Mis padres se habían quedado sin habla, estaban paralizados al igual que mi hermano y Lena creo que no respiraba.

—¿Qué haces? —dijo luego de reaccionar y pegarme con su codo en mi costilla izquierda.

—Dijiste que querías entrar en mi mundo y destruirlo de formas inimaginables, pues ellos son parte de mi mundo así que también tendrás que destruirlos a ellos. —Sonreí victorioso, hacía bastante que venía pensando en una manera de dejarla fuera de juego y esto es lo que se me ocurrió.

—Si... Sien... Sientate por favor. —Mi madre al fin pudo pronunciar palabra, a lo que Lena cortezmente se ubicó donde mi madre le señalaba—. Querido prepara un poco de café. —Ella codeó a mi padre que seguía sin salir de su asombro, lo que me causó gracia, al parecer Lena y mi madre tenían bastantes cosas en común.

—Enseguida preparo. —Y sin dejar de mirarnos se puso manos a la obra.

—Y bien ¿dónde se conocieron? ¿Hace cuánto que están saliendo? ¿Piensan casarse? ¿Cuántos hijos quieren tener? ¿Ya saben donde van a vivir? ¿De qué trabajas? ¿Hace mucho que vives aquí? —Mi madre no paró ni un segundo en hacer todo tipo de preguntas y la cara de Lena al no saber qué contestar no tenía precio.

—Mamá ya deja de molestar a Lena ¿No ves que la estas asustando? —Mi hermano salió en su defensa en tanto yo ayudaba a mi padre con las tazas de café.

—¿Ustedes se conocen? —preguntó asombrada al ver la cercanía entre JongJin y ella.

—Si, ya nos hemos cruzado un par de veces. —admitió con un poco de desilusión en sus palabras.

—¿Y porqué no me dijiste que tu hermano tenía novia? —Nuestra madre en verdad estaba molesta.

—Porque me estaría enterando al igual que ustedes. —Ante sus palabras mi madre pareció calmarse un poco, pero ahora dirigió su mirada hacia mi.

—Ella es amiga de Aysel, la novia de Donghae. La conocí en el viaje que hicimos a latinoamérica. No hemos hablado de casarnos, ni de hijos ni mucho menos de vivir juntos. —Mi padre terminaba de darle a cada uno su taza de café—. Recién hoy hemos decidido empezar una relación formal, veremos en lo que queda del mes como seguimos. —A decir verdad no habíamos decidido nada juntos, todo lo había hecho yo solo y eso a Lena le estaba molestando de sobremanera mientras que a mi me divertía.

—¿Lo que queda del mes? —Mi madre no lograba comprender a lo que me estaba refiriendo y no la culpaba, no estaba siendo del todo claro.

—Ellas solo vinieron por un mes. —Mi hermano intervino en la conversación.

—¿Amas a mi hijo? —Ella fue directo al grano, sus pequeños ojos rasgados se aseguraban de penetrar los grandes ojos celestes de Lena.

—No. —La voz de Lena resonó fuerte en la cocina de nuestro Café—. No pienso mentir y decir que siento algo que no es, aunque si es verdad que hay un sentimiento creciendo en mi que solo hace que lo mire a él y a nadie más. —Era la primera vez que escuchaba lo que en verdad ella sentía—. No es amor, todavía, pero se asemeja bastante. He descubierto que solo pienso en él y me encuentro añorando su cercanía a pesar de que constantemente hagamos cortocircuito. Su hijo es el hombre más importante para mi en este momento. —No titubeó en ninguna palabra y su mirada nunca abandonó la de mi madre, ella estaba siendo sincera por primera vez.

—¿Vas por la fama de mi hijo? —Mi padre casi se ahoga con el café que estaba bebiendo al oír la pregunta directa de mi madre.

—Espero no se ofenda, pero no supe de la existencia de su hijo sino hasta hace un año gracias a que mi amiga es fanática de ellos, pero en lo que a mi respecta no es de mis gustos personales la música que hacen. —No sabía si amarla u odiarla por su sinceridad.

—¿Entonces es su dinero? —Nuevamente mi padre se ahogó con su café y es que mi madre era muy audaz con sus preguntas.

—¡Madre! —JongJin trató que nuestra madre se calmara con tantas preguntas afiladas.

—¿Qué? —preguntó ella en tono ofendida—. Tengo que estar segura de con quien va a estar tu hermano, no voy a permitir que ninguna mujerzuela caza fortuna se le acerque. —Al escucharla decir eso morí de vergüenza, no podía creer que se animara a decir aquello, en tanto se escuchó la risa de Lena haciendo que todos les prestáramos atención.

—¿Ya perdiste la cordura? —pregunté mirándola directamente a los ojos.

—Con todo respeto señora —Ella trataba de calmar su risa— yo no necesito la plata de su hijo. —La mirada que le dedicaba a mi madre era firme pero sincera—. Nunca nadie me ha mantenido, ni siquiera mis padres, por lo que estoy acostumbrada a trabajar desde joven. —No dejé pasar ese dato, era la primera vez que ella hablaba de sus padres y de su infancia, y al parecer no fue la mejor.

—¿En qué trabajas? —La voz de mi padre nos extrañó, era la primera vez que intervenía.

—Soy socia de Aysel y manejamos un Café muy famoso en donde vivimos, tan grande se ha hecho su fama que decidimos abrir una segunda sucursal de la cual estoy a cargo. —Ella estaba orgullosa de sus logros se notaba en el brillo de sus ojos.

—¡Oh! ¿Así que administras un Café? —Listo, ella ya tenía a mi padre en el bolsillo.

En ese instante mi padre y Lena se abstrayeron en su conversación sobre sus negocios. Comenzaron hablando de los distintos tipos de té y cafés que preparaban cada uno y sobre las innovaciones que venían al mercado, en tanto mi hermano regresó al mostrador con algo de desilución en su rostro, quedando solos con mi madre que no paraba de mirarme.

—¿Qué? —Fue lo único que pregunté, sabía que se estaba aguantando las ganas de hablar, más bien de interrogar.

—Nada, nada... Es solo que... —Ella se detuvo mientras me observaba como me sentaba frente a ella con los brazos cruzados sobre mi pecho.

—Vamos, dilo. Siempre hablaste libremente conmigo, no veo porque ahora sería diferente. —Era mi madre después de todo por lo que quería conocer sus pensamientos.

—¿Estas seguro que es la correcta? —Solo encontré preocupación en sus palabras, y aquello solo me lleno de ternura.

—No. —Al escuchar mi negativa ella solo abrió de par en par sus ojos, no salía del asombro—. Desde que la conocí solo me ha causado disgustos, no congeniamos en nada y todo el tiempo discutimos. —afirmé sin titubear—. Pero desde que llegó se ha estado metiendo conmigo de una forma que no pensé que podría ocurrir. No estoy seguro si esto es amor, pero no puedo dejar de pensar en ella y de necesitarla a mi lado todo el tiempo. —Terminé por confesar a lo que mi madre con una mirada dulce se acercó hasta mi para acariciar mi cabeza.

—Eso es amor. —Sus palabras calaron hondo en mi cabeza porque mi corazón de algún modo lo sabía—. Si ella te hace sufrir conocerá el infierno. —advirtió y sabía que lo cumpliría.

A decir verdad todavía no tenía en claro qué es lo que sentía por ella, no estaba seguro de si solo era atracción o posesión, pero de algo estaba seguro: no quería que estuviera con nadie más que conmigo.

Mis padres nos invitaron a cenar pero como era muy temprano decidí tomar a Lena e ir a dar una vuelta, aunque también tenía bastante curiosidad por saber lo que pensaba.

—¿A caso te has vuelto loco? —Ella no esperó ni siquiera a que nos sentáramos en los bancos de una plaza que se hallaba bastante cerca del Café.

—Si, y adivina de quién es la culpa. —bromeé con ella.

—Eres un imbécil. —De repente se vio tan tierna que no me pude contener. Me acerqué hasta ella y la besé, necesitaba sentir el sabor de sus labios y su respiración cerca de mi.

—Veamos hasta donde nos lleva este sentimiento. —hablé mirándola a los ojos y acariciando su rostro.

—No puedes dar marcha atrás. —Su mirada me decía que me mataría si solo estaba jugando con ella.

-—¿Piensas que quiero hacerlo después de haberte presentadora mis padres? —Volví a unir nuestros labios suavemente—. Voy a arriesgarme por esto que estoy sintiendo aun sin saber muy bien que es, así que ambos entraremos en el mundo del otro para destruirlo. —Lena al escuchar mis palabras sonrió y me envolvió en un cálido abrazo.

Veríamos qué nos deparaba este camino que decidimos emprender.