Capítulo 7: Mi primer libro
—Ya me voy chicos, me están esperando afuera —les digo a mis amigos mientras me levanto de la mesa de la cafetería de la escuela.
—¿A dónde vas Miri? —pregunta Valentina.
—Quedé de verme con Lidia hoy —me sonrojo al decirle eso a mis amigos.
Por fortuna sólo lo nota esta Sofy quien no deja de sonreír al entender el por qué, mientras que mis demás amigos me ven un poco sorprendidos.
—¿Ya eres amiga de esa chica? —pregunta Santi un poco extrañado.
—Si, me cae super bien y es muy inteligente —le respondo a mi amigo.
—¡Genial! Ella y sus amigos me cayeron bien, son muy simpáticos —menciona él.
Las otras dos chicas asentían.
Yo sólo sonrió para irme después, apresurándome en ir hacia la salida, cruzando el campus en tiempo récord.
Al llegar veía que Lidia ya estaba esperándome, se veía super tranquila, no traía ese día su patineta, sólo una mochila.
Me apresuraba a donde estaba y le toco el hombro haciendo que la skater volteé a verme, dibujándosele una sonrisa en su rostro, pareciese cómo si viera una estrella de cerca, no entendía el por qué, pero a pesar de ello, ver sus ojos brillando me hacía sentirme feliz.
—¡Charrita! —exclama mientras me da un fuerte abrazo y me hundía en aquel distintivo aroma oliendo hoy a lilas, era delicioso el aroma.
—¡Spider! ¿Cómo estás? —le digo sonriendo.
—Todo chidito nena, ¿Tus clases que tal estuvieron?
Comenzamos a caminar, teníamos pensado ir a caminar a la plaza Santa Fe, que es un centro comercial inmenso.
—Pues no me quejo, sólo tuve dos clases hoy, así que fue relajado —había sacado mi celular para pedir el Uber.
—Oye, te traje algo Miry —se sonroja al llamar mi atención.
Alzaba la ceja y la veía un poco extrañada.
De su mochila sacaba una flor, hecha de una lata de refresco, está muy bien detallada, me gusta mucho.
—¡Wow! ¡Esta increíble! —exclame mientras ella sólo veía hacia otro lado.
—No es mucho, pero pues me salió bien y quise regalártela, sé que no es mucho, pero...
La silenciaba con mi dedo índice en sus labios y le daba un pequeño beso en la mejilla.
—Es hermosa, tienes un gran talento Lidia.
—No exageres charrita, sólo es algo que aprendí para poder tener un ingreso extra —se ruboriza al decirme las cosas, entiendo que se siente apenada.
—No exagero Spider, eres una chica con muchos talentos.
En ese momento llega nuestro Uber, sonreía viendo cómo ella abría mi puerta, y me ayuda a subir.
—¿Señorita Gaytán?
—Si buenas tardes, señor Pérez.
—Inicio su viaje.
Yo sólo asentí.
Comienza a conducir.
—¿Cómo estuvo el trabajo hoy? —le pregunto mientras vamos en camino.
—¡Ay charrita! Pues bien, sólo tuvimos cómo tres citas en lo que yo estuve ahí, no me quejo —responde Lidia.
—¿Tu tatuaste alguna? —le vuelvo a preguntar.
—Sólo uno pequeño.
Me enseña que no se pudo quitar los residuos de la tinta al cien, rodando sus ojos.
—¿Qué fue?
—Una flor de loto en el hombro —me responde.
—¿Cómo quedo? —la veo fascinada.
Ella saca su celular y me lo muestra, y tengo que decir que siempre me sorprendía esta chica, era talentosa en muchas áreas, y me da un gran coraje por qué ella podría ser alguien con muchas oportunidades y no tenía cómo lograrlo, no era justo eso.
Llegamos al centro come donde ya estaba pagado el Uber y se bajaba ella del mismo para ayudarme de igual manera.
—¿Cuánto te debo? —era lo primero que me decía.
Yo rodaba los ojos.
—Un beso.
Eso lo decía antes de poder detenerme, lo cual ocasionaba que mis colores se me subieran cómo jamás me había pasado y notaba que sucedía lo mismo con ella y desvía su mirada un poco.
Pero noto cómo Lidia traga saliva y se acerca a mi mejilla para darme un pequeño beso.
—He pagado mi deuda.
Esto me hace soltar una carcajada.
—Eres tan linda y chistosa Lidia —le sonreía ganándome una de su parte también.
—No tanto cómo tu charrita, eres muy ocurrente —me dice mientras vamos caminando para entrar a la plaza.
Hay una infinidad de tiendas, tenía mucha variedad, desde tiendas de ropa cómo Zara, Bershka, Cuidado con el perro y demás, hasta de zapatos, cómo Vans, DC, Nine West, cómo libro, tal como el Péndulo, Gandhi y muchos otros lugares.
—¿A dónde quieres ir Miriam? —me pregunta.
—Tengo que ir a recoger unos libros al Péndulo.
Ella asiente y yo la guío.
—¿Cómo está tu familia? —le pregunto.
—Bien, Yesenia tiene parciales en estas semanas entonces ha estado estudiando mucho, aunque la veo más en su celular que de costumbre, se está mensajeando con alguien —me comenta, —Alan también le está echando ganas a sus clases y mi mamá se nota cansada, pero la veo muy animada, no sé por qué.
—Ahorita que mencionas lo de tu hermana Yesenia, he visto a Xavier igual, más tiempo en el teléfono y sonriéndole a la pantalla —le comento.
Llegamos a la librería, donde nos acercamos al mostrador.
—¡Buenas tardes, señoritas! ¿Qué podemos hacer por...? —al voltear el encargado me veía a mí y seguía sonriendo, pero después sus ojos se posaban sobre Lidia y torcía un poco la boca, viéndola de arriba para abajo, —usted?
Yo fruncia el ceño, veía cómo había menospreciado a la chica que me gustaba y voltea a ver al guardia moviendo sus ojos para que siguiera a Lidia, quien estaba viendo todos los libros del lugar, tiene una cara de maravilla, yo sabía que estaba fascinada con todo.
Pero me enoja al ver cómo la tratan, sólo por verse diferente.
—Me puedes ayudar primero, dejando de acosar a mi amiga, —esto sacaba de onda al chico, al sentir mis ojos penetrantes.
—Lo siento.
Con ello le señalizaba al guardia que dejaré a Spider empaz, la cual aún se mantenía ajena a lo que sucedía.
—¡Una disculpa señorita!
—Que no vuelva a suceder, espero entiendas que nos e debe juzgar a nadie por sus apariencias —le digo
El sólo asentía muy apenado.
Noto que Lidia veía un libro en particular, el cual logro ubicar cómo el Quijote de Cervantes.
Le entrego al chico mi tarjeta de crédito.
—Y aparte un ejemplar de esos del Quijote, ese envuelto en regalo.
El chico asiente y se pone manos a la obra.
Mientras me acercaba a Lidia quien seguía leyendo y viendo algunos que eran clásicos, cómo Frankenstein, La vuelta al mundo en ochenta días y demás.
—¡Este lugar es increíble Charrita!
Algo se mueve dentro de mí al observar cómo sus ojos de niña se alumbran, era cómo si le hubiera adelantado la navidad.
—¿Te gustó? —le pregunto mientras la hago verme a los ojos.
—¡Me fascino! Jamás había entrado en una así de grande —se sonroja al decirme eso.
—Me alegra que te haya gustado venir acá Spider —nos movemos de nuevo a donde estaba el encargado y me daba lo comprado más el regalo.
—¿Tenías que comprar un regalo? —me pregunta
—Si, lo necesitaba para algo muy importante —le sonrío.
Ella me ayuda tomando los paquetes, eran tres libros míos más el regalo, y se los lleva ella.
Salimos de la tienda y continuamos con nuestro recorrido por todo el centro comercial, acompañándome ella a una tienda de ropa, que me gusta mucho.
Noto que no se aburria, sino que pone mucha atención a todo lo que le digo de los colores y las combinaciones de diferente tipo de telas y demás.
Se estaba interesando por lo mío y jamás negaré que eso me pone muy feliz, me muestra que es una gran chica y atenta.
—¿Entonces te gusta las cosas de moda? —me pregunta.
—Si, me gusta mucho, sobre todo las botas, soy adicta a las botas —le señalaba las que traía puestas que son de tacón medio.
—Si lo note, siempre que te he visto o hemos salido traes botas, tengo que decir que te ves muy bien con ellas —me dice.
—¡Gracias Spider! Oye a todo esto, siempre he tenido una duda —le comento mientras salimos de esa de esa tienda.
—Dime.
—¿Por qué Spider? —le cuestiono, esperando no sobrepasar nuestra confianza.
—Porque soy fan de Gwen Stacy o SpiderGwen de Marvel —responde con las mejillas un poco chapeadas.
—Conozco ese personaje por mi hermano, es la de traje blanco ¿Verdad?
—Si, esa mera.
—Tendré que leer sobre ella, me interesa saber —le digo, lo cual pinta una sonrisa en su rostro.
Ya era hora.
—Toma —le doy el regalo mientras nos sentamos en una banca.
—¿Qué es esto? —me pregunta tomando el paquete.
—Algo que quise comprarte, te vi viéndolo mucho en la librería —le digo y esto ocasionaba que se sonrojara mucho.
—No debiste hacerlo charrita.
—Ábrelo y listo, no importa, lo quise hacer para ti —me sonrojo mientras ella abre con un cuidado extremo el papel sin querer dañarlo.
Cuando termina de hacerlo veía que era ese libro del Quijote que había visto mucho tiempo y era genial que yo me hubiera dado cuenta de eso, porque no tuve que adivinar un regalo para ella.
—No sé qué decir Miriam —veía cómo brillaban un poco sus ojos, cómo si una lágrima se estuviera manifestando.
—Es que es en serio charrita, este es el primer libro que alguien me regala.
Esto me tomaba por sorpresa, me dolía ver que cierta melancolía se manifestaba al ver el libro, pero a la vez una gran sonrisa.
Se acercaba a mí y me daba un tierno beso en la comisura de los labios.
—Gracias Charrita hermosa.
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