Capítulo final
Le daba una última mirada a su traje de color blanco, esperaba que su atuendo luciera a la perfección.
Hace unos días atrás había cumplido veintitres años; el tiempo se le había ido demasiado rápido con la compañía de su amado Kardia.
Descubrir nuevas cosas entre los dos fue algo que lograron disfrutar en este tiempo, Kardia jamás dejó de mostrarle su amor día a día mientras que Camus seguía aprendiendo aún más de la vida y que mejor hacerlo con el hombre que lo ama con locura.
Kardia aprendía de Camus y Camus de él, la edad solo era un número para ambos y aunque a la vista de las demás personas era mal visto su relación por la diferencia de edad a ellos no les importaba en lo absoluto.
- ¿Estás listo hijo? - La voz de Dégel hizo que diera un ligero brinco por tomarlo distraído.
- Si - Respondió llevándose una mano a su pecho - Al parecer ya no me falta nada.
Dégel le sonrió a su hijo, se acercó para tomarlo del brazo y lo envolvió en un emotivo abrazo, su pequeño retoño dejaba el nido que lo cobijó siempre.
Ahora su futuro lo esperaba a lado del hombre que tanto le ha demostrado sus amor y sobre todo que lo ha sabido esperar a lo largo de todo este tiempo.
- Vamos que Kardia debe estar esperándote impaciente frente al juez.
Camus colocó su brazo sobre el de Dégel y salieron juntos de la habitación del pelirrojo para poder llegar al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia de su unión.
Para Kardia el hecho de esperar a su pareja frente a los demás era algo que lo estaba desesperando. La paciencia no es una virtud que se lleve bien con él y la verdad es que comenzaba a perder la cabeza a ver que su amado joven de cabellos escarlata no llegaba a la ceremonia.
- Ya se tardó demasiado.
- Papá por favor, no ha de tardar. Quizá encontró tráfico en el camino - Respondió Milo intentando calmar a su padre.
- Pero ¿Y si se arrepiente?
- Cómo te va a dejar aquí solo papá, si él también te ama.
En ese momento Kardia estaba por hacerle otra pregunta a su hijo al seguir desesperado que su amado pelirrojo no llegara a la ceremonia, sin embargo al verlo llegar justamente en la entrada de la mano de Dégel y detrás de ellos los acompañaba Defteros, Kardia se quedó asombrado al verlo portando un traje de color blanco con una rosa en el bolsillo del saco, con esas uñas perfectamente pintadas de color carmesí, de su largo y sedoso cabello con ligeras ondas en las puntas y en su mano se podía apreciar el anillo de compromiso que meses atrás le entregó al pedir su mano.
Todos los presentes miraban ese momento de la ceremonia, al llegar Camus frente a Kardia los dos no se quedaron con las ganas de compartirse guiños coquetos e indirectas con besitos y también con algunos susurros.
Milo se encontraba sentado hasta los asientos delanteros acompañado de Kanon y a lado de ellos se dió cita el hermano gemelo mayor.
Saga al enterarse que Camus se casaría no dudó ni un instante en estar presente en la boda de aquel joven de cabellos rojizos.
Si bien los dos tuvieron un pequeño encuentro muchos años atrás solo se trataba de una aventura de una noche cualquiera dónde ninguno de los dos se sentía culpable por ello.
Aunque ahora el gemelo mayor no estaba solo, para su fortuna desde hace tres años atrás conoció a su pareja, un joven de cabellos castaños que parecía ser la parte contraria del gemelo mayor.
Si Saga tenía un rostro de odio al mundo, Aioros poseía una sonrisa envidiable que solamente era para el gemelo de cabellos azules.
Un perfecto complemento de distinto carácter.
Mientras la ceremonia seguía celebrándose en ese salón que estaba adornado por distintas flores de color blanco y además de contaba con una zona en el jardín para aquellos amantes de la naturaleza, Kardia solo esperaba el momento que el juez dictara las palabras si acepto y también puede besar al novio.
Justo en el momento que recitaron las palabras de los votos, Milo se acercó con una charola dorada dónde llevaba los anillos. Kardia tomó uno mientras le recitaba sus palabras a su bella pareja.
- Enamorarse de una persona tan complicada como yo es sumamente difícil, pero tu asumiste el reto y por eso siento un gran respeto y profundo amor y devoción por ti, porque lograste enseñarme el verdadero sentido del amor.
Tomó la mano de Camus y lentamente fue deslizando el anillo en su dedo anular, aunque ese momento lo aprovechó para acercarse a su oído y poder decirle otro detalle más pero de forma más privada.
- Prometo tocar tu trasero todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.
Camus se sonrojó al instante ante tal confesión, solo se limitó a sonreír aunque en realidad estaba un poco apenado ante la mirada de los presentes pero tampoco le desagradaba la idea por qué Kardia era un caballero en todos los sentidos y hasta en esos momentos de intimidad lo hacía tocar el cielo una y otra vez.
Ahora fue su turno de tomar el otro anillo y decir los suyos, aunque por él fuera ya se lo hubiera colocado para poder escaparse de la fiesta y perderse en alguna de las habitaciones de aquel salón de fiestas.
- No es casual la forma en que nos conocimos, tampoco es casual lo rápido que nos llegamos a amar. Así mismo, no es casual que tú este aquí frente a mí escuchando la forma en que me comprometo a ser tu compañero fiel. Prometo acompañarte a vivir miles de aventuras e intentar que seamos felices cada uno de los días del resto de nuestras vidas.
Ahora fue el turno de Camus sellar aquellas palabras colocando el anillo a Kardia quien no dejaba de mirarlo, tampoco los dos prestaban atención a las palabras del juez.
Simplemente cuando escucharon la parte del beso, Kardia no dudó en tomar a Camus de la cintura para acercarlo a su cuerpo y ante la mirada de los presentes posó sus labios con los del pelirrojo quien rodeó con sus brazos el cuello del mayor profundizando ese amado beso que los unía a partir de ahora como esposos.
- Creo que por ellos fueran, se tragan aquí mismo - Susurró Saga mientras le daba un ligero codazo a su hermano.
- No me vas a negar que no se te antoja estar así en estos momentos con tu pareja - Susurró el gemelo menor mirando a su suegro casi devorando Camus.
- Pero por supuesto, es más al rato me desaparezco.
La fiesta comenzaba a tomar su curso acompañado de música y de la barra de alimentos que servía como bufette.
Mientras los invitados convivían y platicaban Kardia tomó de la mano a Camus y se lo llevo hasta la parte de la bodega del salón donde no pasaban las personas ni las miradas curiosas de los invitados.
- Ni pienses que voy aguantar mucho tiempo hasta que llegue la noche, es demasiado la espera al verte tan lindo con esas prendas que enmacarcan perfectamente tu cuerpo.
Susurró acorralandola en la pared pero Camus tomó una de las manos de Antares y poco a poco lo llevo hasta su vientre.
- En la noche puedes hacer de mi el peor desastre pero ahora debes cuidarnos más.
Cuando Kardia escuchó aquellas palabras se quedó perplejo por qué no se esperaba que su amado pelirrojo estuviera esperando un pequeño ser en su vientre.
- Tu estás...
Camus asintió - Así es, quería decirte en la noche pero...
En ese momento Camus no termino de hablar, solo miró como Kardia salia corriendo con una cara llena de felicidad gritando a todos lo afortunado que era de ser padre nuevamente.
Lejos de ahí, una silueta traslúcida miraba aquella escena con satisfacción.
Si bien no pudo cuidar de su hijo al menos desde la lejanía lo pudo cuidar y ahora que veía su vida realizada a lado de la persona que lo ama con todo su corazón solo pudo susurrar algunas palabras para Camus.
Es hora de partir pequeño, puedo irme al ver que estás en buenas manos y que siempre tendrás quienes te quieran y te amen.
Hasta siempre hijo...
Las palabras de Shijima fueron como un susurro mientras se desvanecía su alma.
Pero agradecía que aquellos padres que cuidaron de su hijo siempre lo cobijaron con amor.
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Y fin.
Personitas bellas espero que está pequeña historia les haya gustado, ya terminé esta idea loca con Kardia y Camus.
Dentro de algún par de semanitas traeré otra loca idea gracias a un fanart
Mientras nos seguimos leyendo en las demás historias los quiero 💖
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