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—Solo estoy saludando.

—Tus manos se quedarán quietas esta vez.

Cold gruñó en respuesta.

—Pero yo quiero tocarla, am...

Shhh. Esta vez tampoco vas a hablar...

Lucy escuchó unas cadenas.

—... y no vas a mover tus manos... mientras yo juego un poco contigo.

Ay Dios, ahora Lucy podía escuchar perfectamente los sonidos de su amiga al...

—¿Qué crees que estás haciendo? —Detuvo enseguida las manos de Fire que se dirigían a su cuello con la cadena que se acababa de quitar.

—Te voy a entrenar —dijo él con una sonrisa divertida ignorando por completo lo que pasaba en el otro extremo de la cama—. Eres mía ahora, rubia. Mi perra.

—¿Con el permiso de quién? —preguntó nerviosa.

—Tú misma m...

—Te liberé de tu orgasmo, rosadito —Lucy sonrió cuando una ceja insultante se levantó en el rostro de él—, no de tu papel. Perro.

—No lo especificaste, rubia oxigenada —ahora fue él quien sonrió cuando una ceja insultante se disparó en ella—, y ya es demasiado tarde. Pero ¿sabes qué? —dijo con arrogancia—. Yo no necesito estas mierdas. —Concluyó tirando las cadenas.

La boca de Lucy se abrió de par en par.

—En cambio deberías saber que me encantan las marcas...

Y la cerró de golpe levantando las caderas instintivamente cuando la nariz de él se pasó por su cuello oliéndola como si fuera una esquisita fragancia.

Y de repente sintió los dientes de Fire tomando su piel con un poco de fuerza para luego sentir cómo pasaba la lengua en un intento de aliviar el dolor.

Oh Dios...

—Eres muy sensible. —Ronroneó metiendo sus manos bajo la blusa blanca de ella—. Pues voy a morderte por todas partes hasta que toda tu piel esté rosada.

Su clítoris empezó a palpitar al mismo ritmo de su corazón cuando Fire le arrancó la blusa y le tiró las bragas con desesperación para quedarse viendo con un profundo deseo su parte íntima totalmente expuesta. Joder, quería decirle que podía empezar a marcarla desde allí; se moría de ganas por sentir esos labios hinchados apretarse contra su piel allí abajo. Que en vez de acariciarle el clítoris con los dedos, lo hiciera con la lengua y se la metiera de igual manera como... No, mejor el pene, que le metiera ese perfecto y grueso pene que ella acababa de torturar y... el que probablemente iba a tardar mucho en volver a endurecerse de aquella manera.

Gruñó de frustración para sí misma al recordar su estupidez.

A ese paso no le molestaba en absoluto los cambios de roles, pero la excitación que le hacía sentir ese hombre eran tan increíble que necesitaba YA MISMO una buena follada en plan anim...

Sus pensamientos quedaron en las nubes cuando repentinamente sintió los dientes de Fire en uno de sus pezones. Sí. LITERALMENTE le estaba mordiendo las tetas y lo hacía de una manera que lejos de tortuoso, resultaba tan delicioso hasta el punto de verse obligada a bajar una mano hacia su entrepierna para calmar las palpitaciones que sentía en su clítoris cada vez que él movía en círculos la lengua después de cada succión. Y como guinda al pastel, él estaba soltando leves gemidos gustosos de lo que hacía.

Inesperadamente se vio encantada con esa atención y quería que continuara así, atendiendo sus pechos mientras ella trataba de conseguir el orgasmo con sus dedos, pero entonces él se dio cuenta donde estaba su mano y no le gustó.

Con un gruñido de desaprobación, Fire le tomó ambas manos de golpe y la puso por encima de su cabeza.

—¿Quieres que te ponga las cadenas o... ?

—No. —Lucy interrumpió su advertencia con desesperación—. Quiero tocarte, pero...

—Pero ¿qué?

—Me duele, Fire, jugando contigo me excité mucho y ahora necesito liberarme más.

Él volvió a dibujar esa perfecta sonrisa superior.

—Ya no soy Fire, rubita, soy tú amo y...

—Por supuesto que no eres Fire, ¿cómo te llamas en realidad? —le interrumpió en seguida aprovechando el momento para saber quién era realmente ese increíble hombre pelirrosa.

Él gruñó otra vez.

—¿Quieres que te diga mi nombre? Pues sé buena y puede que lo sepas.

—Prométemelo.

Natsu sonrió con incredulidad por lo poco en serio que se tomaba esa rubia lo de haber intercambiado los roles. Más bien parecía que ella lo estaba dejando hacer porque eso era lo que QUERÍA; totalmente diferente a como se había sentido él con ese puto anillo a su alrededor.

Sin embargo, no quería vengarse todavía.

Todavía...

Bajó una de sus manos a la entrepierna de ella y sonrió excitado cuando esta curvó su espalda en el acto. De verdad que estaba muy, muy excitada.

—Te lo prometo si me dices el tuyo también.

—Lucy, me llamo Lucy. —Mejor era hablar ahora que podía y no más tarde cuando esa mano la estuviera haciendo retorcerse en la cama otra vez.

—Hasta nombre de perra tienes. —Natsu rió ante la mirada asesina de ella—. Lo siento Lushy. Es un lindo nombre.

Y la besó para que no dijera nada más.

La provocó con la lengua un rato y luego bajó en besos y mordiscos por su cuello, sus pechos, su abdomen, su vientre, su pubis...

Natsu sabía que ella estaba demasiado desesperada por una atención parecida; podía verlo en su mirada y en la forma como observaba su boca como si le ordenara telepáticamente que la chupara. Pero también sabía que si hacía eso, así fuera un poquito, ella iba a estallar de placer en unos segundos.

Y era justo ese momento el adecuado para devolverle la tortura de hace un rato.

Sonriendo, se movió sobre ella y tomó un condón de la mesilla provocando que esta abriera los ojos sorprendida.

¿Acaso ella pensaba que después de la tortura del anillo él se iba a sentir débil?, eso provocó que otra risa brotara de su garganta. No podías apagar el fuego con gasolina. Y él no era el más solicitado y lo llamaban Fire por nada.

La mirada de Lucy se cargó de deseo y asombro viendo cómo el amiguito totalmente duro de su muñeco se dirigía a visitar a su amiguita. Y sí, así llamaba ella a las partes íntimas.

—Y-yo... quiero que lo metas de golpe. —ordenó con la respiración entrecortada. No era algo que hubiera pensado decir en voz alta, así que al darse cuenta de ello y al recordar que ya no era la dominante, decidió añadir—: por favor.

Su muñeco soltó las risas en respuesta y levantó las caderas de ella sosteniéndole las piernas en el aire.

Natsu le lanzó una mirada lasciva que se debatía en darle lo que quería o hacerla sufrir un poco más, pero hacerla sufrir implicaba que su pene sufriera de placer OTRA VEZ, así que ¿para qué sufrir los dos?. Así pues, en un gruñido la penetró hasta el fondo, tal y como los dos  querían.

Ella estaba empapada e hinchada, y la sensación de los músculos de su interior alrededor de su miembro era fantástica. Debido a eso al principio Natsu se movía lento y contento mientras la besaba, hasta que la desesperada excitación le obligó a seguir rápido y furioso para dejarse llevar por el delicioso placer.

Lucy literal tuvo que agarrarse al cabecero de la cama con las manos porque su muñeco parecía una bestia.

Y era perfecto.

Pero la sensación se volvió mil veces mejor cuando él cambió de posición dejando las piernas de ella alrededor de su cintura y sus cuerpos más juntos que antes. Ahora sí podría besarla mientras la penetraba, llevándola a las sensaciones del inminente orgásmo más rápido de lo que esperaba.

Sin dejar de besarse, Natsu pudo notar cómo ella poco a poco iba perdiendo el control necesitada por liberarse.

Y era ahí cuando su venganza entraba...

En los primeros espasmos del orgasmo, de repente Fire dejó de moverse provocando que Lucy abriera los ojos de golpe por sacarla de la escalera del paraíso.

—¿Qué oc... ? oohhh sí, sigue.

Natsu estaba luchando por no reír. Solo con moverse podía sacarla de sus sentidos y hacerle olvidar su enfado por detenerse. Así que lo hizo otra vez.

—¡Tú..., estás haciendo apropósitoooo... oh my god!

Y esta vez, estando muy, muy cerca, lo hizo otra vez, a lo que Lucy sí se enfadó de verdad.

—¡Vete a la mierda, Fire! ¡Lo haces apropósito!

—¿A poco tú me torturaste inconsciente?

Lucy iba a decir algo pero luego cerró la boca de golpe. De eso iba todo, joder, la iba a hacer sufrir para conseguir el orgasmo. ¡Y estaba resultando ser todo una mierda!

Otra vez Fire volvió a mover sus caderas y Lucy sintió que iba a salir disparada de la cama por el placer; de verdad deseaba con todas sus fuerzas correrse. Pero él entonces reducía el ritmo cuando ella estaba apunto, y ahora más que enfadarla, le estaba provocando suplicar.

—Por favor, por favor Fire..., déjame correrme.

—No soy Fire, ¿lo olvidas?

¿Cómo es que ese hombre tenía tanto aguante y autocontról?

—No sé cómo te... ohhh... llamas.

—No hace falta que lo sepas.

Lucy trató de concentrarse en otra cosa que no fuera llegar al orgásmo, ya su interior ardía de tanta estimulación y él parecía no darse cuenta. Le tomó de la nuca y, enredando esos hermosos cabellos rosas en sus dedos acercó sus bocas. Quería besarlo. Joder, lo deseaba tanto. Pero precisamente por eso, besarlo significaría perder aún más el control.

—Me he portado bien. Y ni me dices tu nombre y me torturas.

Su muñeco sonrió dándole un mordisco en su labio inferior igual de suave que sus arremetidas.

—Deberías releer el significado de «bien», rubita.

—En serio..., no estoy siendo mala.

—Lo has sido desde el inicio.

Lucy gruñó de frustración por quinta vez y, de repente, en su nube de enfado una idea cruzó por su cabeza, o más bien un detalle superobvio que ella había olvidado.

Ella no estaba siendo mala en esos momentos, al contrario, pero entonces si él quería conocer a la Lucy mala, a la Lucy mala iba a tener de vuelta.

No necesitabas de los movimientos del de arriba para conseguir tu placer.

Entonces fue Fire quien gimió y rodó los ojos cuando ella apretó sus músculos internos y se movió.

Oh sí, iba a conseguir el orgásmo por su cuenta.

Oh no, el podía detener sus caderas.

—¡Fire, por el amor de Diooooooos!... —Las palabras de Lucy habían quedado en el aire con un fuerte gemido porque él de repente había vuelto a las arremetidas constantes del inicio. Oh sí, joder, por fin, por fin iba a conseguir lo que tanto deseaba.

—Natsu.

Lucy no entendió esa palabra, pero no es como si entendiera mucho en la condición tan cerca de la máxima vulnerabilidad que se encontraba.

—Mi nombre... —susurró él antes de atrapar su labios—. es Natsu. Lucy.

Y por fin el orgásmo pudo alcanzarla de una manera tan devastadora que sus uñas se clavaron a la espalda de Natsu mientras inconscientemente gemía su nombre con el añadido «amo».

Él había dicho que le iba a dejar la piel llena de marcas, pero ella sí que le acababa de marcar la espalda y su hombro izquierdo con un mordisco profundo.

Cuando ambos se recuperaron, se miraron a los ojos con una sensación extraña en sus interiores que no supieron descifrar, lo único que primaba en esos pensamientos era el temor de que acabara la noche y no se volvieran a ver nunca más.

Por eso sus labios se juntaron en un desesperado beso sellando una promesa silenciosa...

—¡Sí!... Ahí, ¡justo ahí Gray-sama!

Natsu y Lucy separaron sus bocas y giraron sus cabezas en una perfecta sincronización para ver con incredulidad a sus mejores amigos al lado de ellos disfrutando del placer del otro; él, chupando el centro de deseo de la peliazul como si no hubiera un mañana; y ella, retorciéndose en la cama encantadísima por eso.

Igual de sincronizados, volvieron a mirarse con la boca abierta.

—¿Acaba de decirle Gris en inglés? —preguntó Lucy en un susurro.

—Ese es su nombre. —respondió él de la misma manera.

—Oh... —Lucy volvió a mirar la situación, y con mayor sorpresa, a Natsu otra vez—. ¿Por qué tú no tienes ese culazo de tu amigo?

Natsu soltó una risa con los dientes apretados.

—¿Acaso quisieras tocarlo?

Lucy suspiró con temor.

—La verdad es que no. Se supone que estamos los cuatro aquí para —movió sus dedos—. «jugar» entre nosotros, pero yo... yo...

—¿Tú qué? —le animó a continuar.

—Solo he aceptado esto para jugar contigo. —soltó finalmente con un suspiro—. No estoy preparada para que más de dos personas me den placer en estos momentos, ni mucho menos yo a ellos.

Lucy frunció el ceño cuando inesperadamente Natsu soltó una enorme sonrisa y la besó profundamente al instante.

—Dios, gracias. —dijo separándose de sus labios con emoción y tomando otro condón en el acto.

—¿Qué te pasa? —Lucy soltó las risas porque él rápidamente la puso encima suyo.

Igual de divertido, Natsu la tomó de la nunca acercándola a su boca.

—Pasa que yo tampoco quiero desperdiciar el poco tiempo que nos queda ya, compartiendo tu cuerpo con otras personas. —dijo besándola con desesperación.

Lucy rompió el beso extrañada.

—¿Poco tiempo? Si tenemos toda la noche.

Entonces no fue solo Natsu el que se echó a reír, sino también Juvia y su muñeco; los cuales, al parecer, ya habían terminado de hacer aquello.

—¿En qué mundo vives, Lu? —le dijo Juvia divertida, abrazada a su perfecto moreno mientras este no dejaba de besarle un costado de su cara y movía sus caderas levemente—. ¿Olvidaste que una regla más por nuestro trato de pagar menos es que sólo estaremos aquí por durante dos horas?

Lucy no sabía si estaba sorprendida por las palabras de su amiga, o por lo que le estaba haciendo el tal Gray a ella mientras hablaba. Por Dios, ¿cómo es que podían estar tan tranquilos estando así de expuestos delante de ellos?

Bueno, no es como si estuvieramos en diferentes condiciones. Se dijo dándose una palmada mental. ¡Concéntrate!

—¿En serio? —dijo por fin comprendiendo todo como una estúpida.

Cualquier mujer en una primera experiencia de intercambio se sintiría nerviosa. Y Juvia no lo estaba porque ella no había entrado ahí dispuesta a compartir, no porque no lo quisiera realmente, sino porque cuando a una le daban un tiempo de dos horas para disfrutarlo con el hombre más bueno que se haya visto jamás, una iba directo a extraer todo tipo de placer rápido con ese hombre y nadie más.

Pero también, cuando te excitabas de tal manera por estar con el hombre más bueno que se haya visto jamás, tus pensamientos y deseos podían hacer cortocircuito y mantenerte en una nube de anhelo alejada de la realidad. Una nube que no te permitía razonar y mucho menos escuchar.

ESCUCHAR que la relaciones públicas había dicho «ciertas reglas», que cuando se las habían citado una de ellas era «solo dos horas», y que cada vez que ellas le preguntaban algo, esta respondía con un «solo ustedes deciden».

Así que sí, las relaciones públicas nunca mencionó una orgía como tal; ellas eran libres de hacer lo que quisieran con sus muñecos durante dos horas.

Y Juvia lo estaba disfrutando al máximo con Cold.

Entonces ¿qué hacía ella perdiendo el tiempo en una conversación? Prácticamente le quedaba alrededor de una hora, y no la iba a desperdiciar más en torturas orgásmicas.

Entonces, desconectando de todo lo demás, sonrió emocionada fijando su vista en Natsu que le sonreía de igual manera. Lo besó frotando su cuerpo contra el de él y acariciando a su amiguito nuevamente erecto y listo para otra ronda.

—Tú ¿qué? Tienes viagra en las venas. —dijo divertida separándose de él.

Natsu le dedicó una de sus perfectas sonrisas.

—¿Por qué crees que me llaman Fire?

—Ya estoy sabiendo por qué. —Sonriente, se metió el pene de Natsu lentamente en su hendidura provocando gemidos de los dos en el acto. Dios, el placer con ese hombre era increíble.

Pero Lucy ni siquiera había empezado a moverse cuando otra vez repentinamente se encontraba con más de ochenta kilos de testosterona encima suyo.

—Lo siento, Lushy, pero no puedo perder esto.

¿Qué?, ¿perder qué?

Lucy vio de repente la mirada competitiva que Natsu y Gray se lanzaron, y dado que estaban en las mismas condiciones, lo comprendió todo.

Dios. No puede ser...

Nuevamente fue incapaz de seguir pensando nada cuando Natsu comenzó a moverse dentro de ella lentamente al tiempo que la besaba.

Comenzó a hacerle el amor con el cuerpo y con la boca.

Natsu había tomado la lengua de ella entre sus labios y, de alguna manera, la chupaba al mismo tiempo que la penetraba. Lenta y sensualmente.

Pero la sensualidad te llevaba muy rápido a la desesperación, y en cuestión de nada, ya estaban follando duro otra vez.

Por cada embestida, Lucy sufría el riesgo de morir por un golpe en la cabeza, así que se vio obligada a agarrarse otra vez a la cabecera de la cama con una mano y con la otra tomar la de su amiga porque ambos muñecos parecían unas bestias descontroladas que...

Un momento, ¡¿cuándo había llegado Juvia y Cold a su lado?!

Lucy miró a su amiga en su nube de placer, la cual parecía estar en las mismas condiciones que ella. Bueno, es que literal estaban en las mismas condiciones; ambas desnudas siendo penetradas por sus muñecos. Y Dios, en ese momento no había vergüenzas ni nada así, de hecho el verse juntas recibiendo placer resultaba más excitante de lo que se esperaban.

Ambas sonrieron por un momento hasta que Natsu tomó la cabeza de Lucy para centrar toda la atención en él; era un poco egoísta en el sexo. Esa rubia era suya en esos momentos, solo tenía que mirarlo a él y sentir placer con él. Los demás no existían.

Mirándose a los ojos fijamente, se centraron en grabarse las expresiones del otro alcanzando la máxima excitación con cada arremetida fuerte que ofrecía Fire. La meta en esos momentos era llegar al orgásmo al mismo tiempo y sin contenciones, y cuando él levantó las caderas de Lucy asegurando unas arremetidas más profundas, ambos se corrieron gustosos cumpliendo uno de sus tantos deseos esa noche.

—Dime que nos vamos a volver a ver después de esto. —Fue lo primero que salió de los labios de Natsu después de recuperar el aliento.

Lucy no sabía si sonreía por sus palabras, porque acababa de tener un megaorgasmo o por las dos cosas. Y es que de repente se encontraba sorprendida por el giro que había tomado su primera noche en «entre cadenas», el cual no solo había resultado ser un local de relaciones sexuales con hombres increíbles, sino también un lugar donde había encontrado al hombre de sus sueños; física y sexualmente hablando. Era absurdo encontrar al amor de tu vida en un sitio como ese, ella, desde luego, no pensaba en Natsu como ese hombre en el momento, pero con el tiempo tal vez... ¿quién sabía?.

De momento, no le vendría nada mal tener al hombre más perfecto que haya visto jamás bajo sus sábanas.

¡Y gratis!

Ah sí; y gratis. Por eso, ante de volver a besar esos labios rosados e hinchados, Lucy susurró con la más grande de sus sonrisas:

—Más te vale darme tu numero antes de que se nos acabe el tiempo, perro.










↯↯↯


Yo tengo mi mente limpia. :'v









Gracias por haber leído esta historia.

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