaespaldas que se encuentran en el estacionamiento.

—¡Nick! —impacto contra su pecho y él me rodea de forma cariñosa.

—¿Cuándo dejarás de ignorarme para seguir con el entrenamiento?

Arrugo la nariz.

—Me dieron un proyecto que consume buena parte de mis días —me quejo—. Si no fuera así, encantada te regalaría horas.

—¿Fines de semana?

Vale, Nick no acepta excusas.

—De acuerdo, voy a regalarte mis findes —cedo—. Pero no me mates mucho, por favor.

Se ríe.

—Haré lo posible, ahora anda a ver a tu hermana.

Asiento y le doy otro abrazo antes de alcanzar a Lois que aguarda por mí en el ascensor.

—Sabes que ese entrenamiento es importante, ¿verdad?

—Lo sé.

—Si no lo fuese, Nick no lo pediría, es por tu seguridad, Kia. Sé que es cansado, pero de algún modo también te ayudará a drenar estrés.

Recargo la sien en su brazo, Lois me abraza.

» Puede que Ada no lo demuestre, pero aún le aterra que algo pueda sucederte y no tengas como defenderte.

—No sucederá, lo prometo.

Me apretuja un poco.

—Cualquier indicio puedes contárnoslo, Kia, así sea la más mínima sospecha de que algo no va bien, ¿de acuerdo?

Estira su meñique y sonrío, sabe que soy muy fiel a las pinky promises.

» Me voy a sentir más tranquilo si lo haces —señala, insistiendo con el meñique.

Engancho nuestros dedos, aceptando cumplir con la promesa. La campanita suena anunciándonos que llegamos.

» Anda, eres mi regalo para tu hermana —sonríe.

Camino junto a él que abre la puerta y anuncia que ya llegó.

—Amooooor —escucho el grito de mi hermana que se apresura a la entrada, me mira y los ojos se le iluminan—. ¡Kia!

Me robo su atención y me abraza con fuerza, como si no me hubiese visto hace unos días.

» No es justo que veas más a Lois que a mí —me reclama tomando mi rostro entre sus manos—. Creo que dejaré la actuación y me dedicaré a la abogacía.

Lois ríe y se acerca a besarle la frente.

—Iré por Jane —informa.

Ambas asentimos.

—¿Cómo estás, hermanita?

—Volviéndome un poquito loca, pero bien —respondo.

—Te echo de menos —forma un puchero con los labios.

Sonrío.

—Ada, hablamos a diario —le recuerdo.

—Pero antes nos veíamos a diario —dramatiza—. Ahora entiendo cómo te sentías cuando tenía que viajar para grabar, aunque yo te llevaba conmigo, ¿puedo ir a la universidad?

Me carcajeo.

» Vale, solo bromeaba, te echo de menos, pero respeto tu espacio.

Me quita la mochila y la deja a un lado antes de engancharse a mi brazo, camina junto a mí hacia el sofá. Nos sentamos y vuelve a abrazarme. Yo también la eché de menos.

—¿Lo de dejar la actuación...? —indago.

—También era broma —sonríe, apartándose—. Sabes que no podría.

—¿Cuándo volverás?

—Estuve haciendo audiciones —se encoge de hombros—. Hay un par de proyectos que me quieren en su elenco, Benja ha estado revisando todo, pero iniciaría después de que Jane cumpla el primer año, no antes.

—¿Ella se quedará con Lois?

Suspira.

—Lois dijo que ambos irían conmigo —me dice, no parece complacida.

—¿Y por qué luces triste?

Se deja caer contra el espaldar.

—No quiero que deje su trabajo por mí.

—Sabes que Lois puede hacer trabajo virtual sin problemas —le recuerdo.

—Pero...

—Y lo haría feliz —interviene mi cuñado—, porque ambos queremos ir con mamá, ¿verdad?

Jane balbucea y mueve brazos y piernas queriendo llegar a mí. Extiendo mis manos para que Lois me la entregue. Deja un beso en mi mejilla y yo le lleno la carita de besos haciéndola reír. Me levanto con mi sobrina y dejo a Lois con mi hermana, imagino que hay una conversación pendiente ahí y no quiero interferir. Adara ama a su familia y lo que menos quiere es lastimarlos, tiene la idea errónea de que su carrera puede perjudicarlos cuando no necesariamente es así, apuesto a que mi cuñado le hará ver las cosas desde otra perspectiva para quitarle la culpa.

Me quito los zapatos para sentarme en el suelo alfombrado de la habitación de Jane, juego con ella mientras sus padres conversan, pongo algo de música y amo ver a mi sobrina bailando al ritmo de las canciones de Taylor, aplaude y mueve las manitos cuando suena "Me!", al parecer le gusta mucho. Ya hace el intento de gatear y yo solo sé que en cuanto lo consiga será imparable. Nos entretenemos juntas y hago lo posible por agotarla para que pueda dormir de largo por la noche.

—¿Se están divirtiendo?

Alzo la mirada y mi hermana nos mira desde la puerta.

—¿Todo bien?

Asiente.

—Ya conversamos, todo está bien.

Tomo a Jane en brazos para ir a cenar, ella solo va a acompañarnos porque comió temprano. Disfruto la comida y rio con Ada y Lois mientras lleno mi estómago, les cuento sobre la universidad y sobre como llevo la vida junto a Ayla. Cuando terminamos, Ada me acompaña a mi habitación para ayudarme con otra de las cajas que aún quedaron aquí. Despedirme me apena un poco, pero no puedo llegar muy tarde a casa porque quedé en avanzar el proyecto con mi amiga.

Jane me da un beso en la mejilla, mi hermana me abraza con fuerza y Lois deja un beso cariñoso en mi frente, los tres aguardan en la puerta del departamento mientras me ven irme. Es una imagen bonita, Ada tiene una familia hermosa y, joder, adoro que tenga toda la felicidad que merece.

Le digo adiós a los guardaespaldas y le prometo a Nick que vendré el fin de semana para comenzar con los entrenamientos. Conduzco de regreso a casa y encuentro a Ayla tarareando alrededor de la sala mientras abraza una cubeta de helado.

—¿Hola?

Se voltea y sonríe cuando me ve.

—¡Kia!

—¿Lista para estudiar?

Hace una mueca y cierra el pote de helado para acercarse y besarme la mejilla.

—Ve a ponerte algo cómodo mientras yo organizo todo aquí para avanzar.

Le hago caso, me quito la ropa y me pongo el pijama, limpio mi rostro y tomo los lentes de descanso antes de volver a la sala, donde Ayla ya cambió el ambiente de uno fiestero a uno de estudio. Sonrío, incluso está reproduciendo mi playlist para estudiar.

—Ya sé que me amas —sonríe—. Ahora ven, roomie.

Adquiere postura seria y ambas nos enfocamos en avanzar con ese proyecto, tenemos mucho tiempo para terminarlo; sin embargo, decidimos no dejarlo para el final y así como evadiremos el estrés de las últimas semanas. Ayla revisa información en internet que comparamos con la que yo obtuve de algunos libros en la biblioteca, contrastamos y plasmamos en el documento y así se nos va la noche.

Echo de menos a mi hermana, lo hago, pero mentiría si digo que no adoro vivir con Ayla. Es un cambio y estoy asimilándolo de la mejor manera porque tengo una gran compañera que hace que todo sea mucho más llevadero.

Uf, ¿Qué sería de mí sin Ayla Spencer? No me apetece averiguarlo. 

3/4

Jane Eloise tiene mi corazón por completo <3 

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