Capítulo 3.
Con la luz apagada y una linterna encendida Sophie y yo reímos sobre mi cama. Mi hermana ha decidido pasar un tiempo a solas conmigo, algo que desde hace mucho, mucho tiempo no hacíamos. Charlamos sobre sus días en la universidad, mi último año en el instituto, sobre el futuro, sobre el pasado, hasta terminar hablando de cuando Connor conoció a Daisy y se volvió todo un romanticón.
Las miles de travesuras de Los Intocables, el grupo de amigos de Connor, tampoco se dejaron atrás. Las bromas que hacían esos chicos eran... geniales. Me hubiese gustado tener un poco más la personalidad de los mellizos, ellos son increíbles personas y todo el mundo los idolatran.
Dejo de reír con ese pensamiento en mi cabeza y me quedo por un tiempo, Sophie posa su mirada confundida en mí a la vez que coloca la luz de la linterna directamente hacia mí, mis ojos se entrecierran por la molestia.
—Quita eso, Sophie—doy un manotazo a la linterna.
—¿Por qué ese cambio tan repentino de humor?
—Nada, solo pienso.
—Algo muy típico de ti, pensar demasiado—dice ella regalándome una sonrisa—. Extrañé demasiado estos momentos contigo, Hanna.
—Yo también, Soph.
—Ahora, no hemos hablado de un tema importante—convierte su sonrisa bonita en una picara mientras que sube y baja rápidamente sus cejas. ¿Ahora en que estará pensando? Mi rostro de confusión la hace bufar—. ¡Los novios, Hanna! ¿Quién ya robó el corazón de mi hermanita?
Un idiota que no se ha comunicado conmigo en años, Sophie y ¡Ah! Resulta ser que es tu mejor amigo. ¿Por qué un tipo mayor y no un chico de mi edad? ¡¿Por qué, Dios?!
—Nadie se ha robado mi corazón.
—¡Mentirosa!—acusa ella apuntándome con su dedo índice, se sienta en la cama y luego enciende la luz de la lámpara ubicada en la mesa de noche—. ¡Arrugaste tu nariz!
—¿Disculpa?
—Cuando mientes arrugas la nariz, es un tic tuyo que conozco bastante bien.
Si, lo tengo, pero no es algo que no me guste, por lo que me han contado mis hermanos y mi papá, mamá también tenía el famoso tic de arrugar la nariz cuando estás mintiendo.
Me gustaba haber heredado eso de mamá.
—No se de que hablas—digo haciéndome la loca. Sophie me mira mal.
—No está mal tener novio a esta edad, Tristan y yo oficializamos nutra relación a los dieciocho.
—Esos son Tristan y tú. Yo me llamo Hanna Pirce y nunca he llegado a primera base con algún ser humanoide, sea hombre o mujer.
—¿Te atraen las mujeres?—la mirada inquisidora de mi hermana me dan ganas de darle un golpe en la cabeza. ¿Eso fue lo único que captó con lo que le dije?
—No, Sophie.
—No te trataría diferente si fuera...
—Sophie, me gustan los humanos con pene—interrumpo—, solo que los chicos de mi edad tienden a ser... muy idiotas para su propio bien.
—Puedes buscarte un madurito.
—¿Eres terrible, Sophie!—ambas reímos por aquel comentario—. Solo... esperaré a que el momento llegue. Dicen que mientras más buscas el amor, menos lo consigues.
—Eso es falso.
—Cada persona es diferente, Soph—replico sin escucharla—. Tú tuviste la suerte de tener a Tristan, aunque lo suyo fue difícil, ahora mírense, se van a casar.
—Vas a ser mi dama de honor principal, ¿lo sabes?
—Es que si no me lo pedías te juro que le echaba pintura negra a tu vestido de novia el mismísimo día de la boda.
—No me reiré con eso porque sé que eres muy capaz.
—Menos mal que me conoces.
Hanna me habló en el oído y me dijo que tenía que subir capítulo. En realidad, lo tuve que hacer el lunes, solo que estoy asistiendo a unas clases de manejo y como me levanto muy temprano en la mañana me quedo dormida en la tarde xD
Espero que les guste el capítulo, sé que se estarán preguntando... ¿Dónde dejaste a Gaston? Pronto chicas, pronto lo leeremos con su caliente acento francés.
Ahora, este capítulo va dedicado a Florencia <3
Nos leemos pronto :)
P.D. ¿Será que Bart se perforó el pene?
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