18
Capítulo 18| Modo superviviente: ON
Mi grupo había tomado la dirección hacia el lado opuesto del río Riokka. No descansamos hasta quedar bien alejados de los demás grupos. Llegamos a una zona densa del bosque y paramos para planear nuestro ataque.
—Para empezar, nos presentaremos. La comunicación es esencial en este juego —comenzó uno de los miembros de mi equipo. Era un chico de estatura media, aunque algo más alto que yo, su cuerpo estaba bien estructurado y su pelo alborotado era de color caramelo. El chico se levantó un poco el casco, permitiendo ver su rostro— Me dicen Rey por mi apellido. Ya os conozco a la mayoría, pero a los que no, no hay problema. Chica uno, chica dos. —pronunció, señalándome a mi y a otra chica.
—¿Chica uno? —inquirí, frunciendo el ceño.
—Tienes razón, mejor te llamo novata. Ahora tú puedes ser la chica uno —le dijo a la otra muchacha, guiñándole un ojo.
Guiñándole un ojo.
Ese guiño lo he visto antes.
—¿Max? ¿Eres el chico de los Jota, el de la selección de novatos? —musité.
—Max King, el mismo —sonrió.
El chico se volvió a bajar el casco —Está bien, ya hemos perdido bastante tiempo con esto de las prestaciones. Tenemos que trazar un plan para cazar y no ser cazados, ¿entienden?
Percibí lo desacuerdo que estaba Nate de no ser él el que estaba al mando de las cosas, aunque era de esperar. Lo conocía hace poco tiempo, pero lo suficiente como para saber que le gusta ser el que impone las reglas y no el que las sigue, es una de sus características propias. Aún así, ni dijo nada ni se opuso al chico.
—Para este juego existen dos reglas invencibles: nunca estar solo y jamás estar a la vista de nadie. Solo así se puede ganar. Propongo que nos escondamos entre estos árboles y esperemos a que pasen grupos. Haremos una emboscada y atacaremos antes de que se den cuenta de nuestra presencia.
El chico siguió hablando sobre su experiencia en ese juego, pero yo desconecté al entender que ni siquiera era de mi interés.
—Me siento como en Los Juegos del Hambre —le susurré a Nate.
—No te preocupes, Katniss, que conmigo estarás a salvo.
Nos reímos de la estúpida broma en unísono.
• • •
Miré de nuevo mi reloj de pulso, habían pasado veinte minutos y todavía no llegaba nadie. Sarah y yo nos habíamos refugiado detrás de un árbol de pino, mientras que Nate y la otra chica a la que aún no conocía se habían escondido tras otro árbol. Max permanecía expectante detrás de unos arbustos.
Me empezaba a cansar de estar todo el rato sin moverme ni decir nada, y es más, me sentía como una idiota. Justo iba a empezar a quejarme y a salir de mi posición cuando escuché pasos de varias personas acercarse. Me volteé hacia Sarah, quien me regaló una mirada de indiferencia. Luego miré hacia Max, él colocó su dedo sobre sus labios como si me indicara que no hiciera ruido. Pude ver a dos personas pasando a pocos metros de nosotros: se trataban de dos chicas. Hablaban tranquilamente y se paseaban como si ni siquiera estuvieran jugando a paintball. Cuando se encontraron tan solo a diez metros de nosotros, Max se levantó y les disparó. Acertó en una de ellas, empapándole de tinta azul, y su traje de repente se iluminó de rojo. Pero en un acto torpe, Max dejó caer su arma al suelo antes de que le diera tiempo a disparar contra la otra chica. Ésta pareció darse cuenta, y colocó su arma para dispararle. Entonces yo, un apuro, casi sin saber si quiera cómo funcionaba la pistola la alcé y le intenté disparar, fallando patéticamente. Ella se giró hacia donde había salido la bola de tinta y me vio.
Maldita.
Sea.
Me volví a esconder detrás del árbol, la había cagado. Sarah me miró, frunciendo el ceño y susurrando un casi inaudible "¿Qué demonios has hecho?". Yo me encogí de hombros y apoyé mi espalda contra el duro tronco del árbol. La chica venía hacia nosotras, la escuchaba. Escuché un disparo, e inmediatamente comprobé si mi traje brillaba de rojo, pero no era así. Tampoco vi que el de Sarah brillara. Extrañada, asomé la cabeza por detrás del tronco, y me encontré con la otra chica empapada en tinta morada muy cerca de nuestro árbol, de quien, a su vez, sí desprendía luz roja.
La chica maldijo en voz baja y se fue de allí junto con su otra amiga.
Suspiré de alivio, nos habíamos librado.
—Gracias, Max.
—¿Gracias de qué? —preguntó él, confuso. Lo observé extrañada, se encontraba agachado recogiendo algo y solo entonces entendí que todavía no había recogido su pistola del suelo.
Llevé mi vista hacia Nate y su compañera, pero ellos me estaban mirando tan extrañados como yo.
—¿No habéis sido ninguno de...?
Ambos negaron con la cabeza frenéticamente. Pero si no había sido yo, ni Sarah, ni Max, ni Nate, ni la otra chica, entonces...
—¡Mierda, corred! —chilló Max.
Mirando hacia todos lados, me encontré con otro grupo distinto que corría salvajemente hacia nosotros, y entre ellos, Iván. Me estaba sonriendo maliciosamente, como miraba un depredador antes de lanzarse a su presa.
Te maldigo desde el día que te conocí, Iván.
Rápidamente empezamos a correr como locos, esquivando sus bolas de tinta. Teníamos que escapar y no atacar, sobretodo tras haber comprobado lo eficientes que serían en acabar con nosotros los componentes de aquel equipo.
Puede que mis compañeros estuviesen corriendo por no ser eliminados, pero, ¿sabes por qué corría yo? Ni siquiera me importaba si éramos eliminados, pero prefería no quedarme con la marca de una bola de paintball para el resto de mi vida, gracias. Corría más bien por mi vida que por el juego.
Aunque correr así de rápido con la chanclas puestas nunca se me hizo tan difícil.
Max nos gritó que lo siguiéramos, dijo que tenía una idea para despistarlos. Casi fue una milagro que no nos estuviéramos topando con ningún otro equipo, porque si así fuera, se habría liado parda. El chico nos adentró hacia una zona de bosque más espesa.
—¿Quieres ayuda? —me preguntó Max, nivelando su nivel de rapidez con la mía.
—¿Ayuda? Creo que estoy bien, gracias —le respondí entre jadeos, intentando no quedarme sin aire mientras corríamos y esquivábamos rocas y ramas del suelo.
—Pero si parece que te estás muriendo. —rebatió él, sonriendo amablemente— Deja que te ayude.
Paró de correr, de repente, lo que me obligó a detenerme, confundida por no entender qué quería hacer. Sin esperármelo, me agarró por la cadera y en menos de un segundo estaba erguida sobre sus brazos, completamente aturdida.
—¿Qué haces?
—¿Que qué hago? —respondió él, soltando una risa y volviendo a correr tan ágilmente como antes— Ayudar a la novata. ¿No es eso un gran acto de bondad?
—No era necesario que me llevaras encima —respondí cuidadosamente. La verdad es que me estaba muriendo de cansancio por dentro, una vez que tengo asma todo es más complicado, pero no se me hacía muy cómodo que me cargara.
—Claro que era necesario. ¿Vas bien? —quiso saber Max, al mismo tiempo que esquivaba una roca.
Desde ese ángulo podía ver a nuestros perseguidores, que nos continuaban siguiendo sin descanso. Pensé en pedirle que me bajara, pero no era justo el mejor momento sabiendo lo que iba detrás de nosotros y sinceramente me estaba haciendo un favor.
—Dentro de lo que cabe, sí.
—Perfecto —dijo satisfecho.
He de admitir que su fuerza y agilidad me sorprendían bastante, cargaba conmigo como si me tratase de un saco de trigo. Claramente uno no se podía dejar llevar por su baja estatura y pelo desenfadado y despeinado, le regalaba un aspecto débil, y en verdad era todo lo contrario. No es que fuera muy bajo, ya dije que era incluso más alto que yo, pero estaba muy claro que Max no era el chico más alto del campamento.
—Creo que los hemos despistado. —declaró Max al cabo de un rato, depositándome cuidadosamente en el suelo. Al hacerlo nuestras caras casi chocaron, pero ni siquiera pareció aperceberse. Los demás dejaron de correr, y yo me acerqué a Nate, quien nos miraba fijamente.
—Ahora tenemos que tener cuidado porque ya sabemos que por ahí ronda un bando fuerte —obvió Sarah, seria como siempre.
—¿Cuánto queda para que termine esta ronda? —preguntó la chica que no conocía.
—Quedan ocho minutos, Hannah. —le respondió Nate secamente. No entendía por qué ahora estaba de tan mal humor.
—Gracias.
—¿Podemos quedarnos aquí hasta que termine esta fase? —pidió Sarah. Le agradecí mentalmente por haberlo propuesto. No había hecho mucho esfuerzo gracias a Max, pero no querría arriesgarme a un ataque de asma. Hace ya dos meses que no tenía uno y quería mantener la racha, además, si no fuera por Max posiblemente me hubiera dado uno.
—Si os parece, podemos quedarnos. No es muy conveniente arriesgarnos a ser eliminados tan poco tiempo antes de que acabe la ronda. Es más, creo que exactamente eso deberíamos hacer, porque estoy seguro que los otros grupos habrán perdido a más de un integrante a manos del equipo que nos ha estado persiguiendo. Será pan comido pasar a la siguiente fase. —razonó Max.
—Estupendo, entonces nos quedamos —suspiró Hannah mientras tomaba asiento sobre una roca.
Yo me senté sobre el césped. Hacia calor. Sarah se paseó por los alrededores para asegurarse que ahí no había nadie cerca y Nate la acompañó. Vi como Max se dejó caer a mi lado.
—Gracias por intentar salvarme de aquella chica. No tuve ocasión de decírtelo antes.
—Oh, pero si he fallado. Los que le acertaron verdaderamente fueron los que venían hacia nosotros.
—¿Nunca has escuchado que las intenciones son lo que cuentan?
—Supongo —contesté, curvando mis labios hacia el cielo—. Gracias por haberte ocupado de que no me quedara atrás.
Él hizo un gesto con la mano para restarle importancia. Luego arrancó unas pocas hierbitas del suelo y empezó a enredar con ellas, sin despegar la atención de sus manos.
—Eres asmática, ¿verdad?
Le miré, atónita.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque soy brujo —bromeó él, riéndose levemente ante mi cara de confusión —. Es broma. En verdad solo lo supuse por tu forma de respirar. Yo también soy asmático, ¿sabes?
—¿Otra broma? —reí.
—No, en verdad sí soy asmático —respondió, cambiando su semblante a uno más serio.
—¿En serio? —inquirí, incrédula. Él asintió con la cabeza— Pero si corres como un lince. Y eres ágil, además, soportas mi peso. ¿Cómo consigues...?
—Con muchos años de práctica, Audrey. Muchos años.
En silencio, contemplé sus curiosos ojos oscuros durante algunos segundos, él seguía concentrado en su trabajo de enredar y hacer nudos con hierbitas del suelo, por lo que ni se daba cuenta. El color caramelo de su alborotado pelo era inusual y le regalaba un toque un tanto exótico. Sus ojos, siempre tan avivados y energéticos le daban un aspecto dulce y inocente, y sus cejas gruesas poseían un color oscuro, casi negro, que hacían mucho contraste con el color de su pelo.
Lo admito, Max era atractivo a su manera, aunque no estaba segura de que fuera mi tipo.
De repente nos habíamos quedado en silencio, aunque no se me hizo incómodo. Sarah se acercó a nosotros a pasos rápidos y decididos.
—Max.
—¿Hm?
—Tenemos que irnos.
El chico dejó de enredar con los hierbajos y giró su cuello hacia Sarah.
—¿Qué pasa?
—Están aquí. Muy cerca además.
Nate llegó a nosotros trotando.
—Tenemos que salir de aquí, ya. Se acercan demasiado rápido.
Max reflexiona durante unos segundos bajo la impaciente mirada de todos, y luego se pone depié.
—Prepárense, les haremos una emboscada.
Nate parpadea repetidamente, incrédulo.
—¿Qué? ¿Pero tú te has vuelto loco?
—Por favor, hacedme caso. Ir a esconderos entre árboles cercanos a aquí y estad atentos a mi señal. Cuando yo diga "¡ahora! " les dispararemos.
—Ese plan es ridículo —le escupe Nate.
—¿Acaso tienes una idea mejor?
Nate alzó las cejas, como si le hubiera pillado desprevenido.
—Sí, podríamos... esto...tú sabes, lo otro.
—Menudo plan —ironiza Max, poniendo los ojos en blanco.
La otra chica, Hannah, decide poner fin a aquella infantil discusión.
—Basta ya de niñerías, mejor seguir el plan de Max que quedarnos aquí, plantados, esperando a que ellos lleguen. Fin de la historia.
Nate bufó en desacuerdo, pero gracias a los cielos no discutió más. Cada uno agarramos nuestras pistolas y nos volvimos a colocar los cascos (sí, ya sé que no era permitido quitárselos, pero allá adentro era una verdadera sauna) y nos escondimos entre los árboles de esa zona. De esta vez Nate se escondió junto a mí.
—No me puedo creer que ese inútil sea el que imponga las órdenes aquí.—masculla Nate en voz baja, meneando la cabeza en desacuerdo— Ese debería ser yo. Se me daría mucho mejor llevar la situación.
Solté un suspiro, por veces Nathaniel podía ser muy terco. No estaba del todo de acuerdo con Nate, una vez que, teniendo la oportunidad para hablar y proponer un plan de escape, no se le ocurrió nada. No obstante, Nate era mi amigo, por lo que sería paciente y soportaría cada berrinche suyo. Al fin de al cabo, querer ser el líder de todo era algo muy característico de él.
—Quizás tengas razón, pero no creo que sea el momento para discutir eso. Debemos estar preparados para la señal de Max. Y no te preocupes, yo creo que eres un buen líder para los Media Noche.
Al escuchar eso último, Nate me sonrió más tranquilo, y dejó su mal humor de lado.
Diosito, gracias.
—Miren, ahí vienen —nos susurró Hannah desde unos árboles de detrás.
—Silencio —susurró Sarah, impacientemente.
Una vez más, me tomaría esto a risa, pero se le quitaba la gracia al imaginar cuánto me dolería ser atingida por una bola de tinta dura. Segundos después escuché los pasos del equipo enimigo acercarse a nosotros.
—Deben de estar muy cerca —dijo una voz masculina.
—Tranquilos, los encontraremos. No os olvidéis de lo planeado, ¿sí? Solo yo me encargo de la novata.
Ay, Santa papaya.
Esa era la voz de Iván.
Se estaban acercando, los podía escuchar. Podía ver a Max por el rabillo del ojo. El grupo de Iván caminó peligrosamente hacía nosotros y yo sabía que, en poco tiempo nos notarían. Max estaba por dar la señal.
Uno de los chicos paró de caminar, bajando su pistola.
—Pues yo creo que aquí no hay nadie.
—¡Ahora!
Coloqué mi pistola y apunté, pero antes de que me diera tiempo a nada, sucedió algo que detuvo a todos.
Eran los altavoces del campamento.
La ronda había acabado.
• ───────── ❃ ───────── •
Nota de la autora:
Os presento a Max ❤️
Dicho y hecho, ahí tienen su capítulo larguito ✨
Ya hay fangirleos de Max?
Gracias por leerme,
nos leeremos próximamente,
mucho ánimo ❤!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro