Capítulo 9: Lord Belial
La fiesta fue muy entretenida habíamos tomado de manera relajada, nadie se había puesto borracho ni impertinente, fue un momento ameno y me sentía muy feliz.
Le había dicho a los chicos tanto mis amigos de la Ibero como a los skates que se trajeran ropa para el siguiente día ya que íbamos a desayunar y de ahí yo tendría que practicar con Conde, mi caballo, para el evento que sería en cuatro semanas, era muy importante y lo que más estoy deseando es que Lidia me acompañe.
No le había dicho nada, me daba un poco de pena porque no sabía si fuera algo que ella disfrutara, pero tengo que armarme de valor para hacerlo.
Estoy desde las ocho de la mañana cocinando, quiero tener todo para cuando se levantaran los demás.
Estoy haciendo mis famosos hot-cakes y licuado de Chocolate sin platano pero con galletas emperador hechas trocitos, lo bueno es que Xavier y yo nos habíamos abastecido de comida, bueno ingredientes para este fin de semana.
Tengo alrededor de tres sartenes puestos en el fuego y la cocina muy tirada, pero todo fuera por apurarme, ya que no dejaba que la señora del aseo del rancho me ayudara, doña Juana, ella se puso a hacer el aseo de la casa y lo que habíamos usado ayer.
—Me podría acostumbrar a encontrar cocinando en la cocina, te ves muy linda.
Escuchaba una voz detrás de mí, me hace vibrar.
Al voltear observo que está ahí parada, ya bañada y vestida con ropa diferente a la de ayer, su cabello suelto y al natural cómo siempre, una sonrisa se marca en su rostro y sus ojos brillan a contraluz.
Dejando las cosas a fuego bajo me acerca a paso rápido a ella y sin meditarlo el abrazo, poniendo mis brazos alrededor de su cuello, mientras que rodeaba mi cadera pegándome a ella y juntando nuestras frentes, hundiendo su mirada sobre la mía.
—¿Cómo dormiste charrita? —pregunta con una amplia sonrisa en su rostro.
—Bien, aunque hubiera preferido dormir en tus brazos —bajo mi mirada mientras juego con un collar de araña que tiene alrededor del cuello, mis mejillas muy rojas, pero ya no me importaba, quería estar con ella, pero todo a su tiempo.
Veo cómo un ligero chapeado se manifiesta en sus mejillas, me gusta cómo se pone cuando soy directa, es tan linda.
—Yo también hubiera querido que durmieras en mis brazos charrita.
Después sin esperarlo ni desearlo, acaricia mi rostro y besa mi frente.
Mi corazón se desorbita al sentir sus labios, aquel pequeño desplante de cariño ha sellado todo mi cariño hacia ella, me siento tan segura en sus brazos, cómo si pudiera contra todo mundo, siento mis sueños tan cerca, quiero lograrlos con ella a mi lado sin importarme nada.
—¡Te quiero muchísimo Lidia! —exclamo hundiendo mi rostro en su pecho.
—Y yo a ti Miriam, más de lo que puedes imaginarte, mi hermosa charrita —me pega más a ella.
Me pongo de puntitas y le doy un beso suave en la comisura de sus labios, siento cómo se tensa, pero su rostro sonríe, con aquella hermosa mueca que me hace volverme loca.
En ese momento escuchamos que se acerca alguien y nos separamos, sabíamos que lo que sucedía entre nosotras no muchos lo tomarían bien, sé que a mí me vale una mierda e igual a Lidia, pero no estamos en la mejor posición para quedarnos sin apoyo y menos con lo de Gonzalo y lo de mi madre, teníamos que andar con mucho cuidado en ese aspecto.
Me ponía de nuevo a cocinar mientras Lidia se sentaba en una silla a lado mío, mandando un mensaje.
Unos segundos después entra Marlon a lado de Ale, ambos ya cambiados y bañados cómo Lidia.
—¡Buenos días, chicas! —dice mi cuñada sonriendo.
—¡Hola! Ya esto haciendo el desayuno —les comentaba.
Lidia se había parado de la silla y bajaba la cabeza sonrojada.
—Buenos días —susurra, noto su nerviosismo, jamás la había visto así.
—Siéntate chica —dice mi hermano con su usual rostro de pocos amigos.
Lidia hacia caso aún un poco apenada, sé que este tipo de cosas la ponía muy nerviosa, es algo que me había comentado en una de nuestras citas, que ella se sentía menos que muchas personas se podría decir que con más dinero que lo común.
—Marlon, Alex, ella es Lidia, una gran amiga mía —le digo a mi hermano y a su pareja.
—Es la chica que toco la guitarra ayer ¿verdad? —cuestiona Alexandra.
—Si, es la chica más talentosa que conozco —les digo mientras voy dejando los hot-cakes que ya estaban listos de esa ronda en el platón.
—Eres muy talentosa Lidia, tenía mucho tiempo sin escuchar a alguien tocar tan bien la guitarra —dice Marlon sentándose enfrente de ella.
—Gracias, no fue la gran cosa.
Mi skate desvía la mirada, sé que está un poco abochornada y eso no me gustaba, sé que es una chica muy reservada en varios aspectos de ella misma, se abre de poco a poco conmigo y eso me gusta, pero también se cómo es mi hermano mayor.
—Sé que eres muy especial para Miriam, es la primera vez que nos presenta a una de sus novias —dice Marlon de manera serena.
Jamás me di cuenta cuando el refractario que traía en mis manos se había caído al suelo y rebotado, esto me ha dejado paralizada.
De igual manera Lidia está un poco desconcertada, creo que ninguna de las dos esperaba eso, digo, siempre he sido discreta en mis gustos y por lo mismo mis exnovias las presentaba como amigas.
—No sé de qué estás hablando Marlon —tartamudeo.
El me ve, con aquellos ojos negros y penetrantes, esa mirada que hacía incluso a mi madre y padre acobardarse ante él, sin embargo, también hay algo diferente, una sonrisa.
—Ya no hace falta que lo ocultes con nosotros Miri, lo sabemos desde hace tiempo —señala Alexandra, sus ojos brillan y es cómo aquella mirada de orgullo que le debería de dar una madre a sus hijos, mi corazón está acelerado, volteo a ver a Lidia quien se nota un poco intranquila, estaba tronándose los dedos.
Trago saliva, no sé qué hacer o que decir, no era algo que esperaba que pasará no al menos de esta manera.
Marlon voltea a ver a Lidia, poniendo su rostro un poco serio.
—Sólo cuida a mi hermana, ella merece ser muy feliz, y se que ya sabrás de lo que planea mi mamá para ella —comenta Marlon, —sé que estarán bien y jamás se dejen caer, por más oscuro que se vea el futuro, sé que lo lograrán.
Lidia analiza a mi hermano, frunciendo el ceño para después abrir los ojos mucho, para posteriormente ver a Ale, con la boca de par en par.
—¡Lord Belial y Lady Andras! —dice señalando a Marlon y Alex.
Yo no entiendo las cosas, alzo sólo la ceja, pero noto una sonrisa pintada en el rostro de mi hermano.
—Protégela de todo, no siempre vamos a poder estar ahí —dice el para sólo tomar dos tazas servir café y darle uno a mi cuñada.
—¡Si! Lo haré, confíe en mí.
Noto que ya no tiene esa pena que antes salía cuando hablaba con mi hermano, sino que ahora de respeto y admiración.
—Disfruten el día —con eso ellos salen de la cocina y se escucha la puerta de la entrada de la casa cerrar unos segundos después.
Le iba a preguntar a Lidia que había sido todo eso, pero se escucha que los demás ya vienen para acá, sólo la veía y con la mirada nos entendíamos, me lo comentaría al rato.
Nos sentamos a desayunar todos, disfrutando de lo que había cocinado y bromeando entre todos, se sentía un ambiente muy ameno y yo estaba feliz a pesar de la revelación de hoy.
De todo jamás esperé a que mi hermano supiera mi secreto que sólo sabía Ana Sofia, y lo que más me sorprendía es que me apoyaba, junto con Ale, sin embargo, esos nombres que había usado Lidia con ellos me habían sacado de onda.
A las doce los amigos de Lidia se iban, tenían que abrir el estudio, sólo se habían quedado ella y su hermana, quien estaba recargada en el sillón con mi hermano más pequeño, se veían muy bien juntos.
Mis amigos sólo se quedaban Valentina, Santi y Sofia, quienes iban directamente a la piscina, mientras junto con Lidia yo me dirigía a los establos, donde estaba Conde, mi amado corcel negro.
Entramos y al verlo esta lidia queda maravillada.
—Es hermoso —comenta manteniéndose atrás de mí.
—Él es Conde, mi mejor amigo de todo el mundo.
Me acerco a él y lo acaricio en la parte de enfrente de su rostro, él se restriega en dejando salir un pequeño relincho de satisfacción.
—Ella es Lidia...es...alguien muy especial para mi.
Le digo a mi caballo.
La conexión que hay entre jinete y su corcel no tiene algo que se le iguale, cuando esto con Conde me siento muy feliz, al estar cabalgándolo y disfrutando las escaramuzas a su lado es un sentimiento que jamás podría cambiar, es lo mejor de todo.
Se acerca a Lidia quien lo ve con cautela y me muevo a lado de ella tomando su mano para alzarla.
—Vamos con cuidado acarícialo.
Ella traga saliva, mientras dirijo su mano a la frente de Conde.
El roce de su mano siendo tomada por la mía no tiene igual, añadiendo lo de mi caballo, me está extasiando.
Mi corcel se relaja bajo el roce de ambas, deja salir un relinchido suave, como si fuera un suspiro.
—Es hermoso —me comenta mi chica de bronce.
—No tanto cómo tu Lidia —le sonrío y aprovechando que estaba yo a su espalda y sosteniendo su mano besaba ligeramente su cuello, ganándome un suspiro.
Nos separamos un poco me dirijo a donde está la silla de Conde, para tomarla y ponérsela.
—Te ayudo a subir —le digo a Lidia que me ve con una clara mueca de confusión.
—Pero...nunca he montado uno —se sonroja.
—No te preocupes, yo estaré ahí.
Ella asentía y la ayudaba a subir, para que después yo hacer lo mismo, tomando las riendas.
Abría la puerta grande del establo con el control de la misma y comenzaba a moverme, sentía los brazos de Lidia sobre mi cintura, esto era tan correcto, tan bueno.
Comenzamos a trotar por el inmenso corral que habíamos aditado para mis prácticas, pero ahora no pensaba hacerlo, sólo quería relajarme a lado de Lidia.
Comenzamos a dar vueltas, sintiendo la brisa del día y la tranquilidad del lugar, podía sentir el latido de mi chica de bronce al tener pegado su pecho a mi espalda, se nota tranquila.
Yo me siento en las nubes, jamás había hecho esto con alguien, nunca tuve la confianza con nadie de mostrarles a Conde o incluso cabalgar con ellos a mis espaldas, pero con Lidia había sido muy diferente...a ella la amaba.
Llegamos a la parte extrema del corral donde a las afueras tenemos árboles frutales, sobre todo de Manzanas, me bajaba de Conde y ayudaba a Lidia a lo mismo, lo amarramos y le doy unos cubitos de azúcar, le digo a Lidia que me espere, mientras voy al cobertizo, de donde saco una cubeta y de los tambos un poco de agua para mi caballo.
Se lo ponía a lado, él toma feliz.
Lidia y yo nos sentamos a la sombra de una gran Manzano recargándonos en el tronco.
La brisa nos rodea, estamos relajadas y felizces, teniamos las manos entrelazadas.
Pero yo seguía un poco extrañada por lo que había pasado con mi hermano.
—¿Me contarás que fue eso con mi hermano? —le pregunto a Lidia mientras ella me voltea a ver, tiene una manzana que le dí en su boca.
Ella deja salir un suspiro, se ve un poco intranquila.
—No es algo que me toque a mi contar charrita.
Desvía su mirada, no quiere verme a los ojos.
—Mi hermano jamás me ha contado nada de eso, y quiero saberlo, te prometo que jamás sabrá que vino de ti, siempre he escuchado a voces calladas eso de Lord Belial, de sus amigos, de Ale y de el mismo, pero jamás he sabido por que —le digo.
—No sé todos los detalles, sólo algunos, pero te lo diré.
Yo asiento, emocionada porque sabría más de mi hermano y su vida de antes.
Ella iniciaba.
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