
Petricor
Inevitable resulta cuando las nubes grises tapizan el gran infinito tornado azul, imponentes y feroces, gruñendo al sol y acechando a los ingenuos seres que buscan resguardo.
Pero ellos no lo hacen, es así que la oscuridad se siente confundida. ¿Qué pasaba por la cabeza de aquellas almas tan extrañas? Todos corrían, se escondía y ocultaban, temerosos del poder de aquellas esponjas de agua helada pero no ellos, en realidad parecían estar ensimismados en un mundo de dulces sensaciones.
Y era verdad, las más exquisitas de las sensaciones embargaban los corazones agrietados.
El olor, aquel característico aroma fue una invitación en hojas de oro y tinta de plata. Ellos eran los invitados principales a la danza de las nubes amargas que cubrían el cielo; y allí estaban las flores, los árboles y los rosales, esperando el mismo mensaje que aquellas almas.
Oh sorpresa reciben cuando en lugar de un regaño, las carcajadas de las ancianas nubes retumba por los cielos, espantando a los cobardes y encantando a los ingenuos enamorados. Aquellas majestuosas fuentes de agua creen correcto otro regalo y les obsequian un destello de luz, tan hermoso y radiante que les ilumina el rostro y acentúa su encanto.
Estupefactos quedan y sus ojos brillan con un sentimiento difícil de explicar; incluso les cuesta alejarse, la belleza ajena es un regalo creado por el universo, tan irreal y perfecto.
No comprenden cuánto tiempo han estado allí, en ese mundo, en esa situación y aun así siguen admirando su unión como el primer día, en el pastizal: con inocencia, dulzura e ingenuidad.
Y es en ese momento, cada noche gris, empapados por la lluvia y escurriendo en dulces palabras que renace la intensidad de su lazo; porque ellos no fueron destinados como todos, sino que son hechos a mano, a una exactitud aterradora y al mismo tiempo, encantadora.
Pero al igual que aquel delicado aroma indica la llegada de la tan deseada agua, también trae consigo el grito doloroso de una oscuridad ostentosa, bañada de nostalgia y amargura.
El ambiente perfecto de dos almas tristes... De dos seres infelices.
Y al igual que recuerdan sus mejores momentos, las escenas más dolorosas les atrapan en instantes vulnerables, privando sus mentes de alegría y destrozando sus ilusiones con sentimientos lúgubres. Ambos han sufrido, lo han hecho tanto que incluso sus recuerdos se reencarnan en sus pieles y les retuercen.
No quieren sentir más a sus demonios, pero sus mentes son sus propios verdugos.
Los rosales se encogen tristes el verles tan diferentes en tardes oscuras, no lucían así días atrás y aquello era alarmante. No hay besos, risas ni caricias, solo dos manos juntas sobre el pasto naciente. Las pequeñas catarinas, cubiertas por una margarita se remueven ansiosas. No, así no era el amor en sus historias.
«Tenemos que hacer algo» dice aquel abejorro que se asoma de una gardenia, con sus mallas de néctar y su sombrero de hierba buena.
«No pueden» comenta el sol en susurros amargos. Las flores ponen atención al pequeño rayo que se escapa entre las nubes cansadas «Así les tocó escribir sus vivencias... A ellos les toca contar otra versión del amor»
Oh gran infortunio, ¿Por qué atacar así a dos inocentes?
Los grillos cambian su balada por una triste composición y las almas en la brisa no danzan, únicamente observan. Todos se enfocan en las lágrimas que han tomado el protagonismo de la lluvia y esperan atentos a un cambio de guión. Tal vez un beso del verdadero amor los despierte y los lleve a una mejor vida.
O tal vez aquellas bestias que conforman sus pensamientos dejen de acecharlos y los dejen vivir con su príncipe de hermosa armadura...
O quizás... El final feliz no es para ellos dos.
Qué ingenuidad tan grande me ha tocado vivir. Lo intenté, ambos lo hicimos; nos engañamos mutuamente con eternas promesas de amor y aun así siempre caemos en el mismo abismo.
Nuestro destino no es la libertad, no es el amor ni la emoción, solo se trata de miedo, abandono y dolor.
De nuevo me siento ahogado en una inmensidad llena de oscuridad y el terror comienza a asfixiarme pero hay un detalle que me aterra aún más: él está aquí, busca ayudarme pero mis demonios se encuentran a sus espaldas.
Lo arrojarán a mis arenas movedizas y no puedo hacer más nada que llorar y rogar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro