Capitulo 22
Se peleaban por quien tenía el pito más grande.
Aura Hasthings
Era oficial.
Tengo los pies puestos en la universidad.
Cada paso sobre mis Louis Vuitton son decididos, pero llenos de miedo.
Dartmouth, era una universidad privada y más exclusiva ubicada en el Upper East Side de Manhattan. El campus es enorme, ocupa más de seis manzanas de la ciudad. La infraestructura es colonial, sin perder lo moderno. Bloques enormes de más de tres pisos, espacios verdes, y un camino ancho de asfalto que conduce a la entrada de unas escaleras.
Estaba sola y llena del puto miedo.
No sabía por qué.
De hecho sí.
Casi un mes había pasado desde aquella noche donde insensatamente quede como una tarada.
Días largos en donde todo tenía un sabor a estar tranquilo. Y eso era suficientemente para espantarme.
No sabía nada de los cuatro.
Adam ya no respondía a mis historias como solía hacerlo.
Noah... bueno, por ese imbécil no me preocupaba. Sabía que tramaba algo. Algo grande, algo con sus negocios. Y honestamente no me interesaba pertenecer a eso. Ya estaba cansada de ser la pendeja entrometida que siempre era humillada por él.
No tenía ánimos de seguir haciéndolo.
Pero era extraño no saber de él. No lo seguía en sus redes, porque así de grande era mi ego. Por lo que con el simplemente decidía imaginar donde estaba, sin embargo terminaba reprendiéndome a mí misma y haciéndome la pendeja para ignorarlo.
Nathaniel parecía igual de perdido que su hermanado.
Nada...
No se sabía nada de ellos.
Y por último Jack.
De él no quería saber.
No tenía ánimos para fingir que no me interesaba. Pero si me seguía mintiendo a mí misma sabía que terminaría herida. A el parecía que la tierra se lo había tragado.
Ojalá se esté alimentando en el infierno con la mierda de Hades.
Pero sin rencores.
Bueno mamona.
Todo parecía tranquilo.
Eso me asustaba.
Ellos nunca han sido ni serán tranquilos.
Nacieron por y para el caos y la destrucción... está escrito.
Desde que llegue aquí he sido el centro de atención.
Y no me molesta, estoy acostumbrada.
El problema es lo que dicen.
—Ella es la chica...—murmuro una de las tres pendejas que venían detrás de mi... y aquí vamos...
— ¿Fue ella?... — pregunto otra voz curiosa.
—Si sabe que cava su propia tumba.
— Yo hubiera pasado por lo que ella y ya me hubiera mudado a china...
—Yo hubiera preferido a Noah... —rodé los ojos sin ánimos de detenerme a mirarlas.
—Lo siento... pero Noah es muy imbécil. Prefiero a Jack.
Se me revolvía el estómago de escucharlas.
Así habría sido desde que llegue. Con la enorme diferencia que no fue hasta hoy que metieron esa conversación.
Aquí solamente me utilizaban para hablar de ellos, y de lo que había hecho, de los chismes y todo lo demás.
Pero una vez decían todo, me dejaban como pendeja. Y ya me estaba cansando.
No detuve mis pasos. Las mismas personas que venían hablando de mí como si yo no estuvieran delante de ellas me hicieron caminar más lento.
— La última vez que los vieron juntos fue en el Royal Cure... —dijo la chica casi murmurando.
Mis clases ya habían terminado, pero tuve que regresar por unos libros que había olvidado.
—Si... dicen que Jack le ganó a Noah en el Póker... — dijo otra voz detrás de mí.
— ¿Jack ... qué?
—Si me lo preguntan yo prefiero quedarme con los cuatro...
—Es que ellos juntos... son superiores.
—Pero hicieron un desastre esa noche.
—Cariño ellos no hacen desastre... ellos son un perfecto desastre...
Escuchar conversaciones ajenas no es de buena educación, pero quien las manda a hablar tan alto. La conversación es del pueblo y para el pueblo, así que a chismosear.
El pasto verde y la luz del sol me hicieron suspirar con cansancio.
Todo estaba tranquilo...
Estaba...
Y ya era el momento.
Había pasado.
Un sonido me hizo girarme.
Me había quedado en shock mientras miraba la escena.
—Ya llegaron... —dijo una chica mientras pasaba por mi lado.
En el momento todos a mí al rededor se detuvieron a mirar.
Un auto que parecía más costoso que la maldita universidad se aparcó con ruido ensordecedor frente a nosotros.
El vehículo negro rechinó y se detuvo.
Nathaniel.
Vestía como siempre, impecable. Me gusta el pan, pero me gusta más el, no más digo. Lucia como todo un dios. Parecía haber estado ejercitándose, pues su cabello caía adelante... esa melena es una obra de arte. Su atuendo era muy informal. Demasiado a cómo lo acostumbraba a ver.
Lucia pantalones cortos, y camiseta sin mangas dejando sus marcados y ejercitados brazos al descubierto. La tinta en sus brazos contrataba con su piel. Esa camiseta no debería existir. Estaba tan pegada que se le marcaba toda la situación.
Toda la buena situación.
Seguido de él, bajo Adam. Luciendo igual de imponente como siempre. A este tipo lo hicieron con amor comprensión y ternura. Porque quedo como quiere y puede. El físico de Adam era igual de perfecto. Lo único era que desde que Noah decidió que quería un amigo culero, se volvió así, justo como él quería, culero fiestero y mala influencia. Pero pendejo y sin tabúes.
Adam había dado mucho de qué hablar antes de su desaparición repentina.
Fiestas, mujeres y alcohol, viajes, una vida desaforada.
Ese Adam no era ni la cuarta parte del Adam que conocí al principio.
Apenas bajo del auto la luz del sol le dio en el pecho cubierto por una camiseta negra dejando sus brazos al aire. Sin importarle si los demás lo miraban se metió una mano en su pantalón corto ajustado a la cintura.
Literalmente se metió una mano en la parte delantera el pantalón.
Parecía que se la estuviera acomodando.
¡Ja! No jodan... este tipo está creisi.
Cuando noto que las personas lo miraban sonrío sin importancia.
Noah fue el último en bajar. Y el que más suspiros se llevó de todo el mundo.
Hasta de chicos.
No había cómo describirlo. Siempre lucia como un lord inalcanzable.
Pero yo lo veía como un pendejo imbécil.
—... Joder casi me desmayo —suspiro una chica desconocida pasando por mi lado mirando el estacionamiento.
— ¡Muevan el culo flácido, vamos a llegar tarde! —se le oía espetar a Noah desde lejos.
¿Por qué el siempre parecía mandarlos?
Noah no era el mayor de su hermano, sin embargo parecía que era el quien tomaba decisiones, Nate era más calmado, menos imbécil, sin embargo no perdía esa seguridad que desprendía su hermano.
Ambos parecían dos cacas, idénticas.
Pero Nate agradaba más, a él no le temían, era agradable acercársele a hablar, aunque tuviera cara de que si lo haces probablemente terminarías con la ignorada del siglo.
Los tres caminaron, ambos lucían ropa deportiva, daban la impresión de que estuvieran dirigiéndose al gimnasio.
Al caminar sabían que todo el mundo fijaba su vista en ellos, pues no se molestaban en ocultar su arrogancia.
Sin embargo su momento se vio interrumpido por otro auto, un clásico gris, lujoso se aparcó.
No sé por qué me sentí nerviosa cuando lo vi bajarse con ese aire autoritario egocéntrico.
Era Jack... o el nuevo Jack.
Físicamente se seguía viendo más bueno que el pan. Pero sus vibras se sentían distintas, llenas de egocentrismo y malicia. Antes también desprendía eso, pero era distinto... no sabía que el rencor lo haría cambiar tanto.
Antes de que Noah casi matara a su hermano lucia como un chico malo, pero sabía que en el fondo no lo era, ahora lo veo, y... no sé qué pensar.
Solo que lo quiero lejos de mí.
Trague grueso y me obligue a apartarles la mirada.
Apenas lo hice estaba intentando no chocar con ninguno de ellos. No tenía salvación. Estaba sola, no conocía a nadie, todo el mundo me miraba como si fuera una puta ama, pero no se acercaban, era como si tuviera varicela.
No me jodas...
Mire a ambos lados, los cuatro sedirigían a las escaleras.
No les huía, solo los quería lejos. Ya me habían jodido lo suficiente.
De cerca pude notar una melena familiar. Un cabello lacio castaño. La misma chica que trabajaba en casa de Noah.
—Madison—pensé su nombre en voz alta, lo que la obligo a voltearse para mirarme.
No lo pensé dos veces me acerque a ella, quitándome del camino.
—No sabía que venias a esta universidad —pronuncio extrañada.
—Tampoco yo... —murmure entre dientes sin dejar de sonreírle—. Imagine que seguías en California.
—Solo era mientras Noah arreglaba un par de asuntos—explico desprevenida. Mirando sobre mi hombro, sabía que los miraba a ellos, y apenas fijo su atención en uno de ellos volteo los ojos y volvió a mirarme. No la imagine viviendo aquí.
Ella trabaja, o trabajaba en casa de Los Thompson, ¿Cómo tendría para pagarse esta universidad? Es jodidamente costosa.
—Ojala no los hubiera terminado nunca... —no pude evitar decir.
Me miro extrañada con una sonrisa ladeada.
— ¿Tanto lo odias?
—Hasta el infinito y más allá—ironice devolviéndole el gesto.
—No te culpo...—suspiro —, ese espectáculo lo dan siempre desde que volvieron a estar juntos...
—Sigo sin entender por qué odian a Jack.
Me miro comprensiva.
—Jack siempre ha sido distinto, y antes tendía a opacar a Noah, quizás eso fragmento su código de imbéciles —explico con rapidez.
—No me digas... —rodé los ojos—. Se peleaban por quien tenía el pito más grande.
—Están pendejos no los juzgo.
—Eres la primera que dice algo de ellos y no le brillan los ojos—bufe.
—Tampoco soy su fan... —admitió —. He trabajado para los Thompson desde que tengo edad adulta, y los conozco desde niña. Sé cómo son y he visto cosas inimaginables, créeme... sería difícil que sienta afecto por alguno de ellos.
Lo acepto de manera tranquila. Como si no fuera lo suficientemente extraño.
¿Qué tan bajo podría caer esa familia? ¿Qué tan hijos de puta son?
—Es increíble que por fin alguien aquí lo haya aceptado —admito tensa.
Alzo las cejas como si esperara ese comentario sarcástico.
—Y si eso no te pareció lo suficientemente ostentoso espera a que...
Fue interrumpida inmediatamente por una voz varonil.
— ¡Escuchen culos flácidos! —eran ellos, los mismos tres pendejos, estaban sobre los empinados escalones, la luz del sol reflejaba perfectamente bien sobre ellos, todos los que se encontraban presentes fijaron su atención en ellos, hijos de papi, escuchando a otros hijos de papi, la gran diferencia era que Noah, era un imbécil astuto, algunas personas se acercaron al borde de los escalones.
Ellos estaban arriba de todos. Podía ver en el reflejo de Noah su arrogancia y su narcisismo multiplicado por mil.
Así es, aquí eran los más populares, los dueños de toda la mierda que pisaban, inclusive Jack parecía ser igual que ellos, parece que acabo de pisar su terreno.
— La fiesta es mañana por la noche, nada de usar ropa fea, respeten a la humanidad y no vistan con andrajos baratos, no hagan que los corra de una patada en el culo—, que manera de invitar a personas a una fiesta era oficialmente el peor ser humano que había conocido en mi perra vida.
La gente sonreía de oreja a oreja.
Mire al cielo con ganas de rodar los ojos y murmure: Apiádate señor.
Acaba de decirle pobres feos a todo el mundo y estos sonríen.
—Eso explica mucho... —murmure—. No entiendo por qué los miran como si fueran Blair Waldorf en las escaleras del Met—me queje.
—Es como si lo fueran, ellos siempre se sientan ahí, a hablar, a llamar la atención, a ser ellos... —explico.
Y no mentía, Noah lucia más arrogante que nunca. Pero no fue eso lo que me sorprendió, fue Jack...
No podía apartarles la mirada.
Y me encabronaba.
—En fin, pueden meterse un palo por el...
— ¿Vas a ir? —pregunto Madison interrumpiéndome.
—Ya no tengo ánimo para fingir que me agradan.
—Es la fiesta que dan como "recaudación".
— ¿Recaudación? —fruncí el ceño—... ¿Noah?...
—Es dinero que reúnen para la universidad.
—Esta universidad está situada como una de las mejores del mundo, y es jodidamente prestigiosa ¿Qué dinero podría necesitar esta gente?
Ladeo el rostro, parecía evaluarme con sus ojos claros.
—Eres rica pero no tan rica... —concluyo—. La directora les pidió hacerlo para los becados, o quién sabe. Ellos lo hacen solo para llamar la atención, y para ayudar a los nuevos supongo.
— ¿Ayudar?
—Eres rica y pendeja... —suspiro y rodo los ojos graciosa —. Para que los nuevos se integren... ya sabes.
—Noah también es nuevo, no le veo el punto.
—Noah inicio el semestre pasado —explico—. Su círculo social es innumerable, aquí es como si fuera un lord. Es su patio de juegos, y hace con la gente lo que le venga en gana.
—Entendí... —suspire —. Hacen una fiesta, y van solo porque ellos estarán ahí.
—Bienvenida al mundo universitario —sonrió —. Aquí los pendejos actúan por instinto para ganar más seguidores y alardear de sus fortunas mientras chismean de lo último de Gosht Girl.
—Lo vi venir... —bufe apartándole la mirada al par de pendejos. No sé en qué momento, pero pensé mucho una vez vi a Jack a un lado de Nate.
¿Qué Noah no lo odiaba? ¿Habían regresado o qué?
—No es cualquier tipo de fiesta —hizo el mismo gesto —. Aquí solo viene la elite de la elite. No es como si te sirvieran cerveza barata y jugaran al Póker, o verdad o reto,
—No los imaginaba en esta. Honestamente.
—Es una fiesta de mascaras—explico suspirando —... Voy a ir.
— ¿Iras?... pensé que te fastidiaba su existencia.
—Siiii —admitió—. Pero habrá comida, también alcohol gratis y quiero empedarme—se encogió de hombros despreocupada.
—Estas en New York puedes ir a cualquier otro lugar.
— No sabes donde es ¿verdad?
—No...
—Sera en el Hotel Empire—dude un segundo en creerle, y ella lo noto—. Es el imperio de ellos—miro a los cuatro chicos—. El padre de Jack y de Noah son herederos del lugar. Siempre hacen cualquier tipo de ostentosidad en ese lugar.
¿Cómo dijo?....
¿Sus padres eran dueños de esa monstruosidad?
Pero-
Estaba anonadada.
— ¿Ahora si quieres venir? —volvió a preguntar Madison.
Lo pensé por unos segundos.
Quería alejarme.
Pero mierda...
Desatan caos por todas partes, y ahí están, recordándome que será difícil superarlos, eran los reyes aquí.
Y yo una puta reina, no me iba a dejar pisotear.
—Buenoooo...— los mire por cortos segundos, todos parecían alardear —una fiesta más, una fiesta menos—le devolví la mirada a ella—. Da igual, vamos.—enarco las cejas—. Además las mascaras se me ven muy bien.
—Bien. Paso por ti a las nueve —me agrada la chica, no parece pendeja—. Dame tu dirección de apartamento, ¿donde vives? —empezó a sacar de uno de los bolsillos de su pantalón su teléfono.
—Vivo en el campus.
Se detuvo en seco.
— ¿Tu?... —me miro de pies a cabeza. Y si, a esta universidad venia solo la gente más adinerada, tanto así que la mayoría Vivian en departamentos cerca, no en las instalaciones.
Los que se quedaban eran pocos, becados o personas que no tenían para pagar un Pent-House.
Y aquí entraba yo.
No sé qué tanto la había cagado con Ian, pero estaba tan enfadado y tan distante, que ni siquiera quiso pagarme un departamento, decidió que lo mejor sería quedarme en los dormitorios.
La chica noto como me miro, y lo espetado pues negó con la cabeza.
Lo hizo como si por el hecho de ir vestida con algo costoso no pudiera creer que no tendría el suficiente dinero para vivir en un lugar más privado y lujoso.
Me sentí incomoda pero no deje de sonreírle falsamente.
—Quiero decir... ¿Qué dormitorio tienes?
—Ala b edificio dos, y no recuerdo lo otro por que soy pendeja—suspire—, te envío la ubicación por mensaje.
Asintió mientras me miro comprensiva.
Pensé que diría algo más pero en lugar de eso solo obtuve una mirada con sorpresa encima de mi hombro.
Como buena chismosa, dirijo mi mirada hacia ella y para mi sorpresa me encuentro con Amber.
La maldita está aquí.
Pero no está sola.
Todos los chicos quienes aún se encontraban en los escalones la miran confundidos.
Cada paso que da es como si el suelo le perteneciera, y siento que camina en cámara lenta, su ondeado cabello le cae en cascadas hasta la cintura.
No se detuvo.
Su entrada triunfal se vio interrumpida por ella misma cuando paso en medio de todos y se plantó frente a Noah y Jack.
Quede loca.
Que alguien me explique que acabo de ver.
Está hablando con ambos.
Con los dos.
Con los mismos dos idiotas que amenazaron con acabarla si les volvía a dirigir la palabra.
Estaba anonadada.
No entendía.
¿De qué mierda hablan?
— ¿Viste sus zapatos? — pregunto una chica que pasaba por nuestro lado.
¿Qué si los vi? Cómo apartar la mirada de ese par de botas Christian Dior son únicas jamás las había visto, negras con un tacón grueso pero transparente.
— Solo es una perra bien vestida. — Logro pronunciar pasmada.
No sé qué les dijeron esos dos idiotas.
Pero bajo los escalones con una sonrisa.
Suficiente para querer saber, que mierda acaba de pasar.
Cada paso que da con esos Christian Dior son decididos, me siento diminuta cuando se plata frente a nosotras con esa sonrisa macabra.
—... ¿Y tú lacaya?... —pregunto ignorando a Madison, dándole una mirada arrogante evaluativa y narcisista—. Ustedes parecen ser inseparables—nos miró de arriba debajo de manera para nada amable—. Ashley la odiara — finalizo mirando con asco a la chica a mi lado.
Odio que diga las cosas como si nada hubiese ocurrido.
—Tú pareces estar cada vez más sola. — Aludo con una sonrisa ladeada.
Arquea una ceja simulando estar sorprendida, y ataca.
—Me pregunto si Ashley ya te perdono por completo por haberte besado con su novio. O... ¿Aún seguirá odiándote en silencio?
— ¿De verdad crees que unos centímetros van a hacer que nos separemos?
—De pende...—se encogió de hombros— ¿de cuántos centímetros hablamos?
—Cariño... nosotras no estamos falta de sexo...—la evalué de mala gana.
—¿En serio? Por que hasta donde recordaba Jason era terrible.
—No me suscribo a odiar a mujeres por culpa de hombres— dije decidida. — Me parece realmente estúpido hacerlo y me molesta la narrativa que usas... por eso se lo dejo a las ridículas como tu. —concluyo, con tono amenazador.
Elle ladea una sonrisa satisfecha.
— No lo necesito.
El recuerdo de ese momento viene a mi memoria.
Flashback
Alexander llaga a la cocina después de llamarlo desesperada, y algo ebria.
— Que bueno que estás aquí—camino a mi lado, mis lágrimas estaban secas—. Quería hablar contigo.
—Dime que el chisme esta bueno... porque acabo de dejar una fiesta con comida por ti—hizo énfasis en comida y señalo la puerta que dirigía al pasillo que llevaba a el salón donde todos se encontraban.
— Es sobre Jason. — Mi cabeza da vueltas, pero aún sigo de pie.
—Suéltalo.
— ¿No ha hablado contigo?
Negó ceñudo.
—Sera mejor que él te cuente—balbucee.
— ¿Ahora cómo voy a dormir sin este chisme sin resolver?
—Ahora si la cague...
— ¿Qué hiciste?
—Me embriague en la boda de su hermano...—negué recordando que casi grito algo que me hubiera dejado sin futuro, algo que nos hubiera dejado sin futuro—, y dije cosas... ahora no se si...
— Un momento—me detuvo—. ¿Estás ebria? ...
Intenta decir mientras me mira con desdén, pero yo le interrumpo.
— Algo, pero no es el punto—negué—. Arruine todo... siempre lo hago. Ahora no puedo volver allá.
—Jason fue a dejar a Ashley en su casa—explico—. Quedo igual de ebria que tú cuando se le apareció el fantasma de Amber—intento burlarse para hacerme reír.
— ¿Qué no sabe que literalmente hice que sus padres la internaran por culera?
Sonrió.
— ¿Qué hizo para merecer eso?...
—Molestaba demasiado a una pobre chica...
— ¿Tanto así?
Asentí. —Tanto así, que término afectándola psicológicamente, y termino en un psiquiátrico.
— ¿Qué?...
—Les hizo creer a sus padres que estaba loca.
—Per-
—Yo le devolví el favor. Les hice creer a sus padres que su hija necesitaba de Jesús, y la mandaron a un retiro espiritual muy lejos de aquí.
—Sabía que Amber estaba loca, pero no tan loca.
La cabeza me giraba.
—El karma no es una perra... Aura Hasthings si lo es.
Me miro comprensivo.
—También estoy ebrio. Porque voy a aceptar que lo merecía—a un lado del mesón se encontraba la botella de Champan, que no dudo en tomar para abrir.
El corcho no salía, por lo que mientras más había el intento mas se agitaba. Cuando tuvo la fuerza el corcho salió produciendo un ruido, tuve que cubrirme la cara para evitar que impactara contra mí.
Cuando lo volví a mirar el líquido se había regado por todo el traje mojándolo.
—No sirves ni para abrir una botella... —me burle.
El por otro lado se dedicó a quitarse la prenda.
—Lo que faltaba—se quejó mientras me miraba y se sacaba la chaqueta del esmoquin negro. El blanco de la camisa estaba mojado pegado al abdomen marcado.
Le quite la botella y no vi copas así que bebí de un solo trago.
— ¿Vas a dejarme o qué? —lo ingerido no sirvió para mejorar mi estado. Él se acercó tanto que sus manos tocaron mis rodillas.
Me percate del tacto, y pensé rápido. Con las piernas débiles y el piso dándome vueltas se me ocurrió lo más estúpido que puede hacer estando en este estado.
Me levante en el mesón. Mis pies descalzos pisaron el mesón de madera.
—Consíguete una... —espete mareada, caminando sobre este— la necesito más de lo que parece.
—Estas idiota, ya sabía yo... —bufo acercándose para detenerme por las piernas mientras lo esquivaba —. Bájate que te partes la madre y ahí te dejo —dijo al ver que no me detenía.
Estaba que me llevaba el que me trajo, y no media lo que hacía, mientras más intentaba detenerme, más huía de sus grandes manos.
Hasta que con un movimiento rápido las abrazo y me detuvo.
—Ya, no te pases... —balbucee casi sonriendo por primera vez en toda la horrenda noche.
Me senté sobre el mesón, Alexandre no me soltó hasta que estuve sentada con las piernas abiertas cubriéndome con el vestido, y aun conservando la botella.
Le di un largo sorbo al líquido caliente antes de que él lo arrebatara de mis manos. Me quito la botella y bebió de ella.
No me percate de la cercanía que conservábamos hasta que note su mano sobre mi muslo desnudo.
Mi vista subía hasta su pecho casi descubierto. Fui consciente de que me había acercado cuando sentí su nariz casi rorar con la mía.
— ¿Segura que estas bien?... —pregunto, pero yo solo veía sus labios moverse—... ¿Quieres que te lleve arriba para que descanses? — Sus ojos cafés me miran con tanto cariño que me hizo sentir muy bien.
Y eso necesitaba, sentirme bien.
Después de enterarme que Jason ha estado ocultándome tantas cosas...
— Si, lo estoy. Creo que con la noche que tuve, es lo mejor que he podido estar. — Digo mientras lo miro directo a los ojos.
— No viene exactamente porque me lo pediste. Ashley balbuceo que necesitabas un hombro. —murmuro mirándome los labios.
¿Qué carajos hacia?
— ¿Dónde está Jason? —pregunte sabiendo la respuesta, desvié la mirada sintiéndome tensa —. Lleva días sin contactarme, y estamos a semanas de las vacaciones. Creo que volvió a hacerlo, volvió a irse.
Se aclaró la garganta.
— Jason es una buena persona, Aura.
—Sé que es un maldito—bufe—. Si es tan buen novio ¿Por qué últimamente desaparece sin decir nada? —no respondió—... Ya me harte de esto.
— Eso es complicado de explicar.
— Eso es un sí, bien adornado.
— No es tan idiota... — explico suspirando.
—No te compadezcas—relamí mis labios—, todos siempre terminan haciendo algo para herirte.
— Cualquiera que te conocería de verdad jamás haría una estupidez para perderte.
Sus ojos me miran con desdén, estoy consciente del espacio que nos separa, pero no de lo que hago. Acerco mi rostro al suyo y no retrocede, su aliento se mesclo con el mío. ESTA MAL, me advirtió mi cerebro. Pero mis labios no pusieron objeción alguna, y eso solo me impulsó a seguir haciéndolo.
El tampoco hacia nada por separarse de mí. Sus labios se sentían suaves, se movían a la perfección, me atrapo con sus manos atrayéndome a él, posicionándose en medio de mis piernas. Rápidamente me sentí acogida, segura, con la respiración afectada. Sus manos se movían por todo mi cuerpo.
Estaba mal... pero ¿Por qué se sentía tan bien?
Sus besos subieron hasta mi cuello. Todo se intensifico. La piel me ardía, y la ropa me estorbaba. Para cuando lo note respiraba tan fuerte que se oía como gemidos escapados.
Pero el mismo alcohol que me impulso a hacerlo, me hizo detenerme.
Ya era muy tarde para eso...
Había pasado.
Días después la culpa no me dejaba en paz, y alguien se había encargado de rodar el chisme, estaba segura de que era Amber, que había alcanzado a vernos antes de que se marchara. Y así fue, Amber se encargó de decirle a todo el mundo, hasta que llego a Ashley.
Lo había arruinado, la amistad que había entre ella y yo se arruino.
Al principio no parecía importarle, pero sabía que no era cierto sabía que fingía para no demostrarse "débil" delante de mí.
Fin Flashback
Eso solo fue una grieta en nuestra amistad.
—... Y hablando de cosas que compartimos...—hable por fin—. Noah... y Jack...
—Compartir no es una palabra que yo conozca—me interrumpió.
—Pensé que había quedado claro que no te querían cerca.
—No fue lo que acabaron de admitir... incluso Nate, decidió que les convenía más tenerme cerca—admitió con una sonrisa arrogante.
¿Qué carajos?
No pienso soportar esto más.
Una leve sonrisa se forma en mi rostro.
Estuve a nada de insultarla.
Pero Nate apareció.
—Aquí están... —dijo como saludo. Pero en realidad no mejoró su presencia, el ambiente se tensó apenas estuvo cerca, y para colmo no dejaba de mirar a Madison extrañado—. Decidimos tener de nuestro lado a Amber... —explico mirándome, notando mi confusión—, ella sabe cosas y creo que es lo más inteligente.
Fruncí el ceño.
— ¿Ahora confían en ella? —pregunte.
Él le dio una corta y muy fría mirada.
Lo sabía.
Lo imagine.
Solo le hacen creer eso.
Y al parecer ella lo cree, pues sonríe satisfecha.
El camino hasta estar a un lado de ella, frente a nosotras.
—Madison, pensé que te encantaría conocer a Amber... —miro a la chica.
Ella la evaluaba con la mirada. No parecía agradarle. Y hasta razón tiene, Amber se hace odiar como si no fuera poco la mira como si tuviera pulgas.
— ¿Por qué? Ya conozco los efectos del Botox a temprana edad—lo miro con una sonrisa ladeada.
No me moleste en ocultar una sonrisa burlona.
Amber la fulmino con la mirada.
—Me voy... —Madison me miro ignorándolos—. Nos vemos, espero que no seas de las que tardan para quedar igual de básicas—sonrió y miro a la rubia.
—...No... —le devolví el gesto—... yo si tengo personalidad—mire por un corto segundo a Amber—. No se la robe a... —la mire de arriba abajo—... Regina George con problemas de adicción.
Madison sonrió y volvió a mirarla.
Obviamente para Nate habíamos quedado como las malas.
—No creo que haya necesidad de ser grotescas.
Amber lo noto, y se hizo la víctima.
—Me gusta tú...Tiffany' s —dijo está señalando la pequeña y delgada cadena de plata que colgaba de su pecho.
Madison no se inmuto en hacerse la pendeja.
—Y a mí me gusta tu...—le dio la mirada más evaluativa y seca de la vida. Miro de arriba abajo su Blazer azul, combinado con una falda de pliegues blanca, sus y botas Channel. Al final siguió mirándola feo con una sonrisa falsa. Cuando su vista subió a su rostro expandió su sonrisa, sin ningún cumplido que decirle ladeo el rostro de manera demandante para ignorarla y mirarme—. Llámame cuando estés lista—concluyo.
Seguido de eso se introdujo a las instalaciones a paso demandante, seguro, pasándole a un lado a los chichos, ni siquiera se molestó en mirarlos.
Una vez estuvimos solos Nate me miro queriéndome advertirme algo.
—También debo irme —me excuse falsamente.
— ¿Puedo hablarte un segundo? —pregunto ella sin una gota de gracia.
Mire a Nate haciéndole entender que estorbaba.
Y termino advirtiéndome con la mirada para alejarse a la larga fila de escalones.
— ¿Aún sigues culpándome? — Pregunta cuando estuvimos solas.
Mis músculos se tensan, al recordar de qué se trata. Doy un vistazo a mí al rededor para cerciorarme de que nadie esté escuchando.
— Sabes que fue tu culpa—amenace—. No sé cómo puedes dormir tranquila.
Sus ojos se oscurecen y una vena en su frente se resalta.
— No fue mi maldita culpa. Tú también le hiciste daño. — Trago grueso al recordar de que se trata. — Todas lo hicimos, así que no tengo que sentirme culpable, eso se lo dejo a estúpidas como tú. — Siento la sangre arder.
— La culpa es para las personas inseguras, por eso vives con ella... — Intervengo.
En estos momentos mi paciencia es inexistente, y la rabia que me produce saber que no piense si quiera en el daño que pudo haber ocasionado me incita a decirle lo que siento, y lo que decidí no decir.
—... No me digas... —me dio una sonrisa cínica—... ¿Ellos no saben que por tu culpa una chica termino recluida en un psiquiátrico?... —pregunto sin arrepentimiento alguno. No respondí. —. No debiste burlarte por tantos años de ella...
—Puedes irte directamente al carajo. Porqué sabes que si esa chica termino ahí, fue por ti.
—Me imagino, ¿Qué podría pasar si Jack se entera?... —suspiro. Me tense por completo—. He visto cómo te mira...—sonrió —, sería una pena que todo se acabara por accidentalmente decir algo demás estando ebria en la fiesta de mañana.
Apreté las manos.
— ¿Crees que me importa? —pregunte sabiendo la respuesta; ¡por supuesto, mierdaaa!
Pero alto, ¿por que me importa?
—Quizás...—se encogió de hombros despreocupada—, el parece estar encantado contigo... —lo miro por un breve segundo como si no pudiera entender por qué —. Pobre Noah...—parecía mirarlo para terminar suspirando con dramatismo —... una pérdida de tiempo... dicen que le mide más.... —la mire ceñuda, me noto y solo rodo los ojos—... su lealtad, digo.
—Una lástima que no te miren por que les intereses realmente.
—Y aquí es donde entras tu... —explico sonriente —. Quiero que les hagas creer que soy buena, sé que solo están conmigo porque quieren hacerme creer que estoy de su lado ahora, pero sé que no es así.
— ¿Tan desesperada estas que vienes por mi ayuda?
—Ellos no te odian a ti... —dijo entre dientes—. Bueno, creo que Noah si te odia... mira que eso de meterte con su primo...
Estaba harta de oír como los demás pensaban que ahora estaba con Jack.
Lo cual era falso.
Ni si quiera me gustaba... ¿Verdad?
— ¡El punto es...! —le interrumpí.
—Que vas a hacerles creer eso. Que no quiero hacerles daño.
— ¿Para?
—No me resulta fácil que me odien, todos se alejan de mí como si tuviera varicela... —admitió entre dientes.
—Tu misma te lo buscaste—sonreí falsamente—. Arréglalo... aunque lo dudo, una vez pierdas su confianza y termines cagándola con ellos, difícilmente te van a querer cerca.
—En ese caso... tendré que decirle a Jack, y tal vez a todos como es que fuiste tan perra, que no te importo hacerle tanto Bullying a una chica hasta tal grado de dañarla psicológicamente—espeto con rapidez.
Permanecí inmóvil.
—De lo único que soy culpable es de haber soportado tus abusos por años...
—Por culpa de tus celos y baja autoestima—me interrumpió.
—Era una niña... tenía problemas alimenticios, ¡¿Cómo carajos puedes burlarte de eso?! —trague duro entrando el cólera.
Un fuerte recuerdo de cómo me sentía me ataco.
De momento solo quería salir de ahí, la veía a ella y aparecía ese horrendo sentimiento. Veía a una chica demasiado linda para ser verdad. Mostrándome sus dientes blancos, y su perfecto cuerpo.
Desearía que no me importara.
Sé que su belleza no me hace menos, ahora lo sé.
Pero sigo sintiendo ese peso en mi espalda.
Intente dejarlo ir, quise dejarlo ir.
Las malditas comparaciones.
Recuerdo como ella me hacía sentir como si estuviera harta de mi misma, recuerdo como me hacía sentir querer ser otra persona.
No puedo evitar sentirme atrapada.
—Eres débil... siempre lo fuiste—fue todo lo que dijo.
Es agotador intentar ser perfecta todo el tiempo. Para que lleguen personas como ella a arruinarte el muro que construyes para que no te hiera ningún comentario.
—Por eso mismo dejare que lo hagas tu misma...—dije cortante. Pero en ningún momento deje que mi sonrisa falsa se desvaneciera.
—No es necesario que lo hagas—bufo al notar que no iba a ceder ni aunque me amenazara mil veces—. Y tampoco es necesario que me hagas quedar como una perra.
—Tú no necesitas ayuda para eso.
Me miro con ganas de querer tírame un zapato.
Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo cuando me miro.
— ¿Por qué no aceptas que eres tú la de esos chismes?...
—No soy yo la que necesita ese tipo de atención... —le rete la mirada.
— No tengo nada que ver con los mensajes. Sólo me encargué de que pasaran muy bien su pijamada anual, ya que falte yo.
—Ya lo sabía.
Rodo los ojos y sonríe de oreja a oreja.
— Sí. Yo me encargué de que el tratamiento capilar les dejara su sedoso cabello reluciente.
Maldita y mil veces maldita.
—No te sirvió de nada, quede perfecta.
Amber ríe y se encoge de hombros.
—Pero me inquieta saber. ¿Cómo hiciste para que Isabelle nos los hiciera llegar? Ella dijo que lo había comprado en Paris o algo así. Aparte ni se conocen.
Por fuera me ven normal, pero por dentro ya le partí la nariz diez veces.
— Tengo ojos en todos lados. Y parece bastante estúpida—se burló sin importancia—. Le dije que era tu favorito y me encargué de ponerle mi sello. — Sonrió con malicia— Debo admitir que pensé que eran más inteligente. Debieron saber que era mi sello. Pero no... Siguen siendo mensas.
Ruedo los ojos.
—Deberías ir a leer un libro o algo...—admito —. Para que no vayas por la vida pensando que las mujeres lo único que queremos es atención, seguidores y ropa.
— La que sabe, sabe la que no, estudia.
Dice con un tono severamente arrogante, pero sé que es broma, siempre nos decía eso para faltar a clases, por alguna extraña y desagradable razón me hizo extrañarla. Pero cuando mi parte razonable me recuerda lo mala persona que fue, esa sensación desaparece y es reemplazada por enojo y frustración.
— Espero que funcione eso cuando consigas a un Duque que te mantenga...
Tenso la mandíbula.
— ¿Sabes cómo va a acabar esto si la verdad sale a la luz?... —pregunto amenazante.
—Si es que sale cariño...—le devolví el gesto con seguridad y esa contagiosa arrogancia que se tare.
Finalmente, moví mi paso hasta estar lejos de ella, meneando el cabello, caminando con seguridad, pero asustada.
Una vez estuve sola, recordé lo que debía hacer y me detuve en seco.
—Ashley necesito un favor—dije apenas salí de la contestadora.
—Hola, estoy bien gracias por preguntar—ironizo —. ¿Para que soy buena?
—Necesito que hables con tu madre.
— ¿Para?
—Necesito trabajo.
— ¿Quién... tu?
—Mierda... hoy todo el mundo me va a subestimar ¿o que putas? —bufe pero recordé que ella ya no estaba conmigo para notarlo —. Si... yo.
— ¿Por qué? Lo has tenido todo en la vida.
No sé en qué momento se me hizo tan difícil responder a eso.
—Necesito pagarme la universidad.
—Algo te dio en la cabeza...—bufo en la otra línea—, ¿si te das cuenta que vas a una de las mejores universidades de todo New York? —Pregunto con ironía— Aura, vas a una universidad elitista, ¿Cómo dices eso? ¿Sabes cuánto necesitas para pagarte una carrera universitaria?
—Se cuánto se necesita—bufe.
—Pues espero que no quieras hijos, por que necesitas vender los ovarios para eso.
Es tan ridículo que no tiene sentido.
—No quiero estar aquí... —admití —. Tal vez no para salirme de esta universidad, pero si para cambiar de carrera. Los costos no son nada económicos. Y odio que siga haciendo esto porque alguien me lo ordena y no por que quiero.
—No entiendo por qué quieres hacer eso—bufo—. Todos hacemos lo que nos toca.
—No es capricho... es que me asusta saber que sigo haciendo lo que mi padre me diga. No sabes lo feo que es hacer algo por que otra persona te dice que está bien, cuando en el fondo sabes que no quieres eso.
—No...— dijo —, tu no quieres estar ahí porque te encuentras con los cuatro tipos más ardientes, y no sabes por quien se te mojan las bragas.
—No es broma...—bufe.
—No dije que lo fuera.
—Voy a Columbia a cortarte una teta si me sigues jodiendo.
—Aquí no esta tan mal eh...
—No me cambies de tema.
— ¿Has visto a Alexandre?
—Tienen celulares ¿por qué no se llaman?
— ¿Lo has visto o no?...
—Es toda una popularidad aquí, por supuesto que lo he visto.
—Ummh..
Me abstuve a preguntar si pasaba algo, no quería entrometerme.
— ¿Pasa algo? —mi lado chismoso, a la verga.
— No...—negó —pero si lo ves... dile que se meta un dedo por el cul...
—Aja...—le corte, ya se volvieron a pelear. —Por favor, no olvides hablar con tu madre, se cocinar, limpiar, y amo la moda, sería algo perfecto.
— ¿Qué sabes cocinar tú?
Lo pensé dos veces.
—Pueees... el agua me queda muy rica.
—Es una locura que vayas a hacerlo — murmuro—... Veré que puedo hacer —dijo suspirando —. No te prometo nada, últimamente han estado recortando el personal.
—Pero ya se acerca la semana de la moda.
—Y necesita experiencia laboral para eso.
Sentí el bajón emocional.
Mierda... ¿Por qué es tan difícil conseguir un mendigo trabajo?
—Bien... hablamos después. Ahora debo volver a California—tome mis pertenencias y camine por el largo pasillo, encontrándome a una masa de personas, algunas aun mirándome con sorpresa, a esas simplemente me dedique a rodarle los ojos.
— ¿A qué?... Después de lo que paso, pensé que no querías volver.
—... Y no te equivocas, pero necesito buscar el resto de mis pertenecías— el campus se me hacía enorme aun así no aceleraba el paso.
—Creí que Ian te había ayudado con eso...
—Lo hizo —acomode el Channel en mi ante brazo—, pero solo con lo que él creyó necesario para mí... —solté con rabia.
Sentía tanto coraje de que esto estuviera pasando.
—Ya se está pasando de verga... ¿Qué se trae?
—No sé una mierda...—bufe con cansancio—. Pero esto cansa como no tienes una idea.
Oí por el otro lado de la línea como la llamaban.
—Tengo que irme... necesito terminar como diez trabajos para mañana, y no llevo ni el primero—volvió a gritar su nombre una voz varonil—, te llamo luego.
No me dio tiempo de refutar, termino la llamada.
No le di importancia, camine por el campus, bajo algunas miradas curiosas, y voces chismosas a mí alrededor.
Tuve que cruzar un buen camino para divisar los dormitorios, y aun así, estaban lejos para llegar caminando. ¿A caso esta universidad no la hicieron para pobres?
Por alguna razón se me cruzo por la mente la vez que Erick dijo que daba algunas clases aquí.
Es lo último que me falta.
En ese momento una mano toco mi hombro.
Sentí que mi cara fue como la del meme del perro. No puede ser.
Gire mi rostro con miedo, ¿y por qué miedo?
Un alivio nervioso me recorrió cuando me topé con ese par de ojos grises.
— Por fin te dejas ver...—me dio una sonrisa extraña que me hizo sentir débil — ¿A dónde vas, te llevo? —pregunto Jack.
La re puta mierda.
Justo en ese momento siento que me congelo, juro que nunca había tenido esa sensación en el estómago, es como si millones de dragones se revolcaran dentro de mí al verlo.
Es como si apropósito me hiciera sentir todas estas cosas.
Ahí estaba después de tantos días sin saber de él, lo vi, con su cabello castaño oscuro y sus ojos grises, esos tatuajes que me enloquecen.
Pero algo había cambiado.
Era raro verlo por estos lados, pues casi siempre estaba rodeado de más personas.
¿Por qué me sentía tan nerviosa?
Una sensación que fue real.
Ya había pasado tiempo después de la noche que lo cambio todo, y él ha estado más ausente que nunca.
Me mintió.
No jodido nada, porque no sientes nada por él.
Me repetía.
Pero no sabía a qué grado me mentía.
En el fondo estaba decepcionada, y encabronada.
Pero de eso a ignorarme por semanas seguidas, hay un largo paso.
Me hace sentir realmente miserable.
No pretendía que después de lo que sucedió, estuviera junto a mí.
Pero, imagine que todo sería distinto, no lo sé.
¿Por qué sigo pensando así?
Espabila, pendeja.
—... Voy a mi dormitorio —le corte en seco.
Intenta no ser tan malhumorada.
Se interpuso en mi camino impidiéndome caminar.
— ¿Te pasa algo? —pregunto con una sonrisa y una ceja enarcada.
Maldito.
Hagas lo que hagas no demuestres que estas encabronada...
—Me estorbas, quítate... —ay no...
Frunció completamente el cejo sin dejar de sonreír con burla.
— ¿Y yo que te hice?
Y tiene el descaro de preguntar.
Pendeja, ¿Qué no puedo no salirme de mis casillas?
Negué con la cabeza guardando compostura.
— Nada... —admití insegura —. Necesito comprar un par de boletos, así que si me disculpas... —no me detuve a verlo, seguí mi paso.
— ¿Abandonaste la carrera o qué? —pregunto caminando a mi lado.
Entonces; me ignora, despareceré, y hace como si nada hubiera pasado.
Bueno mamona, tú también puedes.
Nada más no lo mires a los ojos que te pones rara.
Ahora sentía una especie de vergüenza, y gusto hacia él, un gusto que no podía evitar.
—Aun no... —suspire —. Pero debo ir a California por un par de cosas que me hacen falta.
Asintió.
—También voy este fin de semana.
Asentí igual.
Era raro para mí.
Me sentía encabronada, ¿pero que podía reclamarle? si no éramos nada. Yo misma se lo había pedido.
No volví a decir palabra alguna.
— ¿No vas a preguntar a qué? —pregunto con un tono egocéntrico.
— ¿Vas a responderme?
—Tal vez...
Rodé los ojos.
— ¿Quieres venirte conmigo?... —pregunto malicioso mirándome de pies a cabeza.
— ¿Eso quieres?
—Arriba o abajo. Como quieras... —dijo con malicia.
—Hablaba de... —cuando lo entendí se me calentó la cara. Rodé los ojos, por alguna razón quería una explicación de por qué me mintió, pero la reemplace por el hecho de que tenía que volver solo por ir a buscar ridiculeces. Y debía ahorrar dinero —. ¿Nos vamos juntos o no? —pregunte aclarándome la garganta.
—Te recojo a las cuatro—respondió—. Puedes ir en vestido si quieres...—murmuro —. Para que vayas más cómoda, digo.
—No me exijas nada. Igual voy a pagar.
— ¿Qué vas a pagar?... si nos vamos en el Jet de Stefan.
Me dijo pobre.
Ya había notado que a su padre no lo trataba como tal, siempre que su nombre salía de sus labios, era raro, con pesadez, como si le costara admitir que eran parientes, como si le costara admitir que él era el hijo legítimo de un tipo bastardo como Stefan lo era.
—Me acabas de llamar pobre, pendejo.
—No tardes, ¿quieres? —me dio una media maliciosa sonrisa que me hizo temblar...
Aquí sí que era el tipo malo.
Tenía mucha fama. Nada parecido al Jack que conocía unos meses atrás.
No le respondí, seguí mi camino.
Pero entonces algo me arrastro a girar el rostro.
Y lo volví a ver.
Entonces, pasó.
Hablaba con una rubia que no le apartaba la mirada de encima.
¿Qué carajos me pasa? ¿Por qué siento esto?
Ella lo tomaba del brazo de manera melosa. Y él no ponía objeción.
Sus ojos nunca se juntaron con los míos, jamás, y de alguna manera dolió.
Si creí que no podía sentirme más mal me equivoqué.
Y lo peor es que no sé por qué ese sentimiento de que, ella parece encajar con él, yo no soy como ella, en ninguno de los sentidos, mi cabello no brilla cuando el viento lo mueve, mi piel no es perfecta, ni mi cuerpo, todo lo contrario a lo que es ella, es obvio que le gusta las chicas perfectas, yo no soy nada así, no soy perfecta, soy de carne y hueso.
Le doy una última mirada.
Por primera vez siento como algo dentro de mí se estruja.
Esto es demasiado raro.
Mejor me voy a la verga.
Iba a cruzar la calle los dormitorios estaban alejados del campus, hasta los becados se transportaban en auto para no caminar.
Ese no era mi caso.
Un auto negro aparco frente a mí impidiéndome el paso.
Mire el interior, Nate estiro un brazo y sonrió.
— ¿Te llevo? —pregunto sosteniendo el volante.
No lo pensé dos veces, odiaba caminar.
Me subí y el no espero para acelerar.
Un silencio extraño nos acompañó.
Por alguna razón no me atrevía a decir algo.
¿Desde cuándo mierda soy así?
— ¿Cómo estás?... —pregunto disminuyendo la velocidad del Porce —. Supe lo que te hizo el pendejo de Jason, y no te había visto más desde la noche que...
—Estoy bien... —le interrumpí de mala manera. Note que mi tono de voz estuvo arisco por lo que agregue —, creo y espero que Jack le haya sacado un diente como mínimo.
Me miro de reojo y me dio una sonrisa contagiosa.
— ¿Cómo es que puedes sonreír después de lo que ese adicto te hizo?
Sus ojos buscan alguna respuesta coherente, pero yo solo logro decir:
— Herede de mi madre la capacidad de aparentar una gran felicidad a pesar de lo mal que te sientas.
Un silencio para nada cómodo nos envuelve.
—Sé que no me concierne, pero...—suspira con cansancio. — No tienes que aparentar nada por un hijo de puta que no sabe valorarte.
Lo pensé por unos largos segundos.
—No te preocupes. No lo hago por él.
— No explica qué fue eso.
— ¿Qué fue qué? — lo mire ceñuda.
Dios... que mandíbula y que brazos se manda.
— Si las miradas matarán, no querría ser Jack.
Lo que faltaba...
—Miro mal a todo el mundo.
— Lo note...—murmuro— ¿Ya te sientes mejor?
— No, pero me siento menos estúpida.
Entonces noto eso.
¿Por qué no se abre la tierra y me traga?
—Jack siempre ha sido complicado—explicó —. Normalmente no tiene ese filtro que tenemos todos... —lo escuche atenta—. Pero luego de lo que paso...
—Noah jode todo a su paso y Jack es quien tiene que limpiar la mierda que caga... —no puede evitar decir.
—... Creo que se volvió costumbre.
—Dan pena.
— ¿Por?
—Dejar que Noah los joda así, solo porque quiere...—negó con la cabeza —... ¿O qué?... ¿No han notado que tienen el ser humano más repugnante y narcisista de lado?
El rubio se pasó una mano por la esquina de su labio de manera que atrajo mi atención a él.
—Siempre vas a conocer solo un lado de la historia... —admitió sonriendo ligeramente —. La del bueno... Al malo nunca le creen, por eso no se empeña en enseñar su lado—lo escuchaba atenta, y no podía apartarle la mirada, era demasiado atrayente. —No justifico que sea un hijo de puta... —se encogió de hombros con gracia—. Pero siempre tienes que darte la oportunidad de conocer las razones reales.
—No quiero sonar grosera pero... —dije decidida—. En realidad me importa una mierda —bufe—. Que Noah tenga razones o no para ser un culero, eso no justifica que sea así tan... —busque una palabra exacta para describirlo, pero no la encontré —... Ahg, tan él.
—Noah es un cabrón, y si... merece perderse en el monte con diarrea crónica, pero también tiene razón en algunas cosas...
—En nada, no tiene razón en nada. Lo detesto —admití inquieta.
—No seas débil...—mascullo como orden.
Lo mire extrañada ya que él y yo jamás habíamos tenido una conversación con este tema.
— ¿Cómo decides que dices que dijiste?
—Si eres débil intentaras vengarte, si eres fuerte lo olvidaras, o incluso podrías perdonarlo, y si eres inteligente solo... ignoraras.
Bien.
Si tiene razón.
Mucha.
Pero, carajo. ¿Por qué me cuesta tanto pasar en alto su maldita forma de ser?
—Hay cosas que no sabes... —añadió —. Y que no vas a desear saber...
Lo pense.
Desde que están aquí, desde que sin pensarlo se colaron en mi desastrosa vida, lo supe; Ellos ocultan algo, algo grande.
Y yo me debatía en si saberlo, descubrirlo, ¿Qué ganaría? Sencillo, acabar con Noah y su maldita hombría que me enervaba.
En ese segundo tome la decisión.
Al carajo... voy a hacerlo.
—Tienes un punto... —mentí.
Cruzo un área y divise los espaciosos dormitorios, el ala era de un menor tamaño, pero la arquitectura y el color seguía siendo la misma.
— ¿Conoces a... Madison? —pregunto inquieto—. ¿Son amigas o algo así?
—Ummh... Si... algo... ¿por?
Negó aparcando.
—Gracias por el...
—Te quiero pedir un favor —me interrumpió serio. Una mano libre se fue a su cuello, eso me demostró que estaba... ¿nervioso?
—Si es que intente llevarme bien con Noah... olvídalo. Prefiero tener miopía de por vida — puse los ojos en blanco.
—De hecho... —suspiro dejándome en nada. No entendía por qué su repentino cambio —... Mierda —bufo removiéndose en su asiento—. Es que bueno... Madison y yo. Discutimos, o sea, si pero no...
—Buen contexto, please — dije deteniéndolo.
—Puta mierda... —pasó un brazo a mi asiento, de lado de la cabeza, dándole un aspecto más relajado —. Es que quiero saber que putas pasó—admitió—. O sea, estábamos normal creo... Pero ya ves que ustedes están bien, y al otro día les entra el chamuco. Y uno queda loco, sin saber que putas paso.
Fruncí el ceño y lo mire de arriba abajo.
¿Me estaba pidiendo... lo que creo que me estaba pidiendo?
—Déjame entender... —le señale uniendo cabos—. Te gusta, la cagaste, y quieres saber que hiciste mal —esto no me puede hacer más gracia—... No le preguntas por tu orgullo.
Me miro incomodo por un corto segundo y termino poniendo los ojos en blanco.
—... Si así es...—se encogió de hombros —. Si ella va a ser mamona, yo también.
Negué con la cabeza.
—Bueno... voy a pensarlo —abrí la puerta pero lo pensé; necesito respuestas, y él no va a dármelas por más que quiera a esa chica, e la realidad, los hombres no le apuestan a todo por una, es mentira—. Pensándolo mejor. Voy a hacerlo, soy muy persuasiva, puedo saber que le pasa aun hablando de zapatos —le sonreí indiscreta —. Pero voy a necesitar un favor después...
—Depende... si van a cortarme las bolas, olvídalo.
—En la guerra y en el amor se vale todo.
Suspiro cansado.
—Aquí no hay amor... —negó—. Solo guerra.
— En ese caso prepárate—sonreí entusiasmada—. En cualquier momento puede estallar una bomba.
Con eso su media sonrisa se borró. Fue todo lo que necesite para darme la vuelta e introducirme a las instalaciones.
Pase por la recepción donde se encontraba un joven, el mismo que me ayudo cuando llegue a este lugar.
El lugar no estaba tan de la mierda, las habitaciones podían ser... o compartidas o solas, como mi padre parece odiarme decidió pagarme una que comparto con una friki.
Una vez introduje la llave note que todo estaba igual a como lo deje, la chica no estaba.
Las paredes estaban iluminadas por el gran ventanal. Decidi ponerle mi toque, remodele todo con una papel tapiz reemplazable aunque sabia que si algún tutor entraba a ver me causaría problemas.
Me importo una mierda.
Ya estaba aquí, se sentía raro.
Todo el tiempo me sentía rara.
Sentía que había dejado mi vida atrás, y que sabía que no iba a volver jamás.
Tenía ese dolor en el pecho al saber, que el estar aquí no era una decisión tomada por mí. Me molestaba, ¿pero que más podía hacer por ahora?
Deje mi bolso de mano y los libros en un amoblado blanco, decorado con flores y velas. Mi lado de la espaciosa habitación gritaba que era mío. La pared de este lao era lila lisa, con algunos toques minimalistas blancos, mi cama era blanca, y la funda igual, encima de esta había un cuadro de Lady Di y seguí adornado con un tocador donde tenía el resto de mis pertenencias, a un lado de este estaba un enorme cuadro fondo blanco Fashion que decía Prada Marfa 1837.
Así es la puta mierda.
Era oficial.
Aura Hasthings había pisado terreno desconocido, tierras ariscas, pero seguía siendo la jodida puta ama. La reina.
A mi estos pendejos no van a arruinar lo que soy.
Abrí la puerta del armario pequeño y me dispuse a buscar lo necesario para un fin de semana. Me di una larga ducha, arreglé mi cabello, busque mi atuendo y salí del baño aun envuelta en una toalla.
Mi compañera de habitación no estaba para cuando regrese, quería convencerla de que aquí había un demonio para ver si se largaba, pero lo que me encontré estuvo peor.
La puerta estaba abierta, y una espalda fornida se dejaba ver parada frente al espejo de cuerpo entero.
Mierda.
Podía percibir ese aroma a metros de distancia.
Esa imponente vibra era de...
— ¡Noah! ¡¿Qué mierda te pasa?!
Estaba aquí.
Después de esa noche no habíamos estado solos.
Y lo peor era que yo apenas traía una toalla diminuta que apenas me cubría los muslos.
Y el parecía disfrutar de mi poca ropa.
Mierda... no.
Nota de Autora:
No se imaginan lo que se viene.
*Risa malévola*
Dulce sueños.
Bye
xxx
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