Capítulo 18 "La diosa de todos"
Salió el sol algunas horas después. Me encontraba en la cama, enrredada entre las sábanas. Cuando abrí los ojos lentamente, noté que Lucas no estaba a mi lado en la cama, pero no me preocupé por eso. Tomé mi teléfono para ver la hora: siete y treinta y nueve de la mañana.
Me quedaban segundos para estar en el escuela.
Teniendo en cuenta que tenía el teléfono en las manos llamé a mis padres, para decirles que todo estaba bien y que Lucas me llevaría al instituto.
Entré al baño, lavé mi pelo alizado y me lo sequé para que mis rizos volvieran. Luego cepillé mis dientes. Me puse mi uniforme que por cierto estaba perfectamente planchado y doblado sobre una de las silla de la habitación. Bajé a desayunar.
En el comedor estaba la mesa preparada con el desayuno. Lucas se encontraba perfectamente listo para irse. Estaba desayudando con el perrito en las piernas. Le daba de comer de comer pedacitos de tocino.
—Buenos días a los dos.
—Buenos días dormilona.
—Debiste despertarme más temprano.
—Lo intenté, pero ni te movías. Llegué a pensar que estabas muerta.
—¿Ves? Te lo dije. Y así querías que lo hiciéramos de nuevo. Sería para que no reaccionara hasta las cuatro de la tarde.
El perrito bajó de las piernas de Lucas y corrió hacia mí. Me agaché para poder cargarlo.
—Hola cosita preciosa. ¿Quién es el bebecito de Natie? Pues tú, mi vida.
—Empiezo a pensar que fue mala idea regalarte un perro. Te dañan el cerebro.
—¿Estás celoso de un cachorrito?—Pregunté mientras me sentaba en una silla junto a él. El pequeño animalito se quedó acostado sobre mi regazo.
—No ¿Cómo piensas nombrarlo?
—No lo he pensado.
—Tienes suerte, porque yo sí.
—Te escucho.
—¿Qué te parece Prince?
—Muy lindo—Respondí después servirme y de probar el zumo de naranja—¿Por qué Prince?
—Ese era el nombre de mi perro.
—¿Cuál perro?—Mordí una tostada crujiente que chorreaba mantequilla.
—Cuando era niño no tenía muchos amigos. Siempre que se me acercaban otros chicos, mi madre consideraba que no eran merecedores de mi amistad. Ella casi me obligaba a estar alejado de las personas. Es normal que siempre estuviera solo. Cuando cumplí los cinco años mi papá, me compró un labrador y lo nombramos Prince . El día que cumplí los ocho desperté y no encontré a mi perro por ningún lado. Entonces le pregunté a mi madre. Marie me dijo que Prince había escapado. Me afectó mucho perder a mi mascota, pero en el fondo nunca creí esa historia de que escapó.
—Entonces significa mucho para ti. Está bien. Tú—le dije al perrito. Él comenzó a mover la cola frenéticamente—ahora te llamas Prince. Lucas, creo que sería mejor que se quede aquí contigo. Mi mamá ama a los perros, pero mi papá es alérgico.
—Con eso no hay problemas. Vamos, apresuráte, que tenemos que irnos a la escuela.
En ese momento comenzó a sonar mi teléfono dentro de mi bolsillo de la camisa escolar. Limpié mis manos aprisa con una servilleta y tomé la llamada.
—Hola Paul.
—Hola Natasha. ¿Y bien?
—Pásame el teléfono—Lucas estiró su mano hacia mí a la par que decía eso.
—Sí... Paul no te alteres que te voy a pasar con Lucas para que te lo explique todo.
Le di mi móvil y comenzaron a hablar.
—Dime...Sí, sé que estas nervioso....Anjá...¡Joder tío!...haremos esto...Sí muy bien...cállate y déjame hablar...
Tomé al cachorro.Me levanté de la silla para dejarlos solos con su conversación telefónica. Coloqué a Prince en el suelo. Fui al baño más cercano para lavarme las manos. Tomé mis cosas y salí de la casa para dirigirme al coche. Una vez dentro del auto no tuve que esperar mucho antes que apareciera mi novio ¡Uy! que raro me sonaba. No imaginé que Lucas llegaría a tener ese título en mi vida.
—Ya sabes lo que tienes que hacer...por eso no te preocupes va por mí...—Lucas entró al coche—...de nada Paul...bien...yo se lo digo, pero eso es raro...hasta el viernes—colgó luego.
—¿Todo está bien?—Le pregunté mientras tomaba posesión de mi teléfono.
—Sí, obviamente.
Encendió el coche. El motor rugió.
—A duras penas le he contado todo a tu amiguito. El pobre es algo bruto.
—¡Oye no digas eso!—Protesté y le di un pequeño golpe en la cabeza.
—¡Ay! no uses la violencia.
—¡Con mi Paul no te metas!
-Espera, espera ¿TU Paul?...¿Cómo que Tu Paul?
Miller se veía muy lindo cuando estaba celoso. Hacerlo enojar cuando yo quería me divertía muchísimo. Sacar de quicio a alguien puede llegar a ser un pasatiempo entretenido.
—No te pongas celoso. Me refería a que él es mi amigo y no me gusta que le llames bruto.
—A ese Paul lo defiendes demasiado y a mí me llamas tonto, imbécil, idiota.
—Es que...
—Piensa bien lo que dirás, Natasha.
—Es que a Paul...lo quiero y a ti...
—¿A mí qué?
—Te aguanto.
—¿Quieres ver como paro de conducir y te dejo tirada?
—No serías capaz.
—Aún faltan veinte kilómetros para llegar a la escuela y caminar te sentaría bien—Detuvo el auto.—Que te vaya bien caminando por ahí mi niña.
—Ya, está bien, no te enojes.
—Entonces no me hagas enojar.
—Sólo estaba de broma.
—¿En serio?
—Claro que sí, ton...—me lanzó una mirada cortante que me hizo parar de hablar—Claro que sí, Lucas—corregí la oración.
—Más te vale.
Se puso en marcha nuevamente.
—¡Ah!, por cierto, el tal Paul me dijo que te dijera que eres una puta mala
y que ojalá te vayas al infierno
—¡Aw, qué lindo!
—¿Qué? Él te dice eso y no pasa nada pero cuando yo te lo dije recibí un golpe en la cara. Eso es doble moral.
—Perdona, pero no es lo mismo. Tú me dijiste que sólo servía para prostituirme, no que era puta. Además lo hiciste para hacerme enojar.
—Eso no me explica lo que dijo Paul.
—Te explico: Cuando estaba en mi antigua escuela mis amigos y yo teníamos algo así como un lenguaje secreto donde "mala" es "buena", "puta" es "amiga" y "ojalá te vayas al infierno" es "te quiero mucho".
—Lo dicho, estás jodidamente loca y tus amigos también.
—Gracias—agradecí con una sonrisa enorme en los labios.
Llegamos a la escuela en poco tiempo. Lucas aparcó el coche. Salimos y todos los presentes se quedaron embobados viéndonos. Lucas caminó a mi lado con una mano metida en el bolsillo de su chaqueta. El brazo que le quedó libre lo pasó por encima de mis hombros y me acercó a él.
—¿Ahora que soy? ¿Una novia trofeo?
—Para nada mi amor. No eres una novia trofeo, eres "la novia trofeo de Lucas Johan MillerGheat". ¿A qué suena bien?¿A qué tiene fuerza?
—Voy a golpearte otra vez.
—Por mí bien, así tengo una razón para castigarte. Ya sabes, amarrarte a la cama y darte con un látigo.
Llegamos al aula tomados de la mano. Otra vez todas las miradas cayeron como lava ardiente sobre nosotros. Lucas me acompañó a mi sitio. Mr dijo por lo bajo:
—Ahora tú eres la que manda en esta escuela. Eres la diosa de todo y de todos. Actúa como tal.
—Pero yo no quiero ser una dio...
Me dió un beso que me cortó la frase. Escuchamos luego el estruendo de sillas y mesas siguiendo el ritmo de los vitoreos de los alumnos.
—¡Silencio!—Gritó la profesora de Biología mientras entraba por la puerta—¿Qué está pasando aquí?
Todos quedaron en silencio. Lucas se dirigió a su asiento sin brindar explicaciones.
En el horario de almuerzo acompañé a Miller al comedor aunque yo no tenía mucha hambre. Nos sentamos en una mesa y poco tiempo después se sumaron Dylan, Lisa y Michael. Se sentaron justo frente a nosotros.
—Eso, la parejita nueva está dejando huella como chisme escolar—Dylan sonrió ampliamente. Pelaba un manzana verde con una navaja suiza.
—Natasha,—habló Michael sosteniéndome la mano—siento mucho lo del otro día. Espero que no te hayas molestado mucho conmigo.
—No te preocupes Michael, las bromas son así, pero espero que no lo vuelvas a hacer.
—Más te vale que no la vuelvas a tocar, ni a ofenderla—contestó Lucas algo amenazante y apartando la mano de Michael de la mía.
—Tranquilo Miller, no quiero problemas.
—Me alegro de que tengas sentido común.—Añadió él.
Michael intentó contener una pequeña risa pero no lo logró por completo.
—¿Qué es tan gracioso Joshon?—Lucas estaba a punto de enojarse en serio.
—Nada, nada.—Respondió Mike aún con la sonrisa vigente.
—Di lo que te hace gracia. Prometo no romperte la cara; bueno, al menos no demasiado. Creo que dejaré algunos de tus rasgos faciales visibles para que tu madre sepa reconocerte.
—No es lo que piensas. Es que ¿quién lo iba a pensar, verdad?
—Tú normalmente no piensas nada—Lucas tenía el semblante algo colorado—pero ¿a qué coño te refieres?
—A ti y a Natasha juntos, pero juntos en serio, oficialmente. Es como...raro en ti, Lucas.
—¿Y qué se te hace tan raro?—La voz de Lisa retumbó en mis oídos como si escucharla hablar, de alguna manera, me moviera por dentro—Todos hemos tenido a alguien que nos hace cambiar y querer ser mejores. Tampoco hay que hacer grandes exclamaciones por eso. Por favor, se un poco menos ridículo.
—Tienes razón Lisa.—Michael miró a Lucas y alzó una ceja—Además, esto era de esperarse MillerGheat. Aunque decías que no. Que sería algo imposible.
La expresión de Lucas se endureció y palideció un poco. Yo escuchaba aquella extraña conversación sin saber con certeza cuando intervenir.
Michael continuó—Sabes que desde que Natasha cruzó la puerta del aula...
—Lucas,—habló Dylan y dejó a su amigo con la palabra en la boca—falta hacer una fiesta en honor al nuevo acontecimiento.
—Gracias Dylan lo había olvidado—Lucas de inmediato escribió algo en su móvil.
Poco tiempo después a todos nos sonó el teléfono a la vez a causa de una notificación proveniente de AdelStn.HS, la red social de la escuela. Era un mensaje que decía:
Perfectboy LM:
Atención School. Fiesta en mi casa el viernes por la noche. En un segundo les mando la ubicación .#Super #Party #boys #girls.
—¡Bien! No me la perdería por nada—expresó Dylan notablemente emocionado.
Michael trepó arriba de la mesa. Al parecer se creía el rey de la selva. Olvidó que se había quedado con algo que decir cuando escuchó la palabra fiesta. Habló en voz alta para que escucharán todos los presentes del comedor:
—¿Ya lo leyeron chicos y chicas? Es una de las mundialmente famosas fiestas de El Lucas. Quién se apunte grite ¡Yo!
—¡Yoooooo!—Se oyó al unísono. El grito colmó el comedor y seguramente el resto de la escuela.
—¡Joshon!—Gritó la directora después de entrar. Había escuchado el tremendo alboroto—¿Qué se ha creído que es esta escuela? ¿Un mercado de legumbres? Haga el favor de bajar de ahí y deje de incitar al escándalo.
—Bien—asintió él bajando de la mesa- señora Poffman, no hay problema. Es que nos emocionamos mucho ¿verdad chicos?
—Sííí—Otra vez la respuesta a coro.
—¿Ve? Ahí lo tiene.
—Contigo hablaré después Michael; pero tú—se dirigió a Lucas—Si se vuelve a repetir algo parecido a esto por culpa de tus fiestas voy a...
—Cálmese directora.—La apaciguaba con una sonrisa de jocosidad adornando su rostro—Juro por mi honor que no se volverá a repetir. Y si no es así usted misma me los corta y se los echa a los perros.
Cassandra respondió con las comisuras de los labios alzadas.—Sabes que tengo luz verde para hacerte eso querido sobrino.
Ella giró sobre sus talones dándole la espalda a Lucas. Salió del comedor casi al instante. Todo volvió a la normalidad dentro del lugar. Era como si no se hubiese subido Joshon a la mesa.
—¡Michael, Lucas casi se nos olvida!
—¿De qué hablas Dilín?—Preguntó Mike.
—¡No me llames así!—Dylan se quejó, pero luego prosiguió como si nada—Hablo del trabajo que tenemos que hacer antes de que se termine el horario de almuerzo.
—¡Maldición, es cierto!—Refunfuñó Lucas—Natasha me voy primero, tú termina de comer que te me estás quedando en los huesos.
—No te preocupes que almorzar estaba dentro de mis planes de vida.
—¿Ven chicos? ¿Cómo no la voy a querer?—dijo eso y me besó como despedida—Chao bonita. Chao Lisa.
—Adiós MillerGheat—respondió ella. Hacia varios minutos que no había abierto la boca más que para comer galletas integrales.
Los chicos salieron del comedor a paso apresurado. Ellos y su mala costumbre de dejarlo todo para el final.
Seguí almorzando, pero rápidamente comencé a sentirme incómoda. Después de todo, me había quedado sola con Lisa en la misma mesa. Con ella no veía una manera de iniciar una conversación y juro por mis padres, que no le hablaría del clima. Probé tres cucharadas de alimentos y me dispuse a irme. Al levantar mi sensual trasero de la silla ella, sin poner la mirada en mí, dijo:
—Aún no te vayas.
Miré a mi alrededor.
—Perdona ¿Estás...hablando conmigo?
Levantó la vista y apartó un mechón de cabello de su cara .
—Sí, Natasha, por favor vuelve a sentarte.
Me senté nuevamente. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa. Era la primera vez que entablaba una conversación con Lisa.
—Necesito decirte algo. Y ahora que los chicos nos dejaron a solas me parece un buen momento.
—Pues, dilo que me muero de curiosidad.
"Y de miedo".
—No te preocupes. Es que veo que Lucas y tú están "de maravilla". Adivino, te llevó a la casa que le regalaron por su cumple, hizo que te arreglarán hasta dejarte como una "diosa" y luego te hizo el amor después de una cena romántica, en la cuál te regaló algo.
—¿Eso a qué viene ahora?
—Dime si me equivoco.
—No te equivocas ¿Cómo lo sabes?
—Porque eso es lo que Lucas hace con todas ¡Abre los ojos de una buena vez! No deberías aceptar que quiera hacerse el bueno después de todos los malos ratos que te hizo pasar y de lo mucho que te humilló.
—Pero, ¿Por qué me estás diciendo todo esto?—Pregunté con el ceño fruncido. No estaba enojada sino desconcertada —Tú y yo no...
—¿No? ¿No, qué?
—Creo que, no somos amigas.
—Tienes toda la razón. Parece que prefieres que por ser amiga de Lucas esté de su lado, aunque sea un cabrón.
—¿Acaso, Lucas y tú...?
—Él a mí no me ve como mujer. Eso me protege de sus garras; pero a ti no, tierna paloma. Tú fuiste su objetivo desde que pusiste un pie en esta escuela. Mi deber como mujer era decírtelo. Ahora tú has lo que quieras.
Se levantó de la mesa dejando todos los envases que había utilizado para que seguramente otro los recogiera. Me dejó pensativa. Empecé a atar cabos en mi cabeza hasta que le encontré sentido y lógica a lo que Lisa me dijo.
Terminó el horario de almuerzo. Hubo un triiiiiiiiiii proveniente del timbre que lo recordó a mí y a otros muchos estudiantes. Regresamos a los salones de clases y en muy poco tiempo estaba el profesor de Matemática revolviéndonos los estómagos con sus algoritmos, sumas, restas y con el Teorema de Tales .
Dentro de mí se estaba librando una batalla absurda entre las diferentes facetas de mi conciencia. Una me decía que era una tonta al escuchar a Lisa, que seguramente estaba celosa. La otra me decía que podría haber algo de verdad en sus palabras. Que sería una idiota si no lo tuviese en cuenta.
Terminó el día y yo estaba física y mentalmente agotadísima, además de algo fría con todo el que se acercase. Estaba a la defensiva porque me sentía muy vulnerable.
Salí de la escuela. Ahí estaba él esperando por mí, escuchado música con unos audífonos, la capucha puesta y las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.
—¿Qué onda?—Se quitó el audífono de la oreja derecha—¿Te llevo a casa?
—Si te da la gana—mi voz era en aquel momento una daga helada.
—¿Qué te pasa, cachorrita?—Preguntó pellizcando mi cachete derecho.
—¡Nada!—aparté su mano de mi cara con un manotazo—Me llevas ¿sí o no? y de preferencia que sea en este año.
—Si no fuese porque yo sé que no es eso, pensaría que estás en tus días.
No respondí a eso y entré al coche rojo. Él lo hizo luego. Pude notar que también Lucas se había enojado, por su cara y porque no me habló en todo el trayecto hasta que llegamos a mi casa.
Cuando salí del auto me dispuse a caminar a casa sin siquiera despedirme. Él me hizo detenerme con un ¡espera!
Giré sobre mis talones. Con un gesto me indicó que acercara la cara a la ventanilla. Lo hice de mala gana.
—Cuando decidas explotar y contarme qué coño te pasa, por favor, me llamas.
—Está bien. Procuraré no olvidarlo.
Le di la espalda nuevamente. Lo siguiente que escuché fue como se alejaba poco a poco el sonido proveniente del motor de su coche.
Un nudo se formó en mi garganta y una lágrima rodó por la misma mejilla que él me había pellizcado. Sentía que mi mundo se iba convirtiendo en una masa de dolor.
Me quebré en llanto frente a la puerta.
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