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La venganza (parte 2)

Con los vampiros.

Confundidos los vampiros y también Zaphiri veían el pueblo en llamas, viendo cómo algunos cuantos cazadores intentaban escapar de los convertidos, cosa que no lograban, confundidos se preguntaba cómo era que había pasado toda esa masacre, los cazadores eran bastante cuidadosos, no tenía sentido.

Zaphiri: ¿Que ocurrió aquí? - preguntó confundido, aunque poco tiempo después se dio cuenta del problema.

Él aroma de la sangre, ese mismo aroma que tenía la sangre de Aiacos, preocupado por esto únicamente susurró un...

Zaphiri: Krest... - susurró, para después dar una orden - todo el mundo retroceda, regresen al castillo o los convertidos podrían matarlos cierren la entrada de nuestro hogar ¿Quedo claro? - preguntó.

Xx: entendido ¿pero que va a pasar con usted señor? - preguntó.

Zaphiri: estaré bien, únicamente trataré de averiguar que sucedió aquí, no podemos arriesgarnos, podría ser peligroso para nosotros - aseguró.

Camus entendiendo el motivo únicamente ordenó a todos darse la vuelta y regresar, Aiacos por su parte se alejo de ambos preocupado por su madre al reconocer el olor trato de irse, aunque Zaphiri rápidamente lo detuvo.

Zaphiri: ¿a dónde vas?

Aiacos: Mi mamá... - dijo rápidamente.

Zaphiri: Aiacos por favor regresa con los demás a la cueva - pidió.

Aiacos: pero mi mamá - repitió casi llorando.

Zaphiri: Aiacos por favor, el ya no está, él es la única persona a parte de tí y tus difuntos hermanos en ser poseedor de esta sangre y si hay una gran cantidad esparcida en este lugar significa que él ya no está más con nosotros ¿entiendes? - preguntó mientras veía al menor comenzar a llorar, era duro pero debía ser claro con él para no empeorar más la situación - Camus llevatelo de aquí - ordenó.

Camus: ¿Pero?...

Zaphiri: váyanse - ordenó serio, para después comenzar a entrar.

Aiacos por su parte rápidamente lo siguió, mientras que Camus preocupado por esto se fue detrás de él, intentando alcanzarlo.

Mientras tanto.

Con Izó.

Mientras veía todo arder, únicamente suspiró, escuchando cómo las puertas de aquella casa, intentaban ser tumbadas por los convertidos. Él únicamente rodeó el lugar donde tenia amarrado a Odysseus, Sage, Hakurei y Krest, paseando con la cubeta de sangre al rededor de ellos.

Izó: ellos ya destruyeron el pueblo ¿cuánto tiempo creen que les tomará tirar la puerta? - preguntó mientras los rodeaba.

Sage: si sabes lo que te conviene, nos soltaras inmediatamente - ordenó serio.

Izó: ¿lo que me conviene? - repitio con un tono burlon - Escuche señor, si se da cuenta de lo que aquí acaba de pasar ¿no? Acabo de provocar la extinción de un clan completo y también el asesinato de tres de las mayores cabezas de la iglesia, claro que se lo que me conviene, si no quiero terminar en la cárcel, debo eliminar la prueba de mi delito y acabar con los cabos sueltos, osea ustedes - respondió.

Odysseus: Estas loco, hacer todo esto por vengar a alguien que jamás pudo corresponderte cómo tú querías, no seas patético Izó - aseguró mientras Izó con una sonrisa paro delante de él y lo vio.

Aquella forma en que lo veía, cómo con dolor, histeria, enojo y tristeza únicamente le confirmo lo evidente, estaba loco.

Izó: miren quien habla de patéticos y locos, él que por la misma situación que yo provocó el asesinato de una familia entera, podré estar loco y todo lo que quieras, pero yo no cobraría la vida de personas inocentes por un amor no correspondido - le dijo, haciendo que el peli plateado molesto lo viera.

Por lo cual y sin darse cuenta, vio cómo él peli negro tomó la cubeta entre sus manos y le lanzó la sangre, para después reír.

Izó: bien, ya es hora de que comience el show, espero y le pidan perdón a Mystoria por todo lo que le hicieron del otro lado - aseguró serio, para después acercarse a la puerta y después de sujetar una ventana, abrió la puerta, dejando a los convertidos entrar mientras el salía del otro lado.

Vio el desastre que había en todo el pueblo, por lo cual suspiró, para después comenzar a caminar hacia dónde había dejado escondido a su burrito, para poder irse de ahí, escuchando únicamente los gritos de todo el mundo por la masacre causada.

Mientras tanto.

Con Zaphiri.

Guiandose del olor de la sangre conocido para él, llegó a la casa de Krest, dónde después de haberse peleado con un par de convertidos, entró únicamente para ver los cuerpos inertes de Odysseus, Sage, Hakurei y Krest.

Por lo cuál únicamente suspiró mientras pasaba una mano por su rostro, para después ver cómo los convertidos se acercaban a él, con intención de atacarlo, por lo cuál molesto únicamente les ordenó que se fueran.

Los convertidos únicamente siguieron la orden, retirándose del pueblo inmediatamente él cual ya no contaba con ningún cazador vivo en pie, por lo cual únicamente se acercó a Krest, cargando su pequeño cuerpo al cual ya no le quedaba ni la más mínima gota de sangre.

Zaphiri: te sentiste culpable por lo que sucedio y permitiste que esto pasará ¿no es verdad? Te conozco y se que jamás hubieras dejado que algo así te sucediera - aseguró mientras veía al castaño en sus brazos.

Lo dejo suavemente de nuevo en el suelo, para después acercarse a los demás de la iglesia. A los cuales después de verlos con molestia pateo.

Zaphiri: ¡Malditos, mil veces Malditos! Todo lo malo que le paso a mi familia y a la única persona que me llegó a importar además de mi esposa y mi hijo es culpa suya, ojalá y se estén pudriendo en el infierno - dijo molestó mientras apretaba sus puños.

Aiacos entro al lugar junto con Camus, aunque al ver todo se dieron cuenta de que ya todo estaba perdido, alguien se les había adelantado en la venganza por lo cuál no sabían si estaban felices o enojados.

Aiacos: ¿Abuelo? - preguntó mientras vio al mayor, que serio únicamente se dio la vuelta y comenzó a caminar.

Zaphiri: vamonos de aquí, no hay nada que podamos hacer - les ordenó mientras tomaba de las manos a ambos y comenzó a llevárselos, dejando atrás al pueblo que únicamente se quedó ardiendo en llamas.

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Tres semanas después...

Cerca de la cueva dónde los vampiros, estaban.

Cómo era de esperarse, después de la caída del clan de los cazadores, ellos pudieron por fin salir de dónde estaban y regresar de nuevo a su castillo, así cómo también con la guía de Camus habían logrado recuperar el terreno qué los lobos y cazadores les habían arrebatado.

Todo iba bien dentro de lo que cabía, Aiacos realmente estaba mal, había entrado en una tristeza tan profunda por la pérdida de su familia que nadie, absolutamente nadie lo había hecho salir de la habitación dónde se aisló. Ni siquiera su abuelo, pero aun había una pequeña esperanza y esa era él único hermano que le había quedado, quien era Sylphid, quien se había alejado de todo el clan.

Motivo por el cual Camus una vez más estaba en esa cueva, lo llevaría aunque sea arrastrado al castillo y Zaphiri se encargaría del restó para hacer salir a Aiacos.

Camus: Sylphid, se que estas aquí ¿puedes venir por favor? Necesito hablar contigo - pidió, más no obtuvo respuesta, molestó suspiró mientras comenzaba a caminar - oye, se que no tienes la culpa de lo que le pasó a tú hermana, pero tienes que entender que Aiacos estaba bastante alterado esa vez para entender que tú jamás harías algo así, por favor sal, debemos regresar al castillo - pidió mientras caminaba hasta dónde la luz de la luna no llegaba.

Pero siguió sin recibir respuesta, por lo cuál molestó entró a lugar dónde después de bajar por el lugar, llegó a la casa donde él se estaba quedando, para después abrir, aunque se detuvo al momento que escucho el pequeño quejido de un niño.

Camus: ¿un bebé? - se preguntó mentalmente, para después abrir. Cuando lo hizo abrió sus ojos con sorpresa mientras veía al peli plateado cargando a un bebé de no más de 3 meses de nacido - Sylphid ¿Qué? - preguntó haciendo al peli plateado voltearse.

Sylphid: ¿Camus? - preguntó confundido mientras veía al mayor ver al bebé.

Camus: ¿De dónde? ¿Que significa esto? - preguntó serio.

Vio cómo él chico suspiró, para después hablar.

Sylphid: cuándo todo ocurrió, ese día en que los hermanos de Aiacos fueron asesinados, yo llegué al pueblo viendo la preocupado que estaba Aiacos, quería asegurarme de que no hubiera nada de lo que él debiera preocuparse y fue cuando lo encontré a él en una parte del campanario de la iglesia muy alejado, quien sabe que pensaban hacerle por lo que lo traje conmigo y lo he estado cuidando mucho - aseguró mientras Camus preguntó.

Camus: ¿ese día lo encontraste escondido? Y tú lo haz cuidado desde entonces, eso quiere decir que este bebé es...

Sylphid: así es... él es el hijo de esa cazadora a la que le arrebate la vida, este es el sobrino de mi hermano - hablo mientras mostraba al pequeño de cabellos rojos el cual al verlo le sonrió, para después alzar sus brazitos en su dirección - jeje, si parece que le agradas - le dijo mientras se acercó a Camus y se lo entregó en los brazos.

Camus confundido e impresionado únicamente vio al bebé, el cual tomó uno de sus dedos entre sus manos mientras sonreía, mientras que Camus recordó las veces que espió a Milo, el cual se la pasaba consintiendo al bebé. Razón por la que tomó una decisión, no podía morir, él debía encargarse de proteger a ese bebé y no sólo el, todo el clan debía hacerlo.

Camus: es una promesa - susurró, para después decir - vamonos Sylphid, vamonos a casa - ordenó mientras se daba la vuelta y comenzó a caminar.

Sylphid: ¿Eh? - preguntó confundido.

Camus: Sylphid, cómo dije antes, lo que sucedio aquel día no fue culpa tuya, tú únicamente fuiste una víctima de nuestro enojo y no mereces estar así, además... eres él único familiar además del bebé que le quedo a Aiacos y al viejo, estoy seguro que a ambos les animara saber que haz vuelto, por favor vamonos - pidió mientras el peli plateado después de suspirar, únicamente se limito a seguirlo.

Mientras tanto.

En el pueblo.

De una forma brusca soltó sus cosas, para después caer al suelo incrédulo ante lo que estaba viendo. Lo que algún día había sido su hogar había sido reducido a cenizas, no quedaba nada, ni nadie únicamente veía él mensaje.

"Esto pasa por meterse con quien no deben"

Fue lo único que leyó, por lo cual molestó únicamente apretó sus puños, tomando un poco de tierra entre ellas, mientras sentía la presencia de dos personas bastante peligrosas detrás de él.

Lémur: ¡¿Qué mierda quieren?! - grito molestó, mientras sentía las miradas burlonas sobre él.

Fin...

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