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EXTRA: ESTRELLAS QUE SONRÍEN




Noviembre 16, 2013

Un closet es oscuro, pequeño y asfixiante.

Y, a los dieciséis años, Sun Hall decidió salir de él.

No era como si sus amigos no lo supieran, después de todo, con ellos era imposible guardar secretos. Especialmente porque todos recuerdan el tiempo en el que Sun tenía un pequeño enamoramiento por Gemma.

Estaba cansada de vivir en secreto y quería amar sin miedo. Su madre estaría orgullosa de saber que estaba haciendo lo posible para vivir libre y sin arrepentimientos.

Y sabía que para lograrlo tenia que contarle a la tía Mai.

Mai y Yuna nunca fueron muy cercanas, pero Mai siempre amó a su hermana y por el cariño que le tuvo decidió refugiar a su sobrina

Sun sabía que la reacción de su tía podía ser una no tan positiva, pero tenía que hacerlo.

El mejor camino nunca es el más fácil.

Toma una respiración profunda y dirige sus ojos cafés hacia la mujer delgada y de pelo castaño que tiene al frente.

—Tía Mai –habla después de carraspear –. Me gustan las chicas.

Mai la observa con el ceño fruncido al escuchar sus palabras.

—No entiendo que quieres decir.

Sun rasca una de sus cejas, como suele hacer cuando se encuentra pensando demasiado sobre algo. En este caso, trata de buscar las palabras correctas para no alterar a su tía.

—Me gustan las chicas –repite –, nunca...nunca he sentido nada por un chico.

—Sun, creo que no sabes de lo que estás hablando –habla Mai –. Eso es solo porque no has conocido al indicado.

—No es eso, tía Mai. Soy lesbiana.

La mujer adulta en la habitación niega con la cabeza, lo que sugiere su sobrina no esta bien, no es correcto y va en contra de todo lo que le han enseñado. En su cabeza son hombre y mujer, no mujer con mujer.

—Tú no eres...eso –declara Mai despectivamente, negándose a repetir las palabras que ha dicho su sobrina.

Sun siente las lágrimas caer al escuchar las palabras de la persona que supone ser su familia, le duele el hecho de que su tía no pueda aceptarlo. Lo que Sun siente es real y tiene nombre. No es eso.

—Tía Mai, sigo siendo la misma persona de ayer –dice suplicando porque su tía comprenda. –, pero no puedo seguir mintiéndote y esconder lo que soy.

—No quiero seguir escuchando esto

Mai se levanta del sofá mientras frota las sienes de su cabeza.

—¿Por qué? –pregunta –. Esto es importante para mí, Tía Mai.

—Ni una palabra más, Sun. Lo que me dices no está bien. Tu mamá estaría avergonzada de eso.

Sun siente un ardor en su pecho y un nudo en su garganta, aprieta los puños tratando de calmarse y alejando los pensamientos en su cabeza que la incitan a decir las cosas incorrectas. Nunca ha sido una persona violenta, pero si hubiera un momento en el que le gustaría alzar su mano, seria este.

Sin embargo, sabe que no debe hacerlo. Su tía la ha ayudado en este último año y debido al agradecimiento que le tiene decide no doblegarse ante sus impulsos.

—Mi madre no estaría avergonzada –habla con un tono de voz alto que sorprende a su tía. –. Mamá quería que yo fuese feliz. No te atrevas a hablar de ella como si fuera una persona sin sentimientos que no amaría a su hija a pesar de todo.

A pesar de sentir la mirada enojada de su tía, Sun termina lo que quería decir. Si hay algo que no puede permitir es que ensucien la memoria de su madre.

—Yuna estaría humillada, lo que eres no está bien, Sun. Estás enferma.

Sun trata de calmar su respiración, repitiéndose mentalmente que no quiere hacer nada de lo que vaya a arrepentirse después, aunque a veces es muy fácil perder el control.

—Mi madre me amaba por encima de todo –chilla —. No era una arpía desalmada como tú.

El impacto en su mejilla es algo que la sorprende en el mismo nivel en el que le duele. Siente el lado izquierdo de su rostro palpitar en un ritmo mucho más lento que su corazón.

Alza sus manos hacia donde cayó el golpe y siente humedad.

Sabe que lo que dijo no estuvo bien y si tuviera la oportunidad de retractarse, lo haría. Pero después de dichas, las palabras nunca se pueden borrar y ella esta consciente de eso.

—Lárgate de mi casa –escucha la voz altiva de su pariente –. No quiero tener a alguien como tú debajo de mi techo.

Sun trata de calmar las sacudidas de su cuerpo.

—Recogeré mis cosas. –habla limpiando sus lágrimas.

No tiene idea de que va a hacer, tal vez escribirle a uno de sus amigos o dormir en alguna banca mientras busca una solución. No obstante, tiene claro que no quiere seguir en donde se encuentra.

Si algo le enseño su madre, es que merece estar rodeada de personas que la quieran sin condiciones, que la acepten sin juicios.

Es el único tipo de amor que merece y mientras este viva, es el único que estará dispuesta a aceptar.


☺☺☺


» Dormir está sobrevalorado «

Sun repite la frase una y otra vez convenciéndose de que puede saltarse la parte de su rutina donde pasa ocho horas con la cabeza sobre su almohada, especialmente cuando la única superficie donde podrá descansar el día de hoy es la madera de la banca del parque.

Piensa en si puede llamar a alguien para pedir ayuda, pero niega con la cabeza. A la casa de Gemma no le cabe una persona más, además de ella y sus cuatro hermanos; si va a casa de Remy tendrá que explicarle a su madre la razón por la que no tiene hogar y está casi segura de que ella no es tan abierta de mente como su hijo; Greyson esta afuera de la ciudad debido a un partido de Hockey y Ashton no contesta el teléfono. Su única opción es resignarse a dormir al aire libre.

Acomoda el morral donde lleva sus cosas debajo de su cabeza simulando una almohada y suspira mientras pasa sus manos por sus brazos tratando de darse un poco de calor, tal vez debió haber traído algún tipo de cobija.

—¿Estás bien?

El cuerpo de Sun se tensa al escuchar una voz desconocida, no había pensado en que era posible que alguien de la calle notara su presencia. Suspira mientras suplica mentalmente que no sea ninguna persona que busque aprovecharse de ella o robar lo poco que pudo sacar de su casa.

—Sí –contesta secamente, no cree que sea conveniente responder amablemente a una persona que nunca ha visto en su vida y de la cual no puede ver su cara completa.

—¿Estás segura? –pregunta

Logra distinguir una voz femenina y parpadea varias veces esperando que sus ojos se acostumbren a la oscuridad y logren empezar a identificar a quien se encuentra en su visión, la persona que le habla es una mujer rubia, su cabello recogido en un moño bajo y sus ojos oscuros observándole con un poco de preocupación, un cárdigan gris se encuentra adorando sus hombros.

—Sí –repite, esta vez con un tono de voz mas suave.

La mujer adulta la observa durante varios segundos antes de centrarse en la maleta que se encuentra debajo de la cabeza de la adolescente.

—¿Te escapaste de casa?

La joven reflexiona en que responder, piensa en que mentir sería la solución más fácil pero la preocupación de la mujer que la observa parece genuina y eso hace que algo se remueva en su interior. La ultima persona que le ofreció una mirada como esa fue su madre.

Asiente con la cabeza. Escapar de casa y ser echada de ella son dos cosas totalmente distintas, sin embargo, esa es una conversación para alguien que conoce de más de cinco minutos.

La mirada indagadora de la mujer se concentra en la adolescente de pelo azul que tiene al frente, Sun se siente incomoda porque no esta acostumbrada a que la miren tan fijamente.

—¿Tienes dónde quedarte?

Sun duda antes de responder, no conoce de nada a la señora que tiene al frente y no parece sano responder preguntas personales a una desconocida. Después de todo, a primera vista no puedes distinguir a un psicópata.

—Me llamo Margaret Finley –dice –, trabajo en la tienda discos que queda en la esquina.

El hecho de que le haya dicho su nombre y donde trabaja le da un poco de confianza así que decide seguir escuchando.

—Sé que debe ser raro que una extraña se te acerque, pero tengo un cuarto en la tienda en el que te puedes quedar mientras solucionas, luces como si necesitaras ayuda.

Sun sabe que es una buena oferta y curiosamente, algo en su instinto le dice que seguir Margaret Finley será una buena decisión.

Así que cuando la mujer adulta se levanta de la banca y le hace una seña para que la sigua, Sun pone sus pies sobre la tierra, toma el morral con sus cosas y decide ir a donde la deparé el destino.

Y cree que Margaret Finley fue el mensaje del universo para recordarle que después de la lluvia, hay un arcoíris.


Marzo 17, 2014

El sótano de Sun no es grande.

Paredes de madera, un baño y un sofá.

A veces no tiene espacio para caminar, pero es mejor que la banca del parque en la que pretendía quedarse meses atrás.

—¿Has escuchado algo de tu tía?

Sun niega con la cabeza mientras dobla la ropa limpia que Margaret le ha traído.

No tenía en sus planes vivir en el lugar donde guardaban el inventario de la tienda, sin embargo, su pequeña habitación no está nada mal.

La señora Finley le ha regalado un cajón donde guarda sus cosas y, ahora que Noá, Mason y Destiny saben que está viviendo debajo de la tienda, han tomado la tarea de ayudarla a que se sienta cómoda. De vez en cuando le llevan comida, la invitan a desayunar y cuando no están trabajando bajan al sótano a pasar el tiempo.

Lleva dos meses trabajando en la tienda y haciendo su propio dinero para poder pagar algunas de las cosas que necesita.

—No va a llamar –responde –. No ha tratado de contactarme en cuatro meses, no lo hará ahora.

Se escucha el suspiro de la señora Finley entre las cuatro paredes y Sun centra su mirada en ella. Sabe que la señora Finley todavía alberga una esperanza de que su tía se retracte, no porque este cansada de su presencia, sino porque como ella, Margaret es una optimista de corazón.

Aunque cuando se trata de Mai, Sun ya no guarda ninguna esperanza. Su tía no quiere verla y ella se encuentra bien con eso. No la necesita. Tiene a una pequeña familia que la quiere y que la ha apoyado más de lo que esa mujer alguna vez lo hizo.

Cuidar de alguien no se  trata solo de dinero, de comida y estudio. Cuidar a alguien es también dar amor incondicional, es escuchar y no juzgar, ofrecer un hombro cuando el otro lo necesita.

Y Margaret Finley ha cuidado más de Sun en los últimos meses que su tía en todo el tiempo que pasó desde la muerte de su madre.

—Sun –llama la señora Finley –, quiero hablarte de algo

La mirada de precaución en los ojos de la adolescente hace la señora Finley suelte una risita.

—No es nada malo, pero quiero que pienses en lo que voy a decirte.

—Vale –responde Sun mientras se sienta en su sofá.

—Antes de que Jake falleciera –relata —, él y yo estábamos ahorrando con lo que trabajamos en la tienda.

Sun sonríe haciéndose la imagen mental.

Destiny le dijo alguna vez que a la señora Finley no le gusta hablar de su esposo, pero en el tiempo que llevan conviviendo nunca ha visto a Margaret tan feliz como cuando le habla de Jake. La dos suelen compartir historias de las personas que han perdido y eso es algo que las ha unido y a pesar de la gran diferencia de edades, Maggie es su amiga.

—Queríamos dejarlo para nuestros hijos, para que estudiaran o viajaran, para que lo usaran en algo que los hiciera felices –continúa hablando mientras juega con los botones del cárdigan. –. Pero perdí a Jake demasiado rápido.

La mano de la señora Finley se posa sobre la de la joven

—Quiero que tengas ese dinero, Sun.

A pesar de que ella y Margaret han formado una bonita amistad, Sun se sorprende al escuchar sus palabras. Ese dinero es importante para ella y el hecho de que quiera regalárselo es algo que hace sus ojos se pongan un poco llorosos.

—Maggie, no...No podría...

—Es tuyo –La interrumpe la rubia.

—Era para tus hijos

La señora Finley sonríe mientras estira una de sus delicadas manos y limpia la lagrima que rueda por la mejilla de Sun.

—Es para ti –responde sin más — ¿Sabes que el día en que te encontré en el parque era el día de nuestro aniversario?

Los ojos de Sun se encuentran con los de Maggie que ahora se encuentran igual de llorosos que los suyos.

—Perder a Jake es lo más difícil que he tenido que pasar en mi vida. Estuve meses llorando, enojada con el mundo por arrancarlo de mis manos.

» Me tomo años aceptar su muerte, me tomo años poder mirar hacia arriba y agradecerle al universo por todo el tiempo que tuvimos juntos, porque los diez años que tuve con Jake fueron el mejor regalo que alguna vez me pudo dar. Aunque mi esposo ya no está, me dejó la tienda que construimos, la casa en la que vivimos y toda la música que escuchamos. Y sé en mi corazón que Jake también te dejó a ti.

Sun siente la humedad en su rostro y un nudo en la garganta que no le permite hablar, así que decide acomodarse en el sofá y abrazar a Margaret Finley, fundiéndose en un amor maternal que pensaba que jamás volvería a sentir.

Y no sabe cómo formularlo en palabras, pero está más que segura de que en alguna parte del cielo, su madre y Jake Finley están en las estrellas, sonriendo.








¡Hola!

La semana pasada estuve un poco ocupada así que perdónenme por la demora.

Sun es un personaje al que le tengo mucho cariño así que quería explorar un poco mas sobre ella y las cosas que se encuentra viviendo.

Si te gusto el capitulo, vota y comenta en tus partes favoritas. Te lo agradecería mucho.

Besos

-Bella.

instagram: bellamorenom twitter: morenombella

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