Capitulo 22 - parte dos
Noah, Jack y yo en un Jet solos... esto no va a terminar bien. Hubiera preferido la Ouija.
— ¡¿Qué carajos haces aquí?! ¡¿Y cómo mierda entraste?! —grite espantada.
Sin girarse ladeo el rostro para verme de arriba abajo, me encogí porque recordé que lo único que tenía puesto era la estúpida toalla, y no era que cubriera mucho, solo llegaba hasta una parte muy arriba de mis muslos.
El barrió mi cuerpo con su mirada injuriosa.
Pero después de eso siguió mirándose en el espejo frente a él, como si yo no fuera algo que mereciera observar.
Maldito.
—Entre por la puerta —señalo con la cabeza esta pero aun así seguía mirándose a sí mismo.
Puse cara de meme.
—YA LO SE TARADO...—grite.
—Deja el dramatismo... a ti no te sale.
—QUE TE LARGUES.
—Bájale dos... —se giró calmado —. No tienes nada que no haya visto antes —me miro sin gracia.
—Jodete Noah.
Rodo los ojos.
—El aborto de mono de Jack me dijo que venias de entrometida con nosotros.
— ¿Venias? —lo que faltaba—. Eso me suena a batallón.
—Y quería cerciorarme de que no tardaras una hora para quedar igual de aburrida que siempre—agregó ignorándome adrede.
— ¿Qué no pudiste decirme por otro lado? —bufé. El por otro lado se dedicó a mirar el techo y su al rededor, haciéndose el mamon —. Tienes mi maldito número.
—Se me apeteció un culo venir —bufo calmado.
—No puedes vivir sin mí... —recalqué.
—De hecho no tenía tu número... —observo el lugar con asco—. Cambie de celular cuando la loca esa me robo el anterior por culpa de alguien que estoy mirando disimuladamente pero no voy a decir quién eres... — me fulmino con la mirada.
Lo sentí más falso y malo de lo normal.
Si es que la palabra normal encaja con el.
—No puedes negar que no lo tienes luego de lo qué pasó esa noche por llamad... — frene cuando noté mis palabras.
La cara me ardió y el cuerpo se me calento.
Sus ojos me miraron como si lo esperase.
Lleno de malicia y malas intenciones.
Y ese era Noah, siendo Noah.
Mierda...
— ... El Sexting, que te niegas a aceptar, Hasthings... — noto mi incomodidad y la empeoro con una airé relajado.
—¿Estas aceptando que... que también... tú?... bueno tú... — pregunté nerviosa.
—... Si lo que quieres preguntar es si me toque escuchándote desde la otra línea...
—¿Lo hiciste?... —de inmediato le corte, sentí esa extraña, palpable y horrible tensión entre nosotros.
Me miro diferente.
Pero no podía describirlo.
El seguía siendo el mismo idiota, el mismo imbécil de siempre.
La respiración me fallaba.
Espere una respuesta coherente de su parte.
— ... Sigo sin encontrar algo que me guste de ti —respondió cínico.
¿Auch?
Sentí los pies fríos sobre el suelo mojado.
Recapacita, pendeja.
—¿Es eso?... ¿o te pone aceptar que si me has imaginado? —no se si eso salió en modo de burla.
El no lo tomo así.
Porque lo único que logré fue empeorar la tensión palpable entre nosotros.
—¿Quieres saber si te he imaginado?... —pregunto malicioso, siendo Noah en su habitad. Desprendiendo maldad, siendo el sin filtros.
Me puso nerviosa con solo una mirada.
La sabía, mierda...
Había notado lo que logró en solo un instante.
— No estás preparado para aceptarlo—le rete la mirada.
Las piernas empezaron a temblarme.
Ese extraño y fuerte nerviosismo me invadió de arriba abajo.
Dio un paso más a mi.
Pero no articulaba movimiento alguno.
Joder...
¿Que era esa neblina que me cortaba la respiración?
— Nací preparado — alardeo—. Así que... voy a aceptarlo de una vez—enarco una ceja, seguía confiado, demasiado. Yo me sentía incómoda, y expuesta. Pero de ninguna manera lo demostré —...Creo que ya tuvimos suficiente de esa tensión, ¿no crees?
Trague grueso.
Sus ojos azules me miraban con una profundidad tremenda.
—Entre tú y yo... no existe tal tensión... —la voz me salió temblorosa.
Eso lo hizo sonreír.
No cualquier sonrisa.
Una sonrisa llena de todo lo que es Noah: maldad, y pura mala intención.
Respira, pendeja.
— ¿Quieres saber si me excitaste en esa llamada? —ignoró por completo lo refutado por mi.
Amplió su sonrisa de depredador apuntó de comer.
No quería ser comida de el. ¿O si?
No. No, no no. Bueno... si. ¿O no?
— No... — la voz me salió débil. Lo noté de inmediato pues me aclare la garganta y me paré firme —. Yo no dije eso.
Empeoró.
Dio otro paso.
Cada que lo hacía acortaba más el espacio que nos separaba.
— ¿Quieres saber que pasó mientras tú te tocabas? —pregunto en un murmuro injurioso —. ¿Eso quieres... Hasthings?
Se me acelero y no el corazón.
Ah, no. Así no era.
No fui yo... fue Patricia.
Me miro juguetón.
Entonces lo noté.
—¿No vas a aceptarlo? ... ¿o si? —pregunté cómo si fuera muy, muy, secreto entre nosotros.
Ensanchó su sonrisa.
—Tal vez —vaciló adrede conservando su postura intimidante —. ¿Que me dices de ti?
—¿Yo?... ¿yo que hice?
Relamió sus labios carnosos.
—Vas a negarme que me has imaginado...
—Yo no...
—¿Por que te cuesta cuesta tanto aceptar la verdad? —me interrumpió como si lo esperara.
Rodé los ojos.
—Yo no voy a negar nada—corregí haciendo énfasis.
—Y entonces...
—Si ese día pasó algo... —hora de admitirlo —, fue por que tú...
—Por que la tensión que hay entre nosotros debe acabar de una vez — me interrumpió de nuevo.
Trague duro al notar su mirada.
Era profunda.
Demasiado.
Noah padecía el poder de intimidar una manada de idiotas con su mismo ego.
Lo cual me parecía difícil de imaginar, ¿quien iba a tener el ego así de enorme?
Solo un espécimen que huevos de acero lo haría.
Y ese espécimen estaba parado frente a mi.
Con un atuendo deportivo azul oscuro, pegado a su cuerpo perfectamente bien ornamentado por el ejercicio, y por todo lo bueno que está en esta perra vida.
No iba negarlo.
Sería muy idiota de mi parte.
Noah estaba más bueno que la Coca Cola.
Pero en ese instante sus palabras me hicieron eco.
— ¿Estas aceptando? ...¿ lo que creo que estás aceptando?
Me miro juguetón.
—No he aceptado nada y ya te tiemblan las piernas —me miro de arriba abajo.
—Tú lo único que quieres es ver cómo me retuerzo para aceptarlo.
—Tienes razón—finalizó.
Eso era nuevo.
¿Noah Thompson dándome la razón?
—¿Ah, si?
Hoy llueven besos de Harry Styles.
No tengo pruebas pero tampoco dudas.
—Si alguien quiere oír, como te retuerces. Ver cómo te mojas y te vienes aceptando todo, soy yo...
Ah caray...
Eso no lo vi venir.
¿Pero que dijo?
Pero-
Eso no venía en el libreto.
Ay, nooo. Ayuda.
— Y a mí que mierda me interesa eso... —ya me estaba colmando la paciencia. Pero si me puso nerviosa —. Este lugar no es tuyo—no pude cruzarme de brazos sentía que se me iba a caer la toalla.
— ¿Y?... —enarcó una ceja—, eso no es un impedimento para hacer lo que se me hinche un huevo—dijo arrogante lo normal en Noah Thompson.
Paciencia y en las malvas resistencia, por que si sigue así me voy de culo.
—L-A-R-G-A-T-E.
Siguió mirando el lugar con asco.
—Pensé que no eras tan pobre—evaluó el lugar sin disimulo al llegar una conclusión obvia.
—Ya estuvo—le señale la puerta para que se fuera a la verga.
—Qué horror...—miro con una mueca y suspiro dramático — bueno, venia a decirte que no tardaras, porque de esperar en el mismo lugar que el enfermo de Jack, preferiría venir a fastidiarte con mi perfecta presencia—mangoneo sin ánimos de burla.
—Ya entendí—le señale la puerta.
—La gente normal tiene modales—dijo cuando literalmente lo eche.
—Es un alivio no ser normal... —dije dramática—. Ahora, lárgate.
Pero como siempre hizo lo que se le dio la puta gana.
Lo siguiente me dejo fría.
No le importo que la puerta estuviese abierta.
Camino como depredador y se posó justo frente a mí, con su altura imponente y su vibra de; sí, soy un hijo de puta que puede conseguir lo que quiere cuando quiere.
— ¿No tienes nada debajo de eso? —pregunto mirándome las piernas.
—... No te interesa — espete aferrándome a la toalla.
Esta vez me dio una mirada distinta, menos dura, evaluativa llena de malicia y claramente malas intenciones. Me repetí tanto en mi cabeza que ya no sentía nada cuando me miraba de esa forma que termino siendo cierto.
Ya no sentía ese cosquilleo extraño.
Sentía lo que él quería desde un principio que sintiera por él.
Un extraño miedo.
No se sentía lindo.
Nunca se sintió lindo.
No con Noah.
Siempre fue el, decidiendo.
— ¿Estas echándome? —pregunto amenazante como si no fuera obvio.
—Soy lo bastante clara cuando quiero algo... —admití desafiante, sin apartarle la mirada, aunque en realidad me pesaba, carajo—. Pero no te culpo que no entiendas la mayoría de las cosas—intente ponerme a su altura, sonreírle con malicia era la mejor opción en momentos como estos, para no demostrar que tenia poder—. Eres un pendejo ególatra.
Ladeo el rostro y sonrió satisfecho.
Dio un paso decidido hasta que tuve que levantar el mentón para mirarlo directamente a los ojos. La respiración se me corto cuando sentí su aroma a crema fresca de afeitar inundarme. Olía a macho.
— ¿Y qué vas a hacer al respecto? —pregunto desafiante —. No creo que seas capaz de hacer algo... —murmuro decidido como todo un hijo de puta.
—No me retes, ya te demostré de lo que soy capaz—mi estomago se encogió. Esa mirada de ese par de ojos azulados dejaba con miedo a cualquiera.
—Y yo no vi nada que me interesara.
—Me sabe a culo que no te interese... —exclame hastiada—. Porque tú, estas demasiado ocupado en ti mismo.
Por un largo segundo solo nos miramos con ganas de que uno desapareciera y el otro se muriera. Lo normal entre Noah y yo.
—Estás loca por mí Hasthings... — bufo rodando los ojos.
Estoy harta de este maldito.
—Lo estuviera quizás... —espete a lo que el frunció el ceño—. En otra vida, si tu no fueras un machito pendejo, y yo no te odiara.
Enarco las cejas.
—Entiendo exactamente lo que haces... — dijo al fin—Te asusta... ¿no es así? —no entendí a lo que se refería, y lo noto, pues amplio la sonrisa y me miró fijamente—. Te resistes a mi... —murmuro volviendo a mirarme de arriba abajo, entonces recordé que seguía en toalla.
Hola diosito, soy yo otra vez.
Trague grueso sin ganas de mirarlo, pero fue imposible no hacerlo, sus ojos tienen ese magnetismo, y es que joder... nunca había visto un azul así.
—No me resisto a un carajo, porque no siento nada por ti —admití entre dientes —. Necesito que te vayas... ahora.
Intente girarme para ignorarlo aun con una mano en la toalla, para evitar un desastre.
Pero el me tomo de mi mano libre y me giro a él, haciendo que mi cuerpo impactara con la dureza del suyo. Quedando a escasos centímetros de su rostro irrealmente perfecto.
Intente moverme, pero sentí su fuerte mano apoyarse en mi cadera.
—Entiendo lo que haces —repitió ahora cerca de mi rostro, su aliento casi, casi chocando con el mío. Aun así no lo hacía. Una extraña oleada de calor me inundo, pero la aleje inmediatamente, manteniéndome inmóvil—. Te asusta sentir algo por el Villano de la historia... — murmuro contrayendo sus músculos, lo sentía tenso —... Te resistes a mí — trague grueso cuando me sentí aún más cerca su rostro, abrí la boca para refutar y mandarlo a la mierda, pero me detuvo —, prefieres verme suplicando... —me atrapo el mentón con la punta de sus dedos para que lo encarara, una vez lo hice, sentí mis piernas temblarme, pero no era gustoso, era el jodido miedo que había despertado en mí, y es que desde esa noche todo había cambiado —. Lo disfrutas... — volvió a murmurar cruzando una línea de mi mandíbula al mentón, on sus dedos, los anillos rozaron mi piel, el frío se sentía extraño, pero jodidamente gustoso. Me miraba como si quisiera grabarse ese movimiento en su mirada. Joder, me tenía —... ¿Quieres verme de rodillas?... —pregunto pasando su pulgar sobre mi labio inferior.
¿Como se respira?
Había estado negándolo desde que me tuvo así, pero mierda...
Me sentía atrapada, frágil y nerviosa.
Jodidamente nerviosa ante su mirada de depredador.
Su tacto de piel con piel hizo que todo empeorara.
—... Y como el malo que busca la salvación... —volvió a murmurar con una decisión penetrate —. No me opongo a eso... en cuando me dejes mostrarte la gloria.
¡Ayy, atrapadaaa, ayudaaa!
Cada palabra que espeto con tanta seguridad, me dejo pasmada.
Me tenía pasmada.
Y el muy maldito lo sabía.
Porque su sonrisa de; puedo tener lo que quiero hasta cagando, me lo confirmo.
Estaba nerviosa, pero odiaba que Noah se diera cuenta que su presencia me ponía los pelos de punta.
Así que sonreí imitando su malicia.
—No tengo que negar nada... —murmure.
Pareció no esperarlo pues frunció ligeramente las cejas.
—... Ya era bastante obvio.
—Aja... —admití—. Ahora... —la respiración se me cortaba, sentía la voz débil —. ¿Puedes soltarme?... —refute demandante, pero me temblaba todo—... Quiero vestirme.
Me miro de arriba abajo, como si esperara más de mí.
—Te ves mejor sin ropa...
— ¿Qué?... —pregunte al ver que no me liberaba. No quieres, ni podía verme débil delante de él —... ¿Esperabas que te llamara papi Noah? — enarco una ceja como respuesta. Eso colmo mi paciencia—. ¡SUELTAME...!
No hizo nada.
— ¡Pedazo de imbe...!—no me dejo terminar el insulto más dieciocho que tenía por decirle.
Pues su enorme mano cubrió mi boca y parte de mis mejillas.
Era tan grande y fuerte que me hizo quejarme sobre ella.
El contacto me hizo sentir rara.
Muy rara... ¿Qué era?... ¿acaso yo? ...¿acaso a mí?... No.
Él lo noto pues amplio su jodida perfecta sonrisa.
—Ya veía venir que te gustaba que fuera rudo... —dijo en una sonrisa maliciosa.
Sentí mi cara arder, y mi cuerpo endurecerse bajo su tacto demándate.
Rodé los ojos aun con su mano en mi boca queriendo ocultar lo obvio.
Me retorcí y quise liberarme, pero el miedo a que la única prenda que cubría mi cuerpo se esfumara con un mal movimiento.
Me importo una reverenda mierda.
Movía mi cuerpo con fuerza, pero era inútil, ese metro ochenta y algo no era fácil para un metro sesenta y no sé qué putas.
Forcejeo conmigo hasta que sentí una dureza tocar mi espalda.
Con solo unos dos pasos para él me había logrado poner contra la pared, mientras un brazo rodeaba mi cintura, y una mano cubría mi boca donde soltaba obscenidades.
Trague grueso cuando me sentí expuesta.
El me miraba gustoso. Por primera desgraciada vez, desde que conozco a este pedazo de mierda lo había visto darme una mirada llena de lujuria. Y no sé qué le ponía, si el verme así, débil, expuesta y asustadiza, o el no poder hacer nada para zafarme.
No era un sentimiento muy lindo que digamos...
Me tenía acorralada. Y lo peor era que mis mejillas se calentaban, y mi cuerpo parecía ceder. Pero no mi cerebro.
El sentimiento no desvanece.
Mi mejillas se sentían ardiendo.
Mi cuerpo entero se sentía así.
—¿Te callas o te callo? —murmuro.
No pude decir nada. Y si lo dije no entendió.
Intente morderlo. Pero fue en vano.
Después de eso me libero.
—Hay una fuerte atracción entre nosotros que ninguno puede evitar...—admitió decidido.
PAREN TODO.
Se cancela la matanza.
Acaba de aceptar que...
—No es necesario seguir complicándolo... —añadió igual de decidido, confiado.
Su respiración estaba calmada.
Nada comprada con la mía.
Me dio una mirada infame.
No podía responder.
Quería hacerlo.
Pero no sabía que decir.
Mientras miraba mi pecho mojado cómo subía y bajaba, yo le agradecía a él de arriba por no dejarme caer...
La toalla, obvio.
—... Estas mojadita... — dijo una vez subió su mirada a mis ojos.
Una distancia prudente nos separó.
Pero me sentía jodidamente atrapada.
Considere el responderle de una manera atrevida.
¿Por que carajos?
No voy a negarlo. Nunca lo he hecho.
Noah tiene ese maldito mal nacido magnetismo, o sea; esta como quiere de bueno el pendejo.
—Obvio que voy a estar mojada... — murmure intentando calmarme.
Mal entendió todo banda.
— ¿Te mojaste?
—Si...
—Imagino lo que pasaría si escuchara de ti, quien lo causo —se dio aires de inalcanzable.
Dude.
En ese instante le tome el doble sentido.
—... La puta agua... que no ves que tenía que secarme, y no me dejaste —ni siquiera con eso pude romper esa burbuja de tensión que nos abarca cuando estamos juntos.
Sonrío todavía más.
—Un momento... —me detuve cundo sus palabras hicieron eco—... ¿Que dijiste? —acaso, ¿oí bien? — pregunté obvia —. ¿Causar?... ¿En, ti?
La situación me pone mal.
Es la primera vez que estamos solos desde aquella noche. La noche en la que por poco acepta algo qué tal vez hubiera cambiado todo.
La primera noche en la que nuestras miradas se encuentran y que ambos sentimos esa tensión intensa entre nosotros.
No voy a negarlo.
Siempre ha estado ahí.
Desde... ¿siempre?
Noah se revuelve el pelo pensativo.
—No voy a negar nada...
Suspire nerviosa.
—¿Y?...
—Tampoco repito lo que digo.
—Tiene que existir una puta razón para que seas así —bufé—. ¿Que tan grande es tu ego?
Sonrío satisfecho.
Volvió a acercarse casi pegándose a mi oído.
—¿De verdad quieres oír eso?
Se me erizo el vello de la nuca.
— Acéptalo.
— No tan grande como otra parte de mi cuerpo —acepto confiado. El aliento de Noah pego directamente en un punto entre el lóbulo y el cuello, enviando una ola de calor impresionante sobre todo mi cuerpo. Me helé ahí mismo—, no la has sentido, pero puedes hacerlo.
Trague con una dificultad maldita.
— ¿Ah, si? ... —murmure —. Digo, obvio que puedo.
—Si, si puedes...—afirmó acercándose más.
Mierda...
Ya no estoy pensando en nada.
Lo tenía cada vez más cerca.
No sentía mi respiración normal.
—Pero tú no vas a admitir nada... —recapacite, y lo mire directamente a sus ojos con esa pizca de burla. Aún la tensión se podía cortar y volverse bestie entre los dos.
—No cualquiera me tiene— dijo sonriente —, y tampoco me gusta lo que cualquiera puede tener.
Apreté los puños a mis costados.
—Puedo ser encantadora cuando me lo propongo... ¿lo he conseguido contigo, no?
—No espero que los demás compartan mis gustos específicos.
—Pero también puedo ser una hija de puta cuando lo quiero.
Rodó los ojos burlón.
— Puedes serlo conmigo—sonrío juguetón.
Aun me tenía acorralada, nerviosa y de alguna manera ansiosa.
—Y si crees que por el simple hecho de aceptar que empiezas a verme distinto voy a caer rendida a tus pies estás jodiamente equivocado.
Miro parte de mi pecho y luego a mi.
Su sonrisa se amplió.
—Mejor cae de rodillas.
—Vas a tener que tragarte tus mierdas—espete —. Por que si, te divertiste humillándome y burlándote de mi—hizo una mueca aburrida —. Pero si tengo dignidad, y que te hayas ahorrado dos centímetros de ego para aceptarlo no significa que yo vaya a caer por ti.
— Deja de ser tan orgullosa—bufo confiado —... Mierda.
Negué con la cabeza.
—Si de verdad estás pensando que con eso me conformo vas a tener que meterte todo lo que sientas por el culo, y sin vaselina— la paciencia se había ido al carajo —. Por que yo elegí a alguien que no tiene que humillrme para llamar mi atención.
Eso aplacó su sonrisa.
Sin embargo se veía igual de demandante y seguro.
—Estás más pendeja se lo que imagine si piensas que él es el bueno.
Odiaba eso.
Odiaba que quisiera dejar a Jack mal.
Y el quedar siempre como el mejor.
No entendía bien por que, pero me repugnaba.
Y terminaba defendiéndolo, aun sabiendo que el no era tan bueno como todo el mundo creía.
— El no tiene que tratarme peor que la mierda para obtener algo de mi... — acepte entre dientes —, así que no me importa si es el bueno para ti o no— negué sonriente —... lo elijo a el.
Me miro por unos segundos.
No entendí su mirada.
— Espero que no te equivoques — suspiro —. No todo es lo que parece siempre.
Me sonrío cómplice.
Y con eso cruzo la puerta.
Pensé que se había largado.
Pero no fue así.
Volvió a asomar el rostro por el marco de la puerta.
—Oye...
—¿Ummh?
Se quedó pensativo y entró de nuevo.
—... ¿Sabias que... si hablas con la verdad, te crecen las tetas? —miró justo ahí, y luego a mi—. Nada más digo, no...
No lo pensé dos veces.
Le lance un zapato.
—Empieza tú —bufé al ver cómo lo esquivo —, a ver si te crece el pito. Pendejo.
Sonrío al ver mi expresión de enojo.
Ladeo el rostro y me miro de arriba a bajo.
—No lo necesito.
Le cerré la puerta en la espalda cuando me dejo.
Habían pasado horas desde que estuve intentando arreglarme para el momento de partir. Y no encontré cómo definir la enorme máquina.
El padre de Jack también se estaba pudriendo en dinero.
Por que puta... que Jet, ni que Jet.
Jack tomo asiento a mi lado sin decir una palabra. Hago un esfuerzo por hacerlo, y aunque mi rostro no demuestre que me estoy hundiendo, se que no lo sabe.
El ambiente entre Jack y yo se podía cortar con cualquier cosa.
Se que es el porque presiento su aroma.
Pero yo no desviaba la mirada del libro Emma de Jane Austen.
—¿Vamos solos? —pregunté sin mirarlo aun sabía si la respuesta.
—Eso parece... —respondió su ronca voz—. Espero que Noah se haya perdido en el Monte.
Rodé los ojos.
Sin embargo un estruendo se reprodujo.
Solo estábamos Jack y yo. A Noah lo había dado por perdido.
Pero el estruendo era el.
Noah como siempre haciendo su entrada dramática.
—Dig, dog... —apareció con un atuendo totalmente distinto, un Jogger deportivo gris, tenía y una camiseta que le dejaba ver sus dos brazos tatuados—, ¿me esperaban? Por supuesto que si. ¡Enciendan esta mierda, que ya llego por quien lloraban! — gritó a una azafata de falda corta que se dirigía a cerrar la puerta.
Rodé los ojos.
Esto va a ser incómodo.
Noah, Jack y yo en un Jet solos... esto no va a terminar bien. Hubiera preferido la Ouija.
El tomo lugar justo enfrente de mi, con su rostro burlón, sus ojos fijos en los míos y su mandíbula tensa. No había sentido tantos nervios desde aquel día que di mi primer beso.
Aparecen estos oféndenos y me ponen a dudar.
— ¿Hueles eso? —pregunto mirándome.
—¿Que? ¿Ya te cagaste?
Me miro con asco.
—No eres delicada para nada en la perra vida.
Rodé los ojos.
Seguido de eso le trajeron alcohol.
—Iba a decir... — pausó para tomar la copa —. Huele a recuerdos —fruncí el ceño sin entender.
— ¿De que putas hablas? —pregunto Jack a mi lado.
El lo miro por un corto segundo.
Luego me miro a mi.
— Ella sabe de lo que hablo... — dijo para relamerse su labio inferior.
—¿Yo por que, o que?
—¿Quieres que te recuerde lo que sucedió la última vez que estuvimos en un Jet juntos? —pregunto con una ceja enarcada y un aire jodidamente confiado.
Lo pensé por un segundo.
No necesité más.
El ambiente se tensó todavía más.
Como si no fuera lo peor, sonrío con malicia.
Eso lo jodio todavía más.
Se mal interpretaba.
El lo sabía.
— Te pusiste vestido... —Jack tenso aún más el ambiente cuando dijo eso mirándome. Lo encare ansiosa.
Ese Jack había cambiado tanto.
Pero Joder... cuanto me gustaba verlo así.
El nunca aparento ser el bueno, pero tampoco el malo.
Y eso me enloquecía.
—Es evidente... —mire el vestido Armani amarillo de tirantes que había decidido usar —. Que quede claro que no fue por que me lo pediste.
Ladeo el rostro y sonrío ladeado.
—¿Para que imaginas que te lo pedí? —pregunto mirando mis muslos desnudos.
—California es una estufa. Hace un calor infernal.
Volvió su vista an mis ojos.
Sus ojos grises más intensos que nunca.
— Seguramente fue solo por eso... —murmuro con un doble sentido notorio.
Después de eso posó su enorme mano tatuada sobre mi pierna derecha y fue subiendo lentamente hasta poner mi respiración mala.
Entendí la referencia.
No podía apartarle la mirada.
Me pesaba.
Pero me gustaba.
Joder... el me gustaba.
Pero la había cagado conmigo.
Y hasta el punto sabía exactamente lo que me había enfadado.
Así que a medida que su mano iba apoderándose de cada espasmo que provocaba su contacto.
Cerré las piernas para impedirme seguir subiendo hasta el punto más peligroso para mi cordura.
— Me gusta como se te ve... — me tomo por sorpresa pues se acercó a mi oído para murmurar con voz ronca y baja, bastante sensual sobre mi oído.
Mi autocontrol está más pobre que mi paciencia y eso lo empeoro.
Un impulso me hizo aferrarme a su sudadera blanca.
Sentía su brazo duro.
El simple contacto me hizo recordar lo que sucedió la última vez que lo vi.
La última vez que estuvimos solos en la casa de lago de Noah.
Mi rostro se incendió.
Mi respiración igual.
El lo notó. Presionó su agarre de manera demandante.
Sus anillos de plata se sentía fríos sobre mi piel. Y me gustaba.
El, a diferencia de Noah, usaba anillos en casi todos los dedos, se le veían perfectos, amaba como los lucia.
Eso me hizo suspirar. Un suspiro que salió de mi sin pensarlo. Sin poder detenerlo.
Lo ahogue. Eso lo hizo sonreír.
—Definitivamente me gusta como se te ve este vestido.
Le mire con labia por un corto segundo.
Trague grueso y puse mucha fuerza de voluntad para enderezarme y liberar mi mano de su antebrazo.
—¿Que decías? —pregunto ahora mirando a Noah.
Eso me hizo fruncir el ceño.
Mierda... ¿acaso hizo lo que creo que hizo?
Nos miro a ambos con burla.
No lucia incomodo. A diferencia de mi.
—Decía que...
—Señor Thompson—apareció la azafata de corta falda blanca —. Su asiento está preparado con lo que pidió.
Noah la miro, nos sonrío y suspiro.
—Sabes captar indirectas entonces —se burló Jack.
Se noto que no le agrado.
Tomo aire y lo expulsó.
—¿Que? ¿Creíste que iba a desaparecer o que? —pregunto con un tono juguetón, lo bastante para restarle importancia.
—Lo imagine más veces de lo que quiero aceptar...
—Una pena —fingió sonriente —... Pero no podía irme así como así, luego de ver cómo por poco vuelven a coger en mi propiedad — la sonrisa de Jack se desvaneció, mi cuerpo se heló —. No es un Motel. Sin embargo, puedes avisarme cuando vayas a meter a alguien para cobrarte. No es nada barato, pero supongo que a veces vale la pena.
Bebió de la copa con una sonrisa y se levantó.
Todo hizo eso en mi cabeza.
Camino arrogante hasta un puesto detrás de nosotros.
¿Que acaba de...?
—Ignóralo ... —bufo —... ¿Como estas? — pregunto Jack sacándome de mi burbuja... esto es una puta broma.
¿Que como estoy?
Jodidamente angustiada, dolida de alguna manera, por no ver su arrogante forma de caminar, su sonrisa ladeada todos los días, y aterrorizada por esto que estoy sintiendo por el.
Pero con lo que acaba de decir Noah.
— ¡¿Como que cómo estoy?! — Trato de no morder mi lengua y no estallar justo ahora.
Mis ojos están en todos lados menos en el.
—No sabía eso... — Su voz suena serena y tan... Sinica, que no soporte la tentación de juntar mis ojos con los suyos.
Pésima idea.
De inmediato puedo sentir esa electricidad correr por mi cuerpo, y ahora lo pienso: nunca fue solo deseo.
La re puta mierda.
No lo fue.
Estoy muerta.
—¡¿Como mierda no lo sabias?! ...
—No—negó —, no tenía idea de que estuviera tan jodido como para hacer eso—le dio una mirada sin importancia, con rabia notoria.
Mi estómago se me encogió.
—¿Hacer? ... ¿Como que hacer? ¿Acaso él...? ¿El... nos vio? Es decir... ¿Nos vio de vernos?
Frunció el ceño.
—¿Que?
—¡Que si nos vio cogiendo con la ropa puesta! —me exalté.
Enarco las cejas y abrió los ojos lleno de sorpresa.
En eso la azafata llegó con bebidas que puso en una mesita frente a nosotros.
La mujer se fue mientras nos miraba raro.
Nopuedeser.
—¡No fui yo, fue patricia!
—¡¿Que te crees?!
—Bromeo...—sonrió —. El solo sabe que te lleve ahí. Sabes cómo funciona su mente. El doble sentido y la milicia definen a Noah Thompson.
—¿Que te hace pensar que te creo?
—Es eso... o pensar que tiene un video nuestro.
—No puede ser...
—Tranquila... —dijo —. El no sabe nada. Noté las cámaras, así que tuve cuidado de que nos viera.
El alivio me recorrió de arriba abajo.
Tiene sentido. De haber sido lo contrario no lo hubiera dejado solo así. Se trata de Noah Thompson. Es un cabrón rencoroso.
—¿Puedes asegurarte de que sea cierto? —trague grueso —. No quiero ir por ahí pensando que el...
—Lo que pasó esa noche queda entre los dos —me corto sereno. Tomándome la muñeca transmitiendo confianza—. No voy a dejar que Noah ni nadie te joda. No así.
Mi respiración se calmo.
Eso no quita que fue estúpido, y que él es tan complejo, ¿como puede alguien decirte que te cuides, demostrarte afecto, demostrar que le importas y luego simplemente desaparecer?
Iba a protestar pero él me interrumpe.
—Quería hablarte a solas.
SIGNIFICA PELIGRO.
Algo no me gusta cuando pronuncio ese, "a solas"
De ninguna manera solo recuero lo que ocurre después de ese: "ven conmigo" y aunque por dentro muero porque pase debo abstenerme.
— ¿Es necesario? —me solté de su agarre —. O... ¿sólo es para que termines diciéndome que me cuide y terminar desapareciendo por semanas? —pregunté irónica. El frunció el ceño sin entender —. Si ese es tu plan, te agradezco, pero estoy bien sin ti.— Trato de sonar calmada.
¿Que mierda me sucede?
¿Porque carajos lo dije? Él no es mi propiedad. Y yo no soy suya.
Ya perdí la razón.
Lo que faltaba.
El arquea una ceja y ladea el rostro.
— No tengo que darte explicaciones, ¿que paso con el... no quiero encularme?
—Jodete —aparte la mirada.
—¿Que? —pregunta con arrogancia.
— Nada...
—Ese Nada... suena a todo — espeto —... ¿Que te dio?
—Nada que te importe...
—¿Y como voy a saberlo si no me dices?
— Lo que faltaba .... — finge demencia. Me grito mi cerebro — ¡Ayuda! — grite —¡Estoy atrapada con dos personas que roban todo mi oxígeno! ¡Ayúdenme o moiré en una hora!
Noah estaba poniéndose unos audífonos. Se detuvo apenas me escucho.
—Si esta mierda se cae es culpa tuya...
—... No me mires así —bufé mirándolo —. Es que él es quien está actuando raro... como culero —le señale a su primo a mi lado.
—El no actúa... —rodó los ojos sin importancia —. El es culero.
—¿Puedes hablar sin ser dramática? —Jack me miro.
—No me es nada gratificante tus ultimas conversaciones.— Pauso para guardar lo que tenia fuera de mi bolso, cuando termino lo encaro.— Y por cierto, no tienes que darme explicaciones, no te sientas obligado a hacerlo.— Siento como mi rostro arde.
Pero el solo sonríe, y eso solo hace que mi rabia aumente.
— ¿No te gusta nuestras conversaciones? — Relame su labio y no puedo evitar desviar mi mirada. Error. — No pensé eso, no parecía molestarte días atrás.— Añade arrogante.
Trato de no fantasear con sus labios ahora, mi mente siempre hace eso cuando está cerca.
— Odio las conversaciones cortas.
Sonríe, y me hace un ademán con la mano para que continúe, esto debe divertirle, y odio eso.
No sé porque tengo esa impresión de que piensa que conmigo solo se puede hablar de compras y moda.
— Quiero... hablar de átomos, muerte, extraterrestres, intelecto, el significado de la vida, galaxias lejanas, las mentiras que has dicho, tus defectos, tus colores favoritos, tu niñez, lo que te mantiene despierto en las noches tus miedos tus inseguridades, hasta... — Me siento estúpida haciendo esto.— Sexo, o que se yo... —bufé —, y el hecho es que me gusta las personas profundas, que hablan con emoción de una mente retorcida, no quiero conformarme solo un "¿cómo estás?" — Rodé los ojos —. Conmigo no sólo se habla de compras.— Finalizo demandante.
Me relajo un poco y él está serio, sus manos por delante de él, dejándome ver su bien parecido estilo, tres anillos sobre salen de sus dedos, en ambas manos dondole ese toque gánster
— Entiendo. Pero quiero que me entiendas tú a mi, Aura.— Pausa y siento como la fría palma de su mano hace contacto con mis muslos. Trago grueso al sentir su tacto, pero no aparto la mirada.— Me pediste específicamente lo contrario, ¿lo olvidas?
—Ya se...
—¿Entonces?... —me interrumpió — ¿que te enfada? Si estoy haciendo exactamente lo que me pediste desde un principio.
—¡No me enfada!
Parecía confundido.
Y yo me siento igual.
—¿Entonces que carajos te pasa?
—¡Me duele! —grite.
Entonces recordé que no éramos los únicos.
Fruncí el celo y mire a mi al rededor. En la cabina solo éramos el y yo.
Noah estaba en su celular con una sonrisa maligna y un par de audífonos inalámbricos.
—... No tendido nada.
—Por supuesto que no lo vas a entender.
Eres hombre, ¿que esperabas?
—Explícate —bufo —. Por que hasta donde recuerdo, tú fuiste quien me pidió esto.
—Me haces sentir como si no tuviera importancia que lo explicara.
—Solo dilo... —renegó —. No estoy en tu mente no puedo adivinar lo que te pasa.
Lo pensé.
Y termine cediendo.
Odiaba sentirme así con el. Era como si mi capa de chica fuerte se fuera a la mierda.
—Me duele, realmente me duele — admito sin mirarlo —. Cuando hablas con alguien durante días, y tienes unas de las mejores conversaciones con él. Incluso si fue una pequeña charla... o hablar con el todo un día —explique —... Pero luego llega un día, donde simplemente actúa como si ni siquiera existieras —lo mire. Y lo encontré más reluciente que siempre —. Y te quedas ahí... tratando de averiguar que hiciste mal... —suspire sintiendo esa oleada de nervios —... Luego dudas... dudas de ti. Te preguntas que hiciste mal. Otra vez.
Pareció pensarlo mientras permanecía callado.
No quise apartar la mirada.
Pero sabía que me había expuesto delante de él.
Y no me gustaba el sentimiento sumiso de que siempre sea la chica la que se exprese abiertamente primero.
Aún que en el fondo, muy en el fondo, sabía que no era real.
— Hace unos meses atrás —su atractiva voz me sacó de mis pensamientos —. Dijiste que... No podías estar conmigo— su voz me pareció menos arrogante que hace un momento atrás. Sin embargo mi corazón latía igual de rápido —. Dijiste que no podíamos estar juntos —sus palabras me obligaron a verle a los ojos. Los nervios no me dejaron describir lo que vi en ellos. Permaneció en un silencio tangible —. Y te creí — Mi pecho se hundió —. Lo repetí hasta que te creí. Hasta que lo creí real ... — mi respiración se había detenido.
Todo había quedado expuesto. O parte de ese todo.
Y era cierto.
Le había dejado claro que no quería sentir algo.
Exactamente por eso.
Por que sabía cómo iba a terminar. Por que sabía que me iba a doler. Sabía que no iba a ser posible. Sabía que el final solo sería el principio para mi.
Pero no conté con que esto iba a pasar.
Con que iba a extrañarlo.
Mierda.
—Pero cada que intento seguir adelante... —volvió a decir ante mi silencio —, apareces...
Lo mire a los ojos.
La profundidad que encontré en ellos me asusto.
Entonces lo entendí.
Mierda... he caído en el amor.
Me miro fijamente.
¿Por que hace eso?
¿Por que me mira fijamente y no me besa?
—No hagas eso... —negué.
—Si no soy honesto es malo, y si lo soy también... —renegó rodando los ojos —. ¿Que pasa contigo?
— No quiero que me hagas sentir especial.
—No te hago sentir especial... — relamió sus labios —. Tú lo eres.
Negué con la cabeza siéndome rara.
— Sabes que la peor cosa del mundo es cuando alguien te hace sentir especial...—mi pecho subía y bajaba rápidamente. Sentía que me ahogaba —, y de repente te deja de lado. Y entonces tienes que actuar como si no te importara.
No me miro.
—Me hiciste no quererte... ¿ahora que arrepientes?
Auch...
—Solo quiero saber si vas a irte de nuevo—hice si mismo gesto.
No respondió.
Tome un tiempo para darme cuenta que ya íbamos volando.
El espacio en la cabina se sentía pequeño.
Sabía que iba a pasar mucho para que empezara a sudar.
Me sentía rara. Me sentía rara por que sabía que era la primera vez que aceptaba que en realidad me estaba gustando. Y ya había pasado de ser un simple gusto a algo que no entendía y era difícil de explicar.
Lucho por no mirarlo.
Pero su rodilla casi pega con la mía.
Y el más mínimo contacto me hace dudar. Me hace negarme.
¿Y ahora que?
Yo misma le pedí que no lo hiciera.
Ahora el no lo siente. Ahora solo soy yo.
— No soy como tú y mundo ordinario —dijo al fin —, si es cierto pocas veces hemos tenido una conversación extensa, pero tampoco pienso que se necesite eso para conocer a una persona, para saber.... — se detuvo—. Que le gusta, y que no. Y lo cierto es que; si, tengo mi locura, siempre estoy ocupado, hasta diría que en otra dimensión, y también es importante saber que; no siempre tengo tiempo para cosas que no tiene alma.— Mis ojos nunca abandonan los suyos.
Desafiante, eso me parece esto que acabo de oír, piensa que soy algo que no tiene alma, algo secundario, y eso duele, pero no dejaré que me vea intimidada por eso.
— Por supuesto que entiendo...— relamo mis labios para llamar su atención, y funciono.— A mi me gusta las personas que piensan por si mismas, aunque nadie las entienda. El criterio propio es un lujo que a muchos les cuesta pagar.
Sus rostro se torna serio.
Puedo notar como la pena y la incertidumbre se cruza por su rostro, pero para disimular solo da una escasa sonrisa.
—Fui honesto desde un principio... pero decidiste mentirme.
—No he mentido hasta ahora.
—Me mentiste cuando me dijiste que no querías quererme —finalizó decidido.
Trague duro y lo mire.
No sabía que decirle.
Quise refutar. Pero las palabras no el pasaban, no podía hablar.
Una sonrisa burlona e irónica se instala en su rostro junto con una lamida de labio
Intento no apartar la mirada incomoda.
El viaje fue eterno.
No volví a cruzar palabra con Jack.
Por alguna razón no me atrevía a hacerlo.
O no se si era mi orgullo.
Pero el suyo me respondió con una mirada.
Cuando me baje del auto, el se limitó a pasarme por el lado.
Mi corazón de celebra al verlo.
Lucia distingo desde esa noche.
Arrogante, astuto, y... malo.
No era ese Jack.
Pero era Jack, quien que me gustaba. Que yo había escogido, la persona a la que le había demostrado una parte diferente de mi.
La persona que se alejó de mi.
¿Por que? Por mis miedos e inseguridades.
No lo culpaba.
Pero tampoco iba a ir tras el.
Si algo conservaba era mi orgullo. Y por más que me gustara. Por más que me gustaba querer ver su sonrisa estúpidamente perfecta, por más que quería tenerlo conmigo, por más que quería ser yo con el... más me recordaba mi orgullo.
No fue fácil.
Por alguna razón termine frente a la casa de los Thompson.
— No tardes... No voy a esperarte hasta que se te pegue la gana — le dijo Noah.
—¿Puedes dejarme en mi casa? —pregunté al ver cómo le traían la llaves de un deportivo aparcado frente a nosotros.
—Por supuesto...
—Gra...
—Que no—me interrumpió —. ¿Tengo cara de chofer?
Rodé los ojos.
Tome mi maleta y saqué mi celular.
—Y a ti... ¿que te dio ahora?
—¿Te importa?
—No... pero el que no es chismoso no es gente.
—¿Vas a llevarme?
—¿Al cielo? Cuando quieras.
Lo mire con cara de culo.
—A mi casa.
—Sube el culo flácido al auto — rodó los ojos —. Y no dañes nada— me señaló—¡Jack! — gritó como albañil —. ¡Jack... ya se que estás cagando! —ni señales de el — ¡Sal pendejo, o te dejo! —se giró a mi —. Ni modo ya le avise.... vamos.
Camine hasta entrar al auto, sin percatarme que lo había hecho en el asiento delantero.
Cuando Noah me vio sonrío con malicia.
Aparto la mirada tratando de buscar otra cosa con que entretenerme pero el magnetismo en sus ojos me hace pecar.
Oi a Jack subirse atrás sin decir una sola palabra. El camino fue eterno.
La tensión entre los tres era demasiada.
Iba a llegar sudada si seguía en el mismo auto.
No pude apartar la mirada de Noah mientras conducía, siempre me gustaba como lucia, no iba a negarlo.
Pero mi mente estaba atrás.
Y eso me jodia.
Una vez llegamos a mi casa no espero para bajarme.
Entonces recordé la maleta.
—¿Puedes abrir atrás? —le pregunté a Noah.
—¿Que no tienes manos o que?
—Ahg... —se quejó Jack por primera vez desde que se subió al auto —. Solo haces mas eterno que tenga que estar contigo.
—Estás enamorado en secreto de mi —le respondió este —. Ya acéptalo. Ni te voy a hacer caso, pero ya estuvo.
Jack abrió la puerta y se dedicó a bajar la maleta.
No dijo nada cuando me instale frente a él.
—¿Vas a delire ya? —pregunto Noah.
— ¿Decir que? — La voz de Jason se escucha a mis espaldas.
Lo que faltaba.
Mas mierda.
La gran diferencia es que me harté de que Jason siempre me hiera verbal, física o psicológicamente y que venga con sus supuestas intenciones de "mantenerme a salvo" de quien sabe que, y solo se disculpe.
Y no pienso tolerar más eso.
— Estuve buscándote por todos lados. ¿Donde estabas? — En ningún momento dirijo mi mirada a él.
—Pensé que estabas en el Campus —Jack lo miro mal.
Entonces recordé cómo terminaron la última vez que se vieron.
Siento como la sangre me hiela.
Levanto mi mirada y me encuentro a Noah mirándome más serio de lo normal, con la mandíbula apretada.
— Ella me necesita... —me señaló Jason.
Rodé los ojos.
—¿Como seguiste del ojo?... ¿aún lo tienes morado? —pregunté.
Jack sonrío burlón.
—Creo que fue un diente lo que le saque.
Jason apretó la mandíbula.
— Déjame ayudarte... — Tomó la maleta y se la llevo dentro. Lo siguiente me tomo por sorpresa, junto levemente sus labios con los míos, dejando un casto beso que me removió todo, de inmediato quede petrificada en el lugar, no por el beso por la mirada pesada que sentí de Jack inmediatamente.— Tu papá me llamo... sabía que regresarías. Y yo iba a estar aquí para apoyarte — Agrega con soslayo— . Te extraño linda.— Su repentino cambio de humor no me agrada en lo más mínimo, y no encuentro nada de sutileza en cuanto a sus palabras.
No puedo evitar sentir esa sensación extraña cuando lo tengo cerca, ya no me agrada que me diga así, y tampoco me agrada que actúe como si nada hubiese ocurrido.
Ya tuve suficiente de esto.
No digo nada más, y eso es suficiente para irse, tomando la maleta.
Le dedico una mirada a Jack y este me mira muy serio, su mirada me asusta, y no me agrada en lo absoluto.
Solo somos él y yo.
Y siento que ya no tengo palabras para decir, no... en realidad hay mucho que decir, pero el momento es totalmente inadecuado, y ninguno de los dos somos consecuentes.
— Eso fue bastante deprimente —señaló con dirección a Jason con la cabeza.
—¿Que?
—Seguir con el, después de lo que te hizo. — explica después de un incómodo silencio.
—No nosotros no....
— Demasiado bajo—me interrumpió serio—. Incluso para una chica hueca, y vacía.
Alzo mis cejas sorprendida.
—¿Hueca? Es como decir idiota.
—Tómalo como quieras —se encogió de hombros.
— Pensé que me veías de una marea distinta —admito dolida —, pero es bueno que digas la verdad.— Me atrevo a decir desafiante.
El relame sus labios y aparta la mirada pensativo.
—No se que pensar... Eres demasiado compleja.— Dice sin importancia.
¿Y ahora que le pasa?
Hace un momento estaba riéndose de mis expresiones y ahora parece un iceberg.
— Ahórrate tiempo, y deja de lamentarte por mi...— Me giro indignada.
—Me equivoqué —me detuvo sin tocarme.
Giré mi cuero para verlo.
— ¿Hasta ahora notas que eres pendejo?
— Me hiciste pensar que eres diferente. Pero luego te veo interactuar con más personas y me pareces igual que todas.— Frunzo el ceño.
—Te puedes ir directo a la mierda—no espere para caminar y dejarlo.
— Hablas tanto de Noah y no notas que eres igual a él.
Volví a detener mis pasos.
Mire a Noah quien parecía enfadado hablando por teléfono y llamado hijo de puta a alguien.
Pero ya sabía a lo que se refería Jack. Y odie el sentimiento.
— Tal vez sea algo bueno después de todo.
Tensó la mandíbula. — Si perdiste la oportunidad de estar conmigo fue ñor tú ridículo miedo.
—¿Perdí?
Sonrío ladeado.
Solo quiere joderme.
—No cariño... yo no perdí la oportunidad —no voy a darle gusto, así que le sonreí, aunque por dentro me había herido, incluso más que todo lo que ha pasado hasta ahora —. La oportunidad me perdió a mi.
—¿Que es lo que quieres? — El tono de su voz se eleva un poco tomándome por sorpresa.
Cada una de sus palabras despiertan un lado dormido en mi, sé que son algo hirientes pero tiene algo: dice toda la jodida verdad.
— Es sencillo.— Hago una breve pausa antes de agregar.— Puede que no sea como las demás, con las que probablemente acostumbras a estar, y en lo absoluto veo el mundo como tu lo ves; piensas que la vida se basa en un monopolio, ves todo de manera fría, pero ¿adivina que? Yo no. Puede que esto te parezca absurdo pero... Creo que el mundo no todo el tiempo puede ser conflicto y odio. — Pauso y el enarcó una ceja. — Suena tonto lo sé, pero así me educaron y aunque no sea el mundo del que quiero ser parte, vivo en un mundo en el que el amor no conquista todo tristemente, pero aún así creo en el, y para mi es suficiente. Tampoco pienso que el mundo se puede arreglar de la noche a la mañana, pero así me gusta creer. Y mucho menos que yo pueda cambiarlo, sería muy ingenuo pensar en eso, pero sé que puedo cambiar parte de las personas, que alguien aspire compasión, tal vez a olvidar el dolor, sentir fuerza y fortaleza sin importar donde estén, cambiar algún pensamiento, eso sería suficiente para mi. Y si aún así te parezco vacía, y básica, puedes dejarme ir.— Termino con la respiración un poco exaltada—. Por que ya no estás en esa lista de cosas en las ya creo.
Su rostro se torna menos frío, más humano.
— No todas las personas quien ser ayudadas, no quieren tu caridad, ni mucho menos tu compasión, solo quieren una cosa: poder. Y eso define al ser, avaricia, codicia, eso quieren las personas no tu amabilidad y bondad, créeme yo lo sé. Y esa es una de las muchas cosas en la que nunca vamos a estar de acuerdo.— Esta es la parte de el que nunca había conocido.
—¿Y eso que?
— No quiero que mi vida se resuma en cosas simples. No quiero eso, quiero tener mi propio imperio, vivir cada segundo de mi vida. Es muy diferente a lo que quieres— me señaló —. Aún así me sigue atrapando tu espíritu libre, y es qué haces ver un mundo tan pequeño como si fuera enorme; y cualquiera que no note eso, simplemente no te merece...
Trago grueso.
—¿Entonces que sigues haciendo aquí?—le corte.
Me miro serio.
No puedo creer lo que dice, y no entiendo un día me dice cosas inimaginables, y al otro no existiera esa peté de el, es como si sacara lo mejor de él, y él lo peor de mi.
Me partió el corazón verlo girarse y subirse a su auto.
Se esfumó.
Pero había quedado algo claro en toda esta mierda.
Jack y Noah estaban cortados por la misma tijera.
Misma malicia. Mismo índice de maldad. Eso explica su apellido, su parentesco y su reputación.
Este era el verdadero Jack.
Odiaba admitirlo.
Pero Noah tenía razón.
El verdadero Jack había vuelto.
Y sentía que si me había equivocado. Lo peor era que no sabía con cuál de los dos.
—Jason me dijo que habías regresado— oí a mi papá decirme a mi espalda—... Creí que tardarías en venir.
—¿Ahora son Besties?
—No... pero si me agrada.
Entro a mi habitación libremente.
—Solo vine por algunas cosas.
—Puedes tardar el tiempo que necesites.
—Grac...
—Por que vas avenir conmigo a un psiquiatra.
Quede fría.
—¿Como por que o que?
—No necesitas respuesta a eso... — se paró firme —. Solo toma lo necesario que te esperan abajo — ordenó—. No quiero que tengan que subir por ti.
Me horrorice.
¿Esperan?
¿Subir por mi?
¿QUE?
—Pero... ¿yo que? —las palabras no me salían, me imaginé lo peor.
No espero nada de mi parte.
Empezó a caminar con su porte importante.
—¡No quiero ir a eso!
—Tienes que. Ya es hora de que lo aceptes.
—¡No! ... pero... —joder... no puede salirme todo mal —. Es decir si... se que cuando era niña veía Tory Stories y me quedaba detrás de la puerta a esperar que los juguetes hablaran pero...
—No vas a hacerme cambiar de opinión.
No titubeo.
—Se que aún pienso que los perros hablan cuando no tienen a los dueños de frente pero yo no... —me detuve —. No estoy loca.
Se quedó en silencio.
Me miro raro.
— No hablaba de dejarte ahí —acepto con la cejas fruncidas —. Aunque después de eso debería retomarlo.
—Ahhhh.
Volvió a mirarme raro.
Me alivie.
— Te espero abajo.
Eso me puso nerviosa.
No entendí nada.
Sin embargo me entro la duda.
Cuando me vestí baje lo más rápido que pude.
—¿Que mierda pasa? —pregunté a mi misma cuando baje las escaleras y me encontré con una escena escalofriante.
Ash, mi papá y su chofer con cara de muertos en vida.
—Vamos —dijo apenas me vio.
Ashley me miro raro.
Desde hace meses no nos habíamos visto. Ella entro a una universidad distinta por lo que no nos veíamos mucho.
No entiendo que pasaba.
Ash no espeto palabra alguna solo me miraba con miedo.
Vi la espalda de mi papá moverse hasta entrar al auto.
Quise preguntar que pasaba.
Pero Ashley me advirtió algo con la mirada.
Eso no significa algo bueno.
El auto avanzaba pero mi mente no.
Estaba perdida y asustada.
Quería conectar mi mente con lo que pasaba. Pero era inútil, nada se me venía a la mente.
Hasta que unas rejas negras altas y un letrero en medio me alertaron.
Sanatorio Weapon.
Un nudo se instaló en mi estomago.
El auto no se detuvo hasta estar dentro del tenue lugar, adornado de vegetación desgastada.
Apenas salí del auto supe que no era coincidencia.
El lunar era gris. Tenía aspecto de castillo muy, muy antiguo, las ventanas eran negras tenían verjas, lo que impedía ver adentro. Era como si no quisieran Ake lago saliera, o entrara.
No era la primera vez que venía a un psiquiátrico.
Pero... ¿Por que me asustaba? La vegetación y el musgo subían por las paredes del lugar. Dando ese toque tenebroso y misterioso.
¿Que hago aquí?
Sujete fuerte mi bolso en mi brazo.
—Se estarán preguntando que hacen aquí — Ian se detuvo justo en los que supongo es recepción, pues una mujer esperaba con cara de culo detrás de un mostrador, luciendo un traje blanco—. Amber me llamo — explico tomándome por sorpresa —... Me dijo que, hace unos años atrás... —parecía cansado, no parecía a gusto hablando de esto —. Cuando ustedes no parecían tener remedio alguno —suspiro —... Ustedes se aprovecharon de la salud mental de una chica.
—¿Que? —le interrumpió Ashley horrorizada—. No, nosotras no...
—Y por eso estoy aquí —le corto el sin ánimo de discutir —. Por que si de algo estoy seguro es que el Karma existe. Y el pasado les pasa factura cuando menos lo esperan.
—¿Me está diciendo que confías en ella? —hablé por fin.
No me miro.
No lo hizo.
—¿Quieres hablar de quien miente aquí? —respondió tosco. Entonces me miro. Una mirada dura, fría —. Por que no estás en posición de exigir que confíe en ti.
Eso dolió.
—Nosotras no fuimos las culpables de que es chica terminara aquí... —explicó Ashley al ver que no hablaba.
Ian la miro desconfiado.
Una punzada de dolor se instaló en mi pecho.
¿Es posible que un padre decida creer en un extraño que en su propia sangre?
—... No te molestes—le dije sin mirarla—, no hay que exigir que confíen en ti. De exigirlo sólo sería una mentira bien adornada.
No dijo más.
Nos hizo firmar para que nos requisaran unas mujeres de traje. Nos despojaron de todo lo punzante en nuestros atuendos, los accesorios y zapatos que fueron reemplazados por pantuflas grises.
Un pitido me asusto, y una puerta metálica se abrió dándonos paso a una segunda planta.
El lugar empeoró.
En todos los sentidos.
Asustaba, estaba jodidamente asustada de lo que podía ver. Lo que podría encontrarme.
El piso estaba envuelto en una tenue luz blanca y paredes de un material blanco. Un enfermero de casi un metro noventa nos guiaba pasillos adentro.
Mi papá le seguía los pasos. Yo seguía los de Ashley y así íbamos mientras pasábamos por puertas metálicas con letras raras. Hasta que se detuvieron frente a una de ellas.
160.
Era el número.
—No pueden presionarla—habló el hombre —. Ha estado en tratamiento desde que esta aquí... no ha recibido michas visitas, excepto de una rubia hace unos días y sus padres — abrió la puerta —. Absténganse de preguntar cosas solo lo mínimo, ya está bastante estable considerando cuando vino.
El hombre se hizo a un lado.
Trague grueso al ver el interior.
Una cómoda gris y una cama era todo lo que le conformaba la tenue habitación solitaria.
Nos dió aviso para que entráramos.
Ian no lo hizo.
Se quedó a un lado para que pasáramos nosotras.
El suelo no se movía, ni mis pies. Estaba congelada.
Petrificada.
Sentía náuseas.
Ashley me miro.
Miedo fue lo que pude percibir.
Seguido de mirarme entró.
Trague duro y la seguí.
El interior olía a medicamentos.
Y en este mismo se encontraba un cuerpo en una silla recostada en una esquina donde la luz no daba con exactitud.
Ella estaba ahí.
Estaba sentada en esa silla.
Mirando un lado en específico de la habitación.
Su mirada se encontraba vacía.
Y eso me aterró.
Por que después de tanto... estaba ahí. Seguía siendo ella.
—An... —la llamo una voz a mi lado.
Entendió.
Pero no nos miro.
Seguía mirando a la nada.
Su cabello lucia despeinado. Recogido en una coleta desordenada. Un traje gris y los mismos zapatos.
No me atrevía anotar a otro lado.
Pensé que lo que me encontró a me iba a dejar mal.
Pero m realidad ella lucia... diferente.
Saludable.
Pero joder...
Estaba aquí.
—An... —la llamo Ashley —. An, estas...
—¿Viva? — pregunto ella.
Su voz hizo que mi corazón se agitara.
Esa voz que pedía a gritos que no le hicieran daño, y esos ojos que lloraban en una cabina de un baño después de que se burlaban de ella. Ahí estaba.
Aquí estaba.
—Por supuesto que lo estoy...
—An... nosotras... —fue todo lo que salió de mi.
—Están arrepentidas... —me corto para mirarnos a ambas—. Eso no fue lo que vino a decirme Amber.
—Amber no debería... — habló Ashley.
—¿Venir a verme? —le interrumpió la chica de contextura delgada. Cabello castaño seco, tez blanca, ojos claros y ojeras de panda.
—Ella no...
—¿Merece verme así? —me interrumpió—. Ya lo se. —dijo tajante —... Pero adivinen por quién estoy aquí. — ironizo—. Se lo que hicieron, ella lo sabe—bajo la mirada a sus manos quienes se movían en su regazo —. Sabe lo que hicieron. Sabe que no tuvieron que ver con que este aquí. La que jugó con mi estabilidad por años llenos de abusos, burlas y críticas fue ella... pero adivinen quienes callaron todo —volvió a mirarnos.
Esta vez su mirada lucia apagada.
Eso me asusto.
El ambiente estaba tenue, y tenso.
—No quiero sus disculpas... —volvió a hablar ante nuestro enmudecido momento.
— Sabes que no tuvimos la culpa... —hablé.
—De nada me sirve que vengan a reconocerlo después de casi un año...
—Pero...
—Se que ustedes no lo hicieron —admitió interrumpiendo a Ash —. Pero también se que son todas unas elitistas fuera de aquí —explicó —, y de esperar a que me pudra aquí prefiero que declaren que me vieron bien cuando salgan.
—Tú no estás... no estás bien —dije.
—Estoy mejor que ustedes— respondió—. Y su declaración no hará mucha diferencia... mis padres creen que aún me falta tiempo.
—¿Para que quieres que declaremos algo que sabemos que es mentira? —pregunté nerviosa.
—Por que de no ser así... —me miro directamente. Aún seguía sentada en esa silla y eso me asusto más. Se veía maquiavélica —. No me molestará hablar con Amber para que le haga creer a todo el mundo que en realidad fue por ustedes que estoy aquí.
—¿Que? —pregunto Ashley asustada.
No está pasando esta mierda.
Se que la persona que fui en el pasado no fue perfecta. Se que ahora no lo soy. Pero también se que en el fondo yo no tuve que ver con esto.
Fue mi error callarme lo sé. Pero no voy a pagar por algo que se que no fue mi culpa.
—Yo hice que Amber fuera recluida por lo que te hizo y lo logré mintiendo... —admito —. ¿Crees que vas asustarme?
— Veamos que piensa Jack cuando me vea aquí y sepa que fue tu culpa —me amenazo —.... ¿o era Noah?
Trague grueso.
—Inténtalo perra, y no te van a quedar más ganas de amenazarme.
Me miro con odio.
Un odio que no oculto.
Después de todo... tal vez, yo tampoco fui la protagonista buena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro