Be My Queen
«Tranquila, Kyoka, solo irás a conocer a su madre, ¿qué puede salir mal?»
Caía la noche en la ciudad, con riesgo de tormenta. Algo no muy sorpresivo debido a la época del año, por ello, no había persona que, a excepción de los escépticos, no tenía un paragüas preparado para usarlo. No sería bueno enfermarse por algo tan tonto como bañarse a base de lluvia.
Sin embargo, a Jiro le parecía un tema trivial, ya que, debido a la situación, lo más importante era dar una buena impresión a la madre de Izuku, Inko Midoriya. Es por ello que en sus planes entró alistarse desde seis horas antes de la hora de reunión. Nunca antes en su vida se había preocupado tanto en su imagen, ni siquiera para Izuku o en alguna presentación de su banda.
Obviamente, no perdería su estilo punk.
Izuku le dijo que no sería nada elegante, solo una reunión por el cumpleaños de su progenitora, por lo que podía venir con ropa informal. Así que decidió por vestirse con un pantalón jean, una blusa negra que le cubría hasta el ombligo y la mejor chaqueta de cuero que tenía a su disposición. Incluso, se maquilló, claro, con ayuda de su madre quién se sorprendió al ver que su hija le pedía ayuda con esas cosas. Kyoka le pidió, de manera encarecida, que no haga ninguna pregunta. Por su parte, su madre le advirtió que tendrían una charla seria luego de su "reunión privada".
Kyoka solo asintió, resignada.
Dos horas antes de su encuentro, Izuku la llamó para avisarle que ya estaba saliendo a recogerla. Aunque, ella se negó a que él venga, por la sencilla razón de que no sería idóneo dejar a Inko sola celebrando su cumpleaños. Debía tener a su hijo a su lado todo el tiempo posible, por lo menos, en este día. Por esta razón, le pidió la dirección de dónde vivía y decirle que ella llegaría a la hora acordada.
Y fue así que salió con una hora de antelación. Pidió un taxi, mientras calmaba su respiración. Tenía tantas dudas en ese momento: ¿qué tal si no le caía bien a Inko? ¿Si el regalo que le llevaba no era de su agrado? ¿Si quizás no le gustaba como vestía?
Su monólogo interno duró hasta que, sin saber cómo o cuándo, llegó a la puerta de la casa de los Midoriya. Había subido diez pisos sin darse cuenta y estaba a solo unos metros de conocer a Inko. Ningún villano, profesor o el mismo All Might le hicieron sentir tanto terror como esa puerta. Un monstruo que la miraba a los ojos, esperando a que parpadee para decorarla.
Se le formó un nudo en la garganta, además de un par de lágrimas, que posiblemente arruinaría su maquillaje. Sacudió la cabeza, dispuesta a irse y enviarle un mensaje a Izuku que no podía ir porque le surgió algo urgente. Así, en la noche, sumergirse en la inmundicia debajo de sus sábanas.
—¿Jiro? —No esperaba ser llamada, ni muchos menos por él.
—¿Pecas?
Izuku acababa de salir del elevador, con un par de bolsas del supermercado. Creyó que era una buena coincidencia encontrarse con ella, así podía advertirle un par de cosas antes de que entren a su casa.
—Oh, parece que llegué tarde a mi propia reunión. —El chico bromeó—. Que bueno verte. —Sonrió.
Tal sonrisa, conmovió. Era como ver el atardecer en la playa. La misma vibra, calidez y tranquilidad. El nudo en su garganta se desató, dando pase a la serenidad. ¿Por qué se preocupaba por caerle bien a Inko? Es la persona que crió a Izuku, sola.
Quizás volvió a apresurarse con una conclusión, pero, si el comportamiento altruista del pecoso es a causa de la crianza de esa mujer, Inko sería lo más parecido a un ángel que predica la bondad en un mundo lleno de paganos, sin recibir nada a cambio.
—Digo lo mismo, Verde. —Le devolvió la sonrisa—. ¿Cómo me veo? —Y viendo que podría perder, empezó con su juego.
—Te ves bien. —Por su parte, Izuku sabía lo que se venía. Aun así, tartamudeó al dar su opinión, además de no evitar sonrojarse.
—Gracias... —Si bien pudo continuar jugando con él, aquellas palabras la enternecieron.
Es increíble la facilidad que tenían de hipnotizar al otro. Sus miradas bailaban, mientras los pies de Izuku iban en dirección a ella. Kyoka sólo sonreía, dejándose llevar por el ambiente, esperando a que Izuku estuviera a poco o nada cerca suyo.
—Solo no te enamores de mí. —Jiro le guiñó. Izuku volvió a reír.
—Haré lo menos que pueda, capitana.
Ella alzó la ceja izquierda, mirándolo con incredulidad, pero con cierta expresión burlesca. Se fascinaban, era más que obvio que lo hacían.
Después de aquella tormenta dónde descubrió algo del pasado tortuoso de Izuku, este tipo de acciones se volvió de lo más habitual entre ellos. Que Kyoka se apegue a Izuku en el mueble de la sala mientras ven películas con el resto de sus compañeros. Que Izuku le dé uno que otro beso en la frente. Duelos de miradas dónde no importa quién gane o pierda. Salir solo los dos cuándo esté a punto de llover para divertirse. Incluso, uno que otro abrazo por la espalda.
Y decenas de cosas más.
—Me alegra que hayas venido. —Izuku agarró una de sus manos.
—¿Cómo podría no venir si me rogaste por que lo haga? —Respondió. Su mano fue levantada hasta estar cerca a los labios de Izuku.
—Eso no es lo que yo recuerdo. —Él sabía cómo Kyoka se volvió en un mar de nervios al escuchar la propuesta.
—Al parecer, uno de los dos está mintiendo. —Con media sonrisa en su rostro, Kyoka aceptó el beso sobre su mano.
—Y no creo que sea yo.
Izuku se había contagiado un poco de lo descarada que podía ser Kyoka. Ahora él podía responder rápidamente a comentarios con ironía sin sentirse avergonzado. Por lo menos, solo con ella.
—Te has vuelto un poco atrevido, Arbusto-san. —Ella deshizo el agarre—. Más que antes. —Pero, se acercó hasta cerrar la distancia entre ellos. Abrió los brazos, rodeando el tronco del pecoso—. Me atrevo a decir que te enseñé bien.
—No es algo por lo que tengas que estar orgullosa. —Él respondió a la acción, llevando sus manos a la espalda de Kyoka.
—Ya sabes, me gusta hacer travesuras.
—¿Porque eres una chica mala? —Dio la razón en forma de pregunta. A lo que ella, solo respondió mirándolo a los ojos, con una sonrisa gatuna que decía que acertó en el blanco.
—Oh, Izuku, me alegro que hayas regresado. ¿Ella es tu amiga a la que invitaste?
Ambos se separaron al escuchar esa voz. Izuku cerró los ojos antes de ver a la persona que abrió la puerta de su hogar, mientras que Jiro respiraba como loca tratando de no verse mal frente a ella, aunque el querer y su accionar no coincidían en el propósito.
—¡Mamá! —Gritó, sorprendido al verla—. ¿Desde cuándo estás ahí? —Tartamudeaba, cosa normal en él. Esperaba escuchar alguna mentira, porque, conociendo a su madre, capaz empezaría a burlarse de él y de su supuesta novia.
—Escuché tu voz desde adentro. —Inko actuó con normalidad, sin dar algún atisbo de saber lo que conversaban los chicos—. Así que decidí ver porque no entrabas y, bueno... —Su mirada se posicionó en Kyoka, quién había levantado el regalo que traía del suelo, el cual lo dejó cuidadosamente antes de abrazar a Izuku.
—¡Buenas noches, señora Midoriya! —Se inclinó casi noventa grados, mientras extendía su regalo—. Este es un pequeño presente para usted por su cumpleaños. —Izuku la miraba con confusión. ¿En serio estaba tan nerviosa como para ella ser ahora la de los tartamudeos?—. Oh, perdón por no decírselo antes: ¡Feliz cumpleaños!
—Gracias, querida. —Inko recibió el regalo, sonriendo por la actitud de la niña—. Pero, ¿podrías pararte un poco más normal, por favor?
—Disculpe si la hice sentir incomoda, no fue mi intención. Ofrezco mi ma-.
—Tranquilízate. —Inko fue hacia ella, poniendo una de sus manos sobre el hombro de la pelivioleta, quién parecía estar a un paso del colapso nervioso—. Todo está bien, estoy feliz que la amiga de Izuku haya hecho un espacio en su agenda para ir a festejar el cumpleaños de esta señora. Muchas gracias a ti, más bien.
—No, no, señora Midoriya. —Apuró en responder—. Es un honor estar aquí con usted y Pecas.
—¿Pecas? —Miró a Izuku. Este solo apartó la mirada, un poco avergonzado—. ¿Izuku es Pecas?
—No, no, no, no. —Estiró sus brazos hacia delante, como si intentara detener esa línea de pensamiento—. Es un apodo cariñoso que tengo con Verde, digo, con Izuku, ¡perdón, con Midoriya!
«Kyoka, maldita sea, hazte un favor y cierra la boca.»
Se regañó así misma. Si ella contagió de su personalidad a Izuku, era obvio que también Kyoka tendría cosas de Izuku. Por ejemplo, el nerviosismo al estar frente a una mujer que no conoce, pero, que quiere impresionar. Aunque, sentía que se alejaba más de su objetivo con cada palabra que decía.
—Que graciosa eres, hija. —Inko llevó una de sus manos hacia su boca, evidenciando la risa—. No me sorprende que se pongan esos apodos, ya que, se ve que se tienen mucha confianza. —Su afirmación parecía ir por un camino inexplorado por los adolescentes.
—Me alegra que no se haya molestado. —Volvió a inclinarse—. Le juro que no lo digo de mala onda o para burlarme de él, bueno, no tanto, pero, es mi amigo y es mi forma de mostrar amistad.
—No te preocupes, cielo. ¿Cómo voy a molestarme con tan encantadora mujer? —Inko cerró los ojos, mientras sentía una pequeña brisa pasar. Quizás, a su hijo le había llegado la primavera y ella estaba presente para verlo en primera fila—. Así que, no te preocupes. Los amigos de Izuku siempre serán bienvenidos a esta casa, en especial, su amiga más cercana.
A Kyoka eso le molestó. En primera instancia, le gustó Inko. Una mujer amable y comprensiva a más no poder, tanto así que en vez de burlarse por la mala primera impresión de ella, por los nervios sin controlar, solo atinó a tranquilizarla, mediante palabras suaves de digerir. Sin embargo, no le gustó lo último que dijo: “Su más preciada amiga”. Ella no lo es, ese puesto lo ocupa Ochako, la única y más grande amiga de Izuku, además de ser la primera. Estaba bien con ello, porque, le agrada que Izuku tuviera decenas de amigos más. Él merece confianza y tranquilidad a dónde quiera que vaya. Por lo que, el priblema no venía de celos indiscretos o envidia sana. Entonces, ¿cuál era el problema?
«Yo quiero ser más que eso para Izuku»
El problema recaía en que Kyoka está loca de amor por el pecoso. Y ya no podía conformarse con ser su amiga.
—Prometo cuidar a Izuku. —Jiro dijo, de repente, sorprendiendo al dúo madre e hijo—. Una vez más, gracias por recibirme en su hogar. —Decidida a ello, miró a los ojos a Inko, demostrando su sinceridad.
—Cuida de él.
—¿Mamá? ¿Jiro? —La situación le parecía extraña a Izuku—. ¿A qué se refieren?
—A nada, cariño. —La mujer negó con la cabeza. Su hijo no era muy perceptivo en momentos obvios—. Pasen, estaré sirviendo la cena.
Se retiró de la puerta, llevando el regalo de Kyoka. Dejó a los adolescentes solos, Kyoka tenía que calmarse un poco más e Izuku la ayudaría en eso o eso creía.
—¿Qué fue eso? —Fue el chico quien preguntó.
—¿Qué cosa?
—Todo esto. —Respondió, denotando lo obvio.
—No sé a qué te refieres. —Kyoka se acamodaba el cabello—. Todo está bien.
—No, no, no... —Izuku frunció el ceño—. Tú sabes que no todo estaba bien.
—Ya te dije: todo bien, perfecto. —Esquivaba la mirada acusadora del pecoso, quién no estaba dispuesto a dejar que ella se salga con la suya—. Todo en orden.
—¿Puedes dejar de decir todo?
—Tú comenzaste. —Se apresuró a decir, antes de encaminar hacia el interior del departamento.
—Espera, detente. —La agarró de la muñeca, evitando que se fuera sin decir una respuesta concreta—. No te vas a ir hasta que reveles el porqué de tu comportamiento.
—No te entiendo. —Pero claro que sí lo hacía. Kyoka, en todo el rato que Izuku la increpó, mantuvo su mirada lejos de él. Si solo se viera su expresión en el rostro, caería en cuenta que estaba muy avergonzada, rogando con que Izuku dejara de ser tan insistente.
—Oh, claro que sí lo entiendes. —Intentó mirar su cara, pero ella lo esquivaba con brillantez—. Siempre eres tan desvergonzada con todos a tu alrededor, es más, conmigo te esfuerzas en serlo el dobl-. ¡Auh! —Gritó de dolor al sentir como si cuello recibía un fuerte pinchazo. Al parecer, a Kyoka no le gustaba, en estos momentos, que le recordasen su habitual conducta—. ¡Pero, ¿por qué?!
—Tu mamá te puede oír. —Con su mano libre, tapó la boca de Izuku—. Puede pensar mal de mí y creer que soy alguien mala para ti.
«Con que era eso»
Encontró el meollo del asunto. Si bien ya tenía sospechas, la desesperación que mostró Kyoka al ver que Inko no estuviese escuchando lo dicho por él, hizo que por fin entendiera la actifuda de ella. Por un lado, se sintió un poco culpable, ya que, tuvo que haberlo visto venir y ayudar a calmar los nervios, aunque, por el otro lado, no pudo detener la formación de una sonrisa tonta y burlesca. Al parecer, Midoriyizó al alma libre y sin frenos de Kyoka Jiro.
—¿Quién es el manojo de nervios ahora? —Si no fuera porque, raudamente, la agarró de la cintura y se apegó a ella, no hubiera detenido el segundo golpe de jack en su cuello. Ya suficiente con tener una marca de eso, dos sería abuso.
—Cierra la boca, Lechuga sobredesarrollada. —Maldijo al ser débil a su contacto. Seguía esquivando la mirada, por lo menos, respondió el abrazo. Un avance claro—. Quería dar una buena impresión... —Colocó su frente sobre el pecho del hombre—. Quería ser yo misma, pero, pensé que no le caería bien. —Apretó el agarre, tratando de respirar con comodidad—. Hice cortocircuito y, bueno, ya sabes.
—¿Te comportaste como yo en primer año en la UA? —Su burla duró poco, ya que, recibió un puntapié en su pantorrilla—. Está bien, me lo merezco. —Aguantó el quejido, en serio le dolió.
—No puede ser. —Se alejó un poco del pecoso, cosa que no le gustó a él—. Ojalá que Inko no haya visto esto, puede pensar que te trato mal y que soy violenta. —Para su buena suerte, no divisó a la señora..
—Oye, ¿alguna vez has sido algo diferente a ti? —Izuku agarró el mentón de la rockera y lo dirigió hacia él, por fin, mirándose a los ojos desde la llegada de su madre.
—¿A qué se debe la pregunta?
—Siempre te mantienes fiel a tu esencia. —Perdía la cordura al verla tan cerca—. No importa dónde y con quién, eres tú. —Si bien no era el momento más oportuno, acercó su rostro más al de ella—. ¿Por qué justo ahora quieres ser distinta?
—¿Quieres que te dé con mis jacks de nuevo? —Ella frunció el ceño. Para su pesar, seguía preocupada de que Inko estuviera espiando, aunque, valga la contradicción, seguía abrazando a Izuku.
—No, gracias, estoy bien. —Entendió el sentir de su amiga, así que, la soltó, mientras veía como la atención de Kyoka iba hacia la casa—. Mejor entrem-.
En un ataque hábil, la chica lo agarró del cuello de la camisa y lo trajo hacia él.
—Si tanto querías esto, no hubieras dudado en su momento. —Dijo, pareciendo una fiera a punto de atacar a su presa—. Porque yo lo hubiera aceptado de todas formas.
No había palabras para describir la sensación en sus labios. Fresa, arándanos, vainilla... Lo que sea que fuera, le encantaba. Adictivo a más no poder. Un droga que expandía su soberanía desde la cabeza hasta sus pies, sin dar distinción a protestas. Dogmas, ideas, propósitos. Todo quedó en pausa, como si el tiempo fuera independiente del espacio. Se asustó al sentir nada debajo de sus pies, pero, se tranquilizó al pensar que era normal que el suelo fuera intrascendente al tener alas.
—Eso es lo que querías, ¿no?
No respondió con palabras, sino, lo hizo con acciones.
Bajó su cabeza hasta estar a la altura correcta para que ella no esté en cuclillas para alcanzarlo. Acarició su mejilla y cabellera, a la vez que sentía el viento pasar sobre su rostro y el sonido que hacía los jacks al estar levitados.
—¡Izuku, entra con Kyoka, voy a servir la comida!
Inko podía tener una idea de lo que pasaba afuera, así que les dio tiempo a solas. Sin embargo, no esperaba que las cosas fueran en dirección al viento y salgan mejor de lo esperado.
—Nos llaman. —Jiro no quería separarse, pero, tenían que hacerlo—. Tu madre nos llama.
—Lo sé... —Izuku respondió, un poco molesto.
—Es su cumpleaños, recuerda. —Se sintió un poco mal al acaparar a Izuku de Inko.
—Lo sé... —Repitió.
—No estaremos aquí por siempre, entremos. —Mandó, agarrando la mano de Izuku.
—¿Alguna vez has hecho algo y nunca se lo dijiste a nadie? —Preguntó de repente.
—A qué te refier-.
Esta vez, fue Izuku quién atacó, dejando más indefensa a Kyoka de lo que estaba. Era increíble como ambos se encerraban en una nube imaginaria con destino a quién sabe donde.
—Inko se va a molestar. —Acudió a la razón después de separarse de los labios de Izuku.
—No si le presento a mi novia. —Pero, a Midoriya le estaba gustando más la locura.
—¿Lo soy?—Dio su mejor sonrisa ante esa respuesta complaciente. La más feliz y sincera que haya dado. Aunque podría llorar en cualquier momento, seguiría disfrutando de la felicidad que Izuku le daba.
—Pensé que había quedado muy claro.
—Creo que todavía tengo que entender un poco más. —Sacó a la luz su actitud juguetona, dando a entender que un par de minutos afuera no haría daño a nadie.
Antes de entrar al departamento, Kyoka se encargó de besar un par de veces más a Izuku por algunos segundos de intervalo entre los besos. No sin antes entrelazar sus manos y sonreír cómo tontos.
Kyoka buscó caerle bien a Inko, recibiendo un mejor premio en el proceso. Una noche que ella nunca olvidará.
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