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Pero en ese momento estaba jodido.
Natsu se había equivocado con su ama rubia, y por culpa de sus impulsos esta le había pasado la cadena por las muñecas también como castigo. Ahora no sólo se encontraba sentado y con los pantalones abajo, sino también encadenado; y no ese tipo de encadenado erótico donde sólo te privaban del movimiento de las manos. No. Ella estaba dispuesta a privarlo de su propio orgasmo.
Había visto suficientes videos sexuales para saber lo que la rubia estaba apunto de hacerle, él nunca había experimentado con juguetes de tortura porque lo sado no era lo suyo, o más bien nunca había experimentado con juguetes para torturarlo a ÉL. Entre cadenas estaba lleno de juguetes de esos, pero las amas que lo habían comprado anteriormente se ponían tan calientes al minuto uno de estar con él que eran ellas las que suplicaban ser castigadas. Joder, si podía escuchar los gemidos que soltaba su amigo al otro lado de la habitación dándose el festín típico que solían recoger todas las noches desde que estaban allí. Pero esta mujer tenía un problema en su cabeza porque en vez de pedir que le tocaran, que la follaran, que la enloquecieran a orgasmos como estaba la chica de su mejor amigo; esta estaba concentrada era en enloquecerlo a él.
Natsu prefería mil veces que lo torturaran a través del dolor que a través del placer. El placer te debilitaba e igual te lastimaba los huevos si no había liberación. Un puto dos por uno.
Y lo peor era que el placer era traicionero. Aunque no quisiera, le era imposible excitarse con tan hermosa mujer apunto de chuparle el pene, y de alguna manera retorcida, toda esa autoridad que ella estaba infringiendo en él lo ponía como una moto a la par que le molestaba.
Si tan solo fuera ella quién estuviera a su merced...
—Oh... —Lucy soltó un gemido sorprendida cuando se arrodilló entre las piernas de su muñeco. Viendo a su amiguito de cerca, le resultaba mil veces más bonito que al verlo la primera vez; y sí, para ella los penes podrían ser hermosos y feos. Y el de ese pelirrosa superaba incluso sus espectativas.
Una sacudida de placer sacudió el pene de Natsu otra vez poniéndolo más duro de lo que estaba. Esa chica parecía tener una obsesión con los penes porque miraba el suyo como si fuera la cosa más hermosa que haya visto jamás, y cuando pasó el primer lametazo por su capullo rosa, él no fue el único que gimió de gusto. Mierda, la rubia se la estaba empezando a chupar con tanta pasión que en cuestión de nada ya necesitaba el orgasmo; no era rápida ni se la estaba metiendo hasta la garganta, pero sí la chupaba con un deleite supersexy como si estuviera saboreando su chuchería favorita.
La mamada iba de maravilla, tanto que por un instante Natsu se había olvidado que estaba haciendo el papel de prostituta sumisa y se imaginaba en la habitación de su casa pasando la noche con un pibón superrubio y supersexy; pero su fantasía se rompió en seguida, como un vidrio, cuando de repente sintió una opresión en la base de su pene.
Era el anillo constrictor.
Mierda. Iba a enloquecer por el orgasmo.
Se suponía que los anillos constrictores eran para mantener la erección por mucho más tiempo y privar del orgasmo al hombre. ¿Quién habría sido el monstruo que creó tal cosa? Natsu nunca había probado esos anillos, y en ese momento estaba seguro que no los volvería a probar nunca más. Ahora cada vez que su ama chupaba su capullo una corriente de excitación salvaje lo sacudía a niveles sorprendentes, pero cuando ella dejaba de hacerlo, el anillo entraba en juego y la sangre acumulada lo torturaba pidiendo atención a gritos.
El placer crecía y crecía cada vez más. Rápido. Y cada vez menos, el podía soportar no llegar al orgasmo.
Lucy por su parte estaba maravillada por dos cosas, la primera era los espasmos y los gemidos guturales que empezaba a soltar su muñeco, no entendía porqué pero enloquecerlo la estaba poniendo supercaliente a ella; y la segunda era ese pene. Sí, el pene.
A Lucy la enloquecía dar mamadas y consentir al amiguito cuando estos eran tal y como a ella le gustaban, y si bien antes buscaba salir con rubios por la «belleza de sus amiguitos», ahora se daba cuenta que todo el tiempo estuvo en el lugar equivocado porque ESE sí que era un pene perfecto. Por Dios, no era enorme, ni tampoco pequeño; tenía la longitud y el grosor justo para chuparlo como podía y quería. Y lo mejor era que cada vez que succionaba más rápido, la parte superior por donde pasaba su boca una y otra vez se iba tiñendo de un leve color rosa como si se sonrojara.
No podía evitar sonreír maravillada mientras repartía besos por toda esa zona pelvica suave, clara y sin vellos. Perfecta.
Pero cuando levantó la mirada, se encontró con unos ojos verdes nublados de pura excitación y cabreo. Fire se mordía el labio inferior fuertemente, no despegaba esa mirada feroz de lo que ella estaba haciendo y... Ay, Dios, ¡estaba sonrojado!
Un gemido salió de la garganta de Lucy y empezó a chupar más rápido a la par que apretaba un poco sus huevos para torturarlo más. Decidió prolongarlo un poco y luego relajó su garganta y se concentró en metersela hasta la campanilla. Entonces sonrió orgullosa porque su perro no podía ni mantenerse sentado del placer, y lo mejor era que tampoco podía acostarse sobre su espalda porque sus manos encadenadas se lo impedían.
Probesito.
—¿Quieres correrte ya? —preguntó luego de un rato con la más pura inocencia.
Cualquiera que viera a Fire sabría la respuesta. Sus musculosas piernas temblaban; todo él temblaba. Y no dejaba de mover sus caderas buscando aquel contacto que lo liberara de una buena vez, su cuello estaba echado hacia atrás y Lucy podía apreciar como los músculos de su clavícula estaban tensos; incluso las venas se le marcaban. Estaba sudando y no dejaba de gemir altísimo cada vez que ella ponía a trabajar la lengua. Y mierda, ese hombre estaba más que buenísimo y ella ya no podía soportar más tiempo no tener toda esa testosterona encima suyo.
Tiró del inició de la cadena que llevaba su muñeco al cuello para conectar esa mirada con la suya.
—Te he hecho una pregunta —ahora solo pasaba ausente una mano por aquella longitud—. ¿Quieres correrte ya?
Él debía estar tan exhausto con ese castigo porque inmediatamente asintió con la cabeza casi como si le suplicara.
Pero el CASI no estaba en el diccionario de Lucy y, o le suplicaba de verdad o le iba a castigar peor.
Ella misma se vio sorprendida por esos pensamientos tan dominantes que cruzaban por su mente, y sonrió al respecto mientras pasaba su lengua provocativa por el capullo otra vez.
—Entonces pídemelo. Pídemelo como yo quiero y comvénceme de dejar de castigarte.
Era absurdo pedirle que hablara cuando su respiración iba más rápido que cualquier cosa, cuando todo su cuerpo estaba enloquecido por el orgasmo que ella le impedía dar. Pero justo esos detalles eran los que la excitaban a ella por ver como su muñeco se las arreglaba para suplicarle placer mientras le decía am...
—Li..., libérame de una vez ¡perra!
Oh, Dios.
Desde luego, no era esa contestación tan altiva lo que Lucy esperaba. Y desde luego, no esperaba que esa contestación tan altiva le excitara tanto a tal punto de soltar una risa.
Entonces volvió a meterse el pene en la boca. Esta vez a un ritmo rápido ayudándose con las manos.
Y feliz por los gemidos superaltos que soltaba su muñeco Fire, lo liberó.
Lucy nunca había tragado tanto...
¿Era coincidencia que estuviera sonando Swalla de Jason Derulo por el sonido suave de los altavoces?
Sin despegar su mirada del muñeco, Lucy se aseguró de que ese hombre era la cosa más hermosa llegando al orgasmo; todo él estaba como el pan. Lucy estaba empezando a entender por qué costaba tanto. Y estaba empezando a entender por qué nadie nunca se había tomado el tiempo de jugar con él; verlo enloquecer era tan sumamente excitante que ahora era ella la que enloquecía silenciosamente porque esas enormes manos estuvieran encima suyo. En su clítoris, concretamente, porque literalmente le dolía suplicante de atención.
Y... ¡mierda!, después de esa tortura, probablemente lo acababa de dejar más que agotado y sacado toda la reserva de semen que llevaba dentro.
Joder Lucy, ¿qué has hecho?
Se subió a la cama y le liberó las manos atadas para que pudiera recostarse, el pobre parecía haber despertado de una horrible pesadilla y por fin estar cogiendo el sueño de nuevo.
Cuando Fire medio abrió los ojos, Lucy pegó sus labios a los de él para besarlo y esfumar cualquier indicio de enfado que él pudiera sentir después de esa tortura orgásmica. Y sorprendentemente estaba funcionando porque Fire esta vez le estaba devolviendo el beso gustoso, y eso que solo era un roce de lenguas lento que resultaba ser muy erótico para Lucy; o tal vez solo era que estaba demasiado caliente y cualquier cosa que le hiciera Fire en esos momentos le resultaría espectacular, de hecho estaba segura que si seguían besándose así y su entrepierna rozaba siquiera un poco con algo... ¡Zas!
Estaba tan perdida en la excitación abrumadora en que la estaba poniendo ese hombre, que solo fue consciente de lo que ocurría cuando repentinamente sintió su espalda apollada sobre algo suave y un peso pesado encima de su cuerpo.
Lucy abrió los ojos en seguida para confirmar que ahora tenía más de ochenta kilos de testosterona encima suyo.
Pero, ¡¿qué?!
Iba a empujar a Fire y decir algo, pero entonces sintió lo que tanto estaba deseando y casi sale disparada de la cama por el placer. Fire había bajado una mano hacia su entrepierna y le acariciaba por encima de las bragas mientras no paraba de besarla. No paraba de besarla LITERALMENTE. ¿Quién había dicho que el aire siempre era destructor de besos?, ellos no estaban necesitando separar sus bocas para respirar.
Un placer intenso recorría todo el cuerpo de Lucy apunto de llevarla a un orgasmo y eso que no había pasado ni el minuto. Ella lo sabía porque que todavía estaba sonando la canción Derulo y eso que ya antes iba por los últimos acordes.
Cuando Fire metió la mano por entre sus bragas, y gimió contra su boca al sentir toda la humedad en su vagina, ella se corrió sin percibirlo tomando el labio inferior de él entre sus dientes mientras el placer salvaje la sacudía. Eso fue incluso más rápido de lo que esperaba.
Cuando volvió a la realidad se encontró con la expresión más bonita que haya visto jamás, disparando de nuevo su deseo por ese hombre.
Ella nunca había visto a Fire sonreír, y en ese momento su corazón empezó a latir descontrolado, como si estuviera enamorado, de aquel hombre pelirrosa que poseía la sonrisa más sexy y hermosa que haya visto nunca. ¿Y lo mejor? Que era una sonrisa con labios hinchados y sonrosados por culpa de ella.
Pero había algo que todavía la inquietaba, y era que esa mirada verde oscura seguía siendo desafiante. Más bien parecía sonreír con malicia... Él pareció percibir su inquietud, porque su sonrisa se volvió más amplia a la par que la recorrió de arriba a abajo con una mirada tan intensa que Lucy no pudo reprimir el gemido silencioso entre su garganta.
Dios, me está mirando las tetas como si quisiera clavarle el diente.
—Te pedí que me liberaras y lo hiciste, ¿no es así?
Descarga nueva directa a sus bragas.
¡Qué voz tan sexy, joder!
—Sí. —respondió sin comprender muy bien la satisfacción en el rostro del pelirrosa al escuchar tal afirmación.
Entonces Fire sonrió y se quitó su cadena.
Así. Sin más.
Un momento, ¡¿se pueden quitar las cadenas?!
—Entonces, ama. Ahora usted será... mi perra.
¡¿Qué?!
Bueno... al menos por fin te llamó ama. Se burló una voz en su cabeza. Al igual como él se burlaba de ella ahora.
Lucy estaba apunto de protestar cuando se escuchó una palmada en seco por toda la habitación. A continuación, Fire volteó la cabeza hacia atrás con disgusto.
—No le palmeés el culo al muñeco de mi amiga. —Era la voz de Juvia.
Lucy no podía ver nada con ese hombre encima, pero ¡mierda! Se había olvidado completamente que estaba con su amiga en eso.
Y que habían llegado allí para compartir.
Y ahora su amiga y Cold estaban también en la cama.
Y Cold le había palmeado el culo a Fire.
Y...
Joder, ¿ahora quién podría ayudarla?
↯↯↯
¿De verdad quieren leer un cuarteto? :v
Gracias por leer esta historia.
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