𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟎 "𝑬𝒍 𝒃𝒆𝒔𝒐"
“Yo quisiera tan solo besarte
Aún sin darte tu beso soñado
Pero quiero rezar en tu boca
La ardiente plegaria que sangran mis labios
Solo quiero rezar en tu boca
La ardiente plegaria que sangran mis labios”.
El beso/ quisiera- Abel Pintos.
Narra Julián:
Bajo del taxi y la lluvia me empapa por completo, estoy por acercarme a las escaleras cuando veo a Renata saliendo del hotel. Ella se detiene al mirarme, la veo tragar saliva y el tiempo se detiene para mí. El corazón me galopa a 100 veces por segundo, sintiendo como voy estallar de tan solo verla. Está tan hermosa, la lluvia la empapa por completo y me acerco implacable hacia su cuerpo, la tomo entre sus brazos y mi mirada va a sus ojos brillosos hasta sus labios, humedezco los míos y ella cierra los ojos, no lo dice pero se que se muere por sentir mis labios.
Rozo mis labios por unos segundos, volviéndola loca y utilizo mis dientes para agarrar su labio inferior, nos abrazamos con fuerza mientras el labio se hace apasionado, ansiando comernos mutuamente.
La lluvia no me importa, solo nos besamos en medio de la lluvia, empapándonos y jadea entre besos, nos separamos y tomo su rostro mojado entre mis manos.
-Te extrañe tanto, nena. -Sonrió feliz.
En sus ojos vuelven la culpa y baja la cabeza, solo la acerco a mi pecho y hago que me mire.
-Ya se, nena… se que te sientes mal pero no puedes evitar lo que te pasa. -Tomo su mentón y me mira. -Me están pasando tantas cosas contigo… no pude dejar de pensar en ti, esperanzado con la idea de que volverías y ahora estás aquí. -Juntando nuestras frentes. -Y ahora que estás conmigo, no voy a dejar que te vayas porque sé que tú tampoco quieres irte.
Su mirada cambio, esa mirada tan hermosa que derrite mi corazón y no dejo de suspirar por ella. Renata no dice nada, solo me besa con dulzura, disfrutando del momento y mis manos se mueven por su espalda, acariciando suavemente y la llevo al hotel.
Tomo su mano en el trayecto al elevador y cuando las puertas se cierran, la apoyo en la pared metálica y mis labios atrapan los suyos, besando apasionadamente sus labios e introduzco mi lengua en la profundidad de su boca y me encuentro con su lengua, estás se enredan a medida que el beso se intensifica.
Como deseaba besarla de está manera, mis manos se mueven traviesas en todo su cuerpo, provocando jadeos que escapan de esa increíble boca. Mis labios dejan de besarla para besar su rostro hasta que mi lengua se desliza por su cuello, en ese momento sus manos acarician mi cabeza y tira suavemente de mi cabello.
Llegamos al piso y las puertas del ascensor se abren, la tomo en mis brazos y nuestros pies se mueven rápidamente hasta que entramos donde me estoy quedando.
Cierro la puerta con llave y ella me mira con intensidad, esos ojos que me encantan me miran con la mirada oscurecida por el deseo. Ay Renata, si supieras como mi cuerpo arde en deseo, pensé que teniéndote esa noche ese incendio se iba a extinguir pero termine peor. Mi pene está tan erecto que me duele. A pesar que me estoy muriendo por ella, la necesidad de sumergirme me está llevando a la locura, no obstante, quiero mirarla. Quiero embriagarme con la imagen de ella desnudándose lentamente.
Sus finas manos se mueven a los botones de su vestido, desabrocha de a poco los botones y deja ver su sostén delicado, observo sus senos siendo prisioneros de su ropa interior y estoy embobado, sin poder reaccionar hasta que me acerco implacable, tirando los breteles de su sostén hacia abajo, liberando esos pechos prominentes y mis manos se deleitan con tan solo tocarlos, mis pulgares juegan con sus pezones y miro como cierra los ojos, llevando la cabeza hacia atrás.
Me vuelve loco de ver como disfruta cuando la toco y me inclino hacia la piel de su cuello, haciendo un camino de mordisqueos hasta sus senos, ella deja escapar un gemido ahogado y tira de mi cabello.
Ambos estamos tan desesperados que nos desnudamos rápidamente, tirando la ropa al suelo.
Adoro su cuerpo desnudo y no puedo dejar de mirarla de arriba abajo, excitándome cada vez más y mis brazos envuelven su cintura, acercándola a mi cuerpo. Mi pene hinchado roza su piel y mis ojos la miran con locura.
Estoy al borde del delirio gracias a ella.
Renata siente mi entrepierna hinchada y muerde los labios, ardiendo de deseo como yo. Mis manos se arrastran por su cuerpo hasta que llego a su feminidad, encontrándola tan mojada y mi respiración es pesada.
Con cuidado, la acuesto sobre la cama y estoy de pie, mirándola con atención y una sonrisa se hace presente en mi rostro.
-Flexiona las piernas y sepáralas, muñeca.
Su respiración se detiene y me hace caso, está abierta para mi y mi mirada baja a su vagina que me muero por besar. Me agacho lentamente y agarro sus piernas flexionadas, tirando hacia abajo, llevándola a los pies de la cama y estoy arrodillado en la alfombra. Un dedo se introduce en su vagina, provocando un respingo de su cuerpo y gime en voz baja, escucho como jadea tratando de respirar con normalidad.
Lo muevo lentamente, mi dedo entra y sale, introduzco otro dedo y sus gemidos se van acrecentando. Lo hermoso que es mirarla, escucharla en medio de la pasión. Mi cabeza se mete en medio de sus piernas y beso la piel interna de sus muslos, dejando besos húmedos y su cuerpo no deja de temblar.
Mi lengua vigorosa se desliza en su clítoris hinchado, provocando un gemido más alto, su mano derecha acaricia mi cabello, sus dedos se mueven por mi cuero cabelludo mientras me deleito probando su sabor.
Sigo moviendo mis dedos al mismo tiempo que mi lengua serpentea en su monte de venus, moviendo mi lengua en círculos. Tira de mi cabello con más fuerza y encierra mi cabeza con sus piernas, sintiendo como su cuerpo es victima del placer que le estoy dando.
-Ay Julián… --Gime en medio del delirio. -Ay así… así, sí. -Arquea su espalda.
Arruga las sabanas cuando sus paredes vaginales aprietan mis dedos y minutos después, se viene completamente y sus hermosos gemidos no se pueden controlar.
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