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CAPÍTULO XLVIII

Como quedan pocos capítulos voy a publicar dos hoy y el sábado que viene tendremos el tan esperado final, así que espero sigan apoyando a Yeye hasta el final.😍

—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué tanto alboroto? —Mi madre se acercó hasta nosotros por el pasillo que conducía al interior de la casa.

—Hola madre... —La saludé desde la puerta de entrada con Aysel detrás de mi sosteniendo con fuerza mi camisa.

—Hola JongHoon. —Ella mostró una sonrisa amplia y amable—. ¿Y tu amiga? ¿No vino contigo? —preguntó curiosa al ver que ella no se encontraba por ningún lado.

—Si, está justo detrás de mi. —Me moví hacia un lado para dejar al descubierto a Aysel—. Al parecer está un poco tímida. —bromeé sobre ella.

—Buenas noches. —saludó en un tono de voz que me dio risa pero me las aguanté porque ella incrustó su codo sobre mi costilla—. Gracias por invitarme a su hogar. —Aysel hizo una pequeña reverencia demostrando respeto.

—Creo en realidad que fuiste tu quién se invitó sola. —Mi madre, como era de costumbre, no dejó pasar nada.

—Creo que tiene razón. —respondió tocándose la parte de atrás de su cabeza.

—Madre no seas así con Aysel, ella en general es muy alegre es solo que la has abrumado con tu excelente presencia. —JongJin se burlaba de ella.

—Tu calla sino quieres morir. —Aysel murmuró en la dirección en la que se encontraba mi hermano a lo que a mi me causó gracia porque JongJin le mostró su lengua.

—¿Ustedes dos seguirán comportándose como dos niños? —Me acerqué un poco más quedando en el medio de ambos para golpearlos en la cabeza.

—Por lo que veo se llevan bastante bien. —Mi madre nos miraba de reojo—. Por cierto, te ves diferente el día de hoy JongHoon. —Se acercó para observarme y yo en verdad esperaba que no se diera cuenta de las heridas que estaban detrás del maquillaje.

—Quizás se deba a que lo maquillé yo, estoy aprendiendo sobre el maquillaje en hombres aquí en Corea y Yeye se ofreció como voluntario. —Aysel respondió rápidamente a lo que mi madre se quedó observándola fijamente por unos segundos.

—¿Yeye? —preguntó curiosa.

—Es el apodo de cariño que le he puesto, en realidad muchas de las fans latinas usamos ese apodo en él porque nos hace sentirnos más cerca. —explicó muy tranquila.

—¿Conoces el trabajo de mi hijo? —Mi madre la estaba evaluando, lo sabía a la perfección.

—Claro, soy Elf desde que debutaron. —respondió orgullosa.

—Vayamos a dentro, esta chica me cae bien. —Mi madre afirmó en lo que sonreía y nos indicaba que la siguiéramos.

Aysel nos observó a los dos a lo que como respuesta levantamos nuestros hombros con una sonrisa. Tomé su mano para que nos siguiera.

Nos dirigimos hacia el interior de la casa de mis padres, aquella casa que fue parte de mi infancia y que contiene muchas historias sobre mi. Una casa que me hubiera gustado que Lena conociera.

Aysel, como adivinando que me sentía mal apretó con fuerza mi mano logrando reconfortarme.

El camino pareció eterno pero la verdad es que no era tan largo el pasillo por lo que rápidamente llegamos hasta la sala de estar.

—Pueden estar aquí, le diré a tu padre que ya llegaron. —Mi madre nos ofreció sentarnos en los sillones que se encontraban alrededor de una pequeña mesa de madera.

En el momento en que mi madre desapareció Aysel suspiró con fuerza haciendo que mi hermano y yo estalláramos en una carcajada.

—¿De que se ríen ustedes dos idiotas? —Ella sabía la respuesta de igual modo.

—Nunca pensé que te vería tan nerviosa. —admití aguantando las ganas de volver a reír.

—¡Oh! ¿La pequeña Aysel estaba asustada? —A JongJin le divertía molestar a Aysel y es que desde que se conocieron esa fue su relación siempre y me gustaba que fuera así.

—¿A quién le dices pequeña? —Aunque se enojara la verdad era que mi hermano era mayor que ella, pero Aysel jamás respetó jerarquías cuando estaba con nosotros y a ninguno le molestaba porque al fin y al cabo somos familia.

—Buenas noches. —Mi padre apareció en el momento justo en el que Aysel estaba encima de mi hermano para golpearlo.

—Buenas noches señor Kim. —saludó acomodándose la ropa y el cabello para extender su mano en forma de saludo.

—Un gusto, mi mujer me ha dicho que eres amiga de mis hijos. —Mi padre apretaba su mano respondiendo a su saludo para luego tomar asiento en el sillón que quedaba vacío.

—Padre, ella es la novia de Donghae. —expliqué para que comprendiera de dónde la conocía.

—Ya veo... —Fue lo único que dijo para quedarse todo en silencio.

—Padre ella es la dueña del Café en el que trabaja Lena. —Mi hermano explicó despertando el interés de mi padre.

A partir de ese momento mi padre y mi amiga se sumieron en la misma conversación que cuando conoció a Lena. Me causó gracia ver cómo ambas compartían el entusiasmo y el amor por su trabajo y eso lograba crear un lazo con personas como mi padre.

—Por cierto, hablas muy bien nuestro idioma. —La halagó sacando una sonrisa sincera en ella.

—Se lo agradezco. —Ella sonrió tan deslumbrante como siempre, esa fue una de las cualidades que me enamoró de ella, muy por el contrario con Lena—. Aprendí coreano en un principio como hobby porque siempre me sentí atraída por su cultura y también porque quería que cuando su hijo se presentara en mi país con los demás miembros pudiera trabajar de intérprete. —explicó de una manera tranquila, típico de ella cuando se trataba de temas serios.

—Con que era eso. —Mi padre estaba sorprendido.

—También se hablar inglés y japonés fluido. —Ella en verdad nos sorprendió a todos con ese comentario.

—Ya está la cena servida, vengan a comer. —Mi madre nos llamó para que nos fuéramos a ubicar.

Esperaba no hacer demasiadas muecas al comer para no delatar mis heridas y más cuando Aysel se había esforzado en cubrirme mintiendo por mi.

Cuando llegamos nos ubicamos en lo que Aysel ayudó a mi madre a terminar de servir los platos que había preparado.

—Espero que la cena sea de tu agrado, los amigos de mis hijos son bienvenidos en mi casa. —Mi madre le daba su aprobación a Aysel y a ella le brillaban los ojos, podía ver que era de las personas que amaban caerle bien a todo el mundo, de lo contrario se desanimaría. Mi amiga resultó ser una mujer muy simple.

La cena transcurrió tranquila entre risas debido a las pequeñas riñas de Aysel con JongJin. Mi padre se mostraba muy interesado en el negocio de mi amiga y mi madre en la historia de cómo fue que terminó saliendo con Donghae.

—Me sorprende que se haya animado a tanto siendo un joven tan tímido. —Mi madre hablaba sobre Hae.

—¿Verdad? Yo también pensé lo mismo, ya en la televisión mostraba ser tímido y cuando llegaron a casa también por lo que jamás imaginé que él podría ser tan tenaz para estar conmigo. —Aysel en verdad estaba sorprendida de recordar las actitudes de Donghae—. Aunque no es el único que me sorprendió, JongHoon también se destacó y sorprendió a su manera. —Ahora no sabía si me estaba halagando o se estaba burlando de mi.

—En eso tienes razón, a nosotros también nos sorprendió saber que tenía novia y debo admitir que no es el tipo de mujer que esperaba para mi hijo. —Mi madre siempre hablando con sinceridad sin importarle quién estuviera en frente.

—¡Madre! —JongJin le llamó la atención—. ¿No te das cuenta de que Aysel es su mejor amiga? —Trataba de que ella midiera sus palabras pero aquello era imposible de lograr.

—No se preocupe, no estoy ofendida ni nada por el estilo, comprendo a lo que se refiere. —expresó tranquila en su lugar con una enorme sonrisa en su cara.

—¿Ah si? —dije curioso.

—Si, tu madre se refiere a que conociéndote ella esperaba una mujer más dócil y refinada con expresiones sutiles, pero ambos sabemos que ella jamás sería así y creo que eso es lo que te enamoró de ella. —Aysel había dado en el clavo porque mi madre no dejó de asentir.

—¿Por qué no te ha acompañado Lena hoy? —Al parecer mi padre no estaba enterado de nada.

—Lena y yo hemos terminado. Ella ha vuelto a su país y no hay vuelta atrás por lo que agradecería que no indagaran en el asunto. —expliqué tratando de no sonar grosero.

Mis padres y mi hermano se quedaron observándome por un momento, supongo que era difícil de entender ya que de un día para el otro les presenté una novia y ahora, igual que en aquél entonces, les decía que estábamos separados, pero era algo que ellos solos tenían que aceptar, el que tenía que procesar todo era yo.

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