Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿No lo notaste?.

La carreta se movía por toda la plaza a gran velocidad, incluso con el peso extra Alberto lograba mantener el ritmo, esta vez era su turno de hacer las entregas. Pero esos kilos de más no eran para menos, se trataban de su mejor amigo y de su hermana, ambos decidieron acompañarlo por razones diferentes, Luca para pasar más tiempo con él y Giulia para vigilarlo, no le daría la ocasión para preparar otra broma, eso no.

El par de amigos conversaban animadamente mientras la pelirroja se dedicaba a observar el paisaje, hasta las calles más angostas de su pequeño pueblo le resultaban bellas, con todo y tendederos llenos de calzones.

Pero era hora de concentrarse, ¿cómo podría utilizar a su amigo de ojos canela para una broma siendo que este no quería ni enterarse de éstas? Era un rompecabezas, pero ella era lo suficientemente inteligente como para resolverlo.

La carreta paró de pronto cosa que la hizo lanzarse directo dentro de esta, cayendo sobre todo el pescado, sólo alcanzó a oir la estúpida risa del más alto y lo vió dirigirse a una casa con una bolsa llena de pescado.

–¿Estás bien?– claro, su hermano había instalado un asiento especial para Luca, así este no sufriría el mismo destino que ella, ya ni le sorprendía lo que este podía llegar a hacer sólo para mimar al chico de pecas.

–Sí, sí, lo único herido es mi orgullo– dijo a secas.

Pasaron unos minutos y parecía que Alberto nunca iba a volver, comenzó a escuchar muy disimulada la conversación que este tenía con la mujer que desde hace un rato lo detuvo para poder chismear.

–Sí, sí, y no sólo eso, el otro día escuché que se metió con las gemelas– la mujer no era tan discreta que digamos.

–¿Con Sabrina o con Gabriela?– cuestionó interesado.

–Con las dos!–.

–No puede ser, que descaro–.

Escuchar toda esa cuchichería la estaba aburriendo, hablar sobre otra gente podría ser entretenido para su hermano (y hasta para su padre) pero ella ni siquiera sabía de quién hablaban.

Desconectó la mente por un momento, momento que no duró ni dos segundos puesto que su hasta ahora callado amigo, pegó un grito de asombro trás escuchar lo que la señora acababa de revelar.

–¡¿Cómo dijo?!– parece ser que el de camisa a cuadros también había estado escuchando, sólo que a este sí le parecía interesante, se puede suponer que su abuela le contagió cierto gusto por los chismes.

La mujer continuó.

–Sí, esos muchachitos que se paseaban con el malandro ese, ¿Cómo se llamaban?– trató de recordar.

–¿Habla de Ciccio y Guido? ¿Qué con ellos?– podía admitir que de hecho ahora estaba algo intrigada.

–Dijo que los vieron besandose tras el puesto de gelato– Aclaró el de tes morena, quién también estaba asombrado por la información.

–Sí, sí, y además– fue interrumpida.

–Carolina!– se escuchó un femenino grito desde dentro de la casa– estás retrasando al pobre muchacho–.

–Oh, sí, lo siento– tomó el pescado de las manos enguantadas del de cabello rizado y se despidió –Cariño, ya llegó el pescado!– fue lo último en oírse una vez se cerró la puerta.

Tras esto el trío volvió a las andadas pero esta vez con un nuevo tema de conversación.

–No me lo creo, ¿Quién diría que esos dos tenían algo?–comentó el de piel rosada a sus amigos.

–Bueno, para empezar, ¿Podemos creerle a esa señora?, Puede que sólo sea un chisme.–Giulia no se lo tragaba del todo.

–No, la señora Rinaldi es una fuente muy confiable– Alberto conocía a la señora y sabía que era de fiar.

–Me alegro por ellos, me pregunto porque no salían desde antes.– Luca creía que era lindo como ambos habían cambiado desde que se alejaron de Ercole, resultaron ser un par de chicos amables y genuinos.

–¿Bromeas?, ¿Con el pez gato en medio quién podría tener una relación en paz? Además, se notaba a leguas– Siendo sinceros, Alberto tenía un punto aquí.

–¿Ahora eres el experto en relaciones?– Si no cortaba esto ahora, el moreno no pararía de decir que era todo un maestro en cosas de romance.

–Claro Apestulia, por eso yo tengo a todas las chicas de Porto Rosso detrás de mí y tú estás sola con tu soledad–.

–Okay, no tenemos que ponernos así– El más bajo de los tres quería evitar cualquier pelea, ya conocía a sus amigos y bueno, ambos son de mecha corta.

Pero ella no respondió el insulto, ahora tenía algo más importante en mente, porque finalmente sabía qué es lo que debía hacer para ganar esta guerra de bromas.

La noche cubrió a Portorroso bajo un bello manto estelar, el buen tiempo y las estrellas motivaron a Massimo y al mayor de los hermanos a ir a una pesca nocturna, y en lo que ellos hacían el paria la pelirroja preparaba la cena con su amigo acompañándola, había invitado al joven Paguro a cenar.

Era la hora, su plan podía comenzar.

–Sabes, me alegró mucho tu reacción con lo de Ciccio y Guido– dijo al aire sin quitar su mirada de los tomates que cortaba.

–Ah?, ¿Porqué? ¿De qué otra forma reaccionaría?– la declaración de su amiga lo dejó algo descolocado.

–Oh, no, sólo me alegra que lo tomaras bien, porque...no, olvídalo– con un falso nerviosismo logró enganchar al contrario.

–No, en serio, ¿qué pasa? Sabes que puedes confiar en mí– ahora se sentía preocupado, su amiga siempre fue muy abierta con él, ¿porqué ahora sería diferente?.

–Bueno, pero promete que no le dirás nada a nadie– si no conocieras sus intenciones, la actuación de Giulia convencería a cualquiera, se veía nerviosa y preocupada, todo lo contrario a como se sentía en realidad.

–Lo prometo–.

–Tengo algo así como una teoría...yo creo que– pausó para dar dramatismo –creo que Alberto es gay–.

–... qué?–.

–Y creo que tú le gustas– sentenció.

Luca no respondió, ¿Gustarle a Alberto? ¿Qué? Eso no tenía el menor sentido, además, porqué de entre todas las personas en el pueblo justamente él le iría a gustar al moreno?, no tenía nada especial, era ridículo, esto no podía ser cierto... verdad?.

–Se que suena loco pero, piénsalo: Nunca se ha interesado por ninguna chica, todo el tiempo trata de impresionarte, toma cualquier oportunidad para hacer contacto físico contigo, cuando recibe la paga de la pesca te llena de regalos, siempre busca pasar tiempo a solas contigo, y para rematar cada vez que volvemos de Génova va hacia tí y te abraza como si no te hubiese visto en años– Santo pecorino, las ganas de reír eran fuertes pero sus ansias por joder a su hermano lo eran más.

Por su parte Luca tenía la cara roja en su totalidad, todas esas "pruebas" cobraban sentido para él pero al mismo tiempo trataba de desmentirlas, aunque, ¿Qué tal si todo era verdad?.

–¿Y-y qué hago?– no tenía ni idea de este tipo de cosas, jamás se vió en una situación como esta. ¿Cómo debía actuar?.

–No lo sé– volteó para poder terminar de preparar la ensalada, esta ves con una actitud más despreocupada– bueno, no es como que lo haya confirmado, además, no tienes ninguna responsabilidad a no ser que él se te declare–.

La imagen de Alberto declarándosele nubló su mente, todos estos sentimientos eran nuevos y...y fuertes.

–Pero– no pudo continuar puesto que la puerta se abrió de golpe, Alberto había llegado (y Massimo también).

–Enana, no creerás la cantidad de lubinas que atra-Luca!– cuando el jóven pescador ubicó a su amigo no dudó en dejar todo para ir a abrazarlo.

El menor sólo pudo dar un respingo en su asiento antes de ser atrapado en los brazos de su amigo, este lo sostuvo en el aire apegándose a él. Demonios, Alberto siempre había sido tan alto y fuerte?.

Luca alejó esos pensamientos de su mente y de la misma forma se separó del mayor, si antes parecía un tomate ahora era una pequeña y sonrojada cereza.

Por otro lado el de playera amarilla se sorprendió un poco por la reacción del más bajo, pero lo atribuyó a qué se encontraba mojado por la pesca y Luca no quería mancharse, o algo así.

–La cena está lista, Ensalada Caprese, mi especialidad– anunció la joven para acomodar los platos sobre la mesa.

–Ven Luca, siéntate conmigo– Dejando un espacio en la mesa esperó al de cabellos ondulados para comenzar a comer.
Tales actitudes alteraban más el pobre corazón de Luca.

–E-eh, yo, amm– no podía, justo ahora no podía compartir un mismo espacio con su amigo, estaba demasiado nervioso– Yo acabo de recordar que mi mamá me pidió ayuda para pastorear el ganado!.

Los Marcovaldo guardaron silencio, eso hasta que el más viejo decidió hablar.

–Ahora? En la noche?– el señor se encontraba genuinamente confundido con lo que decía el pequeño Paguro.

–Ehhhhh, sip, es que a esta hora se ponen más locos, y así, gracias por la hospitalidad pero debo irme!– estaba listo para huir hasta que sintió una mano deteniéndolo, volteó sabiendo quien era pero por dentro rogaba porque fuera o Giulia o el señor Marcovaldo.

–¿Estás seguro?– pero no, justo se trataba de aquel que provocaba su inquietud. Ahí estaba, mirándolo y sosteniendo su mano con una delicadeza que nadie se esperaría del mayor.

Temblando ante ese tacto se zafó de él y corriendo a la puerta respondió.

–Sí!, amaría quedarme pero, no puedo adiós!– con esto se marchó dejando confundidos a los varones de la casa y con unas ganas inmensas de reír a la única chica en esta.

La cena transcurrió tranquila, principalmente porque el moreno se mantuvo pensativo; ¿Porqué Luca habría reaccionado de esa forma? ¿Acaso olía mal?, No, se bañó hace dos días, tal vez no le gustaba lo que preparó Giulia, no, él amaba la ensalada, ¿entonces porqué huyó así de la casa?.

Tan ensimismado estaba que no notaba la mirada malvada de su hermana sobre él, lo tenía dónde lo quería.

Finalmente era la hora de dormir, y gracias al universo que Alberto ya no tenía que descansar con sólo las ramas del árbol como protección, este había convencido a su padre de remodelar la casa del árbol y ahora era mucho más habitable, o lo suficiente como para tener un futón y un pequeño buró dentro, además de un techo, claro está.

Ya era algo tarde pero el mayor de los hermanos no podía dormir, aún tenía en mente la extraña forma de actuar del de ojos canela y esto le preocupaba, Luca era mucho de esconder sus problemas, como cuando ocultó que recibía bullying en el colegio, o que uno de sus maestros lo intimidaba, sabía que su amigo no le ocultaba cualquier cosa y esto lo dejaba intranquilo.

–Oye Giulia– llamó con esperanzas de que su hermana le aclarara lo ocurrido.

–Qué?– la ventana estaba cerrada pero aún así podía oírse bien su voz.

–Estás despierta?–.

–...no.–.

–Ah, bueno– estaba por intentar dormir hasta que se dió cuenta –Ey!–.

–Qué, qué quieres?– su tono de voz era apagado y lento, como si no se encontrara del todo despierta, pero todo lo contrario, había esperado esto toda la noche.

–¿Tú también viste que Luca actuaba raro?–.

–Sí?–.

–¿Crees que le pasa algo malo? No suele ponerse así a no ser que esté muy alterado.–.

–Ay vamos Alberto, tú sabes porqué se puso así– aún mantenía su actuación cansada y adormilada.

–¿Qué¿, de qué hablas?– su interés lo hizo acercarse más al la ventana, ¿qué trataba de decirle?.

–¿De verdad no tienes idea?– con esto sabía que alimentaba la curiosidad del más alto.

–No, ¿qué es?, ¿qué pasa?–.

-Bueno, no es que lo tenga confirmado pero tengo una corazonada- aún debía prepararlo –¿No has notado cómo actúa Luca cuando está contigo?– al no escuchar respuesta continuó –es que, piensa, viste cómo reaccionó hoy con lo de Ciccio y Guido?–.

–Sí? Le pareció lindo, ya sabes que él es muy cursi y dulce– Alberto no sabía a dónde se dirigía su hermana con todo esto.

–Vamos! Usa tu cabeza por una vez– añadió un deje de molestia– La forma en la que siempre se ríe de tus malas bromas, como busca tu aprobación en todo, ¿sabías que antes de regresar de Génova arma notas sobre cosas que aprendió y que te podrían interesar? Y como se lanza a tus brazos cuando baja del tren, no me digas que no lo notas–.

–Wow, wow, wow, no querrás decir qué–.

–Creo que le gustas– listo, la manzana de la discordia estaba colocada.

–¡¿QUÉ?!–.

–Cállate baboso, vas a despertar a papá, y a los vecinos y a todo el pueblo– ese grito sí que la tomó por sorpresa.

–No, okay Giulia buena esa pero no, no puedo gustarle– recalcó con seguridad, es que, sonaba ridículo, ¿cómo Él, iba a atraer al menor? –Luca es demasiado inteligente y elegante, y yo, yo soy cualquier cosa, es imposible que le guste!–.

–Escucha, no digo que sea cien por ciento verdad, yo solo estoy diciendo los hechos– y de hecho lo hacía, siempre le pareció tierno que su amigo armara un compendio de curiosidades sólo para impresionar a su hermano, era un lindo detalle.

Él decidió ya no responder, todo esto lo aturdía, es que, ¿gustarle? ¿A Luca? ¡¿Él?!, ¿Con todo y sus problemas de higiene?, ¿Con su personalidad tosca?, ¿Su poca compresión de los temas que cautivaban al de tes durazno?, no había razón para que Luca sintiera algo por él más allá de una amistad... oh sí?.

Esa noche Giulia durmió plácidamente bajo sus cobijas mientras dos corazones acelerados eran incapaces de encontrar tranquilidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro