1. ¿Quién es Carter Walton?
Jane Martin
Cambios.
De esto se trata la vida. Las personas tenemos que crecer y desarrollar habilidades, al igual que conocer a más personas y olvidar a otras.
Es el primer día de las vacaciones de verano, antes de entrar a la universidad, o por lo menos los que lograron entrar a la universidad. Este tiempo es lo que necesito para despejar mi mente de acuerdo a mi futuro y sobrellevar mi reciente ruptura con mi ahora exnovio.
Me encuentro vaciando mi ropero esperando encontrar un vestido acordé para la fiesta de esta noche. La primera del verano.
—Tenemos que ir a comprar ropa nueva. Es momento de cerrar ciclos —dijo Mia con una mueca en sus labios mientras miraba sobre mi cama donde se encontraba mi ropa que yo misma sabía que era terrible.
Mia es mi mejor amiga desde que nos conocimos en los juegos infantiles de McDonald's. Una historia bastante divertida.
Una pequeña Jane decidió jugar a que era una hada-princesa y que aquella área de juegos era su castillo, cuando se encontró a una pequeña Mia llorando porque no la dejaban bajar por el tobogán. Aquel niño obeso y odioso le obstruía el paso y no tenía intenciones de bajar pronto. La pequeña Jane, al ser una princesa justa, ayudó a la niña llorona empujando al niño. La pequeña Mia agradeció felizmente, y bastaron unas palabras de su parte: "¿mejores amigas?", a lo que la otra niña afirmó las palabras y se dejaron aventar por el tobogán, pero no contaban con que el niño se atorara justo a la mitad, por lo que los tres pasaron un largo tiempo atascados en el tobogán. Ahí fue el inicio de nuestra amistad.
—Lamento tener un pésimo gusto para la ropa.
—No me refería a eso. Acabas de terminar con Cristian y es momento de verte el doble de atractiva. ¡Haz que sobresalgan esos preciosos ojos verdes!.
—No son verdes. Solo tienen destellos verdes —eche otro vistazo a la ropa sobre mi cama.
—Como sea. La palabra preciosos los describen bien —sonreí —. Ponte este. Muchas miradas estarán puestas en ti —me giñó el ojo y sonrió con coquetería.
Es un vestido negro que me llega a mitad de mis muslos. Me lo regalaron en mi cumpleaños pasado, pero solo lo había usado en navidad, porque no había encontrado una ocasión especial para ponérmelo. Miré el bonito vestido y dije: ¿Por qué no?, tendría que ponérmelo antes de que por alguna situación no me quedara y me arrepintiera de no haberlo usado.
—Lo que quieres es que ya no sea el mal tercio en tu relación —entrecerré los ojos.
—Claro que no, a los dos nos gusta pasar tiempo contigo. Pero sería bueno que salieras con alguien. Tal vez no para algo serio, pero podrías divertirte.
—No necesito un novio para divertirme —hable entrando al baño para cambiarme —. Además, por ahora no quiero saber nada de hombres, no después de lo que pasó con Cristian.
—Déjalo en el olvido. Él vive su vida de mujer en mujer mientras tú aún lloras por él.
«Y era cierto. Maldito Cristian.»
Salí del baño.
—A un hombre solo hay que llorarle tres días... al cuarto, te pones tacones, ropa nueva ¡y de fiesta! —empezó a decir Mia.
—Que la vida es corta para andar llorando por un hombre —continúe.
—María Félix —dijimos ambas. Ella pasó su brazo por mi espalda y me dio un apretón en mi brazo.
—Sabes que siempre puedo presentarte a alguien.
—Conozco a todos tus amigos y siendo sincera ninguno me agrada —Mia abrió la boca para protestar, pero la interrumpí —. Con el único con quien me siento cómoda es con Thomas. Erika a veces me saca de mis casillas. Y con Max, la verdad no sé porque sigues con él.
—Entonces no digas que ninguno te agrada. Admite que te diviertes con ellos.
Ignoró mi comentario respecto a su novio. Son la típica pareja que termina y vuelve cada mes. Llevan siendo novios desde hace cuatro años, pero son amigos desde el día en que nacieron. No es ninguna sorpresa que ambos llevan una larga lista de infidelidades. Supongo que están juntos por costumbre o algo así
Y con respecto a sus demás amigos, cuando éramos niñas, en pocas ocasiones iba a las fiestas de cumpleaños de Mia. Las personas que vestían ropa de diseñador y que seguramente valía una fortuna, acostumbraban a mirarme con desprecio, eso con las personas mayores, con sus hijos siempre me presumían lo mucho que tenían. Platique de eso con mis padres y ellos se negaron a que volviera a convivir con gente como esa, no proteste ni nada. Por esas razones decidí festejar el cumpleaños de mi mejor amiga por aparte. Ella insistía mucho en involucrarme con su clase social diciendo que dejara hablar a las víboras, pero la incomodidad era algo terrible.
Me miré sorprendida al espejo, no recordaba que me quedara tan bien el vestido.
—Te ves muy hermosa, Jane —soltó un suspiro cuando al fin notó que traía puesto el vestido —. Pero por favor apúrate a arreglarte. Max no tardara mucho en llegar por nosotras.
Empiezo a maquillar mi rostro ligeramente. Me gusta verme natural y confió en las palabras de mi mamá al decirme que me veo bien sin demasiado maquillaje. Me cepillo por última vez el cabello, aplicando aceite de argán y roseándome perfume. Salí de la casa y me acerque a Mia; su novio ya nos esperaba afuera.
Nos montamos en el auto.
—¿Saben quién más irá a la fiesta? —pregunte.
—Los mismos de siempre supongo— Mia respondió mi pregunta mientras miraba su celular.
Tuvimos un silencio por lo menos de un minuto —¿sabías que regresó Carter Walton? — Max rompió el silencio preguntándole a Mia. Ella apartó la mirada de su celular.
—¿Enserio? Espero que haya regresado con una mejor actitud —su tono de voz era frío. Ese tipo la incomodaba claramente.
—¿Quién es Carter Walton? — pregunte con curiosidad.
—Un idiota con un orgullo enorme —esta vez sonaba enojada.
—¡Vamos, amor! Tal vez ya cambio y súpero todo lo que paso.
—Fue un muy buen año sin él.
Max suspiró cansado y el silencio permaneció en todo lo que faltaba de camino.
Nunca había escuchado de ese tal Carter Walton, y eso que conocía a los amigos de Mia. Espero poder saber mas de él, si es que logro que ella suelte la lengua.
Al llegar a la casa donde seria la fiesta, el volumen de la música se encontraba bastante fuerte para mis oídos y la propia vivienda tiembla por las altas vibraciones del sonido. Impresionante como los vecinos no han llamado a la policía.
El olor a vodka y cigarro llegó a mis narices al entrar a la casa. No pude evitar mi expresión de desagrado ante ese olor.
Me gusta salir de fiesta, pasar tiempo con mis amigos, pero no cuidar a borrachos.
Al estar dentro nos reunimos con nuestros amigos.
—Hasta que llegan, pensaba que no iban a venir— dijo Meg acercándose a saludarnos.
Después de saludar a todos nuestros conocidos, o por lo menos los que se cruzaban por la vista, nos servimos unos tragos. Algo que me gustaba del ambiente es que mis amigos y los de Mia se llevaban bien, por los menos en las fiestas se nos olvida que somos de mundos diferentes.
Entre risas y bailes pasamos un buen largo rato.
Mis caderas se movían al ritmo de la música, un par de cervezas ya habían hecho que bailara de todo. Estaba tan divertida bailando cuando sentí la mirada de alguien. Busqué al mirón encontrándome con Cristian, quien baja las escaleras con una chica a su lado. Me miró con superioridad por unos instantes y siguió con su camino.
—Que idiota al dejarte ir— habló Thomas mientras me daba una vuelta.
—Creo que fue lo mejor.
—Es cierto. Mereces muchísimo más que un chico que no puede solucionar sus propios problemas —ambos dibujamos una mueca en nuestros rostros.
Era completamente cierto. Cristian es un chico con problemas y actividades "peligrosas". Estaría mintiendo si dijera que sus vibras de chico malo no fueran lo primero que llamaron mi atención. Lo vi como un escape a lo que todos pensaban de mí. Jane, anteriormente la chica buena con excelentes calificaciones y un talento en la cocina, pero con algo oscuro como dicen los demás, yo diría más como chismes injustificados que salieron a la luz después de un acontecimiento horrible en mi vida, de la cual Cristian me salvó, literalmente evitó que algo malo me pasara. Sabía que si empezaba algo con él los demás dejarían de hablar de mí, yo solo quería que los apodos pararan, pero realmente me enamore. Pasamos un tiempo juntos, pero Cristian decidió terminar la relación por nuestro bien. Y ahora se pasea frente a mí con chicas hermosamente perfectas, que hacen que mi autoestima se baje un poco, por suerte Mia me ha ayudado mucho en eso.
—Si te hace sentir mejor, la soltería te sienta bien —me mostró una sonrisa divertida.
—¡Oh! gracias por notarlo. Es un nuevo estilo de vida —conteste sarcásticamente.
—Creo que deberías intentar nuevas cosas. Conoce a más personas. Cuando entres a la universidad estarás siempre cubierta de harina.
—Y probablemente conozca a un chef asombrosamente guapo.
—Es probable. Solamente no quiero que te cierres por culpa del idiota de Cristian, sigue viviendo tu vida.
—¿Qué hace él aquí? —escuche a Mia hablar, llamando la atención de ambos y dejando la conversación a un lado.
Thomas y yo nos separamos completamente y miramos al punto donde ella y max miraban. Era un chico alto. No lo logre verlo bien por la culpa de mi altura y mi vejiga. No había notado mis ganas de tener que ir al sanitario.
Fui al sanitario lo mas rápido que pude. Es una de las razones por las que odio tomar cerveza. Hice mis necesidades y lavé mis manos. Miré mi reflejo en el espejo por unos minutos, todo estaba en orden. Me veía bonita, me sentía bonita. Hoy era uno de esos días en los que tenía que aprovechar mi manera de pensar positiva y mi autoestima alto e intentar algo nuevo e inesperado como dijo Thomas.
Al salir del baño choque con alguien bastante alto, levante la mirada y me encontré con unos ojos azules muy lindos.
—Perdona —me separe para verlo mejor.
¡Santa madre!
—Tranquila, yo tampoco te vi.
Si este chico era sexi, su voz lo hacía aún más sexy.
—Soy Jane Martin —dije apresuradamente.
«No, Jane. Ahora parecerás desesperada. ¡Nada de hombres!»
Las palabras de mi mamá sonaron en mi cabeza: "Nunca confíes en los hombres guapos, por esa razón me case con tu padre." Eso tampoco ayuda mucho, están en proceso de divorcio.
El chico se rio levemente y me miró un poco apenado.
«¡Increíble!, lo incomode»
—Iba por algo de beber, ¿quieres algo?
Tuve un momento de parálisis, simplemente lo miraba atontada. Es increíble el nerviosismo tan repentino que provoco en mi. El chico esperaba mi respuesta —Si...
Él sonrió y empezó a caminar, yo lo seguí aun con los ojos abiertos como si me hubieran dado el susto de mi vida, solo que en este caso había hecho la peor vergüenza de mi vida.
Llegamos a donde se encontraba la hielera —Malas noticias, solo hay refrescos de naranja ¿te gusta?
—Ah... sí.
«Que mentirosa, Jane. Odias el refresco de naranja»
Mire la hielera y note que estaba llena de cervezas, lo mire con el ceño fruncido. ¿Por qué refresco si podría tomar una cerveza?, él pareció notarlo.
—¿O prefieres cerveza?
Ya había tomado suficiente alcohol.
—No, no. El refresco está bien —sonreí levemente.
El chico me acercó la lata de refresco y empezamos a caminar hacia donde se encontraba la gente bailando como si fuera el último día de su vida. Me acerque a uno de los sofás que se encontraban más apartados, pensé que el chico se alejaría de mi después de darme el refresco, pero me siguió y tomó asiento a mi lado. Abrió su lata de refresco y dio un sorbo. Hizo una mueca de disgusto en su rostro por el sabor. Copie su acción y deje que aquel horrible sabor pasara por mi garganta. Hice una mueca y puse cara de angustia al ya sentir permanente el sabor en mi lengua. Él soltó una risita.
—¿Rico? —dijo aun con su sonrisa dibujada.
—Delicioso —hable sarcástica.
Deje a un lado la lata de refresco, no planeaba volver a consumir esa cosa.
—¿La estas pasando bien? —preguntó.
—Si, solo que no he visto a mis amigos —los busque con la mirada, pero no visualizaba a ninguno.
Lo miré y sonreí tímidamente. El chico dio otro sorbo del refresco y volvió a hacer la misma mueca. Reí lo más discreto posible girando mi cabeza al costado para que no notara que me reía, pero no parece haber funcionado, al regresar mi mirada, él me estaba mirando.
—¿Qué? —sone más brusca de lo debería, pero fue el único tono de voz que salió. La risa quería salir de mi interior.
—Tienes un lindo perfil.
Quede perpleja y confundida al mismo tiempo por su comentario fuera de lugar.
Eso era mentira, no me gusta mi perfil, yo misma sabía que era feo, puede que mi nariz no sea muy grande mirándola de perfil, pero la punta de esta suele bajarse cada vez que sonrió. Además de que siento que tengo un lado de mi rostro más aplastado que otro.
—Gracias —fue lo único que dije.
Se agradecía su alago, aunque fuese mentira.
Pensar sobre mis inseguridades se hizo sentir mal. Mire a las personas a mi alrededor, estaban felizmente divertidas. Algunas con sus parejas besándose o simplemente mirándose entre sí, como si se contemplaran. Nunca he experimentado eso. Con Cristian las cosas eran diferentes, deje de ir a fiestas porque él prefería hacer otro plan, el cual siempre era el mismo, ir a las carreras de autos a competir o a observar como podría ganar su siguiente carrera.
Sabía que algún día sentiría aquellas mencionadas mariposas en mi estómago, solo tengo que ser paciente.
Volví a mirar al chico justo en el momento en que hacia otra mueca, esta vez menos disgustado. Probablemente se había acostumbrado al sabor.
—¿Por qué sigues tomando si es obvio que no te gusta? —pregunte.
—Tengo sed y en esta fiesta solo hay cerveza... y esto —levantó la lata.
—¿Y porque no tomas una cerveza? —dude en preguntar, pero aun así lo hice.
Él miró un punto fijo en la nada por unos segundos.
—Hace mucho que no tomó. Le perdí el gusto.
Asentí continuamente por unos instantes.
—Iré a un lugar mucho más bonito... donde haya agua —se levantó del sofá.
—¿A una tienda? —pregunte y él asintió— ¿Eso es lo más bonito que has visto?
—Hay dulces —contestó como si fuera obvio y dibujó una sonrisa en su delgado rostro —¿Quieres venir?
Su pregunta me dejo sorprendida. ¿Enserio me preguntó eso?, es decir soy una completa extraña, al igual que él para mi.
—Ni siquiera sé tu nombre.
—Perdón —volvió a sentarse — Soy Carter Walton.
En ese momento todo se detuvo. Es de quien mi mejor amiga hablaba tan fría y seca.
El extendió su mano para estrecharla con la mía. Aun sin saber porque correspondí su acción.
Su mano era mucho mas grande y fina que la mía. Nuestras temperaturas eran muy diferentes, su mano estaba fría y la mía caliente.
—Encantado en conocerte, Jane Martin.
—Encantada en conocerte, Carter Walton.
Ambos sonreímos y alejamos nuestras manos.
—Entonces... ¿vienes? —cuestionó.
—Oye, podrías ser un psicópata asesino.
—Tienes razón, solo los psicópatas asesinos tomamos refresco de naranja. Nunca confíes en quienes toman esas cosas.
—Gracias por la advertencia. Me alejare de esas personas y de los refrescos de naranja.
—Si, esas personas son extrañas —se levantó del sofá y empezó a alejarse —. Por favor aléjate y cumple tus sueños.
Antes de que se perdiera entre la gente me miró divertido.
«Que linda sonrisa.»
Lo perdí de vista. Volvía a estar sola. Lo busque con la mirada poniéndome de puntillas. Ya no había rastro de Carter.
Suspire decepcionada. Es más nunca le dije que no iría, ¿habrá tomado mi comentario sobre los asesinos como un "no" ?, lo malo es que yo si quería ir, ese chico había despertado mi interés y curiosidad. Dejando de lado lo atractivo que me parecía, quería saber porque Mia lo detestaba tanto.
Probablemente aún no se ha ido. Pero primero debía buscar a Mia para decirle que me marcharía de la fiesta. No la encontraba por ningún lado, a ningún conocido visualizaba. No quedaba más que enviarle un mensaje.
Me dirijo rápidamente a la salida, pero un grupo de personas que se encontraban bailando me arrastró y me empezaron a aplastar con sus pasos de bailes, nunca había visto tantos traseros levantados en mi vida.
«Ayuda»
Quise gritar, pero no podía, sería muy divertida esta situación si no estuviera tan espantada.
Sentí como tomaban mi mano a lo que di un brinco por el susto. Me volví a encontrar con los ojos azules de Carter, quien jaló levemente de mi para sacarme del círculo.
—Miren lo que la multitud tenía en cautiverio —dijo.
—Gracias. Pensé que ya te habías ido.
—Estaba esperando a que lo inesperado llegara.
Sonreí como tonta.
—¿Y? ¿A dónde vamos?— pregunte.
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