16 (Parte 1)
(1).
Capítulo 16| Noche de descubrimientos
Mi reloj de pulso marcaba las 11:30. Habían pasado diez minutos desde que habíamos llegado. Fue costoso lograr llegar a la cabaña tres sin ser vistos. Por suerte, la cabaña se encontraba considerablemente lejos de las de los monitores. Vimos cinco de ellos, estaban de guardia mientras trasladábamos al cuerpo de Hunter, pero milagrosamente ninguno nos vio. Megan todavía no había aparecido.
Cuando llegamos a la puerta de la casa de madera, nos abrió Jorge, el líder del grupo. Se extrañó vernos en ese estado e incluso se asustó al ver el cuerpo de Hunter, pero nos dejó pasar. Preguntamos por la niña rubia de trenzas. Él no dudó el llamarla.
Segundos después, una chica alta y esbelta acudió, bajando por las escaleras a toda prisa. Su pelo era rubio y brillante y efectivamente estaba recogido en dos trenzas. La cara era pálida y delicada, sus ojos azules deslumbraban incluso en la oscuridad, y estaban adornados por unas largas y bonitas pestañas. Abajo de estos, reinaba un mar de pecas. Su nariz era un poco curva pero bonita, sus labios finos. Tenía un aspecto exótico y embelesador.
—Hemos venido de parte de Megan. Lo encontramos en el bosque y...
Pero para ella no era necesario que siguiera hablando. Nada más vio el estado del cuerpo que cargábamos corrió por un botiquín, sin preguntarnos absolutamente nada. Se agachó junto al incosciente cuerpo de Hunter.
Ella sabía lo que hacía. Desinfectó la herida de Hunter y paró el desangrado, le puso pomada y le colocó una venda en menos de lo que canta el gallo. Nunca había visto con mis propios ojos a una enfermera tan rápida y funcional de tan corta edad. Rápidamente se ganó mi admiración.
—Ya está. Su pierna debe estar en reposo durante un par de días sin más, es grande pero no muy profunda. —explicó la experta, hablando por primera vez delante de nosotros.
—Muchas gracias, en serio.
—No hay de qué. ¿Cómo se ha hecho lo de la pierna?—preguntó. Hablaba deprisa y su tono de voz parecía ser muy directo.
—No lo sabemos. Caminábamos por el bosque y nos lo encontramos tirado en el suelo, esa herida ya la llevaba. No sabemos nada de lo ocurrido anteriormente. —respondí, claramente omitiendo nuestras explicaciones por estar allí y sin dar muchos detalles.
—¿Quiénes sois? Quiero nombre y cabaña.
—Mi nombre Audrey McCain, soy de la cabaña seis.
Quedamos en silencio, los ojos de la chica se posaron sobre Connor, que no se había presentado todavía. Le di un codazo, y al darse cuenta de la situación, carraspeó su garganta.
—Cabaña siete, Connor Matthews.
—Espera, a ti te conozco —sonrió ella pícaramente— Eres el primo de Reynolds, ¿verdad?
No pude evitar mirarle a Connor, la curiosidad me mataría. Y para mi sorpresa, Connor asintió.
Vaya. Eso no me lo esperaba.
Le volví a mirar a la chica, sus ojos azulados y tranquilos me devolvían la mirada y me inquietaban un poco.
—¿Como te llamas? —pregunté.
—Sarah Lee, pero eso no importa ahora.
—Bien, Sarah Lee, gracias por todo. Ahora nos encargaremos de llevarlo de vuelta a su cabaña y...
—No es nada. Buenas noches. —me interrumpió ella para luego subir por las escaleras ágilmente y dejarnos con las palabras en la boca.
Jorge irrumpió en el salón con dos tazas de té en la mano — Aquí tienen. No sé que han andado haciendo, pero de seguro que os habrá cansado.
Agradecí y tomé una taza con mis manos, su calor evadió mi piel. Le di unos sorbos y me sentí bien al instante. Pero estaba segura de que eso no era té.
—¿De qué es?
—Té de manzanilla.
—Sabe... raro. —comenta Connor.
—¿El té de manzanilla sabe raro? Igual le heché algo por error. Déjame probar.
Sin rechistar, le di de probar de mi taza. Hizo una mueca de disgusto.
—Sí, algo de extraño tiene. Perdónenme, los tiraré a la basura. Se deben de haber caducado o así. —cogió cada té y los dejó en la cocina. Luego volvió a nosotros y yo ya sabía que era hora de irnos, los monitores no podían vernos allí.
—Esto, gracias. Por habernos dejado pasar y por que tu amiga nos haya curado a... a este. —señalé el cuerpo inerte de Hunter en el suelo.
—No es nada. Tengan cuidado al salir afuera, hay muchos monitores rondando a esta hora. Ah, y por favor, no me vuelvan a traer un cuerpo ensangrentado aquí, no es algo muy agradable de ver.
—Claro, claro. No volverá a ocurrir. —le sonreí.
Connor recogió el cuerpo del suelo y agarró el brazo de Hunter, haciéndolo pasar por su hombro. Yo hice lo mismo con el brazo restante. Tras despedirnos de Jorge y agradecerle una vez más, salimos afuera.
Confié en que guardarían el secreto. Al fin de al cabo, éramos aliados.
• • •
Se nos hacía muy complicado poder pasar por los monitores de guardia sin ser vistos. Jorge tenía razón, a estas horas ellos eran incluso más.
¿Y qué de Megan, de Nate, de Cody, de Iván y de Carter? ¿Estarían ya en sus cabañas? Megan no nos dijo en donde esperar. Fuera lo que fuera, lo primero que haríamos sería dejar a Hunter en su cabaña, era toda una carga para nosotros. Tras caminar por unos minutos, encontramos la cabaña de los Dinamita. Todos los de adentro estaban dormidos, por lo que Connor solo necesitó entrar sin hacer ruido y dejar sigilosamente a Hunter en su cama, mientras yo esperaba a su puerta. Minutos después volvió a salir de la cabaña.
No sabía por qué, pero de pronto notaba algunos mareos. Pero recordé que no era el mejor momento como para pedirle a Connor unas pastillas, por lo que meneé la cabeza y traté de ignorarlos.
—¿No están Iván y Carter dentro?
Hizo un gesto negativo con la cabeza.
—¿Crees que se habrán perdido?
—No sé si...
El pelinegro dejó de hablar al instante, con la vista clavada en un punto de detrás de mí. Se sintió como un deja vù. Algo parecido había ocurrido anteriormente en el bosque. Me cuestioné porqué se habría travado, y solo entonces me volteé.
Luces, luces de linternas.
Estaban a metros de nosotros. Suspiré de alivio al comprobar que no nos apuntaban a nosotros, pero la respiración se me volvió a cortar al notar a quién realmente apuntaban. Así es. A nuestros cinco desaparecidos.
Habían sido pillados. Eran tres los monitores. Nuestros amigos seguían el sendero, cabizbajos, mientras que los monitores detrás iluminaban el camino con sus linternas. No tuve lugar a dudas de a donde iban: directitos a la oficina del Sargento Dalton.
Teníamos que salir de allí si no queríamos ser pillados. Le jalé a Connor del brazo y tiré de él a mí.
—Vamos, iremos a mi cabaña, yo no puedo entrar en la tuya así porque sí.
Él estuvo de acuerdo y nos sumergimos en la oscuridad de nuevo, tratando a toda costa no toparnos con ningún monitor y esquivando el camino que habían tomado a nuestros compañeros y los monitores que los habían pillado. Por lo menos ahora era más fácil, porque no cargábamos con el cuerpo inerte de Hunter.
Pocos minutos después llegamos a la cabaña seis. Por suerte llevaba las llaves conmigo, y eso supuso un alivio porque de lo contrario tendríamos que entrar por las ventanas y formar un jaleo. Abrí la puerta y entramos al hall. Hubieron unos minutos de silencio hasta que lo rompí y le dije:
—Subiré a informar de esto a Harley.
Comencé a subir despacio los peldaños de las escaleras, pero Connor agarró mi brazo y me obligó a detenerme.
—¿Qué le contarás?
—No todo. Apenas le diré sobre que les pasó al resto.
Él asintió y solo entonces me soltó. Lo entendía. Harley podía ser amiga del clan, pero no me inspiraba mucha confianza. Además, era siempre tan reservada y fría. No tenía forma de saber si le debería confiar nuestra «información confidencial de investigadores», por lo que había decidido simplesmente contarle lo necesario. Llegué al segundo piso y me asomé a nuestra habitación.
—Harley, ya hemos llegado, pero los demá—
Me detuve al notar que estaba hablándo sola, no había nadie dentro de la habitación. Busqué bien en cada cama, debajo, encima, dentro, en los armarios, detrás de nuestras maletas.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué tardas tanto en decírselo? —escuché el grave tono de voz de Connor desde el piso de abajo.
Procuré la habitación de los chicos, esperanzada de que apareciera donde fuera, pero no había ni un alma allí.
—No está. —musité más para mí que para Connor.
En esos momentos por fin cedí a mis piernas sentarme en el suelo, porque el nivel de mis mareos había subido de grado muy deprisa. ¿Por qué me mareaba tan de repente? No le encontraba explicación, había comido lo suficiente en la cena como para maearme de esa manera. Escondí mi cabeza entre mis piernas y traté de calmar mis dolores de cabeza.
Escuché los impacientes pasos de Connor subiendo las escaleras hasta llegar a mi misma habitación. El pelinegro caminó hacia mí y se sentó a mi lado sin pronunciar palabra.
Estuvimos unos cuantos minutos así, uno intentando calmar sus mareos y otro perdido en sus pensamientos. Empezaba a apreciar el silencio, poco ruido me estaba ayudando a calmar mi cabeza. Creí que empezaba a recuperarme, hasta que, de pronto, escuché a Connor soltar una risita.
Saqué la cabeza de dentro de mis piernas y le miré extrañada. Él me miraba fijamente, pero fui capaz de denotar una pizca de diversión en sus ojos. Achinó sus negros ojos y se tapó la boca con la mano, como si quisiera contener una carcajada.
—¿Qué tengo de tan gracioso?
De esta vez no pudo contener la risa, y rompió en carcajadas. Miré como se carcajeaba muy extrañada. Siempre vi a Connor como alguien serio y distante, y lo máximo que había conseguido sacar de él había sido una que otra torcida sonrisa, pero nunca más que eso. No pude evitar preocuparme por su mentalidad.
—¿Te encuentras bien?
Él rio en respuesta. Estaba segura de que algo iba mal. Todo era tan extraño, el ambiente, la forma de actuar de Connor, mis mareos.
Entonces, sin previo aviso, me sentí algo soñolienta, y comencé a ver todo a mi alrededor de una forma un tanto... diferente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro