Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 23



Entonces... se jodió la cosa.

—¿Estas lista? —me pregunta Ashley.

— Si.

—¿De verdad vas a irte?

—No puedo quedarme.

—Pero tú no quieres estar allá.

—¿Y que más puedo hacer? —refute—. No pienso quedarme un segundo más aquí.

—Soportaste una semana después de que nos llevara a ver a...

—An... —termine por ella—. Puedes decir su nombre. No es como si hubiéramos cometido un crimen.

Bajo la mirada.

—De todas las razones por las cuales imagine volver aquí... —se detuvo pensativa aún sentada en mi cama con la piernas cruzadas viendo cómo me muevo de un lado a otro de la habitación—. Jamás pensé que sería para verla a ella.

Trague grueso.

—Tal vez hicimos mal... —expliqué —. Tal vez no debimos hacer las cosas bajo presión.

—Tal vez... —repitió —. Pero lo hicimos Aura. Y ya no hay vuelta atrás.

— Odio que seamos nosotras las que quedemos como las peores.

—¿No lo somos? —pregunto irónica.

—No somos las buenas, pero...

— Pero nada —me corto —. Lo hicimos ¿no lo ves? Anne era una chica común y corriente, una chica que tenía sus gustos distintos. Sabes que por más de una razón pasó todo. Sabes que Amber influyó, pero ella no nos puso un arma en la cabeza para que tratáramos así a esa chica.

—¿Y crees que no lo se? —bufé —. Todos los putos días me repetía como fue que pasó todo. Como fue que una docena de veces ultraje a una chica que no tenía la culpa de mis problemas de autoestima—removí mi cuerpo incómoda —. Es algo con lo que vivo siempre. Me asusta pensar que mi pasado me pasará factura en cualquier momento. ¿Pero que puedo hacer? —me detuve para mirarla —. ¿Esperar que la vida me de un golpe y me deje tirada? — No respondió, apenas me miro —... No voy a hacer eso. En cualquier momento, la vida me va a golpear de frente. Y voy a estar preparada para cuando pase. Por que si algo tengo seguro es que todo lo qué haces en vida se paga. Sin retorno... —le señale —. Pero tampoco voy a quedarme de pie sin moverme solo por que la perra vida me golpee donde sabe. No espero nada.

—¿Que tratas de decirme?

Suspire cansada.

—Muchos pasos en falso se toman por quedarse parado.

Debatió todo en su mente.

— Suenas como... —frunció el ceño y abrió ojos exageradamente para mirarme con extrañeza —Noah.

—No lo esperaba de ti...

—¿Que mal hice yo?

Rodé los ojos recordando cómo Jack me había dejado en claro que en realidad para el era todo lo que estaba mal en la vida.

—Tengo que recoger mis últimas cosas—ignore su pregunta.

Se quedó en silencio.

Seguí recogiendo mis pertenencias para guardarlas en la maleta.

—¿Crees que Amber lo hizo adrede? —pregunto luego de un muy extenso silencio.

—No lo creo...

—¿No? —me interrumpió.

—Lo hizo—afirme —. Sabes cómo es... no se va a cansar hasta vernos humilladas.

Suspiro.

—¿Que ya no andamos en esas? —entre cerró los ojos.

—Gracias, pendeja. Que buena eres motivando — ironicé.

Pero no respondió con un risa.

Y eso me dijo todo.


Volviendo al campus se me hizo todo más eterno.

Al llegar al campus me extrañe, mis cosas no estaban.

Baje con la maleta a recepción, donde atendía una mujer de edad con cabello corto y tez morena.

—Dorothy... —le llame. Pero estaba ocupada depilándose el entre cejo con pinzas—. ¿Hola? —no respondió —... ¿Hay alguien ahí?...

Dejo de mirarse en el computador frente a ella.

—Otro gato.

—Una hora después —rodé los ojos.

—¿Que no te habías ido?

—Pedí una semana.

—Ah... —me reparo con la mirada como si no me recordara—. ¿Eso se puede?

—... Cuando entras a la universidad sabes que lo único que importa es que apruebes el semestre. A nadie le importa si entras o no a clases.

Hizo un mohín con los labios pintados de un rojo carmesí. ¿Por que las secretarías son las peores en vestirse?

—...Cierto.

—¿Por que mis cosas no están en mi habitación? —pregunté recordando a lo que venia.

La mujer miro a ambos lados.

—Aaaah, eso... —chasqueó los dedos.

Fruncí el ceño.

—Si, eso —enarque las cejas con notorio sarcasmo—. ¿Ya me echaron de la Universidad o que? No me entero de nada.

Me miro extrañada.

—... No... —negó —. Pero si estás sin dormitorio.

—Ah... ya venía pensando... —me detuve en seco —. ¿Eh?

Miro su computadora blanca detrás del mesón de mármol.

—Efectivamente... —pareció leer algo para luego mirarme con el ceño fruncido y una sonrisa extraña—. Hace tres semanas no pagan tu piso...

—Eso no puede ser posible —dije extrañada.

—Si lo dice aquí si —señaló la pantalla con sus uñas largas —. No pagan tu piso desde que llegaste. Solo lo hicieron por los primeros días.

—No es algo que se pague todos los días —bufé. Pero ella no sonrío —... ¿O si?

—Está es una universidad elitista. ¿Que esperabas?

—Que no me tratarán como si esto fuera un hotel —renegué.

—Pues tienes hasta hoy en la noche para buscar donde quedarte... —me miro de arriba abajo.

—Voy a pagar por quedarme aquí.

—¿Tú?

—No debe ser mucho... —rebusque en mi bolso de diseñador mostaza mi cartera. Mierda...

—Son mil quinientos do...

—Por eso digo que mejor busco donde quedarme—le corte cuando noté que lo que tenía no me alcanzaba ni para morirme.

La mujer me miro con pena.

—Te aconsejo que te busques un varón que te pague esto... se que no es fácil salir adelante sola sin ayuda de tu familia.

Suspiré.

— No me cae ni el viento de la rosa de Guadalupe, ahora me va a pagar alguien que me pague el piso de la universidad.

—Lo digo por que... —me miro de arriba a abajo—... Fea, fea no estás.

Lo que faltaba.

—Gracias por el consejo sexista, Dorothy. Voy a conseguirme un Sugar pronto.

Ni siquiera voy a llamar a Ian para saber por que putas decidió dejarme huérfana.

Puedo sola, siempre puede.

El piensa que solo sirvo para molestar y comprar.

Dejé qué pasara la tarde y me dediqué a organizar todo como si no tuviera que buscar donde vivir.

¿Como mierda voy a hacer?

Cuando baje lo escalones por mis últimas cosas noté que todo el mundo en los pasillos me miraba?

—¿Que mierda miran? —pregunté por lo bajo hastiada de ser el centro de atención.

Tuve que inclinarme con cuidado de que mi falda no se levantara por la brisa libre que corría por los pasillos, tome las otras maletas.

Por lo menos tuvieron la delicadeza de guardar todo y dejarlo como lo tenía. Pendejos.

Ellos si saben lo que es admirar la vista... —escuche a una gruñir a mis espaldas cuando me enderece.

Nopuedeser.

Inmediatamente me giré.

No...

—¿Y tú si? —rodé los ojos nerviosa al ver ese par de ojos grisáceos mirarme con cautela, de arriba a abajo.

— Siempre que puedo —sonrío con malicia—. ¿Por que tus maletas están aquí?

—Para empezar... no te importa —dije sintiéndome nerviosa. No lo había visto desde que se fue con Noah —... y para terminar, ¿qué haces tú aquí? — pregunté cruzándome de brazos.

No voy a demostrarle que de verdad me dolió cuando por fin pude abrirme a el, para que me recordara que por culpa de mis miedos probablemente lo perdí.

—¿Que? —enarcó una ceja burlón —. ¿Tengo prohibido verte? —paseo su vista por mis piernas desnudas.

El nerviosismo se apoderó de mi.

— ... ¿Que quieres?

—¿Es un si?

—No necesitas que lo prohíba... —rodé los ojos—, aún así lo harías.

—Cierto... — sonrío y ladeo el rostro. Se veía perfecto con su Outfit de chico Fancy. Unos pantalones holgados color Caqui, una camiseta de mangas largas arremangadas a los codos dejando ver sus brazos tatuados, una cadena dorada, y anillos en sus manos que se le veían a la perfección. Esta exquisito. —. ¿Que te gustan más... mis manos?... ¿Mis anillos o mis dedos? —me pillo mirándolo—. Por que se usar cada uno.

La cara se me encendió, pero lo disimulé rodando los ojos y tragando grueso nerviosa ante su mirada maliciosa.

Algo en el había cambiado tanto, pero mierda... de malo lucia mil veces mejor.

No se cohibía, y eso era...

No se ni que era, pero puta, como lucia bien.

—¿Por que mejor no te callas y me ayudas? —bufé.

Si no hubiera pasado algo entre los dos, hubiera aceptado que Jack habría sido mi Crush.

Pero fue tarde para eso.

No refuto.

Con su intimidate porte me paso por el lado dejándome oler su perfume. Tomo las dos maletas con facilidad y empezó a caminar.

—¡Tú si sabes! —nos detuvo el grito chillón de la mujer tras mesón quien nos miraba con una sonrisa enorme—. ¿Este es el que te va a pagar tu estadía aquí, verdad? — Abrí los ojos exageradamente, queriéndole decir que no siguiera —. Está más bueno que robarse la comida en la madrugada... —evaluó a Jack quien no quitaba su sonrisa—. Pero para ser un Sugar esta joven.

—Dorothy...

—Eres astuta... yo imagine que ya te ibas a meter con un señor de tercera edad, para que no te quedaras en la calle.

No paro de hablar con rapidez, aún cuando la fulmine diez veces con la mirada.

—No era necesario que dieras tantos datos, Dorothy — le sonreí mientras le hablaba con una ironía notoria.

De inmediato entendió.

—Ah... —hizo una mueca con los labios y nos miro con pena —. Es que ya vez... —le di una mirada dura, entonces noto que la había cargado —. Ay no. Si saben cómo soy de habladora para que me buscan— bufo y se concentro en otra cosa.

Para cuando me gire, Jack me miro sin decir nada.

La re mil putas.

Lo había notado.

No espere.

Llena de vergüenza empece a caminar, subí escalón por escalón con los pasos de Jack muy cerca a los míos.

Cuando llegue a mi puerta, todo estaba organizado, y como cosa extraña mi compañera de habitación estaba quien sabe donde con quien sabe quien.

—¿Todo bien?

—Como siempre —me gire para verlo a un lado de las maletas.

—No pareció cuando Dorothy dijo que necesitabas un viejito de la tercera edad...—dijo.

Atrapada, ayudaaa.

—Eso a ti que —bufé.

La luz del día se colaba perfectamente por el ventanal abierto de par en par.

—¿Entonces ahora seremos de esos?

—Debimos serlo desde un principio —ni si quiera se por que tengo rabia con él. Al fin y al cabo fui yo quien mintió.

—Solo quiero ayudar.

—¿A que? —me hice la desentendida apenada.

—No tienes donde quedarte.

—¿Y? —inmediatamente sentí el ambiente tenso—. No voy a esconderme. Puedo solucionarlo, siempre puedo sola.

Asintió pensativo. — ¿Sabes lo que cuesta esto? — no respondí—. Sin ofender, pero si tú papá no te ayuda, ¿como vas a hacer para mantenerte aquí? No trabajas, ¿o si?

Todo lo que dijo fue real. Y odie el sentimiento de darle la razón.

—Puedo sola, siempre pude —dije sin más.

Resoplo aparentemente recuperando paciencia.

—Eres demasiado terca.

—Y tu un mentiroso—dije de inmediato sintiendo el ambiente tenso —. Creo que estamos a mano.

—Trato de ser amable contigo, aún sabiendo que me mentiste —dijo con voz más exaltada.

—¿Disculpa? ¿Te pedí que lo fueras?—pregunté irónica —. No — respondí al ver cómo tensaba su mandíbula —. O es que tengo que recordarte que fuiste perfecto mintiéndome, ¿no es así, Jack Wilder? — lo deje atrás camine y rodee la cama, desde ahí le dediqué una mirada dura—. ¿O debo decir, Jack Thompson?

Su rostro nunca perdió brillo ni malicia. Siguió siendo el.

Sin embargo al relamer su labio me di cuanta que no le había gustado el haber sacado eso.

— Tú puedes llamarme Jack Wilder, Jack Thompson, o papi como quieras... —fue todo lo que dijo con severa decisión.

Negué espantada.

—¿Puedes ser más cínico?

—¿Me estas retando? —respondió burlón.

— Me haces sentir de la peor manera diciendo que yo te mentí —acepté deteniéndome —. Pero cuando tú lo hiciste, no dije nada. Por que yo ya no espero nada de nadie. Y sabía que ponerte en un pedestal era una sentencia para mi. — permaneció serio como si quisiera un Por que —. Por que si, cada que subo alguien a un pedestal cuando se caen la que se rompe soy yo.

Permaneció callado.

Se cruzó de brazos dándome una vista bellísima, sus brazos su figura, todo de el estaban iluminados por la luz del sol y...

La Biblia, piensa en la Biblia.

—¿Yo te hice sentir mal? —pregunto en un tono más bajo.

No respondí.

El más mínimo movimiento en falso, y va a notar que de verdad empezó a importarme.

Y no quiero eso.

—¿Por que me mentiste?

—¿Crees que me gusta ir por ahí con un apellido tan jodido? —bufo.

—No veo que a los demás les importe.

—No soy los demás, Aura.

—Eso no quita que me hayas mentido.

Se removió el cabello y suspiro.

—No es tan sencillo— admitió —. No es lindo ir por ahí, y ganarte las cosas a partir de algo que solo ha hecho daño.

—¿De que...?

—Por que cuando mi mamá murió, el único que estuvo fui yo— me corto —. No hubo, Noah, no hubo Nate, no hubo nadie con ese apellido que estuviera conmigo. Sabiendo que lo único que necesitaba era estar lejos de una persona que me culpaba de algo que sabía que no había hecho — me dejo fría—. Por años.

De repente me sentí pequeña.

Entonces lo entendí.

El no quería aceptar que su familia, su única familia en realidad era una farsa, una mierda. Y era notorio, ellos eran los mismos hombres llenos de escándalos, pero también eran los que demostraban y desprendía perfección.

Una perfección que se ve agrietada en Jack.

Una perfección que se veía falsa.

Se veía ahora.

—Jack yo no... no sabía...

—No—me corto de inmediato —. Tú no sabes nada, y aún así me juzgas.

Trague grueso.

Por que si tenía razón.

—Sabes que no fue un motivo válido.

—Tal vez no... pero pasó, y no puedo hacer nada para remediarlo.

Se acercó a paso lento.

—¿Por que lo dices?

—Por que me miras como si quisieras matarme.

—Pues tú te lo buscaste, pendejo — Dije sería.

El no dejaba de sonreír. No entendía cómo era que a pesar de toda la mierda que había vivido, lo hacía a la perfección.

— No te entiendo una mierda —bufo una vez estuvo frente a mi.

— Descuida... — dije tranquila —. No tienes que hacerlo.

—¿Sabes que es lo peor de toda esta mierda?

Puse los ojos blanco.

Dio unos dos pasos más que me obligaron a levantar el mentón para mirarlo directamente a los ojos.

— ¿Que?

—Lo peor de todo esto, es que te sigo eligiendo aún en los días en los que no nos entendemos.

Me dejo fría.

Confundida.

Encantada.

Apendejada.

Y todo lo que termina en ada.

Mierda.

¿Desde cuando?

No soy así. No soy de las chicas que les dicen algo lindo y sonríen como pendejas.

Per entonces me encontraba así.

Sonriéndole como pendeja a el.

— Es que no puedes estar y después no estár —negué con la cabeza —. O te quedas o te vas, o todo o nada.

Asintió.

—¿Por que?

—¿Como que por qué?

—Debe haber una razón —me reto con la mirada.

La cosa era que ya no tenía paciencia. Conocer a Noah no había servicios de mucho.

Lo culero se pega, confirmo.

—Serás menso — bufé.

Dio otro paso más cortándome la respiración.

—¿Hay otra razón?

—Por supuesto que la hay —deje caer mis brazos a ambos lados.

Mi rostro le dejo en claro que yo no la pasaba tan bien como el.

—¿Por que? —volvió a preguntar con gracia.

Apreté las manos a mis costados.

—¡Por que te quiero conmigo, carajo!

Perdió la burla en su rostro.

Y yo la sangre.

¿Que mierda acabo de admitir?

Inmediatamente una extraña sensación me abarcó el estómago.

Es decir: quise caer en la desmayacion.

—Voy a solucionar tu estadía aquí—dijo después de un incómodo silencio.

Soy una pendeja.

Siempre me tiene que gustar alguien cuando ya pierde total interés en mi.

Por que eso fue lo que pasó.

Acabo de admitir que me gusta, que lo quiero, y decidió irse.

No dije nada al respecto.

Me di la vuelta y empecé a desempacar las maletas que faltaban. Ni si quiera se por que lo hago, el momento fue tan raro que empecé a actuar sin razón.

Con un dolor punzante en el pecho me dediqué a eso.

Sin embargo sentí como una enorme mano tomó mi brazo y me hizo girarme con brusquedad.

Paso tan rápido que no me dio tiempo de gritar.

Pasó mucho más rápido.

Sus labios se estaban moviendo sobre la míos.

Pero fue distinto.

Me besaba con ese no se que...

No un beso para callarme.

Un beso cargado, cargado de todo lo que había pasado entre los dos.

Un beso muy cargado de mucha adrenalina. Mi corazón se aceleró, y mis piernas empezaron a fallarme.

Ni si quiera voy a negar que no quería separarme.

Me atrapo con sus manos poniéndolas a ambos lados de mis caderas para atraerme a él.

Sentí tensarme.

Necesite aire, y lo busque separándome.

—... Me heriste... ¿que te hace pensar que tienes derecho a hacer esto? —me queje sin querer que terminara de acariciarme con sus labios.

El lo notó.

—¿Quieres que pare? —murmuro.

No respondí, eso lo hizo ensanchar una sonrisa. Una sonrisa hermosamente caótica.

—¿En que parte exactamente? —preguntó.

—Parecerme a Noah—respondí sin titubear—. Eso fue bajo.

— No mentí.

Auch.

—Primera vez... —ironicé —.  Parece que eres experto en mentir.

No lo negó.

Sonrío ladeado.

—Soy muy bueno en eso —miro mis labios.

—Lo noté.

— ¿Que notaste? —murmuro cerca de mi oído.

Trague grueso.

— Que sabes herirme—admití —. Pero que no soy pendeja. No voy a dejar que sigas haciéndolo a tu gusto.

— ¿A mi gusto? —enarcó las cejas y me miro burlón, con ese dejo de malicia. Demasiada, tanta que sentí mi cara arder, mi cuerpo tensarse sintiendo su agarre aferrarse a mi cadera  —... No sabes nada de mis gustos — poso una mano en mi barbilla rozando sus anillos sobre mi piel.

El roce me hizo sudar.

Literalmente.

Sentí una gota fría correrme por la frente.

—¿Te gustan mis manos, verdad? — sonrío al ver cómo me quede mirando sus dedos—. ¿O son mis dedos?

—No dije que me gustara—murmure.

—Me encanta verte sudadita— miro mi frente para luego concentrarse en mi mala respiración.

— Eso no me...

—¿Quieres saber por que te compare con Noah? —pregunto ahogando mi pregunta.

—No me escondo.

—No es algo que pueda decir.

—¿Eh?

—Tienes que sentirlo.

—¿Como que?...

—¿Te muestro? — no me dejo terminar.

No es normal sentirme así. El corazón se me mueve muy rápido.

Hace dos días busque en Google: ¿Es normal que un pendejo me haga sentir tan extraña?

Pero no tuve respuesta.

No quise demostrarlo.

Me di la vuelta como respuesta.

Sabía que jugaba conmigo. Así que no le di gusto. Empecé a sacar las cosas sin moverme del lugar.

No lo sentí irse.

Fue peor.

Sentí sus dedos rozar con mi nuca.

Me alerté.

Pero no me dio tiempo de refutar.

No se si fue el cosquilleo que sentí, los nervios gustosos o ese fuego trémulo que me hace sentir. Pero permanecí inmóvil. Tensa, sintiendo sus dedos acariciar esa zona sensible.

No espero mucho para acariciarme el cuello con sus labios. Me tomo desprevenida, tomando mi abdomen para pegarme a su tórax.

Gire mi cuello para verlo.

—¿Que mierda?... — me detuvo besándome.

Mis mejillas se incendiaron cuando volvió a atacar mi boca a su gusto, besándome lentamente.

Tan lento y pausado, que no quise parar.

No quería, a la mierda.

Siguió haciéndolo con tal perfección que mis piernas me fallaron.

En eso tomo un puñado de mi cabello de manera demandante para separarme de sus labios, me hizo girar el cuello y volvió a besar mi cuello. Sentí su cuerpo duro, su respiración chocando con mi oído.

Sentí mis piernas débiles.

Mi cuerpo entero reaccionó a el.

Su mano apretaba mi abdomen, subiendo hasta la altura de mis pechos. Mis nervios se alertaron, las piernas quisieron fallarme, para cuando lo noté tenía los ojos cerrados, la respiración mala y el juicio nublado.

El no se detuvo.

Su lengua pasó por mi cuello libre.

Me hice atrás vi cada lamida y succionada de parte.

No podía sentirme más bien.

En eso se separa completamente. Reaccione.

Se había detenido.

Sin embargo no fue para irse.

Mi cabello estaba suelto.

Pero el hizo una coleta de este, mi cabeza se movía de un lado a otro. No era nada delicado.

Eso me prendió.

Jack lo noto. Pues cuando volvió a besar mi cuello, esta vez con mucha más ansia. Esta vez mi cuerpo reaccionó distinto. Se me erizaron todos los vellos. Lo hacía de manera ruda, pero sabía respetar, mi cuerpo se sentía jodidamemte bien. Tanto así que deje irlo a un lado.

Jack no espero mucho para tomarme del cuello enderezando mi cabeza para que el siguiera devorando mi cuello.

Si así besaba no me cabía imaginarme como...

Subió una de sus manos para enroscarla en mi cuello.

Ah... —deje salir en medio de un suspiro.

— ¿Te gusta?

—... Si.

mis piernas no dieron para más. Jack lo noto pues retrocedió hasta sentarse en el borde de la cama.

Empujó mi cuerpo y tomó mis caderas hasta posicionarme encima de él.

Sus labios tocaron los míos de tal manera que el contacto se sintió muy bien, mientras con una mano libre tomaba mi cadera.

Si seguía así sabía cómo podía terminar esto.

Pero no tenía fuerza de voluntad para detenerme.

Era demasiado bueno besando.

—Se supone que tenías que responder una pregunta—dije entre suspiros.

Me miro a los ojos lleno de lujuria.

—¿Que era? —murmuro miramos mis labios.

—Me comparaste con Noah...

Casi rueda los ojos.

—Está es la razón.

—¿Cuál?... —fruncí el ceño.

No me respondió con palabras.

Tomo mis labios y volvió a besarme con fuerza, mi cadera le perteneció pues hizo un fuerte apretón que me hizo sentirlo. Literalmente sentirlo duro en mi entre pierna.

Mi rostro se calento.

—Está es la razón —gruñó sobre mis labios.

Mi cuerpo de tenso de arriba abajo.

—No... —iba a decir algo pero me hizo tragarme un gemido al sentirlo más. Apretó más mi cadera en su entre pierna.

—Te dije que era algo que tenías que sentir.

Ahogue otro gemido.

—¿La sentiste?

—Si—asentí en un suspiro —. Pero...

— ¿Lo entiendes? — pregunto. Pero no me dio tiempo de responder —. Celos.

—¿Eh?

—Estaba celoso... ¿Y que?

El ambiente no podía tensarse más.

Eso lo empeoró.

— No entiendo por que —admito intento calmar mi respiración —. No hay nada entre el y yo. Y no lo habrá.

Relamió sus labios.

— Voy a solucionar tu estadía aquí... —repitió cambiando de tema. Jack me tenía atrapada, siendo escasos los centímetros los que nos separaban.

El ambiente se había tensado aún más.

No había sido correspondida. Y mi orgullo era del tamaño de la galaxia. No iba a rogarle.

—Ya mejor admite que te importo —murmure tragando grueso mirándolo con miedo a sus ojos grises. Un gris único en todos los sentidos.

—No lo hago por eso —negó con un cinismo hiriente.

—¿Entonces por que lo haces?

Me miro los labios y sonrío.

De inmediato esa tensión se dejó ver palpable entre nosotros.

El no se movía.

Y yo tampoco.

—Por que también te quiero... conmigo—admite sereno. Tan sereno que no se si lo dijo en serio.

Mi corazón se aceleró apenas lo por decirme eso.

De lo más ocurrente que pude decir, de todo lo que existe para decir después de que la persona que te gusta, admite quererte yo dije:

—Así que... se jodió la cosa —mis ojos abandonaron sus gruesos labios por un corto segundo.

—¿Eh?

— Es que odiarte no me sirve — negué sería —. Y quererte puede destituirme.

—¿Por que lo dices?

— Por que eres la única persona que ve mi lado más susceptible—admití.

—Eso no es malo—negó con la cabeza.

—No para ti.

No lo negó.

Con las piernas temblorosas me baje de su regazo.

No dije más. Y el tampoco.

No iba a hacer de esas personas que arreglan sus problemas con sexo. Y el lo sabía.

Lo más difícil de aceptar es que se había vuelto a ir. No dijo a donde, no dijo si volvería, solo se fue.

Y eso me asustaba, por que cada vez me gustaba más.

Mierda...

Jack

Habían osado horas desde aquella conversación con Aura en su dormitorio.

No iba a dejarla tirada como el cutre de su padre y los infelices de sus amigos. Ni siquiera sabía porque estaba haciendo esto.

Me baje del auto lo más rápido que pude mientras dejaba el celular en uno de los bolsillos delanteros del pantalón.

Subí y apenas crucé la puerta lo encontré a él.

—De verdad espero que sea importante—bufo a penas me vio.

—Es lo más entretenido que te va a pasar desde que no eres el centro de atención.

Ensanchó una sonrisa retorcida.

— Siempre lo soy.

Camine hasta estar frente a un ventanal.

Mire la ciudad entera. Parte de Manhattan debajo de mi calzado. Tenía una vista completa, aún el sol dejaba ver el verde del Central Park y los autos pasar por las transitadas calles.

En fin, New York.

— Y que tal —debatí la tensión que había entre los dos —...¿Que te parece?

—¿Estas diciéndome que me trajiste hasta esta posilga... para preguntarme qué me parece? —pregunto poniendo mala cara.

— ¿Para que más te llamaría? —le respondí burlón.

—No tengo tiempo para esta mierda... —se quejó.

—¿Por? —pregunté sonriente.

—Que—enfatizó.

—¿Eh?

—Te importa —dijo de mala manera.

— Solo me interesaba que lo vieras.

—¿Para?

Rodé los ojos.

—¿Que acaso no puedo preguntarle a mi primo favorito el departamento que compre cerca de la Universidad?

—Ya suéltalo —bufo sin paciencia—. Tengo que organizar una puta fiesta, a la que no se por que vas a ir —me señaló —. Y más te vale que te bañes y te vistas bien, por que te echo de una patada del culo.

Le sonreí.

— Noah, de verdad eres cabrón... —me burlé —. ¿Si notaste que nos vestimos casi igual? —señale su parecido atuendo. La única diferencia era que el llevaba unos pantalones grises.

— Pobre pendejo —miro a el techo blanco —. Me prometiste sangre. No mostrarme un departamento.

—¿No puedes estar dos segundos sin ser tan cabrón?

Se quedó callado por un corto tiempo, luego miro su reloj.

—Listo — me sonrío —. ¿Para que mierda me hiciste venir aquí? —pregunto apretando la mandíbula —. ¿Que no ves que te detesto, me aburres y me desilusionas cada vez que respiras?

Abrí la boca para responder.

—No por supuesto que no lo ves. Es que eres bien bruto —rodó los ojos hastiado.

—Se exactamente que no podemos estar más de dos segundos en un lugar solos los dos por que terminamos diciendo lo peor.

Lo vi en su rostro.

No quería estar aquí.

Convencerlo fue sencillo. Solo tuve que nombrarla y vino. Eso me conformo todo.

—A lo que me trajiste.

—¿Te gusta este lugar? —pregunté.

Miro el piso de arriba abajo.

—Es lo más simple que he visto en mi vida.

—¿Si notas que es un Pet-House?

—Pero es el de pobres — frunció ceño.

Rodé los ojos.

—Tienes el gusto más caro que he conocido —dije entre dientes.

—No me gusta, muy simple para mi gusto —miro la sala vacía con vista a gran parte de Manhattan. — Si lo que quieres es comprarme necesitas a Kyle Jenner para eso. O como mínimo una Doja Cat —dijo —. Y me hago el difícil hasta con ellas, así que no esperes mucho.

—No me interesa comprarte. ¿Para que? Si andas de puto reglándote gratis.

—¿Puto yo? —me miro mal—. Eso si jamás.

— El punto era...

—No me gusta, fin —me corto.

—Perfecto.

—¿Eso es todo? — abrió los brazos sin paciencia —. Esto pudiste haberlo dicho por otro lado o yo que mierda se —se quejó enfurecido —, tuve que dejar de hacer cosas que si importan, solo para que me mostraras un departamento.

— Eres mi primo favorito —mentí sonriente —, quería tu opinión y además, siempre estas cuando nadie te necesita.

— Ni modo de decirte que lindo, por que estás bien feo—se burlo—. Pero sabes que no me trajiste a eso.

—¿Para que más?

Escaneo el lugar y luego a mi.

Cuando hacía eso sabía lo que venía después.

Noah pensando era el mismo diablo tomando decisiones.

—Ya que eres pendejo, y se que no vas a aceptar nada antes de provocarme para verme salir de aquí botando fuego por los oídos...

—Ah, no... —le interrumpí—. Por los oídos no —le corregí —. Por el culo si.

—Nadie me ha hecho llegar a ese nivel de colmar mi paciencia.

—Sabes que si.

Para cuando lo noté ya ambos nos retábamos con la mirada, y el ambiente se tornaba más tenso.

—Como sea —admitió casi rodando los ojos —. Ahora si dime, ¿porque le pusiste este departamento a tu diversión de verano aquí? — pregunto burlón.

Contraigo los músculos intentando contener la rabia que me da oír esas palabras.

— Te traje como excusa—admití serio.

—¿Y crees que no lo noté?—pregunto decidido. Como respuesta a su misma pregunta sonrío burlón.

—De hecho por eso lo hice —enarcó las cejas, ya había captado su atención —, está es la solución de mis problemas. Le pediré que se mude aquí.

Pareció procesarlo.

El ambiente se jodio más.

Ya no sonreía como antes.

Mantuvo su postura de patán —¿Es en serio? —pregunto con burla.

Pero a mi no me hacía gracia que le divirtiera.

— Lo de Aura y yo es muy enserio ahora—explique —. Quiero que lo sea.

Su mirada había cambiado completamente.

Ya no me miraba sin paciencia.

Entre los dos había aparecido ese dejo de reto y odio que escondíamos frente a los demás.

O por lo menos si yo.

Permaneció en un silencio denso. Abrumador, y jodidamente raro.

— Antes de subir al Jet la encontré —dijo en un suspiro fingido. Miro el lugar com sumo detalle. Para terminar posando su mirada retadora en mi —... ¿Te lo dijo?

Eso me hizo tensar la mandíbula.

— Será mejor que te apartes.

— No le dije nada—aclaró —, no te preocupes, eso no me incumbe—vacilo en volver a hablar. Pero cuando lo hizo me miro decidido —. Pero deberías hacerlo, ya ha pasado tiempo, ¿no crees?

— Las cosas van bien, ahora están menos complicadas que en el principio—contraataque —, así que, por primera vez has algo que no tenga que ver contigo. Y déjala en paz.

—Eso sería imposible —se alago.

— Solo te pido que te alejes —demande serio —, y algo de discreción con el asunto.

Para cuando lo noté el también tenía la mandíbula tensa. Los brazos se le marcaban por debajo de la camisa. No me intimidaba, su altura era muy parecida a la mía.

Relamió sus labios y dejó de mirarme con burla.

— ¿Que tan bien van?—dejó salir una sonrisa retorcida —. ¿Van tan bien que tienes que ponerle un departamento para vigilarla?

— No es la razón.

Negó.

—¿Entonces cuál es?

—No te interesa.

Suspiro con dramatismo.

Lo mire serio. Eso lo hizo ensanchar una risa malévola.

Enarcó una ceja mientras se quedaba reparándome con una ceja enarcada.

Eso me hizo imitarlo.

Cuál de los dos sea más culero.

— Si tanto necesitas marcar tu territorio, deberías solo orinarla—se encogió de hombros —, no gastarte millones de dólares en un departamento para vigilarla.

Eso sonó como una amenaza.

Relamí mi labio inferior le ensanché una sonrisa igual, o quizás más retorcida que la de él.

— No quería decirlo así pero—murmure ladeando el rostro para mirarlo amenazante —.Te quiero lejos de ella—eso salió de mi con tal amenaza en la voz que incluso Noah inclino la cabeza atrás ligeramente —. Lo digo enserio. Mantente alejado de ella. Se perfectamente lo que quieres, lo que buscas. Vuelves a hacerlo y lo vas a lamentar.

Obviamente lo esperaba. Sin embargo sus facciones se endurecieron.

—Huele a Karma — sonrío con malicia —. Siempre fuiste egoísta —volvió a endurecer la mandíbula —. Tú único defecto, ¿no es así? —enarque las cejas—, no estás dispuesto a compartir nada, ¿cierto? —de improviso, los labios de Noah se curvaron en una sonrisa excepcionalmente maligna—. Por suerte Aura no lo es. Es más generosa, ¿no te hablo de la vez que dejo a su novio para venirse conmigo? —fruncí el ceño —. Venirse, en todo el sentido de la palabra—sabía que lo decía por fastidiar —. Ah, también el día que me siguió, y como en un cuarto de limpieza por poco entrega a mi allí mismo.

—Puedes irte directo a la mierda —bufé sin creerle.

—No miento —dijo sereno.

—Lo haces hasta contigo mismo, por que sabes que ella solo te ve como un pendejo ególatra con dinero.

—No miento, o por lo menos no cuando se trata de algo nada importante. ¿O debo decir sin importancia? —no respondí —. De todos modos tú culito de verano me incita a portarme mal. Después de todo, creo que le gustan los malos. Los verdaderos, los que no tienen que fingir ser buenos.

Lo contemplaba fijamente tentando no descontrolar mi respiración.

— Te equivocas respecto a ella —dije calmado —. Ella es fuerte, astuta y jodidamente inteligente. Lo suficiente para darse cuenta que no vales la pena. Para nadie.

— Solo en algo tienes razón —acepto —. Crees que solo es astuta y dócil. Como cierta persona que no voy a mencionar, por que si lo haces te arranco las bolas—amenazo —.  La cosa es que ella... no es lo que piensas. No es tu tipo en absoluto. A ti te gustan santurronas. Ella... Tiene ese espíritu libre y ese fuego trémulo en su interior con los que tu no sabrías que hacer.

—Y supongo que tú si —le sonreí con maldad.

—Mira tus mierdas y soluciona tus problemas—bufo —. Por que a mi no me vas a tratar como si fuese un tercero. Soy todo o nada, una oportunidad. No soy lo que sobra.

—Ambos sabemos que el papel se te da.

—Sabes que si me gustara en realidad ya no habría un tú y ella.

—¿Se te dio bien antes? —enfaticé con tanta veracidad que lo deje en frío—. Eso pensé.

Había sido uno a uno.

Lo mire unos segundos, y salí del lugar son saber por que había actuado así.

No sabía bien que me pasaba con esa chica que me hacía actuar como idiota.

Lo peor es que Noah ya lo había notado.

Y eso no era mal para el.

Pero si para mi.

No se iba a quedar así.

Sin embargo sabía... que Noah no iba a permitirlo.


Aura

¿Donde carajos estaba Jack? Dijo que llamaría y después de esa conversación que tuvimos hace horas no e dejado de pensar en eso.

—¿Lista para la noche de tu vida?

—Va a ser la noche de mi vida cuando tenga una fortuna asegurada — grite mientras tomaba la máscara.

—¡Sal ya! —grito Madison—. Llevo horas esperándote.

Retoque el labial carmesí y me mire por última vez.

Mi rostro lucia distinto.

El maquillaje era más fuerte. El delineado delgado y las sombras cafés me daban un taque Brown. Sin embargo los labios rojos era lo que me dediqué más en resaltar.

Que me vaya del carajo en el amor, no significa que me voy a ver destrozada.

Esa no es Aura.

Lo peor que puedes hacer es demostrarle a los demás por lo que pasas, los monstruos se alientan del miedo.

Y la gente siempre termina siendo una mierda, y no necesito más desastre en mi vida.

—No apresures a la perfección— respondí tranquila.

Mire mi vestido largo de Tull amarillo, se ajustaba lo suficiente a mi cintura para darle ese aspecto de corset, mis pechos se dejaban ver lo suficiente, no parecen míos se ven redondos y grandes por lo ajustado del vestido. Lo convine con una pequeña chaqueta negra que lo cubría mis hombros y muy poco de mi espalda. Los guantes eran negros, junto a una Pandora plateada que combinaba con la máscara que llevaba en la mano. Los zapatos con tacón alto eran delgados muy finos.

Madison me ombligo a usar esto, pero en cuanto lo vi supe que me iba a ver genial.

Sonreí escondiendo todo.

Y salí del baño, o de lo que quedó de él. Todo un desastre luego de cambiarme.

—¡Sal ya! ¡Tú compañera de cuarto me asusta! —grito mirando a la chica vestida completamente de negro quien la veía con odio.

No fue eso lo que me sorprendió.

Me sorprendió su vestido.

Era del mismo color. El mismo largo, Solo que distinta forma, el suyo caía en cascadas dejando ver su tacón fino delgado. También llevaba una chaqueta, a diferencia de la mía esta era de plumas, más llamativa. El maquillaje era sutil, sus labios también iban de rojo, un rojo menos cargado.

Al verme quedó muda.

Me miro de arriba a bajo.

— Valió la pena las dieciocho horas de espera —dijo sonriente.

Le sonreí decidida.

—No te preocupes por ella —señale a mi compañera de piso—. Es rara un cien por ciento del tiempo. Solo lee, me ignora y escucha música, y también me ignora—dije mientras buscaba un sobre pequeño dorado para guardar lo necesario.

Cuando mire a Madison tenía cara de espantada.

—Vámonos antes de que me mate — se levanto del borde de la cama.

—¿Vas a ir... Caroline? —le pregunté a la chica vestida de negro.

Rodó los ojos y me ignoró.

Le devolví el gesto y di un paso pero entonces hablo, me hizo detenerme. Si esa chica ha cruzado más de tres palabras conmigo es mucho.

—¿Tengo cara de querer estar con cuatro idiotas ego maniacos? —bufo para mirar su teléfono.

—¿No te invitaron, verdad? —Le pregunto Madison.

La chica la miro mal como repuesta. Bueno, mal no, la estrangulo.

—Ahora si me va a matar... ¿nos vamos? —me miro asustada y salimos al solitario pasillo.

—¿Pides un taxi?

—¿Para que?

—¿Si viste como luzco? —me detuve viendo cruzamos el campus—. Me veo muy diosa como para caminar.

Mire a mi alrededor noté a varias personas vestidas de la gala específica.

—¿Quien dijo que íbamos a caminar? —pregunto sonriente aún sin usar la máscara.

—Buen contexto, please.

Rodearme con los Thompson solo ha traído problemas, y desgracia a mi vida —admitió relajada—. Pero también lujos.

Seguido de eso apareció una limusina blanca que hizo girar la cabeza de todo el mundo a nosotras.

La mire detenidamente.

Y lo entendí.

El chofer vestido de traje se bajó a abrirnos la puerta.

Ella hizo una seña para que entrara. No lo pensé dos veces, entre y seguido de eso sentí como ella hacía lo mismo.

El interior me pareció lo más ostentoso que había visto, los asientos eran de cuero negro tenían unas iniciales de la perdición: T A en letra corrida, y paredes de un blanco que contrataba con una luz led azul.

Lo que me sorprendió mas que todo fueron los dos chicos que venían.

Gracias a que no tenían máscara los reconocí.

Adam luciendo un traje tres piezas blanco, y Nate uno completamente negro.

Lucían igual de bien como siempre.

Por alguna razón me tense.

Ambos nos miraban sin decir palabra alguna.

—Solo para aclarar... —habló Adam con paciencia y confusión —... ¿Quien de ustedes es Aura? O sea la madre de mis futuros diez hijos.

Rodé los ojos.

—¿Y a ti quien te dijo que yo quería tener diez hijos? —respondí siguiéndole el royo.

Entonces me miro y sonrío abiertamente.

Adam siempre se ve rico, amén.

— Siempre puedes tragártel... —se cortó cuando Nate le propinó un zape.

—En el idioma normal; quiere decir que se ven bellísimas—le corrigió —. ¡Y que vamos tarde! — exclamó gritándole al chofer.

Con ese tono fuerte y decidido, el chofer aceleró.

Adam sirvió bebidas y para cuando lo noté ya estábamos bebiendo. El ambiente estaba muy tenso, Madison apenas hablaba, ya tenía la máscara puesta, la suya combinaba, lo raro era lo muy distinto que actuaba a cómo se comportaba conmigo. Nate no decía nada, y Adam como siempre hablaba hasta por los codos.

— Llegamos —dijo Adam—. Y lo más chistoso es que Noah nos va a cortar las bolas por llegar tarde.

El Hotel Empair estaba iluminado de arriba abajo. Luces salían del lobee, gente entrando con vestidos costosos, caminando sobre una alfombra que daba paso a la entrada y un par de guardias con una lista.

—¿Por que es chistoso? —fruncí el ceño.

—No vas a tener hijos después de todo —dijo Madison al fin.

—Yo les pongo tu apellido —me miro sonriente.

—Adam esta ebrio, y no son ni las doce —se quejó Nate.

La puerta se abrió.

— Nos vemos dentro, y tal vez Noah me maté por esto, pero sólo se vive una vez a si que a la mierda —dijo con rapidez.

Lo siguiente no lo espere. Dejo un corto beso sobre mis labios y salió corriendo.

—Idiota—bufé por lo bajo mientras los veía bajarse para caminar con rapidez.

Los perdí de vista rápidamente.

Mire a Madison quien lucia menos tensa. No debo ser experta para notar que se trata de Nate y ella.

¿Que habra pasado entre ellos?

Ella ajustó su máscara detrás de su cabeza y acomodó su cabello.

—Los hombres siempre van a ser idiotas—me sonrío.

Una mano se extendió en su dirección, la tomó y salió decidida.

Tome un largo suspiro y tome la máscara para usarla tomándola del mango delgado.

Me veía irreconocible, definitivamente iba a aprovecharlo.

Cuando tome la mano del chofer, me permito notar que Madison traía guantes largos hasta llegar a sus codos, del mismo color del vestido.

Extrañe a Ashley. Sin embargo le sonreí.

—Bien por ellos.

Lo pensó, pero entonces camino sobre la alfombra en dirección a la multitud. Las miradas rápidamente pasaron a nosotras.

Eso no me gustaba, ya no.

Ellos me hicieron odiar la atención.

Pero se que puedo convertirlo en algo bueno.

Camine bajo las miradas hasta estar en frente a los guardias.

—Tú nombre—dijo el hombre de cabello canoso.

—Aura.

El pareció buscarlo en una lista tras una tarima pequeña que lo hacía verlo más alto,  mientras Madison permaneció a mi lado.

— No estás en la lista.

—¿Que?

— Busque como Aura Hasthings —le dijo Madison.

El hombre lo hizo pero terminó negando con la cabeza.

— Tampoco.

—Aura Cornelia —dije entre dientes.

El hombre escuchó y buscó, pero volvió a negar.

—No.

— Aura Cornelia Hasthings Rouse— volví a decir.

Negó con la cabeza.

— ¿Quien le dio esa lista? —Pregunto Madison.

—Noah Thompson.

—Lo que faltaba —rodé los ojos.

—¿Que pasa? —me miro preocupada.

—Noah hizo lo de la lista.

—¿Que lista?

—¿Que no lees? —bufé, pero no respondió  —. Hay personas que leen libros en una plataforma y hacen escenas fakes. Seguro lo saco de ahí, o vaya a saber Dios de donde... Maldito.

—¿Que quieres decir con eso?

—Que hacen que la gente se queje —se quejó el hombre delgado frente a nosotras señalando la fila que se había formado.

—Significa —enfaticé mirándolo mal —... Que me agrego a la lista con un insulto—bufé cruzándome de brazos para mirarla.

—A ver...

—¿Que?

—Dime un insulto que te haya dicho.

—No voy a...

—¿Vas a quedarte afuera sola?—me interrumpió.

—Soy la pendeja—dije entre dientes.

No se me escucho pes el tipo hizo un ademán raro.

—Que es la pendeja dice—dijo Madison.

—No es así—volvió a negar el hombre.

Rodé los ojos.

—Maldito idiota —bufé.

—¿Como dijo?

—Culo flácido.

—¿Te dice eso? — pregunto Madison horrorizado, voltee los ojos como respuesta —. ¿Por que no lo has abofeteado con un ladrillo?

—Abofetearlo no sirve de nada —bufé u mire mal al hombre —... Además ... Ya lo hice —admití entre dientes —. Y no funciono. A el hay que castrarlo.

El hombre se aclaró la garganta mirándonos por encima de los lentes diminutos.

—Adelante —dijo.

—Yo soy Madison y no pienso auto-insultarme para que me dejen entrar—dijo decidida para tomarme del brazo y guiarme a la entrada.

Camine a su paso mientras me deslumbraba con el lugar.

El lobee había sido reemplazado por un lugar sacado de película.

Ostentoso.

Lujoso.

Extravagante.

Todo gritaba ese apellido que me ha estado atormentándome.

Thompson.

Una música que no reconocí se escuchó de fondo. El lugar se iluminaba con una luz amarilla que se mezclaba con rojo. De los costados caían telas enormes rojas, y negras. El piso era una alfombra que lucia más cara que mi propio vestido. Y el maldito ambiente gritaba; lujuria.

Todo lo formaron con lujosos candelabros y plumas en floreros enormes, mujeres vestidas de traje y hombres con champán en bandejas que parecían plata.

Todos con máscaras.

Ninguno reconocible.

— Pero-

—Bienvenida al verdadero mundo de los Thompson—dijo Madison al verme enmudecida.

¿Quien verga hace una fiesta para recaudar fondos así? ¿Y un par de universitarios?...

Algo no va bien.

—Y justo en este momento te das cuenta que una fiesta en los Hampton en realidad no es nada, cuando se trata de ellos —murmure.

—Quiero comida — dijo distraída.

—Pero acabamos de llegar — la mire rara. Me dio una mirada dura.

—Es comida, ¿Por que juzgas?

—Hasta razón tienes. Tráeme algo.

Asintió y se fue.

En eso pasó un camarero tendiéndome unas copas.

Tome una y el hombre sonrió.

Entonces se me ocurrió quitarle la pequeña bandeja, pare terminar entregándole una sola copa.

Me miro raro y se fue.

Empecé a beber como si no hubiera un mañana.

Para cuando Madison llego ya me había terminado dos copas.

—Amenace al Dj para que pusiera un temazo— dijo fuerte.

Le tendí una copa y deje la bandeja a un lado.

—¿Cuál?

No respondió.

La canción me hizo sonreír de oreja a oreja. Need To Know de Doja cat.

Al escucharla no puede evitar cantarla a todo pulmón.

Madison me acompaño.

En la estrofa más sucia la cante más duro adrede.

La chica a mi lado empezó a grabarme al ver que no me equivocaba en ninguna palabra.

— ¡Voy por algo fuerte, esto se puso bueno! —grito cuando se acabó la canción.

Volví a estar sola entre toda la gente que se movía de un lado a otro.

Noté que las personas miraban sus celulares con asombro, y no pasó nada de tiempo para que la misma notificación que me ha causado escalofríos me alertara a leer.

Hola, hola.

Aquí su fuente más confiable de vuelta a la Elite de Manhattan.

Nótese, el hotel Empire, hotel del linaje perteneciente a los chicos que nos han traído las bragas y la paciencia por los talones. Se está dando el baile donde no falta el desastre.

Un baile de máscaras dado por los cuatro hombres de las tinieblas.

Se aproxima la media noche, sabemos lo que pasa aquí; se dice que el Dark boy y el Golden boy se disputan una chica.

¿Cuál de las enmascaradas será?

Estaremos aquí por si cambian de opina y deciden compartir.

xoxo

Lo que faltaba —bufé para mi misma.

De pronto el lugar se me hizo pequeño.

Así que decidido subir a la punta del empire, donde habían pocas personas hablando.

Sabía que no quería estar aquí. Pero tampoco sabía cómo iba a hacer para quedarme. Y es que si llamaba a Ian sabía lo que pasaría; no obtendría respuesta alguna.

Lo había decepcionado hasta tal punto de que la mano que me había tendido la guardo en su bolsillo.

Iba a ser difícil.

— Todavía no me explico cómo cabe ese culito en ese traje.

No tuve que voltear a mirar, sabía de quien se trataba.

—Jodete Noah.

—Te estoy dando un pendejo cumplido—habló esta vez más cerca a mi oído.

—¿Diciéndome plana? —rodé los ojos.

—Diciendo que se te ve bien el trasteo—murmuro con la voz ronca.

No me toco y aún así me puso nerviosa.

—Es el Tull idiota.

—Y encaje también... pero no se te ve tan mal.

Eso me hizo encararlo.

Quede estupefacta.

No voy a negar lo guapo que es. Y lo egocéntrico que luce.

Sin embargo esta noche salió la verdadera representación de lo que es Noah Thompson.

Vestía un traje de tres piezas rojo, y la camisa de fondo negra. No era el rojo lo que me hizo abrir la boca con sorpresa. Fue la máscara que cubría sólo sus ojos y nariz de ese mismo color que daba aspecto a un diablo.

Me oriné del susto.

Todo el mundo sabía que se trataba de él. Llamaba la atención, ademas ¿quien las se las ingeniaría para vestirse como diablo, verse sexy demandante y asustar a la vez?

Solo Noah Thompson.

Y estaba justo a una respiración de mi.

— ¿Acabas de aceptar que me veo como una diosa?

Torció la boca.

—No dije eso.

—Eso mismo oí. Que se me ve genial con el traje.

—Que se joda lo de amigos... —dijo sonriente —. Estoy decidido a quitarte el traje. O el encaje.

—¿Eh?

—Te verías mejor sin el.

— Para empezar no se va a joder nada. Por que tú y yo no somos amigos.

— Relájate—murmuro mirándome de arriba abajo.

—Jodete Noah.

—Hoy vamos a hacer maldades... ¿mi disfraz no lo dejo claro? —se miró a sí mismo sonriente.

—¿Y?

—Trato de ser amable —soltó en un bufido.

—Pues me hablas como si quisieras embarazarme —renegué—. Eso no es amabilidad, eres tú siendo un pendejo horny.

—¿Para que hijos? Si puedes tragártelos.

—Ya Adam lo dijo, ahórratelo — lo frene.

—¿Que dijo que?

—Lo hizo luego de besarme —bufé hastiada—, y quítate que voy a beber como si no hubiera un mañana—me hice a un lado pero se interpuso.

—¿Luego de hacer que? —No respondí, voltee los ojos y eso fue suficiente para tomarlo como respuesta —. No me entero de nada.

—Eso no te importa.

—La verdad es que no— suspiro—. O tal vez si.

—¿Que quieres?

—Decirte que deberías amarrar a tu perro.

—¿Eh?

Rodó los ojos.

—Jack me hizo una escena barata.

—¿Y a mi me importa por que?...—no llevaba ni diez minutos hablando con el y ya había cambiado mi humor.

—Fue por ti —admitió sin importancia—. Esta celoso.

—Ya lo se —rodé los ojos—. Y honestamente no entiendo por qué, no veo que pueda afectarle entre tú y yo —lo mire mal.

El me sonrío.

—Tal vez lo notó.

—¿Notar que?

Dio otro paso a mi.

—Que si a mi me pones celoso yo no te monto una escena barata de celos ridículos — explicó, me miro los labios y sonrío —. Yo te dejo sin caminar por una semana. Te haría recordar cada que te sientes las estocadas que te daría para que pienses en mi.

Para cuando lo noté tenía los ojos abiertos sorpresivamente mientras miraba ambos lados como las personas que se encontraban en el lugar nos miraban extrañados, como si hubieran oído todo.

Cuando lo mire mis mejillas se encendieron, tenía una sonrisa maliciosa de lado a lado.

—Será mejor que admitas de una vez si lo dices en serio, por que este jueguito de quien baja más bragas ya me harto—bufé—. No soy un premio, que tú y Jack se peleen para ganar. Se que a los dos los domina el ego.

—No dije eso.

Sigue negándose.

— Decide que es más importante, preservar tu orgullo o arriesgarte y conseguirlo todo.

Por un momento me miro en medio de un corto silencio.

—Ya admití todo lo que debía —dijo cortante, decidido.

—No es cierto —negué—. Esa noche no me detuviste, me dejaste ir con Jack. Querías detenerme pero no hiciste nada. O... no pudiste.

No se en que momento la conversación tuvo este giro.

Sin embargo ya no nos retábamos con la mirada.

Por primera vez desde que lo conozco hizo algo que me sorprendió de verdad.

Algo que no tuvo que ver con él

Por un corto segundo miro a otro ldo y pareció pensarlo antes de mirarme.

Así es, Noah Thompson me había apartado la mirada.

No duro lo suficiente para ser memorable. El sabía que nadie le iba quitar el ser él.

—Si te hubiera querido conmigo no estuvieras con él —habló serio.

—Sabes que no es cierto.

— Si de verdad sintiera algo por ti, tú ni siquiera tuvieras tiempo de verte con el, y lo sabes.

—Ay aja.

—Acéptalo, ese drama de que tu tienes que estar con el por que es lo mejor para ti, en realidad es muy aburrido. Acéptalo.

—Cállate, pareces novio celoso.

—Ya quisieras.

—No... tu quisieras.

Me reparo por unos segundos.

—Olvidas con quien hablas...

—También tu.

Únicamente se dedico a poner mala cara.

Entonces sentí esa cosa en el ambiente.

—¿Por que? —volví a hablar.

—Por que estarías ocupada encima de mi.

—No... —negué con la cabeza —. ¿Por que? — Entonces todos los recuerdos me invadieron. El chico malo que siempre trata mal a la chica que sabe que no puede tener tan fácil mente. Lo que decía Adam, los celos de Jack. El extraño nerviosismo que me provoca a su mirada. —¿Acaso yo... te gusto? —pregunté entrecerrando los ojos.

Me miro mal. Una mirada dura que me dejo débil.

Y se mantuvo en un silencio denso que compartió miramos la iluminada ciudad desde la cima del Empire.

Volvió a mirarme con cara de culo. Pero había algo en el que había cambiado.

— Define gustar—respondió.

Entonces la sonrisa que por alguna razón tenia se borró.

—Te gusto—añadí.

Miro a todos lados y luego a mi.

Ya el ambiente se había tensado lo suficientemente fuerte como para ponerme ansiosa.

No se que esperaba. No lo sospeché, de hecho lo imaginé diciendo de todo, menos aceptando que me gusto.

ACABA DE ACEPTAR QUE LE GUSTO.

Por alguna razón eso no causó una reacción bonita en mi. De hecho me dio risa.

Este pendejo.

Tanto que me ignoro, me humillo, se burlo, y me uso como tapete para que terminara aceptando que le gusto.

¡Ja! Díganme que no les da risa.

Muy cliché de su parte.

Sin embargo el no decía nada.

—No me escondo —dijo simple.

—Tienes que estar jugando—se me salió una risa burlona.

—¿Cómo crees que me siento?... —pregunto dramático —, No he dormido, me siento raro como que tengo nauseas y dolor... una cosa en el estomago.

—Se llaman sentimientos Noah... —rodo los ojos casi sin mirarme —. No... esto no puede estar pasando.

—Nadie esta mas sorprendido o avergonzado que yo.

—¿Desde cuando?

—Yo que mierda se—bufo con mala cara.

Me hizo gracia.

—Eso explica por que Adam me tiraba tantas indirectas.

—No te hagas la pendeja—me corto seco mientras me miraba sin gracia alguna—, se que lo sabías.

—¿Disculpa? —me puse una mano en el pecho y lo mire mal.

Y entonces lo supe.

Entre Noah y yo ni siquiera iba a pasar algo lindo cuando POR FIN después de todo el tiempo acepto que le gustaba.

No. No iba a ver un beso, o un momento de enemies to lovers.

Nosotros no íbamos a ser eso. Su orgullo era así de enorme. Y mi dignidad competía con eso.

—No te haces lo eres.

Aquí supe que íbamos a terminar como todo lo que empieza entre nosotros; una discusión donde nos decimos pendejos de todas las maneras posibles.

—Mira, yo amo todas las criaturas de Dios , incluso las metáforas que ha creado, pero... eso que sientes... mátalo. — dije confiada.

—Como sea... no es agradable.

—Gracias —le sonreí —.  Es difícil saber algo real de alguien que tiene más caras que una DragQueen.

—¿Cómo dices? —pregunto al parecer ofendido.

—Lo que oíste —dije cortante —. Eres un mentiroso. Todo lo dices a tu beneficio.

—Mentiroso y todo, pero yo no tengo que andar por ahí fingiendo ser una buena persona.

—¡Ah nadie le interesa si eres malo! ¡Ya hartaste a todo el mundo con eso!

Rodó los ojos y miro si celular.

—Hablamos nunca, estoy en uno por ciento—se guardó su celular en un bolsillo delantero.

—¿Uno por ciento? ¿De batería?

—No, de paciencia.

—Mierda... — bufé —. Es que es tan difícil todo contigo.

— No es difícil un carajo—negó.

—¿Por que te empeñas tanto en negar la realidad Noah? Eso cansa.

— No es difícil nada conmigo—enfatizó con cansancio —. Aprendí a tratar como me tratan y a dar la misma importancia que me dan.

Después de eso se dio la vuelta.

—No puedes hacer eso después de que aceptaras que te gusto—le grite sin moverme —, después de aceptar que sientes algo por mi.

Y se detuvo.

Se giró a mirarme.

—Seamos honestos por primera vez entre nosotros —dijo sin paciencia —. Tu no me gustas en realidad. ¿Si lo notaste?

—Y dale.

—¿Por que me gustarías? —pregunto mirándome —. Eres torpe, entrometida, chismosa, crees tener el mejor estilo cuando en realidad eres básica y ordinaria. Eres terca, mimada y absolutamente nada agraciada. ¿Que te hizo pensar que me fijaría en algo como tú?

Cada palabra tuvo una repercusión que no imaginé que tendría. Y por primera vez algo que dijo ese hombre realmente cruel; no me hirió.

—Eso es un rotundo: estoy loco por ti—camine hasta estar frente a él.

—No, Aura —negó —. Es un; se realista—admitió con extremada severidad.

—Vamos a jugar a esto entonces —caí en cuenta que hablaba en serio —. Por que si a mi me ignoras yo te ignoro el triple. Por que si vamos a ser hijos de puta vamos a serlo bien.

—¿Que? —reparó mi rostro y estiró su brazo para hacerme bajar el brazo que sostenía la máscara para que quedara a su disposición—. ¿Que creíste que iba a suceder cuando lo admitiera? —pregunto mientras me miraba con sumo cuidado. Yo no respondía su miraba había enfriado mi cuerpo. Su mano libre me tomó de la cintura para atraerme a él. No fue un lindo gesto, lo hizo de manera amenazante, tanto que me asusto —. ¿Pensaste que después de aceptar que me gustabas, te querría? —miro mis labios—. Eres ingenua.

Cada palabra ahuecó mi alma.

Sentí como mis ojos se cristalizaron de inmediato. El no apartaba su cruel miraba de mi rostro.

Se sintió tan feo.

Me dolió, joder me dolió en serio.

Pero me duele más que me vea llorar.

Y así fue, una lágrima se resbaló por una mejilla. Mordí mis cachetes para aguantarme la ira.

—Esta bien —dije —. Solamente quería ponerte a prueba. Quería saber a donde llegaba tu cinismo—me seque la lagrima con la mano libre —. Ya no te necesito.

—¿Estas diciendo que me utilizaste?

— Si, ¿y que vas a hacer al respecto?

Volvió a aparecer esa chisma de ira entre los dos.

Espere cualquier indulto de su parte.

Pero en lugar de eso, noté como su respiración se agitaba. Al igual que la mía.

—Enseñarte como se hace —murmuro casi mirando mis labios —. Por que si vas a utilizarme debes saber que tratas de jugar con el mejor.

Me hizo tragar grueso. Por que hace un momento por poco logré colmar su paciencia hasta que casi escupe fuego por el culo.

Y ahora... esta sonriendo con malicia.

Liberó mi brazo y me tomó de la nuca.

La respiración se me agito cuando sentí su anillo del dedo meñique tocar la piel caliente de mi cuerpo desnudo.

Por un momento sólo me miro.

Lo más confuso era que yo no me oponía a separarme.

Hasta que el lo hizo.

Acercó so rostro a el mío de manera demandante.

Se me detuvo todo.

Tener a Noah cerca no ayudaba en nada.

En ninguno de los sentidos.

Y es que el lo hacía todo así: sabiendo que a pesar de ser un hijo de puta me ponía mal.

Entonces mire sus labios y todo empeoró.

—¿Que haces? —fue la única estupidez que pude preguntar.

Sus ojos abandonaron mis labios separados por la respiración. Y nuestras respiraciones empezaban a mezclarse.

—¿Que no es obvio? —murmuro—. Voy a enseñarte a jugar.

Y sin más se acercó, quedando a centímetros de mis labios.

Estaba nerviosa, y el lo sabía.

Pero no se por que seguía sin oponerme.

El azul de sus ojos se veían más demandantes.

En eso se escuchó un estruendo que me hizo girar el rostro.

—¿Que esta pasando aquí? —un hombre de traje, y la máscara plateada que solo cubría la mitad de su bien parecido rostro me dejó claro quien era.

Jack.

—En tu propia casa Pablo Lorenzo —le respondió Noah cuando lo miro.

¿Que mierda pasa?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro