CAPÍTULO XXI
Me removí en mi lugar ya que algo me estaba molestando y no fue hasta que no me di vuelta y sentí un vacío en la cama que recordé lo que había sucedido la noche anterior.
Me senté en la cama pensando que Lena de seguro se había marchado, la verdad es que no sabías qué esperar de esa mujer. Me puse de pie para ir a darme una ducha cuando el aroma a café recién hecho hizo su entrada en mi cuarto.
Me puse lo primero que encontré y cuando llegué hasta la cocina me sorprendió ver a Lena allí.
—Lo siento, tuve que usar una de tus camisetas ya que alguien rompió los botones de mi camisa anoche. —dijo con una sonrisa pícara en tanto se relamía los labios.
—Es que estaban estorbando. —No iba a disculparme por lo que hice porque ella también lo disfrutó tanto como yo.
—Nadie dijo lo contrario, solo explicaba el porqué estoy vistiendo esto. —Señaló con su mano la camiseta que llevaba puesta dejando al descubierto parte de sus nalgas—. Deja de mirarme de una manera tan pervertida. —Sirvió el café junto con las tostadas y las mermeladas sobre la mesa para también sentarse.
—Es tu culpa por no llevar nada puesto debajo. —hablé con frialdad mientras daba un sorbo a mi café.
—¿Quién dice que no llevo nada debajo? —Lena se puso de pie y se levantó la prenda dejando al descubierto su cuerpo con su lencería cubriendo sus partes íntimas, luego se acomodó y volvió a tomar asiento.
—Con que lo hubieras mencionado bastaba. —hablé con una voz ronca debido a la excitación que me provocó.
—No huebiera sido divertido así. —Ella simplemente volvió a sonreír para seguir con su desayuno.
—Pensé que te habías marchado. —Me aventuré a decir sin saber qué podía decir ella, nunca sabía qué es lo que pasaba por su cabeza.
—¡Vaya vaya! qué tenemos por aquí. ¿Alguien estaba asustado? —Ella simplemente se burló de mi en tanto seguía bebiendo de su café.
—¿Ves? Por eso no se puede hablar contigo. —Comencé diciendo para pararme e irme a mi cuarto, mientras más rápido se fuera mejor.
—¿A dónde crees que vas? —Su voz sonaba autoritaria, y sin darme cuenta ella estaba sobre mi impidiendo que me marchara—. Si no me fui es porque quería permanecer más tiempo a solas contigo. —Terminó por confesar, no pude resistirme y acunando su rostro con mis manos la besé.
—Definitivamente no es amor lo que siento por ti, pero me estas enloqueciendo de alguna forma que no logro comprender. —Solté con un pesado suspiro a lo que una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Por ahora no es amor. —Había en sus ojos una especie de satisfacción que no lograba comprender—. Dije que entraría en tu mundo y lo rompería de formas inexplicables. —No lograba adivinar de dónde provenía tanta confianza en ella, cuando estaba por contestarle mi teléfono sonó por lo que tuve que pararme para ir a buscarlo.
—¿Hola? —No me había ni fijado quién era el que me llamaba, estaba más entrenido en fijarme lo bien que le quedaba mi ropa a Lena en tanto se limitaba a lavar y guardar todo.
—Yesung ¿estas ahí? —La voz de Shindong me sacó de mis pensamientos pervertidos.
—Si ¿qué pasa? —pregunté tratando de volver a mis sentidos.
—Llevo como diez minutos hablando desde que atendiste y no me has respondido nada. ¿Te sientes bien? —Volvió a preguntar preocupado.
—Si, mejor que nunca. —Al escucharme decir eso Lena se dio vuelta, caminó hasta mi y me besó saboreando mis labios con su lengua, esta mujer era puro fuego, para luego volver a la habitación—. Shindong podrías avisar que voy a llegar más tarde hoy, hay algo que tengo que revisar con urgencia. —Colgué la llamada y me dirigí en la dirección en donde se encontraba Lena, menos mal que le había avisado a mi hermano entre dormido anoche que no viniera a desayunar que iba a estar muy ocupado, luego tendría que compensarlo.
Al parecer había entrado al cuarto para cambiarse y yo la ayudaría a desvestirse. La tomé por la cintura, estando ella de espalda mío, atrayéndola hasta mi cuerpo, ella no se resistió. Suspiré sobre su oído y comencé a jugar con mi lengua en su cuello, un gemido se escapó de su labios.
Mis manos se dirigieron a sus pechos como si el camino hacia ellos les perteneciera y con suavidad comenzaron a jugar apretando sus pezones, otro gemido se escapó.
Lena arqueó su espalda y giró un poco su cara para encontrarse con la mía y poder devorar mis labios en tanto sus dedos se enredaban en mis cabellos. Mi mano derecha bajó sin permiso y sin pudor hasta su feminidad para comenzar a tocarla por encima de la tela. Lena no paraba de gemir y eso solo hacía que mi miembro se despertara más y más.
La volteé y la puse sobre la cama boca arriba, saqué lo que estorbaba y di inicio a su tortura, ella quería entrar en mi mundo y destruirlo, pues no le sería tan fácil, yo también destruiría el suyo.
Mis dientes apretaron con poca fuerza la cara interior de sus muslos logrando que ella se contrajera de la excitación. Al sentir que lo estaba disfrutando mi lengua tocó con la punta su monte venus para hacer círculos a su alrededor. Se arqueó para que pudiera tener mejor acceso y fue mi oportunidad de introducir dos de mis dedos, ella solo gritó mi nombre en medio de un gemido entrecortado, hecho que me puso a mil.
Mis dedos aumentaron su velocidad entrando y saliendo de su entrada en tanto mi lengua en ningún momento dejó de saborearse con su feminidad. Cuando estuvo a punto de llegar a su clímax paré y en un movimiento rápido saqué la ropa que traía puesta para abrirla más de piernas e introducir mi miembro en ella. Lena gritó de placer y eso me encendió como nunca antes había sucedido.
Coloqué sus piernas sobre mis hombros para tener un mejor acceso a ella y empecé por embestidas suaves y lentas, luego aumenté la velocidad. Ver el cuerpo desnudo de Lena sobre mi cama y cubierto en sudor era excitante.
Separé sus piernas de par en par para poder acercar mi cuerpo más al suyo y devorar sus pechos, cuando mordí ligeramente uno de ellos, ella se contrajo haciéndose más estrecha.
Me salí por un momento de ella y la acomodé en cuatro con la almohada debajo de su vientre, esa vista me enloqueció por lo que antes de volver a penetrarla necesitaba devorarla de vuelta, tan solo un poco más.
—Si te detienes eres hombre muerto. —amenazó entre jadeos.
—Esto todavía no termina bebé. —hablé con la voz ronca debido a la excitación.
Volví a penetrarla con envestidas lentas, a lo que ella gritaba que siguiera. Cuando noté que estaba por llegar a su clímax aumenté la velocidad de las embestidas y ambos acabamos juntos.
Lena se dio vuelta y me envolvió con sus brazos, la calidez que emanaba con su cuerpo me envolvía de una forma tranquilizante. Comenzó a dibujar con sus dedos líneas imaginarias en mi espalda y entre caricias volví a caer rendido a los brazos de Morfeo.
(...)
—Despierta dormilón... —La voz de Lena sonaba relajada y algo lejos—. Vamos ya es hora de ir a trabajar. —Al escuchar la palabra trabajo me senté rápidamente en la cama.
—¿Qué hora es? —Buscaba desesperado el celular.
—Van a ser las 11:00 de la mañana. —Cuando escuché eso me puse de pie automáticamente y me dirigí al baño—. Lo siento nena pero tengo que ir a trabajar. —Y mientras corría hacia el baño la sentí reírse.
Cuando salí de la ducha no la encontré en la habitación y en cambio mi celular comenzó a sonar.
—¿Si? —contesté en tanto la seguía buscando por la casa.
—No vas a encontrarme. —Su voz hizo que me detuviera.
—¿Por qué te fuiste? —pregunté terminando de arreglarme para salir.
—No quería seguir ocupando tu tiempo. Pero no va a ser la última vez que se repita lo de anoche y lo de hoy. —La seguridad en su voz me indicaba que haría todo lo posible para que volviera a suceder.
—Estoy seguro de que quieres que se repita. —afirmé divertido—. Nos vemos luego. —Y tras decir eso colgué la llamada.
Cerré la puerta de mi casa tras alimentar a mis bebés y me marché al trabajo. Solo Dios sabría qué iban a decirme los chicos cuando llegara.
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