Capítulo 57 "Más allá del murmullo de las olas"
Meses después...
La brisa proveniente del mar acariciaba y refrescaba mi piel
En algunas ocasiones erizaba mis vellos. Alocaba mis rizos. Los hacía bailar a su ritmo natural. Mi nariz se llenaba y disfrutaba con el leve olor a salitre que viajaba en ese soplo.
La arena mojada brillaba como un millón de monedas de oro debido a la resplandeciente luz de los rayos del sol. Se apreciaba esa marcada línea entre los diminutos granos secos, que volaban con el viento y los más compactos. Estos últimos, eran así por el beso constante de las olas.
Olas que iban a morir a la orilla dejando tras ellas unas finas hileras de blanca espuma.
Observaba todo desde el resguardo de una enorme sombrilla azul con listas verdes. Me proporcionaba una sombra deliciosa y me protegía del abrasador apretón del Astro Rey. Mi cuerpo estaba descansando en posición horizontal. Malamente me cubría un traje de baño blanco de dos piezas. Lucas lo eligió, por cierto. A mis ojos aceitunados los protegían unos lentes oscuros.
Me sentía muy bien en aquella pequeña muestra del paraíso. Sólo estábamos él y yo en kilómetros a la redonda.
Adán MillerGheats y Eva James.
A mi lado me acompañaba, sobre una pequeña mesa, una copa llena de piña colada. También había una tumbona vacía que era la de Lucas y sobre la arena, contra la mesa, un bolso grande donde guardábamos todo lo que utlizaríamos en la playa: toallas, bloqueador, bronceador...
Cerraba los ojos y me dejaba llevar por el sonidos de las olas al quebrarse con las rocas o al llegar a tierra.
No podía dejar de estar feliz. Me encanta el mar. Es serenidad, pero también es fiereza. Cura las penas y el alma pero también ha arrancado muchas vidas. Es paz, es tormento, es un ladrón que no devuelve nada. Es un hotel con millones de huéspedes. Es un gigante poderoso y a la vez es tan frágil como una niña pequeña. Es simplemente maravilloso.
Lucas disfrutaba de la inmensidad y de los placeres de este cuerpo de agua metiéndose en él, a nadar horas y horas. También me había convencido, en varias ocasiones, para recrearnos en el agua de un modo un poco más íntimo. "Eres una diosa, Nat" me susurraba al oído una y otra vez mientras lo hacíamos. El mar era el cómplice perfecto de nuestro amor y de nuestra lujuria.
Estaban siendo unas vacaciones alucinantes. Al fin un suspiro de relajación después de tantos exámenes y estudio. Luego de tantos problemas, de tantos cambios, de tantas y tantas decisiones tomadas.
Lucas fue muy sabio y maduro al aceptar el cariño de su nuevo padre y de su esposa Alicia. Ellos se incorporarían a las vacaciones en unos tres días. Su excusa fue que los asuntos de trabajo aún no estaban del todo saldados, pero yo sé que querían dejarnos a Lucas y a mí a solas al menos los primero días.
¡Son tan considerados!
El doctor Gordory, yo había comprobado que desborda bondad. Y su mujer es más dulce que una tonelada de azúcar. Cuando supe que ella era jueza me imaginé que sería de carácter impenetrable y seco pero nada más lejos de la verdad.
Supe hace poco que Lucas Gordory y ella no pudieron hacer una familia debido a que la pobre sufrió una fea enfermedad en su útero y los médicos no tuvieron más opción que operarala. Ahora es una mujer radiante y hermosa pero que no pudo tener descendencia. Quizá por eso es que Lucas y yo nos hemos convertido en sus niños mimados. Nos invitan a comer todos los fines de semana y nos colman de regalos.
Dice Michael, que ellos parecen una versión más adulta de nosotros. Yo estoy de acuerdo, pero sólo en lo físico pues nuestras personalidades son muy diferentes, aunque nos llevamos de maravilla. A veces Lucas se empalaga un poco con tanta atención, después de todo él estaba acostumbrado a la soledad a nivel de alma.
A Cassandra y a Richard la aparición de Gordory no les pareció muy agradable al inicio, como era de esperarse, pero todo se fue ajustando poco a poco, hasta que se adaptaron. Ahora hasta les parece bien. Es bueno que Lucas tenga más personas que lo quieran.
Dakota desea mucho viajar para poder vernos pero con sus bebés recién nacidos lo tiene muy difícil. Ya Lucas le dijo que él podía ir a verla para evitarle el estrés del viaje. Además él está muy emocionado y no le caben en el cuerpo las ganas de conocer a sus sobrinos.
Brandon, se fue de la vida de Diki sin saber que estaba embarazada; pero ella logró contactarlo en poco tiempo. Estaba trabajando dónde mismo le había dicho cuando se conocieron. Entonces le dio la noticia. No se puede negar que al principio no se lo creyó. Pensaba que todo eran inventos de Dakota para atraparlo, pero luego asumió la idea con alegría. Ahora le brillan los ojos con sus bebés y es un padre muy atento y preocupado. Aunque no esté en una relación con la madre de sus hijos.
Dakota decidió nombrar al varón Mateo y a su niña Marie Rose, al igual que su difunta abuela. Aunque no sé qué reacción habría tenido ella si hubiese sabido que algún día tendría un par de nietos; que además parecen dos bombones de chocolate y con los ojos como azabaches.
—¡¿Vas a seguir ahí acostada?!—Gritó Lucas desde el agua. Había nadado tanto que estaba bastante lejos de la orilla.
—Claro que sí!—Respondí a gritos también—¡Ya sabes que me pongo muy ansiosa si paso mucho tiempo en el agua!
—¡Vamos Natasha, sin ti no es divertido!
—¡Después!
Al rato nadó hasta estar más cerca. A esa distancia podíamos hablar como personas civilizadas.
—¿Por qué no quisiste acompañarme?
—Los rayos del sol a esta hora son muy intensos. ¿Por qué mejor no vienes y me pones un poco de bloqueador solar?
—¿Es en serio?
—No seas malo, mi amor. Ven y mímame un poco.
Lucas salió del agua casi de inmediato. Bajé mis lentes un poco para echarle un vistazo mientras se acercaba. Estaba empapado de pies a cabeza. Su piel bronceada combinaba a la perfección con el ambiente de playa y con mis desórdenes hormonales. Quería aullarle como si fuese mi luna llena.
Lucas usaba shorts azules y poco más. Su colgante con la N lo dejó en la habitación de la casa (la que elegimos para nosotros) por miedo a perderlo nadando.
Yo seguía mirando. Aproveché para deleitarme una vez más con las curvas que hacen los músculos definidos por todo su cuerpo. Sus abdominales estaban tan marcados que se veían a la perfección, aún a cierta distancia. Podía contar esos pequeños cuadros aunque estuviese a diez metros de mí.
Lucas apartó los cabellos mojados que se pegaron a su frente mientras lamía suavemente su labio inferior. No sé si lo hizo por hacerse el sensual o fue inconscientemente debido a lo salados y resecos que los pone el mar.
—Te veo muy observadora—me dijo cuando se acercó a la tumbona que estaba justo al lado mío
—¿Ahora no te puedo mirar? ¿Tengo que agendar una cita con tu secretaria primero?
—Al contrario. Me gustaría que me miraras así más seguido, pero tú sólo te emocionas cuando estoy casi en cueros.
—Sabes que siempre te observo con deseo, aunque lleves puesta una bolsa gigante de basura.
—Sí, eso es lo que tu dices—Tomó una toalla del bolso de playa para secarse el cuerpo y otra para el cabello.
—Está bien, no me creas.
Secó su rostro, brazos, dorso y espalda. Envolvió su cabello en la otra toalla. Agitó las manos para dejarlo lo más seco posible.
Cuando estuvo menos mojado, buscó el bloqueador solar. Abrió el envase. Vertió un poco en una de sus manos y la frotó con la otra.
—¿Por dónde empiezo?
Levanté la pierna derecha. Él entendió. Se sentó en mi tumbona y comenzó a frotar la crema sobre mi piel. Fijó la mirada en mi entrepierna mientras seguía con su labor. Lo noté, pero no le dije nada al respecto.
—Hubiese sido divertido que los chicos estuviesen aquí—le dije—. Sería el momento ideal para hacer una fiesta en la playa con todos.
Lucas cambió el objetivo de mira para verme el rostro.
—Yo lo pensé, pero Michael y Dylan están de viaje fuera de país, Lisa en Europa, los Tresh fueron a visitar a su abuela en las montañas. Frank, ni se sabe dónde está.
—Paul y Jenna tienen sus situaciones matrimoniales y ya sabes.
—Exacto. Becky y Angeline tal vez, pero tendrían que invitar a sus parejas. Y yo no puedo estar solo con cinco mujeres, de las cuáles cuatro son lesbianas y una es mi novia. Demasiada sensualidad y yo sin poder cogérmelas a todas.
—Mejor no te hago ni caso—Le dije. Sonrió ampliamente y tomó más bloqueador para pasar a la otra pierna— ¿Pero viste eso? Esas dos formaron un espectáculo enorme para estar juntas y al final son lesbianas, pero descubrieron que se quieren como amigas todavía. Sólo estaban "confundida".
—La palabra "locas" también es una buena opción en esa oración.
—Recuerda que yo soy la única que puede decirles esas cosas. Tú no.
Volvió a sonreír.
—Lo que sí me desconcierta es esa idea repentina de Frank.—Seguí hablando— Rompió con Brenda y se desapareció del mapa. Menos mal que al menos nos llamó porque si no pensaría que le pasó algo malo.
—Ese anda por ahí buscando su próxima presa.
—Eso o...
—¿O qué? ¿En qué estás pensando, Nat?
—Es que lo que estoy pensando siento que es imposible.
—Creo que ya sé lo que pasa por tu mente.
—¿Ahora lees mentes?
—No, pero te conozco. Y creo que es posible lo que imaginas. Ese Ojos de Pitufos es más terco que yo, mil veces.
—Entonces ¿Crees que..?
—Ha sido mi sospecha desde que terminó con Brenda. Ese bobo fue a buscar a Lisa. Va a intentarlo de nuevo.
—Yo no sé cómo dos personas pueden ser tan testarudas.
—Es gracioso que esa duda la tengas precisamente tú.
—¿Por qué eres tan pesado conmigo?
—No soy pesado, soy honesto.
—Ya que eres tan sincero dime algo. Si eso que dijiste de Frank es verdad ¿Crees que al final lo logre?
—Lisa está dónde quería estar. Tiene la oportunidad de ser quién quiere ser. Ahora será mucho más difícil hacerla entrar en razón porque no va a querer "perder el tiempo" con nadie.
—Pobre Frank. Ha sufrido mucho por Lisa, pero algo me dice que logrará lo que quiere.
—¿Qué te lo dice?
—Pues no lo sé. Es un presentimiento muy fuerte. Los conozco a ambos, se aman con locura y el amor no es más débil que el sentido común ni que la terquedad. El amor nos quiebra por dentro y nos convierte en sus títeres. Nos controla. Lo que pasa es que Lisa respalda todo eso con miedo y eso sí que es poderoso.
—¿A qué le puede tener miedo Lisa?
—A enamorarse, a perder la cabeza y sus sueños. Eso es lo que la frena.
—Dejemos de sacar conclusiones. Es mejor esperar para ver que es lo que pasa con esos dos.
—Quizás tengas razón ¿Puedes frotarme un poco de bloqueador solar en los brazos y en la espalda?
Así lo hizo. Cuando terminó se dejó caer en su tumbona y quedó profundamente dormido. Estaba exhausto por nadar tantas horas.
Cuando cayó la noche yo ya me encontraba bañada. Tomé una ducha, salí desnuda del baño porque olvidé mi ropa de dormir y lo primero que encontré fue una camisa blanca Lucas.
Estaba en la cocina delante de una olla cocinando espaguetis para cenar.
—¿Cuánto tiempo llevaba allá afuera?—Preguntó él desde la puerta de la cocina. Se escuchaba aún somnoliento. Estiró su cuerpo para desentumecerlo y frotó sus ojos con el dorso de sus manos.
—¡Uf! Horas.
—Debiste haberme despertado cuando decidiste entrar en la casa. Casi muero abandonado allá afuera.—Se paró a mi lado.
—No seas exagerado—Vertí un poco más de sal y condimentos a la salsa—Fui a intentar despertarte cuatro veces y me dijiste que te dejara dormir. Que estabas agotado.
—Yo no recuerdo eso.
—Pues así fue.
Frunció el ceño, escéptico—¿En serio?
—Obvio.
—Entonces, supongo que no tengo más opción que creerte.
—Mejor ve a bañarte con agua muy caliente para que te quites el salitre de la piel y para que te evites un resfriado.
—Bien Nat,—Nota al fin cómo voy vestida—¡Ey! Un momento, esa pieza blanca me resulta conocida.
—Tan conocida como que es tuya. Olvidé llevar el pijama para el baño cuando me duché, salí desnuda a buscarlo y tu camisa fue lo primero que encontré.
—Ya. Déjatela puesta que te ves muy ardiente. Por cierto—se inclinó y levantó el borde de la tela con un dedo para mirar debajo—¿Llevas puesto algo más?
—¡Lucas!—Aparté su mano—No juegues conmigo ahora, que estoy cocinando y me puedo quemar.
Enderozó su cuerpo-Sólo quería saber.
—Pues pregunta. Y sí, llevo bragas. ¿Contento ya?
—Sí, voy a ducharme.
Al rato Lucas salió del baño con una toalla que le cubría desde la cadera hasta las rodillas. Pasó por el cuarto y se puso en el cuello su cadena con la N. Así mismo, sin ponerse ropa, cenó conmigo. Comimos con la luz apagada, en la sala y viendo una película de acción de estreno. Era tan larga que nos dio tiempo comer y esperar a hacer un poco de digestión. Yo fui a la cocina. Fregué los platos, la limpié un poco y cuando volví aún tuve media hora para visualizar a muchas personas peleando y matándose la una a la otra en televisión. El final de la película no fue tan épico como esperaba pero se dejaba ver.
—Lucas por favor limpia y organiza lo que quede. Estoy cansada y voy a dormir.
Cuando di el primer paso para irme, me agarró por la cintura y llevó hacia él. Caí de costado sobre su regazo.
—¿Y ahora qué quiere?—Cuestioné enojada porque estaba muy agotada para sus juegos.
—¿Tú qué crees?
—¡Ay, no! ¡No puedo creer que tengas activado tu modo ninfómano!
—Si te digo que no, te estaría mintiendo, princesa.
Lucas me besó suavemente en todos los lugares de mi cuerpo que sus labios podían alcanzar en aquella posición.
—¿Por qué piensas que te pregunté si llevabas ropa interior?—Preguntó observando que yo no estaba usando sostén.
—No sé, dime tú.
—Para saber cuánta tela me separa de tu cuerpo.
Tomó mi boca entre sus dedos para besarme. Me sentía excitada en ese momento.
—Y por cierto, esto estorba—tomó la camisa blanca con sus dos manos y la rasgó con fuerza. Los botones volaron por la habitación.
El sonido de la tela rompiéndose, más el frío que abrazó mi piel desnuda provocaron que un escalofrío cruzara mi cuerpo.
—Mucho mejor—. Salió de sus labios a un suspiro alivio.
—Eres un salvaje.
—No has visto nada.
Me hizo colocarme frente a frente, a horcajadas sobre él. En sus ojos lo que había era lujuria es su forma más pura, sin disolver.
Ya en ese momento no tenía deseos de escapar. Mi cansancio había desaparecido, así como mis ganas de negarme un poco con el objetivo hacerlo todo más interesante.
Estaba a punto de rogarle que me hiciera suya de una vez, pero preferí morderme el labio inferior. Y entregarme a cada beso, caricia, a cada gemido y susurro que salía de sus labios. Excitarnos más y más.
Sentí como una de sus manos, húmeda y fría descansó en mi pierna derecha. Lentamente fue subiendo hacia mi espalda acariciando, aprentando y erizando mi bronceada piel. Lo que antes era una prenda de vestir yacía tirado por el suelo dividido en dos partes.
A lo lejos, más allá del murmullo de las olas, se escuchó el sonido grave y estruendoso de la bocina de un barco. Cerré los ojos mientras él me tocaba y acariciaba para imagirme ese crucero o buque en mitad de la noche y en el medio del mar. Sonreí extasiada al imaginarme a Lucas como capitán y a mí como única en la tripulación. El sonido se escuchó. Más fuerte esa vez. Y ya nos encontrábamos rodeados de islas hermosas y playas perfectas.
Volví a sonreír y abrí los ojos para observarlo frente a mí. Su cara estaba muy roja. La veía con dificultad porque la única luz de la habitación provenía del televisor.
Lucas tenía la respiración extremadamente agitada. Vi en su expresión que estaba a punto de arrancarme el tanga como lo había hecho antes con su antigua camisa. Se desespera cuando mi piel no está completamente disponible para él.
Entonces lo besé apasionadamente. Estiré los dedos y los metí entre los cabellos de su rubia cabellera. No volvería a cerrar los ojos para imaginarme capitanes, ni islas, ni playas. No necesitaba botes imaginarios que me llevaran a navegar a sitios magníficos. Quería concentrarme en aquel océano de sensaciones.
Tenía a Lucas a mi lado y estaba segura que él con su cuerpo era capaz de llevarme a miles de viajes intensos y excepcionales.
FIN.
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