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CAPÍTULO XLI

No soporté ver como la escoria de Mael se abalanzaba sobre Lena. No pude contenerme y lo golpeé lo más fuerte que pude con mis puños.

—Te advertí que te mantuvieras alejado de ella. —Él se hallaba en el suelo cubriendo con sus brazos los golpes que yo le propisiaba.

—¡Para... Para! —Lena intentaba separarme de él pero no podía, estaba cegado.

—¿No te dije que tuvieras cuidado con este imbécil? —Me detuve un momento para reclamarle a Lena por su falta de confianza en mis palabras. En ese instante Mael se puso de pie y me golpeó.

Sentí como por dentro de mi mejilla corría el sabor metálico y amargo de la sangre. El infeliz estaba en forma y al parecer todavía podía defenderse.

No me quedé atrás, me recuperé y me fui contra él con todo mi cuerpo. Le daba golpes en sus costillas para que le faltara el aire y pudiera despegarse de mi porque me tenía bien agarrado.

—¡Ya basta los dos! —Lena volvió a gritar y se interpuso entre nosotros pero Mael al estar borracho le costaba controlar su cuerpo por lo que quiso golpearme pero a cambio ella fue quien lo recibió y cayó hacia atrás.

—Ahora si eres hombre muerto. —Estaba que ardía del odio.

—Discúlpame Lena... Yo... Esto no es lo que quería que pasara. —Mael se disculpaba con ella. Su mirada estaba perdida y se notaba asustado.

Lena solo lo miró por unos segundos, se puso de pie y después de eso ambos se marcharon, ella entró a la casa y él se fue caminando por la orilla de la calle recibiendo los bocinazos de los coches que pasaban cerca de él.

En este momento lo único que me interesaba era mi mujer. Entré a la casa y la observé tomando sus cosas y prepararse para salir. Tenía el labio cortado y la zona de su mejilla derecha algo inflamada por el golpe.

—¿A dónde crees que vas? —pregunté en tanto buscaba apurado el botiquín de primeros auxilios.

—No se te ocurra seguirme. —Ella volteó a verme y en sus ojos pude notar que se aguantaba las ganas de llorar y había algo más que no pude descifrar.

—¿A dónde vas a esta hora y con esa herida así? —Trataba de calmarme, lo intentaba pero el recuerdo de lo que había sucedido me perseguía—. No puedes irte con esa herida así. ¿Por qué no aprendes a hacerme caso cuando te digo las cosas? —hablaba en tanto buscaba lo necesario para desinfectar la herida, lo que menos quería era que se infectara.

—Me voy y no me busques. No necesito saber más nada de ti. —Sus palabras se clavaron directo en mi corazón pero sus ojos reflejaban algo mucho peor que el odio: decepción.

Me quedé ahí, de pie sin poder moverme. No fui capaz de pronunciar palabra alguna ni de seguirla.

Mi cabeza aún estaba confundida y no procesaba lo que acababa de suceder. Creo haber permanecido en el mismo lugar por alrededor de unos veinte minutos y después, como si fuera un muñeco o cuerpo sin alma me acosté.

Extrañamente me dormí en cuanto mi cabeza tocó la almohada. Esa noche no soñé nada y si lo hice no lo recordaba.

La luz entró por la ventana advirtiéndome que ya había amanecido, había olvidado de correr las cortinas.

Me levanté y fui directo al baño por una ducha de agua caliente, no me importaba que afuera estuviera haciendo calor. Al entrar a la ducha mi cuerpo resintió los golpes que había recibido. Todo estaba contracturado y los hematomas se hacían presente.

Al salir para cambiarme noté frente al espejo de mi cuarto que tenía varios moretones en las costillas, mis puños estaban heridos y mi rostro estaba hinchado del lado derecho junto con mi labio cortado.

Traté de maquillarme como pude pero igual se notaba así que usaría cubreboca para ir al trabajo. Esperaba que los chicos estuvieran lo bastante distraídos como para no darse cuenta.

No hacía falta revisar mi celular porque sabía que ella no me había escrito y mucho menos llamado. Su mirada anoche dijo muchas cosas.

Al parecer había perdido la noción del tiempo y cuando llegué ya estaban todos, solo faltaba yo.

—¿Dónde has estado? ¿Y por qué llegas tarde? —Leeteuk fue el primero en preguntar.

—Lo siento, debo haber dormido mal anoche y no sentí el despertador. —Me excusé rápidamente y tomé mi lugar para comenzar con el ensayo.

—Pero lo mejor es que te quites esto hace demasiado calor el día de hoy. —Hyuk trató de quitarme la gorra y yo lo detuve.

—No te preocupes, puedo igual. —Sostuve con fuerza la gorra para que no la quitara.

—¿Qué te sucedió en los puños que los tienes así de lastimados? —¡Mierda! Me había olvidado que no había cubierto las heridas.

—Nada. —dije sacando rápidamente mis manos y haciéndome hacia atrás.

—No te irás a ningún lado y lamento decirte que no puedes escaparte. —Eunhyuk se estaba poniendo pesado.

—¡Dame eso! —Siwon se acercó por atrás sin que me diera cuenta y terminó por sacarme la gorra dejando al descubierto parte de mi rostro lastimado.

—¡Mierda! ¿Yesung qué te ha pasado? —Leeteuk se veía preocupado al igual que el resto de los chicos. Ya no tenía sentido seguir mintiendo, después de todo con ellos nunca se podía ocultar algo.

—Anoche peleé con Mael. —admití cansado y tras un suspiro cansino me senté sobre el frío suelo de la sala de práctica.

—¿Con Mael? —Shindong se encontraba bastante sorprendido.

—¿Pero qué fue lo que sucedió para que llegaran al extremo de ir a los golpes? —Ryeowook más que sorprendido estaba preocupado al igual que nuestro maknae.

—Luego de irme de aquí llegué a casa y encontré una pareja discutiendo en la vía pública, pensé en dejarlo pasar y no entrometerme, pero cuando me acerqué noté que era Mael borracho tratando de besar a Lena. —El solo hecho de recordarlo y decirlo en voz alta lograba que mi sangre volviera ha hervir del odio.

—No pensé que Mael fuera ese tipo de persona. —Kyuhyun obervaba pensativo mi cara.

—Ustedes porque son jóvenes aún y no se dan cuenta de los detalles pero Leeteuk y Donghae lo saben mejor que nadie porque nos pasó lo mismo cuando conocimos a Zoran. Los tres sabíamos que detrás de esa fachada de mejor amigo ocultaba sus verdaderos sentimientos por Aysel. —Recordar eso me trajo algo de nostalgia.

—¿Y qué hiciste cuando los viste en esa situación? —Wook preguntaba lo obvio.

—No me pude controlar y me fui a los golpes, me había segado el odio. En ese momento lo único que quería hacer era matarlo por tratar de tocar a mi mujer. —Mis puños comenzaron a sangrar debido a que los apreté con demasiada fuerza y las heridas, que aún no habían cicatrizado, se abrieron de nuevo.

—¿Lena qué hizo? —Hee estaba más serio de lo normal.

—Intentó separarnos y a cambio recibió un golpe de Mael. —Las ganas de matar a ese sujeto volvían con cada recuerdo de la noche anterior.

—¿Qué Mael hizo qué? —Hae estaba demasiado pálido.

—Nada bueno salió de eso, ya me lo imagino. —Y Siwon no se equivocaba para nada.

—En ese momento ella no dijo una sola palabra, solo lo miró, mejor dicho lo fulminó. Mael trató de disculparse pero ella no se lo permitió. —explicaba tratando de que ellos pudieran entender lo que había pasado lo mejor posible.

—Pero ¿se encuentra bien, verdad? —Kyuhyun se hallaba muy preocupado, estos niños eran realmente emocionales.

—Cuando entramos a la casa noté que tenía el labio partido y la cara hinchada. —En verdad iba a matarlo si se aparecía, poco me importaba en este momento mi carrera.

—Quiero creer que le propiciaste primeros auxilios como mínimo. —Teuk estaba a punto de recriminarme.

—Me hubiera encantado poder hacerlo si se hubiera dejado curar. —Suspiré frustrado apoyando mi cabeza en la pared—. En cuanto entró a la casa tomó sus cosas y me dijo que no la siguiera y que no se me ocurriera buscarla. Me miró con dolor y decepción, luego se marchó. —Terminé por explicar. Todos me miraban en absoluto silencio, sin saber que decir.

En ese momento el silencio incómodo fue interrumpido por la entrada abrupta de Aysel en la sala de práctica.

—¡Jodido imbécil! —Fue lo único que dijo.

Se acercó hasta mi y enterró su puño en mi cara.

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