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Capítulo dos

- Ten - Susurró Kardia entregando esos papeles en las manos del joven de cabellos escarlata.

En realidad jamás imaginó que a sus años alguien demasiado joven que él, fuera capaz de hacerlo sentir nervioso, ese chico era bello en todo el esplendor de la palabra; en ese momento el hecho de seguir contemplando la majestuosidad de la belleza de ese chico terminó cuando Camus le regaló una sonrisa al mayor.

- Gracias.

Ambos se levantaron del suelo, Camus se acercó para entregarle los documentos a Shion y regresar a su lugar para poder seguir escuchando aquella reunión.
Dégel le sonrió a su hijo consentido y colocó su mano sobre su hombro para escuchar las palabras del profesor.

Aunque eso no era impedimento para que Camus observara al hombre que le ayudo a recoger las hojas del suelo, de manera inmediata supo que se trataba del padre de Milo ya que ambos eran demasiado idénticos, con la diferencia de que a su amigo le predominaba más su cabello en un tono azul con reflejos morados.

Kardia se mantenía a lado de su hijo con los brazos cruzados mientras escuchaba por primera vez esas molestas pláticas; jamás en su vida había asistido a una reunión de padres de familia y comenzaba a desesperarse al no encontrar algo que fuera de su interés.

¿O si lo había?

Claro que tenía una razón para entretenerse, levemente desvío su mirada y justamente a su derecha tenía a ese bello joven de cabellos escarlata. Por la apariencia suponía que se trataba de un chico de la misma edad de su hijo, Kardia observó esas características demasiado notorias en él; las mejillas del griego tomaron un ligero color carmín al pensar en la palabra hermoso porque jamás en su vida había visto a un ser lindo y demasiado bonito como lo fue su amada Sasha.

De manera repentina cerró sus ojos y comenzó a mover su cabeza para despejar un poco su mente de aquellos pensamientos que comenzaba a experimentar, después de la inesperada muerte repentina de su esposa jamás se dió el tiempo de mirar a otra persona más de ese modo, hasta ahora.

Prefirió cambiar de pensamientos antes de seguir perdiendóse en la majestuosidad de ese bello pelirrojo.

Ahora había cambiado su mirada a la ventana, la plática aburrida del profesor de cabellos verdes estaba cada vez peor, sinceramente a él no le interesaba que travesuras hacían los demás estudiantes, él solo quería ver la evaluación de su querido retoño.

A sus espaldas ni siquiera notaba las constantes notas que le mandaban a Milo, sin saber que se había convertido en el tema de conversación de las chicas.
Molesto, Milo se levantó de su asiento y sin hacer demasiado ruido tiró todos los papeles a la basura.

El tiempo transcurrió demasiado lento, cuarenta minutos de aburrimiento total sin avanzar a las calificaciones.
Pero parecía que Shion había escuchado sus ruegos y plegarias por qué en ese momento el profesor de cabellos alborotados verdes tomó del escritorio esos mismos documentos que Camus tiro en el suelo momentos atrás.

Sin duda eran las calificaciones de los compañeros de los alumnos, lo peor es que Kardia no se percata que su hijo se levantó de su asiento tomando la mano de Camus para salir del salón con el pretexto de ir a los sanitarios.
Petición que no fue negada por Shion, ambos salieron corriendo mientras el maestro se dedicaba a entregar las calificaciones a los padres de familia.

Los dos amigos corrieron sin parar hasta perderse al final del pasillo, Milo soltó de manera inmediata la mano de Camus y comenzó a regular su respiración agitada mientras colocaba sus manos sobre sus rodillas.
No sabía si fue esa pequeña carrera que hizo o es la adrenalina por saber la reacción de su padre al ver sus calificaciones pero su corazón latía desenfrenadamente y sentía que sus manos sudaban de tan solo pensar en el regaño que le esperaba en casa.

- Estoy muerto Camus... Te invito a mi funeral hoy en la noche.

Camus miro a su alrededor esperando que los demás alumnos no escucharan las palabras absurdas de Milo, después colocó su mano sobre el hombro de su amigo y comenzó a moverlo con desesperación.

- ¡Milo reacciona! - Gritó el joven de cabellos escarlata esperando que su amigo entrara en razón.

- Soy un hombre muerto Camus ¿Cómo piensas que le voy a explicar a mi padre que de las seis materias que llevamos, reprobé la mitad? - Cuestionó llevándose sus manos a su alborotada cabellera.

- Bueno yo... - Camus se llevó una mano a su mentón para pensar en algún plan que ayudara a su amigo, sin embargo sus pensamientos se vieron interrumpidos en el momento preciso que los gritos autoritarios de Kardia se escucharon a modo de eco en el pasillo.

- ¡Milo Antares!

- Te dije que mi padre estaría molesto.

Sin darle oportunidad de que Camus dijera algo, solo se quedó mirando como su amigo se alejaba corriendo al bajar las escaleras con rapidez.

El joven de cabellos escarlata seguía con la mirada perdida en las escaleras observando a los demás alumnos bajando y subiendo en ese espacio.
Tan distraído se encontraba que al dar la vuelta para regresar no se percató que en ese momento choco con alguien más, esto provocó que estuviera a punto de caer al suelo sin embargo sintió unas fuertes manos tomarlo de la cintura, claramente poseía una fuerza mayor que la suya.

Al levantar su mirada descubrió que esa persona no era cualquier alumno, ni siquiera alguno de los profesores; casi se va de espaldas a darse cuenta que estaba en los brazos del padre de su mejor amigo.
Ese largo cabello azulado alborotado no pasaba desapercibido, sin embargo ahora podía mirarlo a los ojos, eran dos zafiros demasiado llamativos, era más alto que él y sobre todo muy apuesto.

Sin mencionar que al llevar sus manos inconscientemente a su pecho hizo que esos escasos segundos parecieran una eternidad.

- Vaya, debes tener más cuidado.

Al escuchar su voz nuevamente hizo que si piernas temblaran en ese momento, era áspera y muy grave. De tan solo imaginar que así hablara siempre con esa sonrisa adornando su rostro  hizo que sus mejillas se ruborizaran al instante.

- Yo... Lo siento - Habló liberándose  de aquellos brazos, llevando su mechón rojizo detrás de la oreja.

- Necesito buscar a mi hijo, con permiso.

Kardia se acomodo el saco de su traje, hizo algo que Camus jamás se imaginó, lo tomo desprevenido, cogió su mano y beso el dorso de esta.

Si lo hizo por caballerosidad o por coqueteo, logró que Camus se quedará asombrado después de que el padre de Milo se alejara para poder buscarlo.

- Él... Beso mi mano - Susurró para si mismo mirando como se alejaba cada vez más.

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