Capítulo 16 "No estoy preparada para casarme"
El símbolo de visto apareció a un lado del mensaje dos minutos después de haberlo enviado."Ya lo leyó" me dije" pero el muy hijo de... no me contesta ¡Qué tortura! ¡No puedo, esto me supera!"
Tiré mi teléfono con rabia sobre la cama y me cubrí de pies a cabeza con las sábanas. Sabía que Lucas no respondería, pero moría de ganas de que lo hiciera, aunque solo fuese para decirme que me muriera.
El tono de llamada de mi celular comenzó a sonar. Me dio un vuelco al corazón. No quería contestar, pero a la vez quería. Estaba en una disyuntiva. Cuando por fin me decidí mi decepción fue grande.
—Hola Paul—Dije fríamente.
—Hola Natie. ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—Más o menos.
—¿Por qué?—Pregunté preocupada— ¿Pasó algo con Jenna? ¿Terminaron?
—¡No digas eso ni en broma! Ella y yo llevamos casi tres años siendo novios y quiero pedirle que... se case conmigo.
—¡Oh, Dios! Paul, eso es tierno al extremo.¿Cuál es el problema?
—Es que quiero que sea sumamente especial, pero no tengo ni la más mínima idea de que hacer. Tú eres su mejor amiga, alguna idea me puedes dar.
—Claro que te ayudaré Paul, pero me pillas por sorpresa. Deja que piense en algo y te envío un mensaje o te llamo.
—¡Perfecto Nat! pero piénsalo para antes del próximo sábado.
-¿Por qué?
-El sábado cumplimos tres años de noviazgo y quiero pedirle matrimonio ese día.
-Está bien. Dame tiempo de que contacte con ella, así le saco información que me ayude a tener muchas ideas. No te preocupes.
-Muchas gracias, Natie. Adiós.
-Bye Paul.
No podía creerlo. Paul se quería casar con Jenna. Seguramente estaba esperando a que ella cumpliera los dieciocho años para pedírselo. Estaba muy feliz por ellos. Como se lo prometí a Paul inmediatamente llamé a Jenna. Hablamos demasiado, casi horas horas. Somos mujeres, ¿que esperabas?
Terminé de hablar con mi amiga a las tres de la madrugada y me acosté a dormir. Paul tendría que esperar.
Desperté a las cuatro horas de haberme dormido, pero sentí como si hubiesen sido tan solo cinco minutos. Cumplí con mi rutina de las mañanas y le pedí a mi papá que me llevara en coche a la escuela.
-Nena, ¿Cómo va tu relación con Leonardo?-preguntó él de repente mientras conducía.
-Lucas, papá, se llama Lucas, y no es mi novio ya te lo he dicho varias veces.
-Ja, ja, ja conmigo puedes hablar hija, recuerda que no soy como tu madre.
-¿Hablar de qué?
-Pues de sexualidado Yo ya tuve tu edad y sé que las hormonas no son fáciles de controlar. Debes saber que tú puedes disfrutar del sexo siempre y cuando seas responsable.
Mi padre hablando de sexo conmigo ¿Hay algo que me quede por ver?
-Esto es muy incómodo, papá.
-Debes tener y usar preservativos para evitar enfermedades y embarazos.
-¡Papá!
-Un espermatozoide y un óvulo cuando se encuentran no se hacen preguntas, solo cumplen con su labor biológica.
-No me voy a embarazar de Lucas. No te preocupes.
-Eso decía tu madre y una tarde de verano me confesó que tenía una semana de retraso. Nueve meses después naciste tú.
Llegamos a la escuela y papá aparcó el coche. Salí del auto después de despedirme de mi terapeuta sexual. Lucas, que de hecho no sé de donde salió se acercó a donde estaba mi padre. Se dijeron algo entre susurros y luego Miller se alejó de nosotros.
-¿Qué te dijo?- le pregunté a papá después de caminar hacia la ventanilla del coche.
-Nada nena, cosas entre suegro y yerno.
-Papá por última vez ...¡Él no es mi novio!
-Natie, sabes que las cosas pueden cambiar de un momento a otro. Ten un bonito día.
Dicho esto encedió el motor y se fue dejándome con la cabeza rebosante de dudas. ¿Qué le había dicho Lucas? ¿Por qué me estaba hablando de sexo? ¿Qué coño va a cambiar? ¡Diablos! no podía quedarme así.
Me apresuré para alcanzar a Lucas. Ya había entrado a la escuela. Lo sujeté del brazo. Le hablé mientras intentaba recuperar el aliento.
-Lucas... espera... tengo.... algo que preguntarte.
-Natasha ¿no te basta con enviarme mensajitos empalagosos? Suéltame.
-En un momento, solo dime ¿Qué le dijiste a mi papá?
-Qué se vería lindo en bikini ¿Satisfecha? ¡Suéltame ya!
Lo solté y me quedé parada en el pasillo, mirando a la nada. Intentar hablar con él no cumplía ningún objetivo. Me sentía bastante ridícula ya.
Busqué mis libros y fui a clase. El día transcurrió aburridísimo, como siempre. A la hora de la salida me dirigí a mi casillero nuevamente para dejar mis libros e irme a casa. Lo abrí y una pequeña hojita de papel amarillo cayó sobre mis zapatos. La recogí del suelo y pude leer:
En el parking después de clases ¡No llegues tarde!
Lucas.
¿Era en serio? ¿Una nota existiendo los celulares? Es verdad que amaba hacerse el misterioso.
Fui al lugar señalado a la hora señala y no estaba. "Típico" pensé. Sabía que aún se encontraba en la escuela porque su coche estaba en el parqueo. Poco a poco el sitio se fue vaciando hasta que solo quedé yo y el auto rojo de Lucas. Estuve a punto de irme pero cuando di media vuelta choqué con algo o, mejor dicho, con el pecho de alguien.
-¿Ya te ibas Natasha?-preguntó- Dios te dio belleza, no paciencia, pero supongo que todo no se puede tener.
-Lucas ¿quieres volverme loca? ¡Explícamelo todo de una buena vez!
-Claro que te lo voy a decir ¿piensas que te invité a venir solo para que vieras mi coche?
-De ti me lo esperaría ¿Cuándo vas a empezar a hablar?
-Entra en la carroza Cenicienta, que te tengo que llevar a un lugar.
Sabía que seguir preguntando iba a ser en vano. Subí a la "carroza" Sin caballos.
Tomó una ruta diferente. Salimos de la ciudad hasta que nos acercamos a la costa. El auto subió una pequeña colina donde en la cima pude ver un casa hermosa y modernísima. Entramos a un garaje donde cabían a lo sumo siete coches. Bajamos del vehículo.
-¿Dónde estamos?- le pregunté.
-En mi casa.
-No intentes engañarme. Tú vives en una mansión que queda muy lejos de aquí.
-Te estoy diciendo la verdad, Natasha. Este fue uno de mis regalos cuando cumplí los dieciocho años.
Ese lugar era majestuoso. Con una fuente en mitad del jardín delantero, cinco pisos, una piscina alucinante, y cerca de la playa. Caminamos hasta la entrada, nos abrió la puerta una de las empleadas. Lucas giró y se puso frente a mí.
-Si quieres puedo darte un tour por mi casa.
-¿Un tour? No tenemos tiempo para eso, aún tienes que responderme a muchas interrogantes.
-Ya tendremos tiempo en la noche durante la cena.
-¿Cena?-pregunté sorprendida.
Sonrió de lado y entró en aquella mansión. Me quedé afuera, aún en shock por lo que dijo "¿Cena?"
-Entra ya.
Habían tres empleadas limpiando. Usaban trajes blancos y negros de mucamas que parecían salidos de una serie de animados japoneses. Una chica rubia sacudía los adornos. Una morena trapiaba el suelo con mucho cuidado de no romper nada. Una tercera, rubia también, que dejó el plumero a un lado para acercarse a nosotros.
-Por favor señorita venga conmigo.
Miré a Lucas mucho más confundida. Él me hizo un gesto con la mano para que me fuera al lugar en compañía de la chica. Subimos las escaleras. Caminamos por un extenso pasillo y quedamos paradas frente a una puerta amplia de roble tallado.
-Entre señorita James y si necesita algo no dude en llamar.
-Gracias-dije sonriendo mientras abría la puerta empujándola con una mano.
Dentro de la habitación habían otras tres chicas. No parecían sirvientas porque sus uniforme eran completamente blancos. Traían pantalones y camisas.
-Hola señorita somos las encargadas de dejarla hermosa para esta noche-dijeron al unísono.
Antes de que pudiera darme cuenta estaba tomando un baño de sales minerales con fragancia de rosas, con una mascarilla facial verde cubriendo mi rostro y rodajas de pepinos en los ojos. Me hicieron la manicura, la pedicura, plancharon mi cabello. Me maquillaron de una manera tal que resaltaba mis rasgos naturales y mis verdes ojos. Eligieron para mí un conjunto de lencendería extremadamente sensual, era rojo cardenal. Me pusieron un vestido negro precioso y unos zapatos de tacones extraltos de igual color. Adornaron mis orejas con unos pendientes plateados. En mi cuello dejaron la cadena que me había regalado Lucas. Después de casi cinco horas de puro perfeccionamiento, terminaron.
-Ya esta lista señorita- dijeron al unísono nuevamente.
¿Qué pasaba con ellas? ¿Eran robots o qué?
Pusieron un espejo delante de mí para que apreciara mi nuevo estilo. Parecía una reina.
Tocaron a la puerta. Cuando una de las "chicas robots" abrió pude ver que del otro lado estaba la rubia empleada que me había acompañado hasta la habitación.
-Señorita, acompáñeme que ya la cena está lista y el señorito MillerGheat la está esperando.
-Claro querida ahora mismo voy contigo, en cuanto domine estos zapatos.
Eran las nueve de la noche. Cuando salí de la habitación estaba el pasillo lleno de velas y pétalos de rosas rojas. Las escaleras estaban adornadas de igual manera. Sonaba de fondo una canción lenta y romántica. Seguí a la chica hasta la terraza. Ahí me esperaba él de traje negro y corbata roja a rayas, se veía guapísimo. Estaba parado en frente de una mesa preparada para lo que prometía ser una cena perfecta.
-Natasha muchas veces te he dicho que eres preciosa, pero en este momento la palabra preciosa no te abarca-se acercó, puso sus manos en mis cachetes. Lo dijo mirándome a los ojos-Hoy eres una diosa y yo soy un simple mortal.
Otra vez sacó su faceta romántica. La extrañaba. Nos sentamos. En poco tiempo unos meseros trajeron nuestra cena: salmón a las finas hierbas a acompañado de un suculento vino tinto.
-Ya puedes preguntar lo que quieras- dijo después de probar un largo sorbo de su bebida.
-Mejor me lo cuentas tú.
-Como quieras-comenzó a hablar-Decidí que no podía perder más el tiempo. Estuve a punto de perderte una vez y no puedo permitir que vuelva a suceder. Después de todo, sería inaceptable que me quiten lo que es mío por derecho-sonrió con arrogancia.- Fui a tu casa para conversar con tus padres pero les pedí que no te dijeran nada. Hoy tu papá en la escuela me dijo que te cuidara en todos los sentidos. La nota amarilla fue para darle un toque de película juvenil y esta cena es para... dentro de un ratito lo sabrás.
-Lucas Johan, estás loco.
-Creo que tú eres la causante de eso.
Sonreí ampliamente. Seguidamente piché con mi tenedor un pequeño trozo de pescado y lo llevé a mi boca.
-Este platillo es delicioso-abrí los ojos complacida por el sabor.
-Las sorpresas aún no han terminado.
-¿A qué te refieres?
-Terminemos de comer. Pronto lo sabrás.
Al finalizar la cena. Lucas chasqueó los dedos. Un mayordomo apareció con una cosita peluda y blanca entre las manos: un pequeño perrito. Se retiró luego de entregárselo a Lucas.
-¡Uy, que cosita tan tierna! ¿Es tuyo?
-No, es tuyo.
-¿Para qué me regalas un perro?
-Si no lo quieres lo puedo mandar a la perrera.
-¡No! Dámelo por favor- pedí estirando las manos como una niña de cinco años.
Después a achuchar un rato a mi perrito, lo puse en el piso. Este salió corriendo en dirección a la sala. Lucas se levantó. Se acercó a mí e hincó la rodilla en el suelo.
-Por favor, no saques un anillo de tu chaqueta Lucas. No estoy preparada para casarme .
-¿Quién ha dicho algo de casarse, Natasha? Dame tu mano.
-¿Cuál?
-Cualquiera me sirve. Quiero preguntarte algo.
-¿Qué?- pregunté algo nerviosa porque ya me lo imaginaba. Le di la mano derecha.
-¿Quieres...-las palabras parecían atoradas en su garganta-...quieres ser mi novia?
Quedé sin aliento. Mi corazón se aceleró. Todos mis músculos se tensaron ligeramente y mis ojos querían llorar. No podía creerlo: Lucas me había acabado de pedirme que fuera su novia. Estaba arrodillado frente a mí a la espera de una respuesta. Mi garganta se cerró, no podían salir las palabras. La mirada de Lucas se estaba cubriendo de tristeza y decepción.
-No tienes que decir nada. Entiendo que fue estúpido pedírtelo.-Lucas estaba dolido por dentro, pero resignado-Creo que podemos seguir como estábamos.
Intentó levantarse pero yo apreté su mano.
-Seré tu novia. Por supuesto que lo seré.
Nunca había visto en sus ojos aquel brillo de amor. Brillo que de inmediato se convirtió en parte de una mirada turbia y pecaminosa.
Nos besamos apasionadamente. Me tomó en sus brazos para llevarme a una de las habitaciones de la casa.
Arriba de la cama habían esposas, bolas chinas, látigos, cuerdas...
-Veo que estás demasiado ansioso por jugar-le dije después de que me bajó de sus brazos.
-No mi vida, estoy ansioso por castigarte ¿piensas que voy a dejarte pasar lo del mesero?
Se posicionó detrás de mí para besar mi cuello suavemente. Hacía que se me erizara la piel y que me retorciera por completo debido a la fuerte sensación que me provocaba el roce de sus cálidos labios sobre mí.
Llevé mis brazos hacia atrás para sujetarle la cabeza y mantenerla sobre mi hombro. Entrelacé mis dedos en sus cabellos rubios. Sujetó mi cintura con fuerza. Lentamente deslizó sus manos hacia arriba hasta que llegó a al extremo superior de mi vestido. Sostuvo el carrito del cierre. Lo trasladó hacia bajo, recorriendo toda mi espalda. El carrito llegó al final de su recorrido a la altura de mi espalda baja. Lucas retiró de mi cuerpo el vestido con tanta fervor que desató algunas de sus costuras.
- Pero... ¡¿qué hiciste?! Amaba este vestido y me quedaba muy lindo.
-Ahora que eres mi novia vas a tener todos los vestidos que quieras.
Me sujetó por el pelo y me hizo arrodillarme frente a él. Desabrochó sus pantalones con el claro objetivo de liberar su pene. No dudé en meterme su miembro en la boca, cuidando de que no tocara mi campanilla. No quería devolver el salmón. Utilizando mi lengua, mis labios y mis manos le aportaba un mundo de sensaciones diferentes en su entrepierna. La respiración de Lucas se aceleró, eso me hizo notar que estaba haciendo un trabajo excelente con la felación. Luego de que logré que su verga se tornara puro hierro hizo que me detuviera. "Pajeame con las tetas". Así lo hice. Y le encantó. Su cara me lo decía.
Al rato me empujó a la cama haciéndome caer en postura de perrito. Retiró mis zapatos, posteriormente las bragas.
-¡Diablos!-me propinó una buena nalgada que resonó en toda la habitación-Amo este culito delicioso-Pasó la punta de sus dedos sobre mi ano-Creo que hoy voy a disfrutar mucho con él.
-¡No te atrevas!
-No te preocupes bebé, primero voy a hacer que te vuelvas loca de placer y luego loca del dolor-escuché a mis espaldas su risita maliciosa.
Me puso bocarriba. Esposó mis manos al cabecero de la cama. Se quitó la camisa, la arrojó al suelo y se acostó sobre mí para besarme de arriba a abajo como un psicópata sexual. Arrancó mi sujetador con rudeza. Eso me encantó. Con ambas manos apretó mis senos. Dijo que eso le agradaba porque siempre los tenía calentitos y suaves al tacto. Lamió mis pezones haciendo que se pusieran cada vez más duros y erectos. Con su lengua recorrió mi abdomen. Con ella creó pequeños círculos sobre mi ombligo. Puso su rostro entre mis piernas. Me hizo un trabajito oral excepcional.
Metió sus dedos índice y corazón dentro de mi vagina mientras pasaba su lengua por mi clítoris. Los espasmos musculares me estaban haciendo retorcer como loca. Me era imposible controlar los movimientos que hacia con la pelvis debido a ellos. Me llevó a mi primer orgasmo de la noche. Metió, entonces, las bolas chinas en mi vagina. Una a una, pausadamente, para luego estimularme por fuera con un vibrador grande y rosa con forma de pene.
No pude evitar gritar. Lucas me mandó a callar como si para mí fuese fácil ocultar las sensaciones que me estaba causando. Yo, solo sabía decir entre gemidos:¡Dios!...¡Lucas!..Ahhhh...Mmmmm...Ohhhh.
Retiró poco a poco la bolas de mis adentros. Se quitó lo que le quedaba de ropa y empezó a frotar su miembro contra mis genitales. Cuando las ganas de hacerme suya lo invadieron por completo paró, para ponerse un condón. Le indicó a su travieso amiguito la entrada a la fiesta y me penetró de golpe. Comenzó a moverse rapidó y salvajemente. Movía la cadera en todas direcciones para que no quedara ni un centímetro de mi vagina sin ser cogido. Los gemidos y las frases salían de nuestras bocas a presión. Me sujetó de cuello, apretándomelo y luego se acercó a mi oído para susurrarme:
-Ahora voy a divertirme en la zona de atrás.
-No por favor-dije casi sin aliento-Nunca me la han metido por ahí.
-Siempre hay una primera vez- se mordió el labio inferior cargado de lujuria.
Me quitó las esposas. Utilizando su fuerza me puso en la postura de perrito nuevamente. Amarró con su corbata mis manos a mi espalda.
-Te recomiendo que muerdas la almohada para liberar tensiones cuando tengas mi pene completamente metido en tu ano.
Comenzó a azotarme las nalgas con un cinturón, en castigo por lo de Christian. Acto seguido sentí un líquido frío sobre mi apretado agujero. Era crema lubricante.
Grité de dolor cuando sentí que empujaba uno de sus dedos hacia dentro de mí. Cuando me adapté metió otro. Así lo repitió hasta llegar a cuatro.
Lucas no esperó mucho tiempo para reemplazar a sus dedos por su miembro en la misma labor. Logró introducir su glande.
-¡Au, au, au!-Aullé de dolor.
-Shhhh si gritas te lo hago con menos delicadeza.
Al principio era tan incómodo y doloroso que hasta se me salieron unas cuántas lágrimas que humedecieron mis mejillas. Poco a poco mi ano se iba acostumbrando. Lucas metió un poco más de su pene. Mordí la almohada con más fuerza y apreté los párpados.
Lucas empezó a moverse con cuidado. Entre más tiempo pasaba menos daño me hacía hasta que me sentí más o menos a gusto. Mientras yo mordía la almohada para no soltar un grito que me dejase ronca, él repetía "¡Diablos princesa...¡Qué buen culo tienes!...Está muy apretadito...Ohhhhh...Ahhhh...Mamacita...Disfruta mi pene que es solo para ti."
Se corrió dentro del condón. Se lo quitó, lo envolvió en unos papeles y lo tiró a la basura. Salió de la habitación para lavarse en el baño. Yo continúe amarrada a la cama con las nalgas al aire y con una mezcla de placer y escozor alucinante. Lucas regresó casi al instante y se dejó caer de espaldas sobre la cama. Colocó sus manos debajo de su cabeza. Cerró sus ojos. Su rostro estaba colorado aún y su pecho se movía de arriba a bajo rítmicamente.
-Ejem. ¿No se te olvida algo-Claramente me refería al nudo con la corbata.
-Voy a dejarte así toda la noche.
-Debes estar bromeando.
-No me siento satisfecho, aún con todo lo que te he hecho. Me hierve la sangre cada vez que recuerdo a ese idiota tan cerca de ti. Me dan ganas de golpearlo hasta que sangren mi manos.
-Lucas, lamento lo de Christian, en serio.
-¿Realmente estás arrepentida o lo dices solamente para que te libere?
-Ambas.
Lucas sonrió de lado-Nunca me he divertido tanto con una chica como contigo.
-Me alegro, pero quítame las esposas que ya me están lastimando las muñeca.
Logré que Lucas abandonara su posición cómoda. Buscó las llaves de las esposas para liberarme. No varíe mucho la posición: dejé descansar mi cuerpo bocabajo sobre el suave colchón. Lucas se tumbó a mi lado. Cubrió nuestros cuerpos con las sábanas. Él se acomodó de lado. Luego de besarme acarició mi rostro con la yema de sus dedos hasta que cerré los ojos para quedar profundamente dormida casi de inmediato.
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