Capítulo 24 "Un desconocido muy conocido"
El ambiente estaba tremendo. La música era la mejor y había muchas personas bebiendo, fumando, bailando...En fin, haciendo lo que se hace en una discoteca. Desde el primer momento que pusimos los pies dentro del lugar Dakota activó su escáner visual. Quería comprobar si por los alrededores habían algunos galanes que pudieran ser presas de su seducción. Tuvimos mucha suerte ¿Por qué? Pues, había muchos chicos guapos y porque a pesar de que la disco estaba llena de personas encontramos una mesa libre. Lucas, compró un paquete de cigarrillos como predije y un mechero. Según él extrañaba el placer de la nicotina.
—Casi había olvidado lo genial que me lo paso en sitios como este.—Expresó después de encender el primer cigarrillo de la noche—Es gracioso, porque si Michael me hubiera escuchado decir eso, pensaría que me volví un hombre casero y me golpearía.—Liberó la nube blanca de humo que estaba en su boca.
—Pero, ¿Qué haces insensato? ¿Acaso quieres que nos echen de aquí?—Le reproché como si fuera su madre—Aquí dentro no puedes fumar, debes salir a la terreza.
—¿Por qué? ¿Porque lo dices tú?—Preguntó con muchísima impertinencia.
Contesté a su pregunta señalando uno de los carteles de neón rosa que brillaba en la pared. Decía claramente Prohibido Fumar. Lucas sin quitarle la mirada al letrero llevó nuevamente el cigarro a sus labios y aspiró.
—Las reglas se crearon para romperse.—soltó el humo nuevamente—Además, no soy del tipo de persona que hace las cosas de un modo aceptado por la sociedad. Y tu mejor que nadie deberías saberlo.
—¿A que te refieres? ¿A cuando me chantajiaste para que fuera tu PG, cuando hackeaste las cuentas de WhatsApp de Becky y Angeline o cuando hiciste averiguaciones de la vida profesional de Christian?
—Sí, por eso y por otras cosas de las que no tienes ni idea.
—¡¿Pero que es eso de allá?!—exclamó Dakota impresionada—Parece esculpido por los mismísimos dioses.
—¿Quién?—Rápidamente busqué con la mirada a la tal escultura que la había dejado boquiabierta. Lucas torció la mirada—¡Por Santa Teresa! ya veo a lo que te refieres—dije en el preciso momento en que lo vi.
Diki tenía la mirada posada en un chico de tez oscura. Muy guapo, alto y fornido. Se podía apreciar que dedicaba muchas horas a ejercitarse. Esos músculos no eran de este planeta. Él estaba en la barra pidiendo algo de beber. Cuando su pedido estuvo hecho se entretuvo mirando a sus alrededores. Sin previo aviso su mirada coincidió con la de Dakota. Ella lo observaba fijamente, casi babeando. Ambos sonrieron de forma tímida. Ella se sonrojó.
—Nat,me está mirando—susurró mientras peinaba su cabello con las palmas de sus manos.
—Deberías ir a hablarle. Al parecer le gustas.
—¿Estás segura?
—Obvio. Además la carne no está como para desperdiciarla, y ahí hay mucha.
Lucas aclaró su garganta—Sigo aquí, Natasha James.
—Tienes toda la razón. Me levantaré a bailar un rato y luego iré como si sólo fuera a beber algo a la barra—se fue de nuestro lado.
—¡Hey, Dakota! ¡Dakota!—gritó Lucas al darse cuenta que su hermanita nos abandonaba. Ella no oyó el llamado debido al alto volumen de la música y porque estaba demasiado embobabada con aquel hombre—¿A dónde va esta ahora?
—Ni idea. Sólo se levantó y se fue, pero estoy segura que no va a tardar mucho.
—Esa fue a hacerme sobrinos.
—Quizás. Deja de ser un hermano tan tóxico y permite que se divierta en paz.
—Bueno, que sea feliz—Se puso en pie.—Ahora tú y yo vamos a sacarle brillo a la pista de baile.
Lucas es un dios del baile. Sus movimientos eran muy precisos y profesionales. Movía su cuerpo como si supiera de antemano cada detalle de las canciones.
Cuando estábamos exhaustos volvimos a sentarnos en nuestra querida mesa. Lucas pasó su brazo por detrás de mi cuello. Giré un poco mi cabeza hasta que nuestros rostros estuvieron frente a frente. Él olía delicioso. El aroma del tabaco mezclado con el perfume francés que llevaba formaban una fragancia que me dio gusto oler. Acercó su cabeza a la mía. Primero se tocaron nuestras frentes, después se rozaron nuestras narices, y luego se unieron nuestros labios formando un beso suave pero cargado de sentimientos. Estuvimos así durante unos segundos "¡MillerGheat!" Nos apartamos al escuchar que alguien gritó con furia el apellido de Lucas. Miramos a nuestros alrededores."¡Aquí estoy!" Entre la multitud apareció un chico que desconocía. Este se dirigió a nosotros con paso firme, la cabeza alta y una mirada atemorizante. Se detuvo frente a nuestra mesa. Le habló a Lucas señalándolo con el dedo índice de su mano derecha.
—¡Tú, puto cabrón! ¿Pensaste que te ibas a librar de mí tan fácilmente?
A primera vista y debido a la oscuridad de la disco se me hizo difícil precisar sus características físicas. Pero por su silueta se notaba que era un chico alto, delgado, de buen cuerpo, cabello negro, más o menos de nuestra edad. Quizá un poco mayor. Usaba pantalones azules y una camisa roja bajo una chaqueta de cuero negro y de mangas largas.
—Lo que pensé era que nunca más tendría que volver a ver tu horrible rostro—respondió Lucas poniéndose de pie frente a él.
—Lucas ¿Conoces a este chico?-Había empezado a preocuparme.
—¡Claro que me conoce, y muy bien!
—Eres como un niño pequeño—Lucas giró los ojos—siempre enfrentándome cuando sabes que no tienes posibilidades contra mí.
—¡Acércate si eres lo suficientemente hombre!
—Lo soy y no tengo que probárselo a nadie. Y a ti menos.
—¡Ven acá que te voy a...—pensé que vería sangre correr—dar un abrazo!
—Ven aquí, idiota—aceptó Lucas con una sonrisa.
Se abrazaron amistosamente dejándome muy confundida.
—¿Quién me iba a decir que me encontraría al señor MillerGheat después de tanto tiempo?
—Sí, ¿desde cuándo no sé nada de ti?—Lucas quedó pensantivo—¡Ah, sí! Desde que Lisa emitió una órden de alejamiento en tu contra.
La cara del chico te tensó al escuchar el nombre de ella.
—Siempre ha sido una exagerada. ¿Y esta chica tan bella quién es?—Se acercó sin nada de disimulo. Su rostro quedó frente al mío a menos de cuarenta centímetros de distancia. En ese momento pude notar que era muy guapo y que en el centro de sus ojos brillaban un par de safiros—¿Esta es otra de tus?...¿Cómo les llamabas?
—Pet Girls—Lucas puso otro cigarro entre sus labios y lo encendió con su nuevo mechero.
—Exacto—el extraño besó mi mano-. Debo admitir que esta muchacha es una preciosidad. Mira esos ojos verdes y esos rizos—Acarició mi cabeza con ternura—Miller, te felicito, por conseguir a esta chica de chocolate. No te portes mal con ella.
Por un momento me sentí como mercancía barata.
—De hecho, me llamo Natasha— le informé apartando su mano de mi cabeza—y usted ¿Cómo se llama cordial desconocido?
—Me llamo Frank, Frank Rosembell.
—Lindo nombre—contesté con una sonrisa enorme en los labios—Y ¿De dónde se conocen?
—Él y yo—me explicó Lucas—éramos compañeros inseparables. Con tan sólo quince y diecisiete años teníamos problemas con la policía.
—¿En serio?
—Claro, princesa—continuó diciéndome-por haber hecho varias travesuras de muy mal gusto.
—Sí,—sonrió Frank—al parecer, quemar un coche de policía no es del todo legal.
—¿Y vender en Internet los tangas que le robabas a tu vecina, es legal?
—No seas así Lucas, eso es información confidencial. O ¿te gustaría que yo contara la historia de cuando inundaste el ayuntamiento para deshacerte de unos documentos que te inculpaban de derribar un semáforo después que lo chocaste con un taxi robado?¿Te gustaría?
—De hecho, ya lo contaste, idiota.
—Exacto, y con toda la intención del mundo—Frank se escuchaba orgulloso.
—¿Sabes que Leonardo tuvo otra nieta? Es una bebé muy tierna—Lucas seguía fumando el cigarro, que iba ya por la mitad.
—Me gustaría volver a ver a Leo, a Thomas y a Louis. Deben sentirse vacíos sin nosotros.
—Perdonen que los interrumpa chicos, pero ¿quiénes son esos?
—El juez y los policías con lo que más chocamos en esa etapa.—Frank guiñó un ojo—No sé si me entiendes.
—Es que—Lucas, dejó caer el cabo al suelo y lo apagó con el pie—después de tantos arrestos y juicios uno les coge cierto cariño.
Ambos rieron.
—¿Acaso no pudiste narrarme esos detalles antes de que aceptara ser tu novia? Estoy saliendo con un delincuente.
—¿Delicuente? Esa palabra suena muy fuerte, nena. Prefiero ser llamado "simpático bandolero". Además, yo llevo muchos años sin sumar antescedentes a mi expediente.
—Es muy bueno saberlo—me crucé de brazos.
Lucas se sentó a mi lado y besó mi frente de forma muy tierna.
—Miller enamorado. Si no lo veo, no lo creo.
—¿Qué pasó con Lisa al final?—preguntó Lucas—¿Aún te guardas sólo para ella?
—Tu sentido del humor me encanta- Frank utilizó la ironía—Por cierto, aún no entiendo porqué ella me dejó. Fue algo que me tomó de sorpresa.
—¿De sorpresa?—Lucas estalló en una carcajada—Frank, ella te atrapó en el baño del restaurante donde fueron a celebrar un mes más de noviazgo, follándote a la camarera.
No podía creer lo acaba de escuchar.
—¡Yo no estaba teniendo sexo con nadie!—Repuso en su defensa.
—Bueno, es una forma de decirlo. De todos modos los encontró en una posición muy íntima.
—Sí, sé que después de algo así las cosas no pueden funcionar bien—la mirada de Frank se entristeció un poco.—Me gustaría volverlo a intentar con ella. Aún la quiero. Y nadie me ha hecho sentir lo que ella causó en mí.
—Buscarte una novia es lo que tienes que hacer—aconsejó el rubio de la camisa estampada—así la olvidarás.
—¿Piensas que no lo he hecho? He tenido varias aventuras, pero no es lo mismo. Además, nadie sabe hacerme lo que ella me hacía. Lisa, esa tigresa sexual, que me incitaba a volverme loco. Era como estar enamorado de una princesa y al mismo tiempo de una prostituta de lujo. Lo que es mejor, sin tener que pagar.
—Siempre has sido un romántico-Lucas suspiró—Voy a llorar— dijo con tono de broma.
—Chica de chocolate,—me dijo Frank, algo avergonzado—perdona si soy muy rudo con mis expresiones.
—No te preocupes por mí. Me gustan las personas que muestran trasparencia con sus emociones.
En ese momento se acercó Dakota a nosotros. Estaba enganchada del brazo del chico que hacía unos momentos estaba violando con la mirada.
—¡Frank!—Dakota fue hasta él y le dio un beso en la mejilla—¡Cuánto tiempo! Miráte, estás hecho un hombretón.
—Gracias. Tú también estás muy bella.¿Cómo va todo por Europa?
—Muy bien mi vida.
—Buenas noches a todos—habló la nueva adquisición de Dako—. Mi nombre es Brandon, es un gusto conocerlos—le dio un apretón de manos a los chicos. A mi me besó el dorso de la mano izquierda.
—Igualmente colega—expresó Frank y luego desvío su mirada a Diki—¿Y los proyectos para ayudar a los pobres?
—Todo bien. Pero te contaré todo con más calma luego. Ahora no me puedo quedar a charlar, me voy a mi habitación primero—miró a Brandon y luego sonrió—. Este chico tan caballeroso y guapo me va a escoltar hasta mis aposentos.
Ambos nos dieron la espalda y desaparecieron entre la multitud. Lucas frunció el ceño y abrió la boca para decir algo. No lo hizo.
Nos quedamos los chicos y yo disfrutando de la música, las luces parpadeantes y de los tragos excelentes que servían. Frank gastó mucho dinero llenando nuestra mesa de bebidas. ¿Muy cool, no?
Todo iba viento en popa con él, pero eso fue hasta que, comenzó a hablar de Lisa: que si la quería mucho, que si era la mujer de su vida, que si la había perdido por idiota, que si follaba como nadie, etcétera. Pero, el problema no era que la mencionara sino que cada vez que lo hacía llevaba a sus labios un trago de cerveza, de whisky, de ginebra, o de vodka. En resumen, terminó muy borracho y dormido apoyado en mi hombro derecho.
—Creo que debemos llevarlo a su habitación—le dije a Lucas, cerca de su oído—. Revisa sus bolsillo y su billetera.
—Sabía que tenías un lado criminal, mi amor.
—¿Qué? ¡No! No me refiero a robarle. Lo digo porque en los bolsillos o en la billetera debe tener la llave de su habitación.
—¡Qué lista es mi niña!—puso su mano en mi cabeza y la sacudió. Alborotó mis rizos con esa acción—Por eso te quiero.
Lucas rebuscó en la billetera y en los bolsillos de todas las prendas de Frank hasta que encontró una tarjeta magnética con el número 3028 plasmado en ella.
—Frank, Frank—Lucas palmeó suavemente su rostro—¡Frank!—esa última no fue tan suave.
—¡¿Qué cojones quieres?! ¡Déjame en paz, Miller!
—¡Mueve ese culo moreno, que ya nos vamos!
—¡No voy a ir! ¡Vete tú!
—Créeme,—tomó el brazo de su amigo y lo pasó por detrás de su cuello—lo haría si no estuvieses tirado encima de mi chica.
Conseguimos llevarlo hasta su habitación. Le quitamos la ropa sudada. Lucas le dio un pequeño baño con agua tibia y lo vistió en el baño con un suéter blanco de dormir y con un par calzoncillos rojos. Mientras tanto yo preparaba la cama.
Después de ayudarlo a estar limpio y vestido con algo cómodo lo arropamos bocabajo.
Así dormido parecía un angelito, un angelito borracho, pero un angelito.
Cuando Lucas y yo llegamos a nuestra habitación solo tuvimos energía suficiente para cambiarnos de ropa y acostarnos a dormir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro