
Capitulo Cinco.
Cortando la llamada, Wolf se recostó pesadamente en la barra y suspiró. Él realmente amaba a su familia, pero tener a su abuela llamandolo diario para hacerle una entrevista digna de una periodista entrenada para asegurarse que estaba bien luego de su "traumatica experiencia", como ella insistía en llamar a su estancia de una noche en una celda de comisaría, lo tenía exhausto. La mujer bien podría haber elegido una carrera en los medios de comunicación o como policia, ella tenía ese talento innato de exprimir toda la verdad fuera de las personas. Claro, eso se potenciaba cuando su victima era su nieto, a quién había criado desde que era un niño y quién tenía esa extraña manera de ceder demasiado rápido y contar todo sin pensar en las consecuencias.
Realmente debía buscar una manera de evadir el impulso de soltar toda la verdad cuando ella comenzaba a presionarlo. Ahora ella tenía esa extraña idea de que Wolf podía ser abusado en su propio club en cualquier instante. Parecía olvidar que él ya no era un niño y que su metro noventa de altura lograba intimidar a más del noventa porciento de la clientela de su club, lo que hacia un poco dificil el que alguno de ellos quisiera probar suerte de esa manera con él.
Comenzaba a tener esa extraña sensación de que ella iba a convertirse en su guardaespaldas personal, como cuando tenía nueve años y un niño un par de grados mayor había decidido convertirse en su matón personal. Aun no superaba la vergüenza de verla llegar al colegio, con sus ruleros puestos y los restos verdes de su mascarilla facial en los bordes de su rostro, luciendo esa expresión que prometía dolor a su victima. Así que, no le extrañó que se fuese sobre el adolescente, reclamandole y amenazandolo con patear su estupido culo si volvía a tocar a su adorado nieto.
En sus casi treinta años de vida, nunca había vuelto a sentir esa extraña mezcla de vergüenza y extraño orgullo por alguien más. Y a su edad, tampoco quería averiguar si había posibilidades de volver a experimentarlo.
—Hey, Jefe —Bianca, su jefa de seguridad, apareció a través de la puerta principal, luciendo demasiado fresca para alguien que había pasado gran parte de la noche mirando un grupo de pantallas—. Pensé que te estabas tomando unos días luego de lo sucedido, ¿que haces aquí?
—¿Por qué tendría que tomarme unos días? —empujó el celular al bolsillo de sus jeans—. Yo no soy quién fue atacado por el imbecil, no necesito vacaciones ni tiempo para calmarme.
Ella levantó las manos en un gesto universal de paz—. Yo solo estoy repitiendo lo que Damon nos dijo a todos ayer, cuando no apareciste.
—Damon es un imbecil, pensé que para ahora, ya habías comprendido que no hay que hacerle caso jamás a nada de lo que diga.
—Uhm —se encogió suavemente de hombros, avanzando hasta detenerse frente a la barra—. A veces dice cosas coherentes.
Hizo un gesto vago con su mano—. Ayer tuve que ir a casa de mis abuelos a cenar, mi abuela insistió en asegurarse con sus propios ojos que la carcel no había retorcido de alguna manera mi personalidad.
—Estuviste encerrado solo una noche —dijo—. Y te dejaron en la celda de la comisaria.
—Dile eso a mi abuela, porque ella parece no querer escucharme cuando yo se lo explico.
Sonrió—. Se preocupa por ti.
—Mi abuela se preocupa por todo —había cariño en su tono—. Ahora esta convencida de que puedo ser atacado en mi propio club, así que si la ves rondando por aquí en algún momento, avisame.
—Mantendré un ojo en eso —prometió y si había algo de risa en su voz, Wolf decidió dejarla pasar.
Rodeando la barra, ella siguió hacia las oficinas traseras, murmurando algo sobre las camaras y el sistema de seguridad que necesitaba ser revisado. Wolf no prestó demasiada atención a su breve explicación, porque aunque lo negase, Bianca era una nerd de la informatica y solo ella lograba comprender las explicaciones "básicas y simples" que tendía a soltar. Por supuesto, era estupenda haciendo su trabajo, de no ser por ella, jamás se habrían dado cuenta de lo que estaba sucediendo en los baños. Había sido Bianca quién se había acercado a él luego de ver al tipo empujando al jovencito hacia los baños.
Siendo realistas, ella era quién se merecía el credito por salvar toda aquella situación y ponerle fin a las acciones del imbecil.
Apoyando los antebrazos en la barra, Wolf miró alrededor del club y sacudió suavemente su cabeza. Aun no tenía idea de como lo sucedido iba a afectarle, pero seguro iba a averiguarlo en breve. Sabía que el chisme ya estaba siendo esparcido y que ese fallo en la seguridad podía costarle muy caro. Obviamente, las personas eran facilmente influenciadas por este tipo de situaciones y por más que él intentara demostrar que en realidad su lugar era seguro, no podía impedir que los potenciales clientes se mostraran escepticos. Eso sin contar con que muchos otros clubes iban a aprovechar esta baja en su popularidad para hacerse conocidos y asegurar un sistema de seguridad infalible.
Si pudiese atrapar al idiota nuevamente, con gusto le reconstruiría el rostro a puñetazos. Y es que, además de haber herido a un joven indefenso y seguramente haberle causado un trauma tan grande que jamás sería capaz de pisar un club nuevamente, tenía que ir y arruinar su negocio también. Había días en que arremeter contra la humanidad parecía demasiado malditamente tentador.
—¿Disculpa?
La voz desconocida lo sacudió. Irguiendose, miró en dirección a la entrada principal, frunciendo el ceño al ver a dos jovenes de pie allí, mirando todo como si estuviesen intentando ubicarse dentro del espacio. Wolf podía comprender su confusión, él lugar se veía completamente diferente cuando no estaba lleno de gente, practicamente a oscuras con cantidad de luces de colores rebotando en cada pared. El silencio, en contraste con la música a todo volumen, también podía ser desconcertante.
Uno de ellos avanzó primero, las luces ubicadas detrás de la barra hicieron brillar el nido de rizos rubios que le trajeron un momento de reconocimiento que se fue demasiado rápido para encontrarle sentido. Ya había visto a este chico antes, pero no podía recordar exactamente cuando ni en que situación.
Los ojos azules parecieron pedir disculpas—. La puerta estaba abierta —hizo un gesto sobre el hombro—. Golpeamos, pero...
Asintió suavemente e intentó no rodar los ojos, porque era el colmo de la ironia el que su jefa de seguridad, quién se encargaba de mantener el lugar seguro, hubiese dejado la puerta principal abierta para que cualquiera pudiese tener vía libre al local. Comenzaba a pensar que no era solo Damon que necesitaba ser reemplazado en su puesto, sus empleados comenzaban a convertirse en una molestía más que en la ayuda que estaban destinados a prestar.
Hizo un gesto al joven—. ¿Se te ofrece algo o solo entraste porque la puerta estaba abierta?
—¿El bar esta abierto? —sus ojos brillaron de la misma manera que los de Damon hacian cuando su día de descanso coincidía con la noche de barra libre en el club.
—¡Blue! —la reprimenda vino desde el otro joven.
Wolf inclinó la cabeza suavemente, intentando echarle un vistazo a su segundo no-invitado mientras respondía la pregunta—. Si eso es lo que querían, les recomiendo regresar cuando el club abra sus puertas. Tendemos a respetar las reglas de la policia y no vender licor a cualquier hora —dijo—. Y ya que estamos en eso, recuerden traer sus identificaciones.
—Tenemos edad suficiente para beber, te lo aseguro.
—Genial, entonces no habrá inconvenientes cuando vengan a comprar y les pida sus identificaciones, para asegurarme, por supuesto.
El rubio se cruzó de brazos—. Ya estoy comenzando a arrepentirme de proponer venir hasta aquí, hay personas a las que hay que agradecerles las cosas desde una distancia prudente y tu estas comenzando a figurarte como una.
—¿Y que tendrías tu que agradecerme a mi? —preguntó, mirando mejor al chico—. Tengo la sensación de que te he visto en algún lugar, pero no logro recordar donde exactamente.
—Eso es porque solo nos vimos por un segundo, pero, estoy muy seguro de que puedes recordarlo a él —extendiendo su brazo, jaló al otro joven más cerca, donde las luces detrás de la barra finalmente iluminaron su rostro—. Él es quién está aquí para agradecerte.
El reconocimiento fue instantaneo para Wolf, era dificil olvidar un rostro tan bonito como ese.
—Nicky. —dijo, disfrutando de la sorpresa instantanea que esos ojos café mostraron.
—Recuerdas mi nombre. —susurró.
—Dificilmente podría olvidarlo —dijo, sonriendo—. Es tan bonito como tú.
Si sus bonitos ojos se abrian más, seguro se le caerían como canicas.
—Wow —el rubio habló—. Intenso.
Wolf volvió a mirarlo, reconociendolo al fin—. Tu eres su primo, ¿verdad?
—Exacto —sonrió.
—¿El mismo que no podía ser encontrado alrededor del club cuando todo sucedió? —dijo. La sonrisa del rubio se perdió un poco—. Sin querer sonar como un entrometido, ¿donde estabas?
Eso logró que Nicky también lo mirara—. Si, Blue, ¿donde estabas?
Y la sonrisa enterita se perdió.
—Si... bueno... yo... —balbuceó. Un sonido, como un montón de piedras dentro de una lata siendo agitada, interrumpió su intento de excusa. Metiendo la mano en el bolsillo de sus jeans, sacó su telefono y sonrió con triunfo a la pantalla—. Salvado por la campana —murmuró, su mirada azul se desvió hacia Nicky—. Es mi padre, debo atender, ¿estarás bien si te dejo...?
El rubio no terminó la pregunta, pero Wolf comprendió a donde iba cuando el moreno le dedicó una mirada significativa—. Si, estaré bien.
—Vuelvo en un momento —tocando la pantalla, llevó el aparato a su oído mientras se apresuraba a la salida—. ¡Padre querido! Siempre es un gusto hablar contigo a cualquier hora del día y cuando lo desees y te juro por todo en lo que creas que nada de lo que te dijeron es cierto. Yo...
Su voz se desvaneció cuando la puerta se cerró detrás de él, dejandolos solos con solo la barra separandolos. Normalmente, Wolf hubiese rodeado la barra y se hubiese sentado a hablar con el joven, pero había un brillo especulativo y temeroso en el fondo de sus ojos avellana que le dijo que debía ir con cuidado en cuanto a este joven se refería. Talvez se debía a la experiencia traumatica o puede que fuese otra cosa totalmente diferente, el punto era que la brusquedad no le daría nada.
—Toma asiento —hizo un gesto a uno de los altos bancos del otro lado—. ¿Te gustaría algo de beber?
—Pensé que habías dicho que el bar estaba cerrado —murmuró, haciendo lo pedido y sentandose justo frente a él.
—No te daré una bebida alcoholica —sonrió—. Pero puedo ofrecerte café.
Nicky lució sorprendido cuando hizo un gesto a la cafetera medio escondida en el rincón de un estante—. No tenía idea de que se vendiera café en un club.
—No vendemos, a menos que sea un caso especial y que la cafeína sea totalmente necesaria —dijo—. Puse la cafetera para mis empleados. Trabajando toda la noche, a veces necesitan un golpe de cafeína para mantenerse alerta.
El moreno asintió suavemente en comprensión—. Me encantaría un café, gracias.
Frente a la maquina, Wolf maldijo mentalmente a Damon en todos los idiomas que conocía por haber insistido en comprar una cosa tan moderna. Por supuesto, él sabía como preparar café, pero la cafetera que tenía en su apartamento era mucho más simple que la que había comprado para el club. Tampoco había mostrado demasiado interés en aprender a usarla, no había pensado que lo necesitaría, se arrepentía de ello ahora.
Apretó algunos botones que encontró aquí y allá, frunciendo más el ceño cuando la cosa no pareció hacer caso a las ordenes que estaba dandole. ¿Que tan dificil podía ser manejar una maquina de esas? Se suponía que habían sido inventadas para hacer la vida del ser humano más fácil, así que, se suponía que tenía que ser de fácil manipulación. ¿Por qué no lo era?
La risita de Nicky le dijo que su dilema estaba siendo bastante obvio, por supuesto sus palabras se lo confirmaron—. ¿Algún problema?
—Ninguno —murmuró. Fruciendole el ceño a la maquina, le prometió una ida directa al basurero si no comenzaba a funcionar y dejara de ponerlo en ridiculo frente al chico bonito.
—¿Estas seguro?
—Si, yo... —gruñó al apretar nuevamente los botones. Con un suspiro de resignación, se volteó a mirar al moreno, quién parecía bastante entretenido con su desacuerdo con la cafetera—. Lo admito, no tengo idea de como funciona esta cosa.
Una pequeña risa encantadora escapó más allá de los gruesos labios de Nicky mientras su dueño se empujaba fuera de su asiento—. ¿Puedo intentar?
—Por supuesto, adelante —se apartó de la maquina, dejando un poco de espacio entre ellos en el intento de no parecer tan intimidante como sabía que era—. El café instantaneo es mucho más fácil de preparar.
Eso le ganó otra risita—. Generalmente —estuvo de acuerdo—. Pero en cuanto a sabor, creo que estamos de acuerdo en que no es la primera opción.
—Lamentablemente, no puedo decir que soy un gran conocedor de café.
—Entonces, confía en mi —mirando la maquina, levantó el cable de la misma—. Creo que sería una buena opción el enchufarla primero.
Wolf intentó no hacer una mueca de dolor ante su estupidez, pero por el brillo divertido en los ojos del más bajo, no estaba haciendo un gran trabajo disimulando. Tomando el cable, buscó la ficha puesta allí especialmente con ese proposito y la conectó.
—Bien, ahora esto no parece tan complicado cuando esta encendida —el moreno murmuró.
Dando un par de pasos atrás, Wolf lo observó examinar la maquina para después ponerla en marcha. Era un poco dificil asociar la imagen del joven que había visto un par de días atrás con el que se paraba frente a él en ese instante. Por supuesto, seguía siendo hermoso, porque estaba seguro de que no había una maldita manera en que no se viese precioso. Pero el disfraz se había ido y la figura delgada había sido escondida bajo ropas holgadas que aunque lo hacian ver hermoso, escondían bastante sus encantos.
Siendo dueño de un club, Wolf había conocido demasiadas personas en el correr de su vida y había aprendido a reconocer las señales obvias para leer una persona con solo dar un simple vistazo.
El sueter de punto gris que le llegaba a la mitad del muslo y escondía sus manos, así como las curvas naturales de su cuerpo. Los jeans oscuros parecían una forma de evitar llamar la atención, al igual que las botas del mismo color con taco, como si necesitara sentirse un poco más alto ante el mundo. Llevaba su cabello oscuro corto, un tanto desordenado y su rostro completamente limpio de cualquier maquillaje. Parecía como si... quisiera pasar desapercibido.
¿Algo más le había sucedido a este bonito joven o esto se debía a la experiencia en el baño del club?
La cafetera comenzó a funcionar y Nicky se giró para sonreirle, pareciendo orgulloso con su logro. Wolf devolvió el gesto sin poder evitarlo, era dificil no hacerlo cuando el joven parecía brillar con entusiasmo.
—Bueno, al parecer acaba de salvarse de su viaje directo al basurero —Wolf bromeó.
—Oh, no, no hagas eso —pidió—. Prometo que no es dificil aprender a manejarla, podría enseñarte.
Wolf hizo un pequeño gesto, pero no se comprometió a nada. Seguramente, si volvía a intentarlo con la maldita cosa, terminaría arrojandola a la basura sin pensarselo dos veces. Los electrodomesticos, por lo general, no eran lo suyo. Sabiendo como utilizar el microondas, él podía vivir con tranquilidad.
Con sus tazas de café en las manos, se sentaron en la barra, un al lado del otro. Queriendo que el joven se sintiese a gusto, Wolf se entretuvo haciendo preguntas aquí y allá, la mayoría sin demasiado sentido, pero que Nick no tuvo problema en responder. Fue fácil conversar con él, aun cuando podía ver la manera en que se retraía a veces, como si no estuviese acostumbrado a ser el centro de atención de alguien.
Girando su taza suavemente, Wolf aprovechó para decir lo que había estado girando en su mente—. Gracias por ayudarme con lo de mi arresto, me dijeron que fuiste quién intercedió a mi favor.
Nick se quedó en silencio por un momento, mirando sus dedos jugando sobre la madera—. Yo no hice nada, en realidad, fue mi padre quién te ayudó.
—¿Tu se lo pediste?
Dudó, pero finalmente asintió.
—Entonces, es lo correcto el agradecerte a ti por ello. —insistió—. Gracias.
—Debería ser yo quién te agradeciera a ti —lo miró, luciendo tan atormentado—. Si tu no hubieses entrado a ese baño...
La frase quedó en el aire, pero no era necesario que la terminara. Cuando la mirada del moreno bajo, Wolf alcanzó su mano, la cual descansaba sobre la barra, y le dió un pequeño apretón alentador. Su piel era suave bajo su palma, su mano pequeña y con dedos finos, tan delicado y frágil.
—Pero entré —dijo—. Entré y eso es lo que importa, ¿no es así?
Un pequeño asentimiento, sin levantar la mirada.
Con dedos suaves, levantó la barbilla del más joven y le dedicó un intento de sonrisa—. No te concentres en lo que pudo haber sucedido, eso no te ayudará, Nicky —acarició con su pulgar la piel de seda de su barbilla—. Tuviste una experiencia realmente jodida, Caperucita, pero no puedes dejar que esto te arrastre, debes levantarte y seguir o ese jodido imbecil ganará al final. No arruiné mis manos y pasé una noche en prisión para que él gane, ¿verdad?
Nick sonrió debilmente—. No, no lo hiciste.
—Va a ser un camino dificil, ¿si? —apretó nuevamente su mano—. Pero estoy seguro de que tienes muchas personas a tu alrededor que estarán encantadas de ayudarte. Cuentame como una de ellas.
—¿Uh?
Tomando la libreta donde anotaban todo lo que iba comenzando a escasear en el bar, junto con un boligrafo, Wolf escribió rápidamente su numero de telefono. Arrancando la hoja, lo puso en la palma de la mano del moreno.
—Es mi número —dijo—. Puedes llamarme o enviarme un mensaje cuando quieras, ¿si?
—Yo...
—Sé que a veces es dificil hablar de ciertas cosas con tu familia o amigos, puedes llegar a ese punto en que necesitas una opinión externa o un simple consejo. Quiero que guardes mi número, aunque talvez jamás lo utilices, guardalo, porque si una ocasión así se da, entonces quiero que estes seguro de que hay una persona aquí dispuesta a escucharte y ser tu amigo.
Esas largas y espesas pestañas parpadearon, una lágrima bajó por su mejilla—. Gracias.
Limpió la húmedad con su pulgar—. Todo estará bien, Caperucita.
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