24. Amor, dolor.
Agosto 15, 2016
—¿Estrellita?
La voz que me llama suena como un murmuro lejano que no puedo reconocer.
Cierro los ojos con fuerza porque es la única alternativa para evitar que las lagrimas salgan y aprieto con fuerza la cobija de lana que rodea mi cuerpo.
No recuerdo cuando fue la última vez que comí algo o cuando fue la ultima vez que me levanté de la cama. Lo que si recuerdo es la sonrisa de mi mejor amiga y el sonido de su risa, las veces que me escuchó mientras hablaba y me aconsejaba cuando no sabía que hacer, la paciencia que me tenía al no presionarme. Abs me entiende, me entendía.
Presiono el botón del celular y lo pongo en mi oreja, escuchando su voz.
Ella me perdonó, lo jodí todo y aun así me perdonó.
Debí haberme ido con ella, haberla seguido y montarme a ese carro con ella.
Tal vez si no hubiera hablado con Mason o Ambrose no hubiera parado a abrazarme ese día, algo podría haber sido distinto.
Abs estaría aquí.
Presiono el botón otra vez, sus palabras repitiéndose en mi oído. Mis ojos se sienten cansados, pero cada vez que los cierro veo la imagen de mi mejor amiga alejándose de mí y prefiero mantenerlos abiertos antes pensar que esa fue la ultima vez hable con ella.
—Estrellita, Ambrose está aquí.
No me sorprende porque ha estado aquí todos los días desde el accidente.
El primer día, después de que llegáramos del hospital trato de que hablara con él, pero me negué. Ahora, solo llega y se acuesta a mi lado mientras me abraza.
No tengo la fuerza ni las ganas para formular palabras. No quiero nada.
Por el rabillo del ojo, veo luz entrar por la puerta y sé que alguien la ha abierto.
—Noá –escucho la voz de Ambrose antes de sentir como el peso de la cama se hunde y que su rostro aparezca en mi visión.
Veo como deja un plato en la mesita de noche.
Sus manos acarician mi cabello y suspiro porque su tacto se siente como algo familiar y reconfortante.
—Tus padres quieren que comas algo –dice suavemente en mi oído cuando se acomoda y pega su espalda a mi pecho, sus brazos rodeando mi cintura.
Asiento lentamente con la cabeza. Me cuesta porque mis músculos se sienten tensos. No me he movido en tres días.
Ambrose se levanta y pone el plato cerca de mí, pero no me genera ningún apetito y niego con la cabeza antes de voltearme y darle la espalda. Él suspira y lo conozco lo suficiente para saber que no tiene el corazón para obligarme a comer en estos momentos.
Sé que el también está triste, Abigail no fue solo mi amiga. Quiero decirle algo, agradecerle porque este aquí, por preocuparse, decirle que lo amo.
No hago nada de eso, me encojo en mi cobija y él suspira antes de volverse a acostar a mi lado.
Agosto 16, 2016
Tomo el plato que mamá deja en la mesa, me obligo a levantarme y llevar la comida a mi boca, aunque los movimientos se sientan extraños y la comida no tenga mucho sabor.
Mason me observa desde el otro lado de la cama, sus ojos verdes acompañados de ojeras, que probablemente se encuentren en los míos también. Se nota que está cansado, su cabello está despeinado y el brillo en sus ojos se ha perdido en alguna parte.
—La extraño –dice.
Observo a Mason en silencio, consciente de que estamos sintiendo el mismo dolor.
—Ella no me amaba de vuelta, lo sé. Pero eso no hace que la extrañe menos –Piensa en voz alta —. Abigail era...
—Yo también la extraño —hablo por primera vez en días y tomo agua del vaso a mi derecha.
Lo interrumpo, sé que, si empieza a hablar de ella, no lo voy a soportar.
Los ojos de Mason se encuentran con los míos y desvío la mirada. Me concentro en el plato en mis manos, tratando de no llorar. No quiero hacerlo porque no va a ayudar en nada. No la traerá de vuelta.
—¿Por qué nadie te dice que enamorarte duele como una mierda, Noá?
—Porque entonces nadie querría sentir lo que es amar –respondo —. Abs, una vez, me dijo que el amor no sería amor si no doliera, aunque sea un poco.
La imagen de Abs en esta habitación, alentándome para que perdonara a Ambrose pasa por mi cabeza. Respiro profundamente y pestañeo varias veces.
—Ella siempre sabía que decir.
Asiento con la cabeza, dejo el plato a un lado y vuelvo a acostarme en la cama.
Abigail sabría que decir en estos momentos, pero ella no está aquí.
Agosto 19, 2016
Tomé una ducha.
No es algo grande, pero se siente como un logro porque es la primera vez que salgo de la cama en no sé cuántos días.
Mamá se sorprende al verme salir del baño.
—Te bañaste –observa.
Me encojo de hombros y camino hacia la cama, acomodándome debajo de las sábanas.
—¿No vas a vestirte?
Muevo la cabeza de un lado a otro, ella no menciona nada más sobre el hecho de que este en ropa interior
—Mason dijo que hablaste con él.
Se acomoda a mi lado, nuestros rostros mirándose.
—Estamos preocupados, cariño.
Me quedo callada. No le menciono que comí y me bañé por ellos, porque no quería asustarlos.
—Los chicos están abajo. Trajeron helado de vainilla.
Mis ojos se levantan con interés, pero me regaño mentalmente. No debería emocionarme por simplezas cuando mi mejor amiga se encuentra sin vida en la cama de un hospital.
Mamá nota mi momento de debilidad y lo toma como un espacio para seguir hablando.
—Ella no está muerta.
—Está muerta, mamá.
Abigail está muerta. Su cuerpo está en esa cama, pero su alma, lo que la hace ella, ya no está.
—Noá, no está muerta, puedes...
—¡Esta muerta! –alzo la voz —. No trates de darme esperanzas cuando no las hay. Ella lo habría odiado. Habría odiado estar en esa cama, conectada a todo eso ¡Esa no es ella, mamá! No lo es.
Mamá retrocede, sorprendida de que haya alzado la voz.
Yo también estoy sorprendida, entre tantas cosas. Me siento triste de haberla perdido. Enojada conmigo misma por equivocarme ese día, con su abuela por mantenerla conectada a esa máquina, con el imbécil del conductor que se chocó con el taxi en el que iba, con el mundo por llevársela tan temprano. Impotente porque no puedo hacer nada al respecto, porque, aunque quiero salir de mi habitación y seguir, no puedo parar de pensar en todas las cosas que Abigail se perderá.
—Lo siento, cariño. Creí que sería bueno que vieras algo positivo en la situación.
—No hay nada positivo en esta situación, mamá. Abigail está muerta.
☺☺☺
Siento dos brazos rodeándome e inmediatamente los reconozco. Es Ambrose.
Se queda callado y deja un beso en mi cabeza, acercándome a su pecho.
—Ambrose –susurro
Sus brazos se tensan cuando escucha mi voz, es la primera vez que hablo con él después de todo lo que sucedió.
No sé si es porque le grite a mamá o porque por primera vez acepte en voz alta que mi mejor amiga murió, pero de repente el silencio se siente insoportable. Solo me hace que esté más consciente de su ausencia.
—Por favor...Por favor cuéntame algo nuevo.
El suspira.
—Abigail fue una vez a mi casa –relata —. El día después de que te buscara en la tienda y fuéramos a comer helado. Se apareció en la puerta y empezó a gritar para que bajara. Los vecinos se quejaron.
Sus palabras llaman mi atención y me giro en sus brazos. Abs nunca me hablo sobre esto.
Una de sus manos sube a mi pómulo y lo acaricia antes de seguir hablando.
—Me dijo que no te merecía, no después de todo el daño que te había hecho. –explica —, trate de decirle que ya lo sabía, pero ella no me dejo interrumpirla.
Imagino a mi amiga, con su cabello rojo y sus ojos claros, enarcando una de sus cejas hacia Ambrose con desdén mientras lo regaña y no puedo evitar que, por primera vez en días, se me escape una sonrisa.
—Dijo que los méritos no son algo que se tiene, son algo que se gana –relata —, y que para merecerte iba a tener que bajar la luna y las estrellas. Sus palabras, no las mías.
Eso me hace reír un poco y los ojos de mi novio se iluminan al escuchar.
—Dijo que, a pesar de que pones este caparazón para hacerle creer a todos que estás bien, eres la persona más sensible que ella conoce y que la necesitabas para proteger tus sentimientos. Que ese era su trabajo como tu mejor amiga.
Recuerdo todas las veces que Abigail me dio mi espacio para procesar mis sentimientos, todas las veces que me escucho hablar de Ambrose, que me cuido, aunque yo no se lo pidiera.
—¿Por qué no quieres llorar, Noá?
Me sobresalto al escuchar sus palabras. No pensé que alguien notara que no he llorado.
—Porque no va a hacer nada. Llorar no va a traerla de vuelta.
Ambrose acaricia mi cabello con sus manos y yo cierro los ojos, sintiéndome un poco culpable por disfrutar el contacto.
—Necesitas llorar, Noá.
Niego con la cabeza.
—No quiero –respondo –. Necesito sentir este dolor, Ambrose, ¿Qué pasa si lloro y suelto todo y dejo de sentirlo?
Sus cejas se arrugan.
—¿Por qué necesitas sentir dolor? –pregunta, preocupado.
—Porque me recuerda que la amé.
Ambrose me aprieta más hacia él, envolviéndome en un abrazo.
—Vas a seguir sintiéndolo, Noá. No importa si lloras o no, el dolor siempre va a estar ahí.
—Estoy bien con eso –respondo —. Puedo aguantar el dolor.
—Sé que puedes –responde —, pero puedes aguantarlo conmigo, creo que a Abs le gustaría saber que aun tienes a alguien que proteja tus sentimientos.
Cierro los ojos y escondo mi cara en su pecho mientras recuerdo todo lo que pase con Abs.
Ambrose me acaricia la espalda mientras siento la tristeza, la rabia, el dolor, el amor.
Y lloro.
☺☺☺
Agosto 28, 2016
Escriba una experiencia que lo/la haya marcado como persona:
Mi nombre es Noá Elizabeth Morales y hace dos semanas, mi mejor amiga murió.
Estoy consciente de que el plazo para subir esto ya acabo, que eso quiere decir que no entraré a la universidad, pero las últimas palabras que dijo fueron que recordara hacer esto y no quiero decepcionarla.
No recuerdo cómo conocí a Abigail Murphy, tal vez porque se siente como si ella siempre hubiera estado ahí.
Ella estaba siempre ocupada porque odiaba sentir que estaba desperdiciando su tiempo. Tal vez porque después de perder a sus padres, cuando estaba todavía muy pequeña, aprendió lo corta que era la vida.
Era paciente, siempre esperaba a que estuviera lista para que le contara como me sentía. Parecía entender mis sentimientos aun cuando yo ni siquiera lo hacía. Probablemente por eso siempre sabía exactamente cuales eran los consejos que necesitaba.
El mundo nunca fue justo con ella. Perdió a sus padres, perdió la oportunidad de cumplir su sueño de ser nadadora olímpica cuando se accidentó. Pero nunca se rindió, no se quejó ni una sola vez. Se levantó y siguió adelante. Ella era así de fuerte.
Abigail me dijo una vez que el amor no sería amor si no doliera, aunque sea un poco.
Y sé que tenía razón porque si no la hubiera amado, no me estaría doliendo tanto en estos momentos.
No sé quien soy sin ella y me va a tomar algún tiempo descubrirlo, pero si hay algo que mi mejor amiga me enseñó, es que los momentos de dolor valen la pena si te llevan a una vida llena de amor.
Así fue como Abigail Murphy vivió. Siempre desde el amor.
Y el dolor siempre va a estar ahí, recordándome lo que perdí.
Afortunadamente, el amor también.
¡Hola!
¿Cómo se sienten?
Lamento la tardanza con este capitulo. Estaba pasando por un bloqueo.
Si les gusto el capitulo, voten y comenten en sus partes favoritas, se los agradecería mucho <3
Besos
-Bella
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