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CAPÍTULO 1

22 de octubre, 2028

Le escribo un mensaje a mi hermana avisándole que ya estoy en tierra firme, solo para que deje de preocuparse y se dedique a disfrutar de su luna de miel. Vuelvo a guardar el teléfono y me enfoco en ubicar mi maleta que debería aparecer en cualquier instante en la cinta transportadora.

—Permiso —me muevo entre las personas cuando ubico el equipaje de color azul rey.

—Qué gentil —escucho que mascullan, decido ignorar el sarcasmo y tomo mi maleta.

Adoro viajar, pero hacer un viaje así de largo con una estadía de solo un día no es para nada lindo. La única razón por la que hice tal sacrificio fue la boda de mi hermana, viajé el viernes por la noche, cuando mis clases terminaron y volví a embarcarme una vez que ella se retiró con su esposo al auto que los llevaría al destino que escogieron. Tengo unas pocas horas para descansar antes de que empiecen mis clases mañana a primera hora, no pensaba perder tiempo esperando en la cinta cuando mi maleta ya había aparecido.

Tiro de mi valija hasta ubicar un taxi que me deje cerca del edificio en el que vivo. Anoto la placa y se la envío a mi mejor amiga, por si acaso. No le doy la dirección exacta al taxista, me deja a una cuadra que camino sin emitir quejas. Que mi hermana sea una actriz famosa tiene sus pros y contras, no todos me reconocen como su hermana, pero me gusta tomar mis precauciones para evitar que nos relacionen demasiado. Estoy orgullosa de ella, y lo sabe, sin embargo, no estoy mencionando nuestro parentesco en todas mis conversaciones. Tampoco es que sea complicadísimo llegar a esa conclusión, tenemos un apellido nada común, el "¿eres familia de Adara Harmony?" está bastante presente en mi día a día.

—Llegamos, señorita —salgo de mi burbuja y me apresuro a pagar.

Camino lo que resta, saludo al portero y subo al ascensor, deseando llegar a la comodidad de mi cama, han sido días agitados. Mi teléfono vibra en mi bolsillo, contesto cuando veo que es Ayla, mi mejor amiga.

—¿Estás en casita? —pregunta.

—Sana y salva —respondo, llego a mi piso y dirijo mis pasos a la puerta del departamento en el que vivo.

—¿Qué tal estuvo la boda?

—Preciosa —sonrío recordando mientras me adentro en el ambiente familiar.

Tiro de mi maleta hasta llegar a mi habitación, una vez allí, pongo a Ayla en altavoz para seguir hablando mientras acomodo mis cosas. Detallo lo que se me pasó por mensaje y ella suelta grititos de emoción. Ella ha pasado la prueba de fuego respecto a mi familia, eso le da derecho a tener más información de la que suelo brindar.

—¿Jane está contigo?

—Se quedó en Londres con Lexie —explico—. No podría cuidar de ella, tenemos clases.

—Yo podría haberte ayudado —se lamenta.

—Sabes que se nos habría hecho imposible.

La escucho suspirar. Yo lo hago también, ya separé mi ropa, la que irá a la lavandería y la que no.

—¿Quieres salir a comer hoy? —indaga.

—Solo me apetece dormir —rechazo la oferta—. ¿Mañana?

—Vale, ¿le dijiste a Ada sobre lo de mudarte?

Me dejo caer sobre mi cama.

—Lo haré cuando vuelva de la luna de miel.

Lo consideré bastante, porque me gusta convivir con mi hermana y mi cuñado, más ahora que mi sobrina también está aquí; sin embargo, sé que ellos merecen su espacio como familia, algo más cerrado. Ayla me lo sugirió hace unas semanas, pero no he querido decírselo aún a Adara, dije que esperaría a la boda y ahora sí se lo diré apenas vuelva. Dudo que me diga que no, más aún si le digo que será con Ayla con quien compartiré piso. Estuvimos viendo algunos lugares cercanos a la universidad, que no está tan alejado de aquí, lo suficientemente cerca como para venir en caso de que me necesiten para cuidar de Jane.

—No lo sigas postergando o nos ganarán los mejores departamentos.

—Vale.

Cierro los ojos por unos segundos, segundos que se transforman en minutos. Cuando despierto ya no estoy en llamada con mi amiga y un mensaje de "roncas como elefante" adorna la pantalla de mi teléfono. Me rio.

Vuelvo a ponerme en pie para dejar todo en orden antes de comer y meterme a la cama, mañana me espera un día pesado, desde ya puedo verlo venir,

23 de octubre, 2028

Estaciono mi auto en el parking de la facultad y reviso mi mochila antes de bajar. Cuaderno, lapicera, notas adhesivas, teléfono, laptop, audífonos, cargador... Tocan mi ventana, alzo la vista, es Ayla.

—¿Ya estás?

—Falta el autoinyector —recuerdo y meto la mano en la guantera para sacar uno.

Bajo y le beso la mejilla a modo de saludo.

—¿Sería muy fatal si lo olvidas?

—No queremos averiguarlo —le sonrío—. Aunque en parciales a veces me tiento a olvidarlo.

—Tonta —me da un empujoncito.

Nos embarcamos a la primera clase de hoy, tengo tres exposiciones e intento no entrar en crisis por no haber podido estudiar lo suficiente. Le comento a mi amiga los avances que tengo en el trabajo que estamos haciendo juntas, ella me sugiere algunas fuentes que debería consultar y decido que me pasaré por la biblioteca en la hora libre que tengo antes de mi clase de redacción creativa, nos llegó un email avisándonos que la profesora que estuvo enseñándonos sería reemplazada, enviaron un documento que debíamos leer para hoy, me faltan tres de las veintisiete páginas que constituye el archivo.

—Olvidé los lentes —me quejo.

—Pero si tú no utilizas lentes.

—Los de descanso —señalo.

Bufa y me toma del brazo para ingresar juntas a la clase. Ubicamos nuestros asientos de siempre y saludo a un par de compañeros que me sonríen. Cordialidad, siempre es bueno ser cordial con quien lo es contigo. No todos son mis mejores amigos, pero he aprendido a convivir con ellos.

—Eh, Kia —me tocan el hombro, giro.

—Hola —le sonrío a Jaden.

—¿Tendrás los apuntes de la clase pasada? No pude venir y...

—Te los envío por email, ¿te parece?

Suspira y me sonríe.

—Gracias.

—Descuida.

Enciendo la laptop y busco la carpeta donde se encuentran mis apuntes organizados por asignatura. Ayla me repara mientras lo hago, sé que está a punto de decir algo, la conozco, así que solo espero porque se anime a hacerlo.

—Eres demasiado buena.

Sonrío.

Ubico el documento que debo enviarle a Jaden y abro mi email.

—¿Por qué? —me detengo para mirarla por unos segundos.

—Te matas haciendo esos apuntes —señala.

—Y Jaden los necesita —me encojo de hombros.

Adjunto el archivo y tecleo el correo de mi compañero, envío el mensaje y vuelvo a enfocar toda mi atención en mi amiga.

—Kia, a veces solo te hablan para eso.

—No soy yo quien está perdiendo algo —le explico—. No me quita nada pasarles mis apuntes, no los hago para ellos, son para mí, pero si los necesitan puedo compartírselos. Y sí, quizá solo me hablan para ello, Ayl, pero al menos no pretenden ser mis amigos con tal de conseguirlos.

Suspira y asiente.

—Al menos Jaden es gentil —rueda los ojos.

—Al menos —le doy una palmadita en el antebrazo—. Gracias por preocuparte.

Se encoge de hombros.

—No me gusta que utilicen a mi mejor amiga.

—No lo siento así, tranquila.

El profesor ingresa a la clase haciendo que todos nos quedemos callados. Es de los más estrictos, pero de los mejores en su trabajo también. Ubica en silencio cada uno de los materiales que trajo a clase y se planta en el centro del salón para mirar hacia arriba, hacia nosotros.

Empiezo a grabar el audio de voz cuando él comienza a hablar también. Cada oración trae consigo información que podría ser relevante para el examen y no soy tan rápida anotando así que prefiero grabarlo para luego mejorar mis primeros apuntes. Son dos horas en las cuales nos hace intervenir para cerciorarse de que estemos atentos a su clase, es de los pocos maestros que se preocupa por ello. Apenas acaba la clase me apresuro a guardar mis cosas.

—¿A dónde vas?

—Biblioteca —respondo.

—Oh, verdad —se cuelga la mochila al hombro—. Nos vemos en dos horas.

—Disfruta tu clase —le sonrío.

—Vaya que lo haré.

Aprieto el paso hasta llegar a la biblioteca, en parte agradezco haber tomado esos cursos en verano, tengo el horario más holgado que el resto de mis compañeros durante el semestre regular. Saludo a la bibliotecaria y me aseguro de bajarle el volumen a mi teléfono para no importunar a quienes están aquí dentro.

Escojo una mesa cómoda y dejo mi mochila allí mientras busco los libros que me recomendó revisar Ayla. Cargo cuantos puedo y los llevo conmigo a mi lugar elegido. Respiro hondo y apilo los ejemplares con cuidado a un costado de la laptop. Reviso los índices para facilitarme el trabajo. Me concentro y se me pasan los minutos absorbiendo información.

—Que no, joder, estoy ocupado —escucho una voz que rompe mi burbuja de tranquilidad—. Tengo que hablar con los docentes, estuve fuera un año, no cinco, sé cómo es el procedimiento.

Que mala manía la de utilizar el teléfono en la biblioteca. Espero a que la encargada eche al grosero, pero no sucede y su conversación se alarga. Intento retomar mi lectura, pero resulta imposible enfocarme en las letras cuando su voz sigue zumbándome en los oídos.

—¿Podrías continuar tu llamada afuera, por favor? —me giro a decirle.

Enarca una ceja. ¡La enarca!

—¿Perdón?

—Estás en una biblioteca, no hablas por teléfono aquí dentro —señalo—. Estás importunando a quienes estudiamos.

—Parece que solo te importuno a ti, nadie me ha dicho nada. Tengo derecho a quedarme aquí.

Ahora soy yo quien enarca la ceja.

—No soy nadie, tengo el mismo derecho que tú a estar aquí dentro y yo no estoy rompiendo las reglas, tú sí. Parece obvio quien es el que debe retirarse.

Rueda los ojos y me pongo de pie, no me agrada que mire hacia abajo cuando me ve. Tampoco es que haga mucha diferencia conmigo parada, pero al menos la diferencia es menor.

—¿Hola? —insisto, porque el imbécil ha continuado con su llamada.

—Estás interrumpiendo mi llamada —me dice.

—Y tú interrumpes mi lectura, idiota —me pongo las manos en la cintura.

—Una loca quiere echarme de la biblioteca —le dice a la persona del otro lado de la línea—. Mira, ponte audífonos, o no sé, pero no voy a irme.

—¿Así que yo debo acoplarme a tu jodida comodidad?

—Tú eres quien está jodiendo, yo no te he dicho nada.

—Porque obviamente mi lectura silenciosa no te molesta, tu sí que estás importunándome.

Un carraspeo de garganta me hace girar. Es la bibliotecaria ¡gracias al cielo!

—Van a tener que retirarse —nos indica.

—Pero...

—Su discusión se escucha hasta la entrada.

—Mire, señora Bell, este tipo ha estado hablando por teléfono con demasiado entusiasmo, yo solo le pedía que se retire.

—Lo siento, señorita, ambos deben retirarse, no solo lo escuché a él.

—Pero... —insisto y el imbécil me interrumpe.

—Lamentamos el incidente —le sonríe gentil.

¡Ahora sí es gentil!

—Me quedaré callada —vuelvo a insistir, necesito leer esos libros.

—Ah, no sería justo que solo uno sea echado.

Lo miro mal.

—Ambos afuera —esta vez acompaña su orden con un dedo que señala la salida.

Siento que la cara me arde. Recojo mis cosas a regañadientes bajo la mirada de la señora Bell y del imbécil cuyo nombre no me interesa saber. Volveré por esos libros mañana, ahora tengo una hora libre que probablemente deba utilizar en algo que no incluya libros.

Me cuelgo la mochila y salgo, el idiota me viene siguiendo.

—Vaya experiencia de primer día —lo escucho decir.

—Tenía un trabajo que culminar y has arruinado mis planes de avanzar —lo encaro.

—Yo no te obligué a que te pusieras a chillar —me dice despreocupado.

—La próxima vez que quieras hablar por teléfono, hazlo fuera de la biblioteca —zanjo y bajo las escaleras para ir al jardín.

Idiota, idiota, idiota. Espero no volvérmelo a cruzar, ojalá sea de la facultad de ciencias o algo lo suficientemente alejado para no tener que dirigirle la palabra una vez más. ¡Nunca me habían echado de la biblioteca! Ahora por su culpa, ese nunca ya no lo es más.

Refunfuño mientras me acomodo bajo la sombra de un árbol, repasaré mis apuntes del documento que no terminé de leer para mi siguiente clase. Así me paso la ultima hora que me quedaba libre, cuando acabo recojo mis cosas y me encamino al aula donde dictarán Redacción Creativa. Mi teléfono vibra.

Ayls: Guárdame un asiento, tardaré un poquito.

Kiara: Vale.

Cuando llego el salón aún está vacío así que elijo buenos lugares para prestar atención a la nueva docente. La verdad me alegra el cambio, la otra profesora no terminaba de convencerme. Dejo mi mochila en el asiento que se encuentra a mi lado y saco lo que necesitaré para esta clase.

Poco a poco el salón va llenándose y a las doce en punto una mujer de unos cuarenta y tantos años cruza la puerta. Tiene un porte elegante y algo me dice que alberga conocimientos interesantes en esa cabeza que cubre con un peinado delicado que le da un aire de dulzura.

—Buenas tardes con todos —alza la voz—. Me presento, soy la Profesora Diane Gerald y voy a continuar con la currícula establecida para la asignatura de redacción creativa. Me imagino que todos los interesados en ser escritores se encuentran en esta sala, ¿me equivoco?

Nadie niega, pero hay muchos otros que tampoco asienten. Solo guardan silencio. La profesora continúa con su discurso inicial, nos dice que ha enseñado en la universidad y ha dictado este curso desde hace varios años, por motivos de salud no pudo empezar con nosotros, pero ya se ha recuperado y continuará durante el resto del semestre.

—Bueno, pero quiero oírlos hablar —sonríe—. Una pregunta fácil, ¿Qué genero les gusta escribir?

—Fantasía —anuncia una molesta voz.

—De acuerdo, ¿señor...?

—Davis —responde el imbécil de la biblioteca que hace su entrada triunfal por el pasillo que se encuentra junto a mí.

Se acerca a la profesora y suelta una explicación de por qué llega tarde y los avances que estuvo teniendo con la docente anterior, tal parece que estuvo llevando el primer mes de manera virtual.

—Intente llegar más temprano la próxima clase.

—Por supuesto, disculpe otra vez.

—Ubíquese en algún asiento vacío.

Pasea la vista desde abajo y sus ojos acaban encontrándose con los míos, toma una decisión que me pesa en cuanto noto que sus pies se dirigen hacia donde estoy. Mi mochila acaba en mi regazo y el idiota ocupa el lugar que era para mi mejor amiga.

Maldita suerte la mía.

Vamos empezando con esto, ya tengo la novela terminada porque, como saben, no publico hasta no haber escrito el "fin", así que las actualizaciones no van a tardar.

Dos a la semana creo que van perfecto, ¿lunes y viernes?

Yo odié un poquito a Simon aquí, si les soy sincera jahdjwsj pero equis

Las amo, felices lecturas

PD: Feliz cumple a Papita y a Lina que hoy se vuelve legal en todo el mundo <3

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